La misión “ad gentes” explicada en 40 breves preguntas y respuestas

“La Misión Ad Gentes es llevar el Evangelio a quienes aun no conocen a Cristo[1]. La Misión Ad Gentes es la misión dirigida a “pueblos, grupos humanos, contextos socioculturales donde Cristo y su Evangelio no son conocidos, o donde faltan comunidades cristianas suficientemente maduras como para poder encarnar la fe en el propio ambiente y anunciarla a otros grupos. Esta es propiamente la Misión Ad Gentes”…”

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Las figuras femeninas amazónicas

Fray Nelson Medina: ¿Tiene Usted una postura clara sobre las figuras amazónicas esas, que incluso llevaron a una iglesia en Roma? — C.F.

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Empiezo por decir que soy colombiano. Mi país tiene amplia zona en la Amazonía y tiene también otras zonas selváticas, que he conocido por experiencia directa. Debo decir que la imagen que fue llevada a Roma no es representativa de la Amazonía colombiana, y creo que de ninguna parte de la Amazonía. Alguien pensará que mi corto servicio misionero en la selva me lleva a hablar así. A quien plantee tal objeción le pido que muestre fuentes documentales serias que muestren el interés de los pueblos amazónicos por esa imagen particular, la de esa mujer gestante semidesnuda. Y que de paso nos aclare qué uso real tiene esa imagen, si es que allá se usa.

En efecto, si cualquiera de nosotros busca en imágenes de Internet los términos “pachamama,” “madre tierra,” “mother earth,” “amazonian fertility” o expresiones parecidas, lo único que sale es la alusión a este episodio de los jardines del Vaticano, o al “robo” posterior de las imágenes; o sea, todo conduce a la misma figura que hemos visto en las noticias. Aún más: si usted toma una foto de esas esculturas o representaciones y luego usa esa foto como búsqueda de imágenes en Google no obtiene una sola coincidencia. Eso sugiere algo extraño: la tal figura NO representa nada “ancestral” de la cultura de la Amazonía; no parece ser ni siquiera la obra de los indígenas amazónicos sino de algún artista (llamémosle así), indígena o no, que, apoyado por otros, ha conseguido que su talla en madera llegue hasta el centro católico más importante y visible del mundo entero. Esa persona o ese grupo de personas quieren que pensemos que ellos son representantes o voceros de los indígenas, de modo que cualquier ataque a esa imagen o a esa supuesta espiritualidad “amazónica” es un ataque a los indígenas.

Todo lo cual suscita interrogantes muy legítimos: ¿Quién es el verdadero autor de esa imagen? ¿Donó su trabajo o le fue pagado? ¿De quién fue la idea de tallar esa imagen y darle el uso que estamos conociendo, con la complicidad o negligencia de numerosas autoridades dentro y fuera del Vaticano? ¿Por qué querían que eso se realizara, teniendo en cuenta que sabían que el Papa estaría presente? ¿Por qué el Papa, al ver lo que sucedía, prefirió no decir ni su discurso ni discurso alguno, sino solo un padrenuestro, según informó en su momento Aciprensa? ¿Qué otros actos ajenos a nuestra fe están entonces premeditadamente preparados y con qué finalidades?

Luego está el tema de que aquellas figuras son llevadas a un templo católico en Roma (iglesia de Santa María en Transpontina), en proximidad con el altar donde se celebra la Eucaristía. Llevarlas a ese sitio sagrado solo puede significar que se considera que tienen un significado religioso pues de otra manera se las hubiera expuesto, si hubiera sido el caso, en una galería de arte o en un museo de etnias o de historia amazónica.

Volvemos a preguntar: ¿qué sentido religioso tiene esa imagen, llevada a un templo católico? Algunos han dicho, con más ingenuidad que piedad, que se trataba de la Virgen María. La explicación, que se caía de puro forzada, fue desmentida por un obispo misionero en el Amazonas, y expresamente por el P. Giacomo Costa, SJ, Secretario de Información de la Comisión del Sínodo.

Se puede decir que la imagen representa la fertilidad, la mujer o la vida. Pero entonces la pregunta es: ¿Y es que acaso nuestra fe adora, o da culto a la fertilidad, la vida o la mujer en cuanto tal? Si no se le da culto, ¿por qué asociarlo con el altar donde se hace presente el sacrificio único y suficiente de Cristo? ¿No es eso exactamente la contravención pública, escandalosamente pública, del Primer Mandamiento de la Ley de Dios?

