En este diario no he hablado mucho de mis papás. Hoy he hablado con ellos por un motivo que alegra mucho: han alcanzado los 43 años de matrimonio, por bondad de mi Dios. Un testimonio que conmueve y alegra, pero sobre todo: un don que, a medida que pasa el tiempo, más don se descubre.
Y un 6 de enero también ha sido leída mi asignación en el Convento de St. Saviour’s. En nuestra Orden, tal es el acto por el que uno formalmente empieza a pertenecer a una determinada comunidad de frailes. Es decir que a partir de ayer 6 de Enero pertenezco a St. Saviour’s. Es una sensación rara, pero no desagradable; simplemente distinta…
Hasta ahora he pertenecido a los conventos de Nuestra Señora del Rosario, en Chiquinquirá, para el Noviciado; Santo Domingo de Bogotá, como estudiante, hasta 1990; San José, en Bogotá, cuando hice los votos solemnes; de nuevo Santo Domingo y N. S. del Rosario, hasta el tiempo de la ordenación. En enero de 1993, de vuelta a S. Domingo, hasta junio de 2001, que fui asignado en el grupo de fundadores de la Casa José de Calazans Vela, de Villavicencio; y de ahí, a St. Saviour’s, en Dublín, con asignación leída el 6 de enero de 2004.
Hasta ahí va el camino. Dios lo cuide y lo ilumine.