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Nació en Turquia en el año 423, y desde pequeño, por inculcación paterna, leía con mucho fervor las Sagradas Escrituras.
Siguiendo el ejemplo de Abraham, el Santo decidió dejar sus riquezas y familia, para peregrinar a Jerusalén, Belén y Nazareth, convirtiéndose en religioso.
San Teodosio se fue a vivir no muy lejos de Belén, y tuvo como guía espiritual al Abad Longinos. Tras ser ordenado sacerdote, recibió la orden de encargarse del culto de un templo ubicado entre Jerusalén y Belén.
El Santo desplegó su labor con mucha sabiduría y humildad, dando testimonio de una vida santa y llena de oración. Esto motivó que otros jóvenes también desearan convertirse en religiosos, por lo que más adelante fundó tres Conventos en las cercanías de Belén.
Teodosio construyó, además, cerca de la misma ciudad, tres hospitales para la atención de ancianos, enfermos necesitados y discapacitados.
Los Monasterios dirigidos por él, eran como una ciudad de Santos en el desierto, pues todo se hacía a su tiempo, con exactitud, oración, trabajo y descanso.
El Santo enfermó penosamente y falleció a los 105 años en el 529. El Arzobispo de Jerusalén y muchos ciudadanos de Tierra Santa, asistieron a su entierro. Durante sus funerales se obraron varios milagros.
San Ant.del Tequendama-Cundinamarca, Colombia (1926) - Bendito sea Dios por Hijos como este sacerdote, que hace 56 años viste su sotana con orgullo, hasta la fecha. Y gracias también por su generosidad y paciencia. Un abrazo (se lo daré este próximo domingo).
Cecilia.
Medellín, Colombia (1944) - En este día maravilloso le doy gracias a Dios por todas las bendiciones que me ha dado, mi familia, un hogar, la salud, mis manos, el universo, en fin por todo. Bendito seas Señor.
Ordenación Sacerdotal. Tegucigalpa-M.D.C., Honduras, C.A. - Lluvia, torrentes, rios de bendiciones, de la gracia, del amor de Dios, de la alegría y gozo que su Misericordia brindan, que el Señor de Señores le ilumine y guarde por la eternidad. !!La paz!!! Feliz aniversario Sacerdotal!!
Bogotá, Colombia (2010) - Que Dios lo tenga en su presencia, que haya perdonado todos su pecados y no se olvide Señor de los que estamos aqui en la tierra. Bendice a sus hijos y esposa y todos su familiares.
Queridos hermanos: En esto está la confianza que tenemos en él: en que si le pedimos algo según su voluntad, nos escucha. Y si sabemos que nos escucha en lo que le pedimos, sabemos que tenemos conseguido lo que le hayamos pedido.
Si alguno ve que su hermano comete un pecado que no es de muerte, pida y Dios le dará vida -a los que cometan pecados que no son de muerte, pues hay un pecado que es de muerte, por el cual no digo que pida-. Toda injusticia es pecado, pero hay pecado que no es de muerte.
Sabemos que todo el que ha nacido de Dios no peca, sino que el Engendrado de Dios lo guarda, y el Maligno no llega a tocarle. Sabemos que somos de Dios, y que el mundo entero yace en poder del Maligno. Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia para que conozcamos al Verdadero. Nosotros estamos en el Verdadero, en su Hijo Jesucristo. Éste es el Dios verdadero y la vida eterna. Hijos míos, guardaos de los ídolos.
Cantad al Señor un cántico nuevo, / resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; / que se alegre Israel por su Creador, / los hijos de Sión por su Rey. R.
Alabad su nombre con danzas, / cantadle con tambores y cítaras; / porque el Señor ama a su pueblo / y adorna con la victoria a los humildes. R.
Que los fieles festejen su gloria / y canten jubilosos en filas, / con vítores a Dios en la boca; / es un honor para todos sus fieles. R.
En aquel tiempo, fue Jesús con sus discípulos a Judea, se quedó allí con ellos y bautizaba. También Juan estaba bautizando en Enón, cerca de Salín, porque había allí agua abundante; la gente acudía y se bautizaba. A Juan todavía no le habían metido en la cárcel.
