¿Cómo volverá Cristo a Europa? (3a parte)

Fogatas de fe

En otro sentido, encontramos las que podríamos llamar �fogatas de fe,� es decir, los grupos tipo renovación carismática, camino neocatecumenal, o en general aquellos que han nacido al calor de un movimiento eclesial. Sus características son reconocibles en medio de las explicables diferencias: fe explícita, moral clara, celebración litúrgica viva, acción social o eclesial definida, una nueva valoración de lo comunitario y el cara-a-cara.

Se les ha criticado con rabia, dentro y fuera de la Iglesia Católica, y quizá esa sea la señal más clara de que algo interesante está sucediendo en estas �fogatas.� Con todo, yo tampoco esperaría que la red de fogatas llegara a producir un cambio en el clima social con respecto a la religión. La razón es que una �fogata� sufre pero también aprovecha la sensación de ser minoría, porque el ser minoría te da un cierto sabor de haber sido elegido, de ser distinto, y eso va unido a otros sentimientos que pueden incluso darse, como sentirse mejor que otros, o tener derecho a condenar al mundo, y así sucesivamente. No es muy cristiano, pero sucede. Además, ser minoría hace que tu pequeña comunidad o grupo se convierta en un refugio emocional o incluso en un escape.

No niego las virtualidades y posibilidades de las fogatas de fe, que en muchos casos son los único que nos está sosteniendo a la mayor parte de quienes somos creyentes y evangelizadores en Europa, pero precisamente por su valor intrínseco es deber nuestro mirar qué pueden y qué no pueden; qué están haciendo y qué están preparando para que suceda más adelante. Por ejemplo, si parte del éxito de las fogatas de fe viene del sentimiento de ser pocos y elegidos, es claro que esta motivación declinará a medida que haya un cierto éxito. Aún más: es posible que toda la afinada capacidad de crítica hacia el mundo se vuelva después agria crítica hacia la propia comunidad o hacia la Iglesia. Esto podría explicar la gente que queda �vacunada� de la Renovación Carismática, por ejemplo, una vez que comprueban que, como era natural, no hay sólo santidad en las comunidades que alaban con gozo a Jesucristo.

Aun con esos reparos, hay que decir que los movimientos eclesiales están brindando a Europa algo irremplazable. Si bien ellos no serán �la� solución ni cabe esperar una Europa con millones y millones de fogatas, sí es verdad que en esas fogatas se cocina algo que va más allá de los movimientos mismos. Los renovadores de la fe, en Europa y el mundo; los nuevos fundadores y los nuevos sacerdotes muy probablemente habrán pasado por la experiencia imborrable y grata de haber sido alimentados y tenidos en cuenta como seres únicos y amados en alguna �fogata de fe.�

(continuará…)