
Uno mis lágrimas y mis oraciones al luto y la ira de España.

Alimento del Alma: Textos, Homilias, Conferencias de Fray Nelson Medina, O.P.

Uno mis lágrimas y mis oraciones al luto y la ira de España.
Desde la época del viaje que hice a Estados Unidos en enero he venido oyendo insistentemente en las noticias sobre el jucio contra Martha Stewart. Como persona absolutamente ajena no sólo al caso sino a la cultura y al idioma simplemente me preguntaba qué sería lo que había hecho esa señora. Un espontáneo sentimiento de solidaridad hacia ella, por su condición de mujer y por verla como tan expuesta, era quizá mi única reacción.
Cuando volví a Irlanda me encontré hace poco con que el juicio contra ella había llegado a término y que el resultado, en veredicto del jurado la señalaba como culpable de cuatro cargos distintos que podrían implicar hasta 20 años de cárcel. La solidaridad dio entonces paso a la curiosidad, porque presentí que en esto no había solamente un hecho aislado sino algo que de algún modo atañe a la cultura.
He comentado en otras ocasiones que dos cosas me impactaron de Santo Domingo de Guzmán, fundador de nuestra Orden, que en honor suyo llamamos dominicana. Me refiero a su amor por la Virgen María, y a su capacidad de transformar las vidas con palabras.
A veces despreciamos el poder o la belleza de las palabras. Por mi parte, hoy me siento feliz de pertenecer a la Orden de las palabras. Es un reto tener palabras. Buscarlas, cultivarlas, colmarlas de luz, ofrecerlas con humildd y amor, y luego saber desaparecer, como bien dijo Juan, el Bautista: que Cristo crezca y yo disminuya.
Hoy miro con gratitud y esperanza el carisma de nuestra Orden, y pido a Dios, que con su Palabra bendiga nuestras palabras.
Este tiempo en un país en que no conocía a nadie cuando llegué ha sido un modo muy particular de descubrir lo que pueden significar las palabras. No tengo mucho que ofrecer ni en dinero, ni en poder ni en cosa semejante. Lo que tengo es lo que soy, un predicador. Y de ahí, de ese único don, he de recibir prácticamente todo, en términos de estudios, amigos, apostolado. Por eso me encomiendo hoy con particular amor a la intercesión de Santo Domingo.
Hace tiempo aprendí que hay varias formas de infinito. Existe lo infinitamente grande, como el cosmos; y lo infinitamente pequeño como el neutrino. Existe lo infinitamente fuerte, como Dios; y el vacío infinito de la nada o de la soledad, que puede ser peor que la nada. Existe la compasión infinita, que se ve en Cristo, y la complejidad infinita, que aparece en la vida humana.
Nuestra parroquia en el centro de Dublín, donde vivo, tiene un par de lugares de culto asociados y separados físicamente de la iglesia como tal, a saber, una capilla del Santísimo y una casa de atención a personas mayores durante el día. Con alguna frecuencia –por lo menos una vez a la semana– el prior me encomienda una de las dos misas que hay en la Capilla del Santísimo, que queda como a dos cuadras de nuestro convento. El lugar suele ser conocido como Capilla de San Martín, porque a su lado funciona una pequeña librería y otras dependencias que nacieron de la devoción a San Martín de Porres.
Cuando nuestro querido Jorge Serrano, S.J., se despidió de nosotros en Dublín tomamos esta foto que hoy me complace compartir:

