¡Cuántos cambios!

Durante años he sido profesor; aquí soy un alumno.

Mucho tiempo he predicado a otros; aquí debo escuchar.

Me había acostumbrado a ser “centro”; aquí nadie me presta mayor atención: soy “periferia”.

Fui protagonista en muchas ocasiones; aquí soy sobre todo paisaje.

Antes me consultaban muchas personas; aquí nadie me pide una opinión.

Me iba haciendo a la idea de que era importante; aquí voy entendiendo que no hago mayor falta.

En otro tiempo, muchos esperaban lo que yo dijera; aquí muchos esperan que no estorbe.

Me acostumbré a hablar del Evangelio; mi única posibilidad aquí es ser Evangelio.

Gracias, Señor.