Cómo Nace un Portal Católico

ORIGEN DEL PORTAL WEB: “PORTAL DE ORACIÓN.COM”

Hace tres años me encontraba estudiando Informática Educativa con otros cuarenta compañeros en la Universidad Minuto de Dios y asistiendo a clases los días sábados. En una ocasión me di cuenta que faltaba el Padre Fernando, párroco de Útica, población de Cundinamarca. Pregunté por él y alguien allegado al grupo de estudio de él me respondió que se encontraba grave en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital de Girardot pues un animal le había picado. Esta picadura le había producido una enfermedad grave de muerte y le hacía rebajar diariamente las defensas personales. Los médicos estaban desconcertados porque no podían atacar el problema que lo tenía al borde de la muerte con escasos tres días de vida.

Pedí al grupo que hiciéramos un momento de oración por la sanación del amigo, Padre Fernando. Así lo hicimos todos. Esa misma noche, navegué en Internet y me conecté con la Red mundial de Oración, en la página web www.iglesia.org. de la Universidad Pontifica de Argentina. Solicité que le pidiéramos al Señor la recuperación urgente del amigo, que no se fuera a llevar a este sacerdote que se necesitaba en la parroquia para seguir con su labor pastoral, que un sacerdote no era fácil de remplazar.

A los dos días empezaron a llegarme respuestas, e-mails, de diferentes partes del mundo, incluso de Alemania, donde me decían que se unían a mis oraciones por el Padre Fernando, por su salud. Un sacerdote de Costa Rica me comentó que, a partir de ese día, se celebraría la misa de las seis de la tarde en todas las casas de su comunidad: Martha y María, diseminada en cinco continentes. Era la Iglesia en oración. ¿Se puede resistir el Señor a este clamor? ¿El que creó el oído puede ser sordo?

¡Imposible! ¡Increíble! El sábado siguiente, con gran admiración y gozo, veo al Padre Fernando ya restablecido y sentado en su silla en el salón de clases. Los médicos habían quedado perplejos, no sabían qué había pasado, cómo se había recuperado. Nosotros sí lo sabíamos. Lo que para el ser humano es imposible, para el Señor ¡todo es posible!

Esta experiencia de la efectividad y eficiencia de la oración por Internet, esta experiencia unida a muchas otras más, me impulsaron a comprometerme a abrir también en Colombia una página web que diera la facilidad de solicitar intercesión por Internet. Así se lo pedí al Señor en oración y le dije que una vez Él dispusiera las cosas, lo que era yo haría algo semejante. Este año, el 25 de agosto, la página web www.portaldeoracion.com hace realidad este sueño. Con mi hijo Rafael Eduardo, genio para hacer páginas web, y con mi esposa Gilma, emprendimos este camino para la Gloria de Dios.

Gracias a Dios, mi Hijo es Sordo

Fray Nelson:

Hace 21 años, adolorida al ver al ver a mi bebé agonizando entre la vida y la muerte, en un estado crítico, le pedí a Dios: “Señor si he de recibir un castigo por no haber sido una buena mujer, quítamelo; él no tiene la culpa de mis faltas y aceptaré eso como mi castigo”. (Creía que merecía lo más malo; mi hijo era fruto de una relación no santa).

Dios no me lo quitó, Dios me lo dejó, y no para castigarme como alguna vez gente ignorante me lo dijo: “Esta va a ser su cruz”. Dios me regaló el ángel mas bello. Juan Carlos es sordo, y después de 20 años de luchas contra pronósticos médicos, contra el rechazo de su padre, contra la falta de recursos educativos, etc. etc, hoy en día no hay momento en que no le agradezca a Dios el haberme dado un hijo sordo.

Pues bien, le diré: Juan Carlos no conoce el egoísmo, no conoce el orgullo, no conoce la falsedad, no sabe de criticar, de condenar, de pensar mal de alguien.

Es un muchacho muy bueno, sano, AUTÉNTICO, bondadoso, respetuoso, que cada día en su silencio me da unas lecciones de vida increíbles. Si hubiera sido oyente estoy segura no sería así. Se siente muy comprometido en asistir a la misa los domingos a pesar de no poder entender la palabra, pero él me dice con sus señas, que siente la presencia de Dios.

