Ayer hablaba de la temible amenaza del secularismo. Quiero comentar, en honor a la verdad, que la Iglesia Católica no se ha dormido en Irlanda.
El pueblo irlandés tiene una sensibilidad como “natural” para el ejercicio de la contemplación, quizá por el campo, el landscape o la bruma. Los predicadores y pastores de la Iglesia intentan aprovechar eso para bien, organizando jornadas de retiro, atardeceres de oración, días al aire libre, o sesiones de adoración, en muy diversos estilos.
Y aunque es verdad que algunas de estas propuestas toman rumbos que uno no quisiera (muchísimo Tony de Mello, alguna confusión con lo celta, etc., etc…), en general es muy estimulante ver que todo esto lo organiza la Iglesia, y que la respuesta muchas veces es buena, incluso desde el punto de vista económico.
Yo pido a Dios que bendiga a todos, ¡pero muy particularmente a los jóvenes de Irlanda!