Se originó entonces una discusión entre un judío y los discípulos de Juan acerca de la purificación; ellos fueron a Juan y le dijeron: "Oye, rabí, el que estaba contigo en la otra orilla del Jordán, de quien tú has dado testimonio, ése está bautizando, y todo el mundo acude a él." Contestó Juan: "Nadie puede tomarse algo para sí, si no se lo dan desde el cielo. Vosotros mismos sois testigos de que yo dije: "Yo no soy el Mesías, sino que me han enviado delante de él." El que lleva a la esposa es el esposo; en cambio, el amigo del esposo, que asiste y lo oye, se alegra con la voz del esposo; pues esta alegría mía está colmada. Él tiene que crecer, y yo tengo que menguar."
El amigo del esposo se alegra con la voz del esposo (Juan 3,22-30)
Juan nos enseña hoy, en qué consiste ser discípulos de Cristo; el crecimiento espiritual consiste en decrecer. Abajarse es ser humilde y libre para no ser esclavo de la opinión de los demás. 5 min. 27 seg.
Juan nos amonesta para que nos guardemos de los ídolos; pero en su Carta él no ha mencionado imágenes, y no es ese el problema que le ocupa: es más bien que nosotros podemos distraernos o confundirnos sobre la verdad de Cristo, que es Dios en nuestra carne. 3 min. 59 seg.
Recibir y entregar a cada hermano como un regalo; disminuir para que Cristo crezca: enseñanzas del Bautista, útiles a los evangelizadores. 17 min. 31 seg.
Solamente amando, aplaudiendo y celebrando el bien de los demás podremos vencer la tentación de la envidia y reconocer lo bueno donde quiera que aparezca. 6 min. 3 seg.
La única manera de negarle al cristiano su afirmación de que está en la verdad es mostrándole en que hay mentira en el cristianismo o que hay otra verdad que es mayor. 7 min. 32 seg.
La vida cristiana no es expresión de mi subjetividad, se trata de la victoria de Cristo en mí y allí donde Él reina el maligno no se atreve a meter. 6 min. 31 seg.
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1.1 Una de las diferencias entre la fe y la magia es que la magia se presenta con una promesa de omnipotencia. Brujos y hechiceros creen que todo finalmente se puede conseguir a fuerza de mayor concentración mental, mejores recetas o conocimientos más recónditos. La fe no es así. Nuestra fe no nos vuelve omnipotentes; nuestra oración no es una varita mágica; no es tampoco una amplificación de nuestra voluntad. Y ahí está el apóstol Juan para recordárnoslo.
1.2 El texto de hoy, en efecto, nos enseña dos límites de la oración cristiana. El primero es que lo que pedimos concuerde con la voluntad divina. Orar no es hacerle presión a Dios, sino dejarnos guiar, y además ayudar a guiar al mundo, por los senderos del amor y la sabiduría de Aquel que mejor nos conoce y ama.
1.3 El segundo límite es más difícil de entender. Tiene que ver con aquello de no orar por los pecados que llevan a la muerte (1 Jn 5,16). Es extremadamente arduo determinar la naturaleza exacta de este pecado y si Juan cree que uno puede estar seguro de que alguien lo ha cometido. En cualquier caso parece imposible que un cristiano vea que un pecado gravísimo se comete y decide no orar por el que cometió ese pecado, sólo porque está convencido de que ya ese es un pecado "que lleva a la muerte".
1.4 Lo que sí parece cierto es que hay un límite a nuestra oración. No podemos lograrlo todo con nuestra oración, al punto de pensar que podremos convertir a cualquier persona, incluso si ella se obstina en no quererlo. Tal vez ese pecado que lleva a la muerte alude precisamente a la condición del que se obstina en su maldad rechazando toda posibilidad de gracia, de conversión o de misericordia hacia sí mismo. Un caso extremo sería el de los condenados. Aunque la Iglesia nunca ha definido la condenación de nadie en particular, ni aún Judas Iscariote, ha sido convicción suya desde siempre que no hay que orar por los condenados, aunque de hecho no sepamos quiénes puedan estar en esa condición.