Creo que no he mencionado mayormente que el idioma oficial de Irlanda es el irlandés. Se supone que el inglés es oficial también, aunque en segundo lugar.
Yo diría que para los irlandeses la verdad no es un tema como tal. Irlanda no es ni quizá será tierra pródiga en filósofos. Desconfían del pensamiento que se organiza en grandes sistemas; temen (con razón) de una persona que con cada palabra abarca países y culturas. Por ello, toda la terminología del “ser”, de la �lógica� o del “análisis”… es asunto que despierta recelo. No se sienten confortables.
Los irlandeses afinan el oído al escucharte y buscan cuál es la música que sostiene tu alma cuando hablas: qué clase de corazón tienes; a quién estarías dispuetso a defender; qué sacrificarías de ti por aquello que estás diciendo. No es sólo si eres coherente sino si eres bueno, si es bella tu propuesta, y sobre todo, si anuncias algo que trae alegría y algo donde caben los pequeños y los pobres. Ellos saben que donde no caben los pequeños y los pobres ni cabe Dios ni cabe Irlanda.
El camino de cuaresma es tiempo que definitivamente a mí me lleva a hacerme muchas preguntas y también a crecer en esperanza.
Miro, por ejemplo, el tema de la idolatría. O el desierto. O la tentación. O la soledad. O la oración. En fin: ¡todo lo de la cuaresma me llega muy hondo!
Esta es mi primera cuaresma en Irlanda. ¿Qué he visto? Hay un tono religioso muy tenue pero muy extendido. El miércoles de ceniza las iglesias estaban llenas. Mucha gente pide la ceniza. Algunos llevan servilletas, pañuelos u otras cosas parecidas para llevar la ceniza a sus parientes enfermos o que no pudieron ir.
Precisamente hoy cumplo seis meses de haber pisado por primera vez este suelo irlandés. Y lo que siento es una inmensa gratitud que gustoso comparto con todo aquel que quiera leer estas palabras. Mirando este medio año, doy gracias por muchas cosas.
¡Oh, Dios! Estos días están llenos de emociones. Hoy he empezado a ofrecer el Curso Bíblico para Cuaresma: Expose your Life to Love, una serie de seis reflexiones sobre el Evangelio según San Lucas.
Estaba muy nervioso, porque nunca había hecho una predicación tan extensa en inglés, y además, ante personas que sólo tienen ese idioma. Asistieron hoy unas quince personas y, gracias a Dios y gracias al apoyo fraterno y cálido del P. Prior, Adrian, las cosas salieron muy bien. Estoy muy animado y le pido al Señor que pueda servirlo como Él quiera y donde Él quiera.
El material que ha servido de base para esta sesión, y lo que se vaya agregando, es accesible aquí. Es un documento de Word. ¡Gracias a quienes han orado por estas intenciones!
Si parecen raros los dos nombres en inglés que dan título a esta entrada, consolémonos presentando el nombre irlandés genérico de la misma región: Brú na Boíne.
Hoy estuve en ese lugar, famoso por excavaciones arqueológicas que reviven ante nuestros ojos asombrados los conocimientos de quienes andaban por esta Irlanda en el neolítico, hace unos 5.000 años.
Las fotos están aquí.
Por un comentario que he recibido sobre la anterior entrada en este diario vuelvo a meditar sobre la pasión de Cristo, y también la película que por estos días causa tanta impresión, positiva o negativa, en mucha gente.
A estas alturas, no sé si voy a ver la película La Pasión, de Mel Gibson. Eso no quita el tono general positivo de mi sentimiento hacia una obra de este género que, por donde se mire, puede reportar inmensos bienes espirituales a muchas personas. Varios sitios católicos de gran influencia en Internet han prestado el servicio gratuito de propaganda a esta película que viene precedida de una expectativa muy fuerte y muy alta. Yo estoy convencido de eso, y sin embargo, a fecha de hoy, no creo que vaya a verla.
De los libros interesantes que he leído ultimamente, con tema científico, Impossibility, de John D. Barrow. La palabra “imposible” era ella misma imposible en el ámbito de las ciencias hace unos cien años. La idea era que la ciencia era el instrumento neutral y por tanto objetivo, penetrante, eficaz, suficiente o en todo caso, lo mejor de lo disponible.
1.Tú me vas a ayudar,
lo presiento en mi corazón;
yo lo sé porque Tú eres Dios,
y no puedes fallar.