Monjas Dominicas contemplativas – ¿Quiénes son?

“Nuestra misión como monjas contemplativas, misión que se continúa a través de los siglos desde aquellas primeras hermanas instruidas por santo Domingo, consiste en buscar a Dios en el silencio, pensar en Él e invocarlo, de tal manera que el mensaje de la salvación que nuestros hermanos los frailes predican también con la palabra, se extienda por todo el mundo y dé frutos abundantes en aquellos a quienes ha sido enviada…”

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Vida contemplativa dominicana

“Como contemplativas de la Orden de Predicadores han guardado en sus corazones todo lo que Santo Domingo les ha enseñado. En este sentido, las contemplativas han de ser como la reserva de ese patrimonio que Nuestro Padre quiso para impulsar la misión de la predicación…”

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Educar para la verdad de Cristo, como Santo Domingo

Los Evangelios nos presentan un hecho sorprendente: la verdad es una persona. Según ello, llegar a la Verdad no es encontrar una ecuación, una teoría, un poema o un diagrama. Se llega a la Verdad cuando se llega a la Persona de Jesucristo (Juan 14,6).

Semejante afirmación reclama algún argumento que la justifique, sobre todo porque nos interesa ver qué significa ese “VERITAS” del escudo de la Orden Dominicana, tomado, con toda certeza, de la experiencia de discípulo y maestro de Santo Domingo de Guzmán.

[Los apuntes para esta conferencia, ofrecida en el marco del V Congreso de Docentes Dominicos (Arequipa, Perú, 10-12 de Octubre de 2011) se encuentra aquí.]

La verdad y lo verdadero son tarea y camino de todos

Encuentro con la fraternidad laical dominicana en Baena, España.

* El pecado, viscoso y repulsivo como es, no tendría poder si no fuera por las alas y patas que le da la mentira. Luchar contra la mentira y sacar a luz la verdad es, entonces, recurso principal para vencer al pecado.

* Areas de la sociedad donde se ha instalado escandalosamente la mentira son los intentos, a veces exitosos, por desgracia, de legalizar lo inmoral, como es el caso del aborto, presentado como un “derecho” de la mujer, o el consumo de la mariguana, presentada como una actividad “recreativa.”

* Lo cierto es que quienes redefinen las palabras y les inyectan un nuevo significado, se adueñan de ellas; junto con ellas, quieren apoderarse de nuestra mente.

* Quienes buscan la verdad han de vencer tres obstáculos principales: (1) La propia pereza o mediocridad; (2) La confusión reinante, que quiere que pensemos que todo da lo mismo; (3) Una falsa tolerancia, que presenta como “respeto” declarar igualmente válidas y respetables todas las opiniones.

* La fidelidad a nuestra vocación reclama luchar contra esos obstáculos y servir el Evangelio en el lugar de la sociedad en que nos encontremos.

Ser fraile dominico

“La vocación debe cambiar al tiempo que maduramos como personas. Quizás he aprendido a valorar las cosas sencillas de cada día. Hay alguien que decía que cuando eres joven quieres cambiar el mundo y cuando eres mayor te gustaría ser capaz de cambiarte a ti mismo. La vocación es una carrera de fondo. Hace falta tiempo y paciencia, tanta como Dios tiene con cada uno de nosotros. Lo realmente importante es ser de verdad creyente, discípulo de Jesús…” Click!

Una entrevista sobre las Hermanas Dominicas Internacionales

DSI
“El movimiento DSI (Dominican Sisters Interntional) nació en 1995, como fruto de más de 15 años de búsqueda de diferentes alternativas, para dar respuesta a una necesidad sentida y cada vez más apremiante de parte de los Maestros Generales de la Orden Dominicana y de un gran número de Hermanas Dominicas Apostólicas, deseosas de tener una cierta Coordinación o Secretariado General, que les permitiera generar una más estrecha colaboración de manera dinámica y organizada respecto a la misión de la Predicación de la Palabra, Carisma legado por Santo Domingo de Guzmán a la Orden de Predicadores…” Click!