Si quiere ver un juego en la TV, él sabe que debe grabarlo, o madrugar más temprano a Misa, y no porque yo se lo haya inculcado, no soy tan buena, es porque él así lo quiere. Dios nos ha bendecido grandemente.

A veces sólo vemos lo negativo, pero tenemos que ver en todo la voluntad del Señor y la voluntad del Señor siempre es para nuestro bien.

Al rededor de Juan Carlos, durante estos 20 años de vida, no me alcanza el espacio para enumerar las bendiciones que he recibido, tras cada sufrimiento y cada dolor y caída, el Señor me ha bendecido.

Hoy en día hemos tenido la oportunidad de tener un hogar lindo, su padrastro lo adora, y tiene un trabajo donde sus compañeros y jefes lo respetan y quieren. Nada de esto ha sido fácil pero todo todo se lo debo a mi Dios.

Mi amiga, la Adicta

Fr. Nelson Medina, O.P.

Hace unos días tuve que renovar mi licencia de conducción. Un trámite relativamente sencillo que toma, sin embargo, unas dos o tres horas, si uno quiere salir de las oficinas con su flamante licencia nueva.

Dos o tres horas son tiempo suficiente para entablar una buena conversación, sobre todo porque, dada la estructura del trámite en la oficina de tránsito, lo más común es que la fila que uno hace al principio se vaya repitiendo a lo largo de cada fase del proceso. Me explico: uno va recorriendo distintas etapas pero en cada etapa tiene adelante la misma persona, y atrás la misma persona.

Todo esto es una manera de introducir a Andrea. El nombre es ficticio, pero la realidad no. Tanto Andrea como yo estábamos preocupados por el tiempo que nos tomaría la diligencia completa, porque ambos queríamos terminar todo de una sola vez. Y tal vez por eso entablamos conversación con toda naturalidad.

En circunstancias así uno no suele empezar por los temas personales, pero lo cierto es que Andrea pronto brindó un retrato de sí misma: “Soy adicta”.

Se trataba de una mujer joven (cerca de 30 años), casada, sin hijos, con aspecto de profesional sin mucho dinero ni muchas necesidades.

Como era evidente mi condición de sacerdote, llegué a pensar que ella querría tal vez algún género de consejo sobre su vida o sobre dónde podría ayudarse en su recuperación, pero pronto descarté este esquema: era claro su buen estado de salud. No estaba en crisis. Su adicción no la azotaba, por lo menos no ante mis ojos.

Iniciamos, pues, un diálogo en el que alternaban mi deseo de conocimiento y su deseo de ser escuchada. Y lo que sigue es una trascripción (no grabada, desde luego) de ese intercambio.

—Soy adicta. Mi enfermedad es básicamente emocional aunque tiene un componente genético. Eso lo tiene claro la ciencia actual.

—¿Es nuevo eso de tratar las adicciones como enfermedades?

—No es nuevo, pero sí es lo único que ha traído una diferencia a nuestras vidas. Las recomendaciones morales, los castigos, las súplicas o cualquier otra cosa… todo ha demostrado ser inútil frente a la adicción. Los adictos somos expertos en manejar el mundo de los no-adictos. Podría decirse que los traemos a nuestra lógica mucho antes y mucho mejor de lo que ustedes podrían hacer con nosotros.

—¿Cómo es eso de “manejar el mundo”?

—Nosotros tenemos un conocimiento de las emociones mucho más profundo que la mayoría de las personas; hay quien ha dicho que ser adicto es un “don”, porque nos permite escrutar la vida con una profundidad que la mayor parte de la gente simplemente desconoce.

—¿Quisieras explicarte mejor?

—Yo recorrí el mundo del alcohol y el mundo de la droga. He visto cosas que usted no podría imaginar o que sólo le pueden llegar “enlatadas” o “domesticadas”, por ejemplo, a través de los relatos de otras personas. He sentido las cadenas; he conocido su poder. Me he burlado de todo y he maltratado todo, incluyendo lo que la gente consideraría más “sagrado”, como es su familia, su fama o su religión. Para mí la palabra “libertad” o la palabra “sobriedad” tienen una densidad que los demás no pueden entender. Sentirse “nivelado” es para mí una tarea; una tarea que tengo que asumir y disfrutar cada día.

