Anoche tuve mi primer capítulo conventual. El estilo, sobrio y directo, me sigue gustando. Toda la reunión –en la que también había que tomar algunas decisiones– tomó menos de 40 min., tiempo que incluye la lectura de un par de actas. Eso me encanta de esta claridad anglosajona.
Pienso con la bondad de Dios seguir este diario que me ha servido como camino de meditación en voz alta. Mas debido al viaje de misión a Los Angeles seguramente no podré publicar cada entrada en su día, sino que tocará después.
A quienes esto lean, les encarezco oraciones por mí. Gracias.