Complejidades del asunto del “habito habitual”

La cacofónica expresión “hábito habitual” destaca en su repetición la paradoja del hábito de los religiosos (y religiosas) en nuestro tiempo. Por su misma designación, el “hábito” debería ser el vestido “habitual.” En el caso, por ejemplo, de nosotros los dominicos, ello implica el uso de la túnica, sujetada con cinturón y con un rosario; más el escapulario y la capucha. Nuestras Constituciones consideran que ese es el vestido natural (o sea, habitual) dentro del convento, mientras que para uso fuera del convento se supone que el Provincial debe decidir qué se hace, “respetando las leyes eclesiásticas.” (véase LCO 50 y 51).

A su vez, estas leyes eclesiásticas tienen su base ante todo en el canon 284 del Código de Derecho Canónico (CIC): “Los clérigos han de vestir un traje eclesiástico digno, según las normas dadas por la Conferencia Episcopal y las costumbres legítimas del lugar.” Para los religiosos, específicamente leemos: “669 § 1. Los religiosos deben llevar el hábito de su instituto, hecho de acuerdo con la norma del derecho propio, como signo de su consagración y testimonio de pobreza. § 2. Los religiosos clérigos de un instituto que no tengan hábito propio, usarán el traje clerical, conforme a la norma del c. 284.

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El Padre Prietico: Atardecer y Amanecer

Atardecer y AmanecerCuando éramos estudiantes de filosofía y de teología, pocas puertas nos resultaban tan amables como la del Padre Marco Tulio Prieto, a quien poco a poco todos nos acostumbramos a llamar “Prietico.” Su puerta era como una entrada al mundo de la misericordia, porque sin nombramiento oficial, él se había convertido en confesor de muchos de nosotros. Había quien decía que Prietico asentaba su popularidad en su proverbial sordera o avanzada edad–dos factores que lo harían atractivo para que uno completara la tarea siempre difícil de confesarse. La verdad es que, aunque tuviera limitaciones para escuchar, uno sentía bien que a través de esos oídos se llegaba sin dificultad a un corazón sabio y bondadoso, bien dispuesto a devolver la paz perdida y a brindar el consejo oportuno.

Por supuesto, yo era uno de esos consuetudinarios visitantes de la habitación o “celda” de Prietico, y puedo decir por cuenta propia que del ministerio de este dominico aprendí a querer más tanto la práctica de mi confesión como el ministerio de oír y absolver las faltas de otros.

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Mensaje de saludo y felicitación al Prior Provincial con su Consejo

He recibido oportunamente el mensaje de confirmación de la elección que los frailes capitulares han realizado en la persona de nuestro querido hermano José Gabriel Mesa Angulo. Pienso que no exagero al decir que asistimos a un hecho que hace historia en el caminar de nuestra Provincia, porque no ha sido costumbre entre nosotros elegir para un periodo inmediatamente consecutivo a los priores provinciales. Va por delante mi saludo a Fray José Gabriel y la promesa de mis oraciones, pues soy consciente que no es leve la tarea y se requiere que todos apoyemos con espíritu fraterno, generoso y orante.

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Homilía para el Día de Aprobación de los Estatutos

Bogotá, 12 de octubre de 2002

Querido Padre Provincial, amados hermanos en el sacerdocio y en la vocación dominicana:

Se ha dicho que en Dios no existen casualidades ni coincidencias. Esta noche podríamos hacer nuestra esa sentencia, pues es la Virgen, Nuestra Señora, en su advocación del Pilar, quien hoy saluda desde el cielo a este grupo de Vírgenes Seglares Dominicas. Es Ella quien, como Maestra, Madre y Amiga, alienta con su oración y orienta con su ejemplo este bendito camino que, por la misericordia de Dios, ya parece dar un primer paso en firme para su consolidación futura.

En efecto, hace apenas dos semanas, el 28 de septiembre pasado, mientras todos nos uníamos en la gozosa espera del Día de los Arcángeles, el Consejo de la Provincia de San Luis Bertrán tuvo a bien darnos su apoyo y su guía aprobando los Estatutos de esta Asociación. Es la palabra de Santo Domingo, es su espíritu y su amor de padre quienes se han dejado escuchar en el mensaje que nos ha dado el Consejo de Provincia. En su carta de aprobación nos han dicho que esta es una “iniciativa eclesial que abre sus puertas a tantas personas para que, de modo particular, puedan vivir y testimoniar su fe en el Señor”.