—¿Cómo el programa de “sólo por hoy” de los Alcohólicos Anónimos (AA)?

—Obviamente. AA es el papá de todos los grupos de recuperación y de todas las terapias. La lógica es sencilla: mientras estés en el grupo, estás a salvo; si te sales, lo más seguro es que te caes.

—Perdón, pero ¿no es eso como otra clase de adicción, adicción a un grupo? No lo pregunto con mala intención…

—No se preocupe. Llámelo así, si le parece. El cerebro de un adicto funciona ligeramente distinto de otros cerebros. La recuperación, en el fondo, es una especie de transferencia: te van llevando de lo más autodestructivo a lo menos autodestructivo; de lo más dañino e insoportable socialmente a lo menos dañino socialmente. Uno va aprendiendo que hay unas reglas, que es posible conocer las reglas y que, en periodos controlados, uno puede seguir las reglas… y vivir bien.

—Disculpa si soy demasiado entrometido, pero ¿conociste a tu esposo en ese proceso de recuperación?

—Javier [nombre ficticio, también] y yo nos conocimos en algo relacionado pero muy distinto. Nuestros grupos nos enseñan a hablar del Ser Supremo, la Fuerza, el Trascendente, o Dios, como cada uno puede o quiere llamarlo. Lo que pasa es que uno pronto se da cuenta de que solo no va a salir. Se necesita un polo a la trascendencia; alguien a quien llamar; un espacio sagrado en el cual sumergirse y descansar. Yo iba buscando eso a través de grupos de meditación, y en uno de ellos encontré a Javier.

—Desde luego, él sabe tu historia…

—Desde luego. Y la acepta. Él es el ser más positivo del mundo. En eso nos complementamos bien. Mi ánimo es, haga de cuenta, un electrocardiograma. Todo el tiempo tengo que estar reconociendo las señales de alarma que mi organismo emocional puede empezar a darme: “¡cuidado, te estás deprimiendo!; ¡atención, histeria a la vista!; ¡crisis por llegar!”, y así sucesivamente. Javier, en cambio, es muy, muy estable. A todo le busca y le encuentra el lado positivo. Nos entendemos muy bien.

—Empezaste hablando de tu condición como una “enfermedad”. ¿Quiere decir que esa enfermedad es incurable?

—Puede decirse así. La verdad es que es un asunto como de palabras. Una persona que ríe, llora, trabaja, tiene un hogar, no le hace daño a nadie, ¿está enferma? Aparentemente no. Y en ese sentido yo no estoy enferma. Pero si necesito control de mí misma, vigilancia de mis emociones, grupos de apoyo, ¿qué soy? Tal vez una enferma en tratamiento exitoso.

A usted le serviría conocer más de esto, padre. En los grupos de recuperación yo he visto padres. No por ser sacerdotes están libres de un perfil adictivo.

—¿Es clara y nítida la diferencia entre adictos y no adictos?

—¿Sabe? Yo no creo. Casi toda persona humana tiene episodios adictivos: a una persona, a una idea, a una religión o a una emoción. La mayoría de las personas no atienden a eso porque salen relativamente con facilidad de esos episodios, o cambian tan rápida y eficazmente de objetos de atención que no se dan cuenta del peligro potencial en que se encuentran.

—Andrea, de veras: gracias por tu sinceridad y confianza.

—Gracias por decirlo. Pero no todo es confianza porque sí. Necesito recordarme a menudo qué soy y quién soy. En lo que soy, soy libre. La mamá de todas las adicciones es la fantasía… ¡Y es tan fácil mentirse!

—De nuevo, gracias. ¡Dios te bendiga!

—A usted padre, buen día.

Los Mejores Consejos

Acerquémonos a los sacerdotes no sólo a recibir por medio de ellos la Gracia de Dios, sino a compartir con ellos su humanidad.

Los mejores consejos los he recibido de un sacerdote. Veo su humanidad pero más que eso, veo al Cristo que habita en ellos. Para mí son un signo visible de la bondad de Dios. Por eso les tengo tanto respeto y cariño.

