En las librerías y los cinemas Jesucristo vuelve a ser un best-seller por estos días. Mel Gibson con La Pasión y Dan Brown con El Código de Da Vinci.
Gibson asegura haber invertido todo en recursos, tiempo, dinero y actores con tal de lograr un retrato lo más fiel posible de las 12 últimas horas de Jesús antes de su muerte. Brown, por su parte, no ha apostado por los hechos sino por los símbolos. Su libro es un largo recorrido que va desde los tiempos del Renacimiento hasta la época misma de Jesús, con todos los ingredientes propios del mundo del secreto: sociedades ocultas, claves oscuras, castillos y catedrales, rituales extraños y, desde luego, el desvelamiento de una verdad supuestamente oculta sobre qué hizo Cristo y sus enredos con la Magdalena.
Mientras que Gibson busca la verdad; quiere que Cristo hable desde sus llagas. Brown no quiere que Cristo hable. Cristo, en la pluma de Brown, es un Mickey Mouse o un Kalimán del que se pueden escribir “Las Nuevas Aventuras de…” Y así, modelando como si fuera plastilina la Carne Santísima, que dio su Sangre por nosotros, hace su dinero.