Quiero compartir con ustedes una reflexión sobre esas palabras, en las que siento el abrazo firme y afectuoso de Nuestro Padre Domingo.
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Oct. 4th: Feast of St. Francis of Assisi

We, Dominicans, call St. Francis of Assisi “our father.” As a novice, I was amazed to learn this simple yet eloquent fact. I suppose there is a real content in this title, I mean, it is not only a way of avoiding animosity between our two Orders, the Preachers and the Minors.

St. Thomas Aquinas in his “De Erroribus Graecorum” explains the term “father” from the fact of the one life that is communicated and then shared between parents and their offspring. To father is to produce a flow of life that goes from one being to another. That expression is most meaningful in itself: a flow of life! According to this, St. Dominic is “our father” because there is a flowing river of life that comes out from his prayers, his example, his apostolic ministry, and comes into our lives, enriching them, enlightening them, making them fruitful in a new way.

We are here to speak of St. Francis, though. Yet again we assure that his life is not only his. We testify that his way of life is not only his. We claim that something of his ardour in prayer, of his spirit of adoration and humble service has touched our lives and is actually alive within and among us.

Now, if you press me asking what exactly we do share and particularly receive from him, my only answer is: a contemplative sight towards the mystery of the Cross. Both Dominic and Francis were people able to engulf themselves in the mystery of the Crucified Lord. In the most famous picture of St Dominic beside the Cross, by Fra Angelico, the Father of the Preachers is actually reading. His eyes rest on the book. Nonetheless, and this is part of the greatness of that picture, Dominic is not absent: his reading, his intellectual effort, his missionary zeal do not prevent him from staying fully present to the mystery that happens so near to him.

Francis, on the other hand, so much loved the Cross that he was endowed with the gift of bearing the very wounds of the Lord. Those impressive wounds would be a permanent preaching of the mystery he had contemplated so dearly. Dominic carried his own wounds in a different manner. People would cry as they listen to his compassionate heart declaring God’s love in such a unique way. Dominic’s words were his wounds, signs that his contemplation left in his soul, all the same as Francis’s wounds were his words, the discourse that would tell the world what happens when we take Christ’s message with all seriousness.

As we remember these two great Heroes of Faith and Doctors in Divine Love, let us thank the Lord for our own vocation, and let us ask them to intercede for us before the Crucified and Risen Lord. Amen.

Roma calda

En vísperas de la celebración con el Papa, Roma acoge a todos, pero ¡de qué manera! El promedio de temperatura se mantiene arribade 35 centígrados y hay bastante humedad.

Para destacar la fraternidad y alegría de Fr. Mijau, dominico de Polonia, con quien hemos compartido hacia la noche del martes. Un verdadero seguidor de Santo Domingo. Que Dios lo bendiga y acreciente sus dones en él.

QUINTA CARTA A KEJARITOMENE

Queridos hermanos,

Se aproximan ya los días que con toda razón llamamos �santos.� ¡Cuánto me alegra compartir con ustedes por un momento los sentimientos que me invaden, recordando tantas experiencias de fe en Colombia y a la vez teniendo ya en frente mi primera Semana Santa en Irlanda!

Chiquinquirá, Barranquilla, Ocaña, Medellín, Villavicencio, Campodós, y desde luego, en Bogotá, nuestro Convento de Santo Domingo y el Monasterio de Santa Inés son algunos de los lugares que de inmediato me vienen a la memoria. Creo que tres imágenes, sobre todo, me llegan con fuerza: el sagrario, con la reserva eucarística, el Jueves Santo; la cruz, desnuda, poderosa e impotente a la vez, frente al que todo lo que puede; y luego, el sepulcro, cargado de silencio y de todas nuestras culpas, bien grabadas en la carne del Hijo de Dios.

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