Aún hay más qué preguntar: ¿qué otras representaciones conocemos de la fertilidad? Desde la antigüedad, mujeres embarazadas, féminas de amplias caderas y falos erectos han sido la representación de la fertilidad en las culturas que no han recibido en su seno el Evangelio. Entonces ¿qué más trae este Sínodo? ¿La procesión del falo? ¿Y dónde lo van a dejar? ¿Es esa la mejor manera de servir a las culturas amazónicas, que tienen tanto derecho como nosotros de recibir todo el Evangelio en toda su pureza? ¿Amar la Iglesia y reconocer, como yo reconozco, al Papa Francisco como nuestro Papa implica que uno deba estar de acuerdo y aprobar todo? ¿Ese es el “diálogo” actual en la Iglesia?

Algunos autores, como Andrea Tornielli, han atacado la supuesta radicalidad de quienes quitaron esas imágenes de la iglesia romana y las arrojaron al río Tíber. Su primera afirmación es esta: “El robo y posterior lanzamiento en el río Tíber de las tres estatuillas de madera de la tradición amazónica que representan a una joven embarazada, constituyen un triste episodio que habla por sí mismo.” A la luz de lo que he expuesto antes, yo quiero saber cuál es la “tradición amazónica” vinculada a esas estatuillas sagradas (puesto que ya hemos visto que son tratadas como cosas sagradas). Con gusto me dejo corregir pero que se me muestre cuál es esa tradición.

Tornielli pasa entonces a apoyarse en la tremenda autoridad de San John Henry Newman, citado en este pasaje:

El uso de templos y de los dedicados a santos particulares, y a veces decorados con ramas de árboles, incienso, lámparas y velas; las ofrendas ex voto en caso de curación de enfermedades; el agua bendita, el asilo; las fiestas y los tiempos litúrgicos, el uso de calendarios, las procesiones, las bendiciones en los campos, los ornamentos sacerdotales, la tonsura, el anillo utilizado en el matrimonio, el dirigirse hacia el oriente, y en una fecha posterior también las imágenes, tal vez incluso el canto eclesiástico y el Kyrie Eleison: todos son de origen pagano, y han sido santificados por su adopción en la Iglesia.

El argumento que Tornielli sugiere, basándose en Newman, argumento amplificado por otros autores, como el P. Joseph Simmons, SJ, es claro: la Iglesia Católica ha echado mano de numerosas prácticas paganas y no es nada muy extraño que una estatuilla amazónica inicie su carrera, por así decirlo, hacia un uso religioso en nuestra Iglesia. Muy inteligente el argumento pero por supuesto no aplica.

Lo que Newman no dice, sin duda por la concisión de su texto, y lo que Tornielli voluntariamente omite, es simple y crucial, y se resume en una pregunta: ¿Qué hace la Iglesia con los elementos paganos ANTES de incorporarlos a su expresión de la fe, ya se trate de la doctrina o la liturgia? Ejemplos: Los cristianos de aquel tiempo, ¿tomaron las estatuas bellísimas de Afrodita y dijeron: “celebremos el amor humano”, y luego las pusieron en sus basílicas? ¿Tomaron el ropaje de los romanos y dijeron sin más: “así se vestirán nuestros sacerdotes”?

La dinámica cristiana es muy distinta, y San Agustín la explicó bien: “Accedit verbum ad elementum et fit sacramentum.” Es la integración en la predicación cristiana, cuando ello es posible y lógico, lo que permite que un elemento, una vez que adquiere un sentido diverso del sentido pagano que tenía, pase a ser usado en la Iglesia. Y hay algo interesante con lo que podemos concluir: en la lista larga de Newman no hay un solo caso de imágenes humanas. A Newman le interesa cómo algunos actos, relatos u objetos, relativamente neutros en sí mismos, pueden ser transformados en su significado y usados en la Iglesia. Las imágenes diseñadas para el Sínodo Amazónico no tienen nada de esa neutralidad: celebrar “la vida” sin adorar a Dios, único Creador, es simple paganismo. Y con los ídolos paganos, ya se trate del becerro de oro o del dinero de los mercaderes en el templo de Jerusalén, se necesitan acciones firmes y claras… que pueden llegar hasta el Tíber.