A veces miro sus manos gastadas por la vida y pienso: “Esas manos santas nos traen a Jesús todos los días”.

¿Acaso agradecemos tanto favor?

Es mucho el bien que recibimos de ellos. Lo recordaba un padre en su homilía:

“Un sacerdote está siempre contigo en los momentos más importantes. Cuando te bautizan, cuando haces tu confirmación, cuando necesitas consuelo y ayuda, cuando te casas. Y cuando enfrentas la muerte, un sacerdote es quien reza por ti, para que se abran las puertas del cielo”.

Recuerdo este sacerdote anciano con el que me solía confesar. Le agradaba hablarme con un tono paternal, pero también hubo ocasiones en que debió ser firme al decirme las cosas y yo sabía que tenía razón, que lo hacia por el bien de mi alma.

Un día lo encontré triste. Y al terminar la confesión le pregunte.

-Perdone –le dije -. Le siento diferente. ¿le ocurre algo?

-Hoy es mi cumpleaños. Y nadie me ha llamado. Tengo una hermana que vive en España, es mi único familiar y tampoco sé de ella.

Eran ya las seis de la tarde.

Le sonreí con cariño y exclamé:

-Feliz Cumpleaños Padre.

Me miró y sonrió.

-Usted es nuestro padre espiritual – continué – de manera que nosotros, todos los que nos confesamos con usted y que asistimos a sus misas, somos sus hijos espirituales. Somos su familia. Y le queremos. Usted no está solo. Tiene a Jesús, que le ama mucho, y a María que le quiere inmensamente. Usted dio su vida por Dios, y Él sabrá premiarlo en su momento.

Anoté la fecha de su cumpleaños y cada año solía enviarle una tarjeta con algún presente.

-Sé santo –aconsejaba – Que de tí se diga: “pasó por el mundo haciendo el bien”. “No manches tu alma con el pecado”.

¿Existe acaso alguna forma de pagar tanta gracia? Sí la hay. Queriendo mucho a los sacerdotes. Apoyándolos. Rezando por ellos, para que el buen Dios les fortalezca, y los guarde de todo mal. Y sobre todo pidiendo mucho por las vocaciones sacerdotales. Que Dios nos dé sacerdotes. Santos sacerdotes. Para que nos iluminen y nos muestren el camino al Paraíso.

Tu Nombre, Señor

¡Dios!, tu Nombre recorre los siglos.

Es la música de los astros,

el temblor de las estrellas

y el palpitar del universo.

Sobre la soledad del cosmos en silencio

se levanta majestuoso tu Nombre,

y venciendo a la noche del caos,

brilla con luz avasallante.

Más allá del ruido de palabras

y de la fría armazón de ideas,

su fuego cautiva el pensamiento

con la claridad del infinito.

Estable en medio de las aguas,

anclado bajo las olas,

no tiembla ante nuestras iras

ni crece con nuestros elogios.

Caerán los imperios a su hora

y serán olvidados los tiranos,

pero él, más joven cada mañana,

saludará impasible el fin de la historia.

¡Qué bien nos hace nombrarte,

y qué bueno que tú nos nombres!

Así nos unes a ti, que perduras:

la voz de quien te nombra es a su modo eterna.

La fatiga de la vida que pasa

llega a su descanso sólo con la muerte,

pero la muerte es suave reposo

para el que se duerme nombrando al que no muere.

Amén.

Los Santos del Futuro

Imagino así a nuestros católicos santos del futuro:

Abiertos al asombro, no al capricho;

fieles en la Roca, aunque no inmóviles;

felices, no superficiales;

firmes, no intransigentes.

Abiertos, y a la vez, muy lúcidos;

lúcidos, y a la vez, muy obedientes;

humildes, pero no acomplejados;

capaces de amar, de esperar y de creer.

Prontos al silencio que deja hablar a Dios,

nunca en silencio cuando se ofende su gloria;

dóciles a la Palabra, cercanos a quien la proclama,

con voz que Cristo quiso autorizada.