1.5 Lo cierto, insisto, es que hemos de entender que nuestra oración no usurpa soberanía a Dios; no es una fuerza sobre Él, sino de Él.
2. El Amigo del Esposo
2.1 El evangelio de hoy nos trae un tema distinto. Juan, el bautista, el coloso que nos ha acompañado desde el adviento, se despide. Su misión ha concluido. Su dedo ya señala al Esperado, el bendito Mesías, y sus palabras ya anuncian al Cordero que quita el pecado. Ha preparado la Boda de su Amigo; ha vivido para ver el gran momento; toda su energía y su tiempo han sido también su ofrenda, y la hora de la ofrenda es llegada. ¡Dios, qué grande es este hombre!
2.2 Cristo-Esposo: así lo mira Juan. Poco se predica de las bodas de Cristo, y sin embargo fueron la imagen que el Precursor escogió para retratar la vida de su Amigo, y de paso la suya propia. Enseñanza y propósito: meditaré y predicaré más a menudo en esta preciosa imagen: Cristo es el Esposo; nosotros, la Iglesia, somos su Amada, somos el amor de su alma. Cristo no es un solterón empedernido, es un Novio enamorado, es un Esposo fidelísimo, es el Divino Amante que quiere dar de su amor como sólo se entrega el amor en la intimidad del tálamo más puro y más bello.
2.3 Juan es el amigo del Esposo. ¡Cuánta humildad, cuánta pureza, cuánto vigor en esa imagen! Él es el que entrega amor a su amigo haciendo posible el encuentro con la Amada. ¿Hay amor más fino, varonil y puro que el de ese amigo del Esposo? Tal modelo han de tomar el sacerdote, el predicador, el misionero. Todos ellos son o somos, como el Bautista, amigos del Esposo, y nuestra meta es que la gente, la Iglesia bella, se quede con Él, no con nosotros. ¡Y es tan hermoso ver cómo, después de la comunión eucarística, cada uno queda en su asiento, y todos somos uno en Él y junto a Él, pero cada uno lo siente suyo y se siente suyo!
Queridos hermanos: ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Éste es el que vino con agua y con sangre: Jesucristo. No sólo con agua, sino con agua y con sangre; y el Espíritu es quien da testimonio, porque el Espíritu es la verdad. Porque tres son los testigos: el Espíritu, el agua y la sangre, y los tres están de acuerdo.
Si aceptamos el testimonio humano, más fuerza tiene el testimonio de Dios. Éste es el testimonio de Dios, un testimonio acerca de su Hijo. El que cree en el Hijo de Dios tiene dentro el testimonio. Quien no cree a Dios le hace mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. Y éste es el testimonio: Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo. Quien tiene al Hijo tiene la vida, quien no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. Os he escrito estas cosas a los que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que os deis cuenta de que tenéis vida eterna.
Una vez, estando Jesús en un pueblo, se presentó un hombre lleno de lepra; al ver a Jesús cayó rostro a tierra y le suplicó: "Señor, si quieres puedes limpiarme." Y Jesús extendió la mano y lo tocó diciendo: "Quiero, queda limpio." Y en seguida le dejó la lepra. Jesús le recomendó que no lo dijera a nadie, y añadió: "Ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés para que les conste."
Se hablaba de él cada vez más, y acudía mucha gente a oírle y a que los curara de sus enfermedades. Pero él solía retirarse a despoblado para orar.
El que cree en Jesús, tiene victoria sobre el mundo, y el que tiene a Jesús, tiene vida. Como con San Francisco, Dios con una compasión muy grande logra enamorar nuestro corazón y con El podemos vencer al mundo para que no tenga poder sobre nosotros. Cristo, tiene una sonrisa hermosa, tiene una paz muy grande, y es capaz de cambiar el corazón con una sola de sus miradas 12 min. 14 seg.
En su Primera Carta el apóstol Juan ha insistido sobre todo en la verdad de la carne de Jesucristo, porque si su carne es apariencia, su amor es apariencia. Si, en cambio, podemos decir que nos ha amado hasta dar su sangre y su vida, entonces es verdad que hemos sido amados hasta el extremo. 4 min. 8 seg.
La gracia de la Unción que Dios conceda en virtud de los méritos de Cristo entreabre para nosotros la grandeza y verdad de la fe que profesamos. 13 min. 3 seg.