Hallan los restos mortales de 277 niños sacrificados en rituales precolombinos en Perú

“Un grupo de arqueólogos descubrió los restos de 227 niños ofrecidos en un ritual de la cultura precolombina Chimú, en la costa norte de Perú, lo que sería el hallazgo más grande de sacrificios de infantes del mundo. Hasta el momento hemos hallado los restos de 227 niños sacrificados de la cultura Chimú”, dijo el arqueólogo Feren Castillo tras señalar que los trabajos se iniciaron en 2018…”

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¿Es más grave que las demás la infidelidad de los gentiles o paganos?

Según hemos expuesto (a.5), en la infidelidad se pueden considerar dos cosas. Una de ellas, su relación con la fe. Bajo este aspecto, peca más gravemente contra la fe quien hace frente a la fe recibida que quien se opone a la fe aún no recibida; de la misma manera que quien no cumple lo que prometió peca más gravemente que si no cumple lo que nunca prometió. Según esto, en su infidelidad, los herejes, que profesan la fe del Evangelio y la rechazan corrompiéndola, pecan más gravemente que los judíos que nunca la recibieron. Mas porque éstos la recibieron en figura en la ley antigua, y la corrompieron interpretándola mal, su infidelidad es por eso pecado más grave que la de los gentiles que de ningún modo recibieron la ley del Evangelio. Otra de las cosas a considerar en la infidelidad es la corrupción de lo que concierne a la fe. En este sentido, dado que los gentiles yerran en más cosas que los judíos, y éstos, a su vez, yerran en más cosas que los herejes, es más grave la infidelidad de los gentiles que la de los judíos, y la de éstos mayor aún que la de los herejes; si bien, quizás, haya que exceptuar a algunos de éstos, por ejemplo, a los maniqueos, quienes, aun en las cosas de fe, yerran más que los gentiles. De estos modos de gravedad en cuanto a la culpa debe anteponerse la primera a la segunda, puesto que, como hemos expuesto (a.1), la infidelidad tiene razón de culpa más por su resistencia a la fe que por su carencia de ella; esto, como hemos dicho (a.1), parece que atañe más a la pena. Así, pues, hablando en términos absolutos, la infidelidad de los gentiles es la peor. (S. Th., II-II, q.10, a.6, resp.)


[Estos fragmentos han sido tomados de la Suma Teológica de Santo Tomás, en la segunda sección de la segunda parte. Pueden leerse en orden los fragmentos publicados haciendo clic aquí.]

Sobre el origen del Árbol de Navidad

Querido Fray Nelson… Su opinión en nuestra familia es muy importante, seguimos todas sus predicaciones por Internet, y creemos que es de las fuentes más confiables….y por eso quiero preguntarle…..el árbol de Navidad se puede poner en un hogar católico? Tenemos niños pequeños y obviamente a ellos les hace ilusión. Pero queremos hacer lo que es correcto para nuestra religión….y en algunos sitios católicos leí que San Bonifacio… (me parece que era el) lo había transformado en una tradición católica porque era pagana… Muchas gracias y que Dios lo bendiga. — A.S.

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El origen de una costumbre no es lo único ni lo principal para encontrar su significado. Hay estudios que dicen que darse la mano empezó siendo un método de precaución entre soldados de la antigüedad; hoy es más una señal de cortesía y amistad.

Así también ha habido ritos de agua en muchas, muchas religiones pero solamente el cristianismo le ha dado un sentido único y hermoso al hecho de bautizarse. No debemos pues quedarnos únicamente con el origen.

Cuando Cristo bendijo, partió y repartió el pan, le dio un sentido absolutamente único a algo que se ha hecho en muchas partes del mundo por millones de personas; y es que esa es la fuerza de la Palabra: dar sentido y luz a aquello que pertenece al mundo creado.

No debe extrañarnos entonces que un gesto como el del árbol tenga orígenes fuera de nuestra fe: lo importante es cuál es el sentido que debe tener para los creyentes. Si conocemos y recordamos con frecuencia ese significado de nuestras cosas podremos también aprovecharlas y guiar un poco a los demás.

Dios te bendiga.

