El problema de la soledad
no es tener que comer solo
–que a todos nos pasa alguna vez–
ni es dormir solo,
que a tantos tantas preguntas causa.
El problema de la soledad
es tener algo que contar,
y no contar con alguien cerca
que pueda compartirlo.
El problema de ser extranjero
no es mirar costumbres extrañas,
que pronto te serán familiares;
ni tener que pensar en otro idioma,
que cada día será más tuyo.
El problema de ser extranjero
es tener que callar a tantas horas
y no poderte explicar
qué parte del alma duele.
El problema de la tristeza
no son las lágrimas furtivas,
que ya las alcanzarán nuevas sonrisas;
ni ver el mar que te aleja
porque el mismo mar te llevará a los tuyos.
El problema de la tristeza
es ver que todo camina tan bien,
y que si tú no estuvieras
poco a tu alrededor te echaría de menos.
Soledad, destierro y tristeza:
tres problemas y una solución.
Soledad, tristeza y destierro,
extraña trinidad y diccionario,
con que Dios hoy me bendice.
No a todos Él concede
esta trina bendición,
para entender la voz y el silencio
de más de la mitad de mis hermanos
a lo ancho de este planeta.
¿Cuántos han vivido este desierto?
¿Cuántos han bebido de esta copa?
¿Cuántos? ¡Y qué poco les veía!
Hoy soy más humano,
hoy entiendo mejor,
y soy también más hijo:
hoy me bendijo Dios.