Capaces de perdonar y de pedir perdón,

capaces de ternura, poesía y clamor;

capaces de alabanza y de dulce canción;

capaces, por gracia, del Cielo y de Dios.

Con un centro: Jesús que da vida;

y un punto de encuentro: la Santa Eucaristía;

y una referencia: la Virgen María,

que impregna de Pascua la noche y el día.

Guatemala y Pakistán, Angela Merkel, Carrera de robots, Vacuna cáncer cervical, Constitución de Iraq, Hans Urs von Balthasar

El texto que sigue contiene las noticias destacadas para esta semana. Haz click aquí para escuchar qué lectura cristiana hacemos de estos acontecimientos.

Desastres naturales en Guatemala y Pakistán

(Varias fuentes) Un alud sepultó a un pueblo en Guatemala. Unas 900 personas quedaron sepultadas por un alud de lodo que cubrió el pueblo guatemalteco de Panabaj y ya sumarían 1.400 las víctimas producidas por el ciclón Stan, que afecta a toda Centroamérica y el sur de México.

El presidente Oscar Berger declaró a su país el miércoles pasado en “Estado de Calamidad Pública” y dispuso un operativo especial para coordinar la ayuda internacional. El número de evacuados asciende a 15.000.

Stan afectó también a El Salvador y el sur de México. El presidente mexicano Vicente Fox, visitó la zona del desastre y anunció que “lo peor” ya ha pasado en su país.

Entre tanto: el terremoto en Pakistán e India deja más de 20.000 muertos. Los equipos de rescate buscaban el domingo frenéticamente en los escombros de ciudades y pueblos destrozados supervivientes del devastador terremoto que se ha cobrado la vida de más de 20.000 personas en el norte de Pakistán e India.

En Pakistán, el país más afectado, cientos de niños continuaban atrapados en escuelas derrumbadas y 150 personas, ente ellos extranjeros, estaban enterrados en dos bloques de apartamentos que se desplomaron en la capital, Islamabad, cuando han transcurrido más de 24 horas del terremoto del sábado.

Miembros de los equipos de rescate y ciudadanos trabajaban con grúas o usaban simplemente sus manos en búsquedas desesperadas de supervivientes, algunos se quejaban amargamente por la falta de asistencia de las autoridades centrales.

El presidente Pervez Musharraf dijo que había dificultades para alcanzar las áreas remotas. Agradeció a los países sus expresiones de condolencia, pero dijo que lo que Pakistán necesitaba más eran mantas, tiendas de campaña, helicópteros y medicinas.

Los compromisos de ayuda llegaron de todo el mundo en unas pocas horas del desastre a la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU, que dijo que los esfuerzos estaban “corriendo contra el reloj”.

El terremoto de 7,6 grados en la escala de Richter, es el peor que sacude Asia en un siglo, se registró en las boscosas montañas de la Cachemira pakistaní, cerca de la frontera con la India.

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A tu Imagen

Porque no olvidase

cómo es grande tu poder,

tú quisiste darme la memoria, Señor;

en ella descubro los prodigios de tu amor:

¡grande has hecho tú mi poca fe!

Porque comprendiese

cómo es grande tu verdad,

tú diste a mi alma entendimiento, Señor;

con mi luz pequeña me levanto hacia tu amor,

¡y tu luz me da la claridad!

Porque yo te amase

con tu misma caridad,

tú me diste voluntad y fuerza, Señor;

y ese Fuego inmenso que es tu Espíritu de Amor,

llena el alma de tu libertad.

Me diste memoria,

entendimiento y voluntad:

a tu imagen, tú quisiste hacerme, Señor;

y pues tu Verdad y tu Poder son solo Amor,

¡te bendigo, Eterna Trinidad!

Padre Dios

Padre Dios,

por la salvación de los hombres,

de ti tan amados,

nos enviaste a tu Amado Hijo,

para otorgarnos a través de su Cuerpo Santísimo,

tomado de la Virgen María,

llagado en la Cruz

y glorificado en la Pascua,

el Don Sublime de tu propio Espíritu.

Padre Dios,

para gloria de tu gracia

y alabanza de tu misericordia

todo lo diste de ti,

cuando te diste en Jesucristo,

de modo que todo dijiste en sus palabras,

todo lo revelaste en su rostro,

todo lo amaste en su corazón,

y todo lo renovaste en su resurrección.