El lado siniestro del mundo pagano azteca

Según narra Bernal Díez del Castillo, los soldados españoles, primero en Campeche, en 1517, al oeste del Yucatán, y pronto a medida que avanzaban en sus incursiones, fueron conociendo el espanto de los templos de los indios, donde se sacrificaban hombres, y el horror de los sacerdotes, papas, «los cabellos muy grandes, llenos de sangre revuelta con ellos, que no se pueden desparcir ni aun peinar»… Allí vieron «unas casas muy grandes, que eran adoratorios de sus ídolos y bien labradas de cal y canto, y tenían figurado en unas paredes muchos bultos [imágenes] de serpientes y culebras grandes, y otras pinturas de ídolos de malas figuras, y alrededor de uno como altar, lleno de gotas de sangre» (cp.3). En una isleta «hallamos dos casas bien labradas, y en cada casa unas gradas, por donde subían a unos como altares, y en aquellos altares tenían unos ídolos de malas figuras, que eran sus dioses. Y allí hallamos sacrificados de aquella noche cinco indios, y estaban abiertos por los pechos y cortados los brazos y los muslos, y las paredes de las casas llenas de sangre» (cp.13). Lo mismo vieron no mucho después en la isla que llamaron San Juan de Ulúa (cp.14). Eran escenas espantosas, que una y otra vez aquellos soldados veían como testigos asombrados.

Avanzando ya hacia Tenochtitlán, la capital azteca, hizo Pedro de Alvarado una expedición de reconocimiento, con doscientos hombres, por la región de Culúa, sujeta a los aztecas. Y «llegado a los pueblos, todos estaban despoblados de aquel mismo día, y halló sacrificados en unos cúes [templos] hombres y muchachos, y las paredes y altares de sus ídolos con sangre, y los corazones presentados a los ídolos; y también hallaron los cuchillazos de pedernal con que los abrían por los pechos para sacarles los corazones. Dijo Pedro de Alvarado que habían hallado en todos los más de aquellos cuerpos muertos sin brazos y piernas, y que dijeron otros indios que los habían llevado para comer, de lo cual nuestros soldados se admiraron mucho de tan grandes crueldades. Y dejemos de hablar de tanto sacrificio, pues desde allí adelante en cada pueblo no hallábamos otra cosa» (cp.44).

Por otra parte, como hace notar Alvear Acevedo, hay que tener en cuenta que «la guerra, la conquista y el sometimiento de otros pueblos, tenían motivos económicos y políticos, pero también razones religiosas de búsqueda de prisioneros para su inmolación» (87). En todo caso, a principios del siglo XVI, el emperador Moctezuma, el gran tlatoani (de tlatoa, el que habla), recibía tributo de 371 pueblos. Cada semestre, pasaban los recaudadores o calpixques a recoger los impuestos que en especies y cuantías estaban perfectamente determinados. Así era el gran imperio azteca, y el náhuatl era su lengua.

Esta ambiciosa política guerrera de los aztecas trajo una muy precaria paz imperial entre los pueblos, pues, como señala Motolinía, «todos andaban siempre envueltos en guerra unos contra otros, antes que los Españoles viniesen. Y era costumbre general en todos los pueblos y provincias, que al fin de los términos de cada parte dejaban un gran pedazo yermo y hecho campo, sin labrarlo, para las guerras. Y si por caso alguna vez se sembraba, que era muy raras veces, los que lo sembraban nunca lo gozaban, porque los contrarios sus enemigos se lo talaban y destruían» (III,18, 450).


El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.

Guía para encontrar tu corazon, 1a. parte

Escuela de Vida Interior, Tema 12: ¿Cómo se ligan conocimiento de sí y arrepentimiento que lleva a la vida?

* La vía propiamente cristiana para el conocimiento de sí va por la conversión y el arrepentimiento. Queremos examinar la evidencia bíblica que muestra por qué ese es el camino. Nuestra primera estación es el libro de los Jueces.

* Se entiende por “justicia” en la Biblia la concordancia con el plan de Dios, en quien brilla la sabiduría, la bondad y la belleza. Los “jueces” son personas que han sido instrumentos providenciales para que su justicia llegue.

* La coyuntura en que se sitúa el libro es la época del ingreso en la tierra prometida (siglo XIII a.C). Salidos de las penurias del desierto, los israelitas olvidan fácilmente al Dios de la alianza. Se establece así un círculo: el bienestar conduce al olvido, el olvido a la fragilidad, la fragilidad a la derrota ante los enemigos, y la derrota a la oración, clamando a Dios, que entonces se apiada y da victoria, con lo cual llega un nuevo bienestar, que reinicia el ciclo.