Cristo revela la fuerza de Dios al contradecir aquello a lo que estábamos acostumbrados: que el mal contagia a los que están sanos porque la sanidad de Cristo se le "contagia" al leproso. 7 min. 28 seg.
Los tres testigos de que nos habla la Primera Carta de San Juan tienen una aplicación particular a la vida sacerdotal: El AGUA, memoria del bautismo de Juan, invita a una vida en humildad y continua conversión; la SANGRE nos recuerda el camino y el sacrificio de Cristo; el Espíritu nos invita a la oración perseverante, seguros de que solo Dios cambia los corazones. 10 min. 42 seg.
Cuando tu fe esté en crisis: el Espíritu Santo es la voz interior que te ayuda a reconocer a Jesús, los sacramentos te hablan de Él y su sangre y la de los mártires te fortalecen. 7 min. 17 seg.
Debemos conocer cómo obra el mundo con sus condiciones absurdas y sucias, pero sabemos que Jesús venció al mundo en la cruz y en la resurrección. 6 min. 17 seg.
El mundo es el quiere imponerte valores, que pretende que todos pensemos, hablemos, deseemos y consumamos lo mismo; y quien hace la diferencia es quien se ha encontrado con Cristo, quien cree que Él es único Dios eterno, que nació y murió para salvarnos. 6 min. 10 seg.
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1.1 El cuarto evangelio favorece la opinión de que Juan, antes de ser discípulo de Jesús, fue discípulo de Juan el Bautista (cf. Jn 1,40). Si este es el caso, entonces Juan, el evangelista, conoció de cerca el ministerio de Juan, el bautista. Supo bien qué podía esperarse de aquella agua que se derramaba profusamente sobre los israelitas arrepentidos gracias al ministerio del gran asceta y profeta del desierto.
1.2 En el ministerio de Jesús hay más que esa agua. Vino Cristo " no sólo con agua, sino con agua y con sangre" (1 Jn 5,6). Hay un gran testimonio que nos mueve a acoger el mensaje y el ministerio de Cristo: un testimonio triple: agua, Sangre y Espíritu (cf. 1 Jn 5,8).
1.3 ¿Qué añade la Sangre?, podemos preguntarnos, sobre todo si tenemos en cuenta que también el Bautista rubricó con el martirio su ministerio admirable. Tengamos en cuenta, para buscar una respuesta, que toda esta primera carta de Juan ha sido un gran himno al misterio de la carne de Jesucristo, en cuanto verdad palpable de su presencia entre nosotros, y en cuanto fuente y medio de toda revelación.
1.4 La sangre es la expresión definitiva de la ofrenda de la propia carne, porque la carne que entrega su sangre entrega su vida. Cada sangre revela la verdad de cada carne. La Sangre de Cristo es la expresión del misterio que trae su carne. En su Sangre entendemos por qué ha venido en nuestra carne: para dar su vida por nosotros. De este modo, la Sangre da testimonio.
2. El Puro nos Purifica
2.1 La Ley Mosaica prohibía la leproso tener contacto con sus congéneres; debía vivir solo, fuera del campamento (Lev 13,46). No podía acercarse porque podía contagiar su impureza y sus ropas o cosas debían estar separadas, como él, de toda influencia o trato con los demás. El papel de los sacerdotes frente a esta espantosa enfermedad era simplemente el de declarar que sí había lepra o declarar que se había curado la lepra (Lev 14,2-7).
2.2 La Ley, pues, conocía que el mal puede extenderse; la impureza puede avanzar. No contemplaba, en cambio, el caso que nos presenta el evangelio de hoy, como hermosa epifanía del poder de Cristo: hoy estamos frente a un caso de pureza contagiosa. El amor de Cristo ha causado que su propia salud se extienda al que estaba infectado y que su pureza se transmita al que estaba aislado por la impureza de su enfermedad.
1.3 Y en ese espíritu hemos de leer este evangelio como eco de la solemnidad de la epifanía: hoy hemos visto que la salud de Cristo es más fuerte que la enfermedad del mundo, así como su luz es más fuerte que nuestras tinieblas.