Padre Dios,

por tantos bienes

que nos has otorgado

o nos tienes prometidos,

y tantos males

que nos has evitado

o de los que nos has redimido;

por tanta piedad y tanta belleza,

por tanto poder, tanta sabiduría y tanta gracia,

pero, sobre todo, por tanto amor,

acepta hoy nuestra gratitud,

acoge nuestra alabanza,

recibe, también tú, nuestro amor.

Padre Dios,

somos tu obra, cuídanos;

somos tu gloria, líbranos;

como hijos de tu amor te suplicamos

y por Cristo, tu Hijo, te rogamos.

Reconoce en nosotros la voz de tu Único,

y en él danos mirarte el día de la eternidad.

Amén.

El Boletín me ayudó a Mantenerme en la Fe

Hola Fray Nelson,

Un cariñoso saludo para usted y toda la comunidad: en Villavicencio y en “Amigos en la Fe”

Había estado en mora de enviarle este correo. Quizás no le había contestado por no tener una respuesta clara en mi mente, pero ahora trataré de responder sucintamente con todas las ideas que tengo.

¿Cómo Llegué a Nueva York?

Llegué muy bien de salud y con mucho ánimo el 11 de Febrero del año en curso, acompañada de mi hija y mi esposo, después de pedirle mucho a la Virgen Santísima por su intercesión para nuestro reencuentro familiar, después de seis meses de separación.

Llegué a esta ciudad a presentar una obra de Danza Contemporánea en un festival de Performancia Primavera 2002, al cual fui invitada, fue una experiencia muy grata en mi carrera ya que esta fue la primera vez que actué en USA., en mi primera visita a este país.

A través de una Fundación colombiana, de la cual soy miembro, obtuve permiso para poder realizar algunos artículos periodísticos en el área de la Danza Contemporánea aquí en Nueva York. (Tengo titulo de Comunicación Social). Esta es una tarea que he ido realizando poco a poco ya que también han aparecido en mi camino otros temas para tratar por ejemplo: “Qué hace un colombiano en Nueva York” (reportajes).

Como un recuento por bimestres: expectativas, temor, pánico y depresión, oración y toma de las riendas, son algunas de las palabras que pueden describir estos seis meses en esta particular ciudad.

Mi esposo, quien tiene residencia aquí, ya inició los trámites de solicitud de esta para mi hija y para mí, fue entonces el más importante de los motivos para llegar aquí. La situación laboral en Colombia no había sido la mejor para él, así que fue una decisión familiar trasladarnos a esta ciudad como lo han venido haciendo muchas familias colombianas y de muchos otros países, como lo he podido ver aquí.

Encontrar un grupo de oración no me tomó mucho tiempo, gracias a que escucho “Radio María” y siempre dan información de actividades parroquiales en el área tri-estatal, pero escogerlo sí, por aquello del desplazamiento. Pero gracias a Dios en esos momentos de depresión que tuve, siempre encontré personas que me dieron una voz de aliento, que oraron por mí y que me ayudaron a no desfallecer. Estoy asistiendo a psicoterapias, y ha sido saludable, pero sobretodo, estoy yendo al grupo de oración de mi parroquia cercana y estoy siempre pidiéndole a Dios que no me deje fallar en mis oraciones diarias.

Bueno, Fray Nelson, no sé si haya sido muy extensa, pero estas son algunas de las ideas que quería compartir con usted. Ah!, y darle también las gracias porque el Boletín de Amigos en la Fe, fue también un medio por el cual me mantuve unida a la fe, en medio de toda esa soledad que viví.

Un abrazo muy fuerte y muchas gracias por su amistad. Que Dios lo guarde y lo colme de salud y bendiciones.

Me salvé al borde del precipicio

Las confesiones de monseñor Milingo.

