El juego de la Academia

Ayer tuve una buena entrevista con Mark Morelli, un profesor de filosofía de la Loyola Marymount University de Los Angeles. Estuvimos conversando sobre el tema de mi tesis, en lo que tiene que ver con B. Lonergan. Desde ya me declaro agradecido por la generosidad de este hombre que me ha regalado de su tiempo y ha tenido la fineza de incluso invitarme a almorzar.

Mi impresión es que los profesores europeos son menos espontáneos y accesibles, aunque ciertamente los he visto también muy generosos con sus propio tiempo.

Una frase me impactó de Morelli. Refiriéndose a la modesta repercusión de las obras de Lonergan en los medios académicos, me decía: �Lonergan didn�t play the professional game.� ¿Cómo traducirlo? Tal vez: �Lonergan no entró en el juego de la academia.� Afirmación que es muy simpática, porque supuestamente la investigación académica quisiera estar por encima de tantas caprichos de los afectos o desafectos humanos, para poder decir algo realmente fundante y de algún modo general (ya que no parece posible que sea �eterno�).

Pues ahora resulta que la Academia tiene también su �juego,� es decir, hay que saber cómo hacerse amigo de quién, y en qué momento; qué publicar, en dónde y bajo qué patrocinador; qué puesto tiene futuro y qué tema sobrevivirá al alud de la información que a todos nos envuelve; y así sucesivamente. ¿Daría yo la vida a eso? Quizás no.