* Detrás de ese ir y venir entre estar con Dios (YHWH) o lejos de Dios está la dicotomía entre la fe y el paganismo. Todos, creyentes o no, buscamos tres cosas; seguridad (que el mal se aleje), prosperidad (que las cosas vayan bien para nosotros) y fecundidad (que ese bien se prolongue y dure). El punto es que el paganismo quiere lograr esas metas desde el horizonte del “mundo” es decir, de aquello que tiene su ser al alcance de nuestra comprensión, poder y capacidad de negociación.

* La noción básica que ignora el paganismo es la “trascendencia” es decir, el reconocimiento de un Otro radicalmente “otro,” que sin embargo es fundamento de todo el ser, la verdad y la bondad de cuanto hay en el mundo. Esta trascendencia se conoce en la Biblia con el nombre de “creación.” Dios es el creador, y ese atributo es solamente suyo.

* El paganismo no se ha quedado en aquellos milenios anteriores a Cristo. Todavía en nuestra época se cumple que el ser humano quiere lograr sus anhelos manipulando lo exterior, o sea, “el mundo,” por medio de astrología, fetiches, velas, feng-shui, o cualquier cosa que lo distraiga y aleje de su interioridad. Además la falsa interioridad que se le ofrece es la de la espiritualidad orientalista de corte budista, que es un camino hacia la nada.

* Entre la exterioridad que vuelve al hombre un juguete de fuerzas que finalmente no puede terminar de dominar (caso del paganismo), y el vacío de un silencio interior que no conduce sino a la nada (caso del budismo), la Biblia propone algo diferente: el descubrimiento de la propia y radical bondad en razón de ser creaturas, esto es, obras del Dios creador. Aunque hemos fallado, el camino no puede ser la desesperación ni el paganismo ni la nada, sino la conversión hacia el Dios de la vida.

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Este tema pertenece al Capítulo 02 de la Escuela de Vida Interior; la serie completa de los diez temas de este Capítulo 02 está aquí:

is.gd/vida_interior_02

La serie de TODOS los temas de esta Escuela de Vida Interior está aquí:

is.gd/vidainterior

La evangelizacion catolica frente al desafio del neopaganismo

Lo propio del paganismo es que trata a la divinidad como prolongación de las fuerzas y recursos propios del mundo: sus dioses o espíritus son extrapolaciones de realidades intramundanas, ya se trate de fuerzas del cosmos, anhelos del corazón o idealizaciones de experiencias humanas.

La tendencia a lo pagano, así entendido, es muy propia del ser humano de todos los tiempos porque la fascinación por el misterio y el encanto de tener poderes especiales y atajos hacia la felicidad acompañan a la raza humana desde siempre. No es extraño entonces que también en nuestra época se presente un neo-paganismo que parece seguir la consigna del profeta anticristiano Friedrich Nietzsche: “Permaneced fieles a la tierra.”

Tanto el paganismo como el neopaganismo son modos de “reciclar” el mundo: presentarlo como “nuevo” cuando en realidad sólo se está reflejando, repitiendo o distorsionando lo ya vivido. Ya se trate de las historias del Olimpo griego o de los bebedizos narcotizantes de los chamanes de la Amazonía, el paganismo sólo repite y recicla el mundo.

Según la Biblia, por el contrario, sólo Dios es creador: es autor del mundo pero infinitamente distinto del mundo. Por eso también es el único capaz de introducir verdadera novedad, novedad que no es reciclaje. Y la gran novedad suya, por supuesto, es la Encarnación. Tener a “Dios-con-nosotros” es la suprema y máxima novedad, y en Cristo, en su Pascua, se renueva la creación entera.

A la vista de las oleadas de neopaganismo que nos llegan de todas partes, sobre todo como estilos y modas orientalistas, nuestra evangelización debe renovarse en contenidos, denunciando el engaño implícito, pero sobre todo debe renovarse en ardor: amor que anuncia la centralidad y unicidad de Jesucristo.

Mente pagana y mente cristiana en San Pablo

A veces pensamos que la frontera de la fe consiste en si uno tiene estudios o no, o si uno es hombre o mujer, o si uno es joven o viejo. En realidad, la frontera está en una elección: ¿seguimos la mentalidad del paganismo sí o no? El paganismo queda aquí descrito como una absolutización del presente, por una mezcla de orgullo, ignorancia y miedo, que lleva a negar los errores del pasado y a llevar una vida que en el fondo carece de esperanza.