Publicado un libro del arzobispo «pródigo»

Se dirigió primero a Castel Gandolfo para encontrarse con Juan Pablo II. «Fue muy hermoso. No me acusó de nada. Me dijo con solemnidad: “En nombre de Cristo vuelve a la Iglesia Católica”»

ROMA, 8 septiembre 2002 (ZENIT.org).- El arzobispo Emmanuel Milingo, denuncia en su autobiografía haber sido víctima de un «complot» de la secta del reverendo coreano Sun Myung Moon, quien organizó su supuesto matrimonio con una total desconocida.

«No fui yo quien buscó al reverendo Moon en ningún caso. Fueron sus mismos discípulos», afirma un año después en el libro que ahora es publicado en Italia por las Ediciones Paulinas.

El prelado de Zambia considera, de hecho, que fue víctima de una especie de lavado de cerebro. “Más tarde, me di cuenta que había caído en una trampa”.

El arzobispo confirma al mismo tiempo informaciones que circularon durante el mes de mayo de 2001, tras el enlace organizado por la Federación de la Familia para la Paz Mundial y la Unificación: “Tenían la idea de desarrollar su presencia en África fundando una Iglesia Católica paralela”.

Monseñor Milingo ha querido confirmar las revelaciones que hace en su libro con una carta autógrafa cuya copia que aparece en el mismo. Se trata de una entrevista que “he querido conceder para que se aclare la verdad, sin zonas de sombra”, aclara.

Será publicado en los próximos días en Italia por Ediciones Paulinas con el título “El pez repescado del fango”. El diario católico Avvenire publica este domingo algunas revelaciones del mismo.

El fango es la historia de primavera y verano del año pasado que protagonizó el prelado de 72 años en Estados Unidos.

Su boda con una mujer coreana, tuvo lugar en el marco de las espectaculares ceremonias colectivas típicas del “reverendo” Moon, presunto fundador de una religión, considerado por algunos expertos en sectas como un “grupo destructivo” y que tuvo que abandonar su tierra natal por presuntos delitos.

El “casamiento” del arzobispo con la coreana Maria Sung y las idas y venidas de esta señora al Vaticano, donde llegó a decir que esperaba un hijo, luego se descubrió que ya estaba casada con otro señor italiano, fueron el espectáculo servido por el grupo pseudorreligioso en su deseo de atraer fieles católicos.

Ahora Milingo, desde una casa argentina del Movimiento de los Focolares, donde esperar volver en las próximas semanas a Italia, relata que los primeros contactos con Moon se produjeron con la esperanza de hacer de puente entre la Iglesia y la organización de la que, sin embargo, confiesa no sabe mucho.

Era el momento en el que la “exasperación” por el aislamiento que vivía en la Iglesia católica había llegado al máximo, explica. El prelado, de hecho, había sido trasladado de arzobispo de Lusaka a la Santa Sede, donde desempeñaba el cargo consultor del Consejo Pontificio para los Migrantes y los Itinerantes.

Los adeptos de Moon le impusieron el matrimonio y monseñor Milingo (que no puede decir si ha estado drogado pero tampoco lo excluye con seguridad) aceptó. “No comprendo todavía por qué tomé aquella decisión”, afirma ahora.

De los 72 días vividos con Maria Sung prefiere no hablar y dice que quedarán sólo en su memoria. Revela, sin embargo, que una vez rogó a Dios que lo hiciera morir.

Quienes propiciaron “la fuga” de Milingo de la secta fueron dos amigos italianos. En su huida, se dirigió primero a Castel Gandolfo, para encontrarse con Juan Pablo II. Fue muy hermoso. No me acusó de nada. Me dijo con solemnidad: “En nombre de Cristo, vuelve a la Iglesia Católica”, recuerda. Después de aquellos 20 minutos, afirma que se sintió en casa, de nuevo. En aquel momento comprendí todos mis errores.

Tuvo después diálogos con el arzobispo Tarsicio Bertone, secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe y figura clave en todo este asunto. Luego, volvió a visitar al Papa, y tras dar las últimas explicaciones a Maria Sung, se tomó unos meses de retiro espiritual, primero en una casa a los alrededores de Roma, y luego en Argentina.

“Me salvé al borde del precipicio”, reconoce como conclusión este hijo pródigo de la Iglesia. Y ha descubierto ahora que muchos ofrecieron oraciones y sacrificios implorando a Dios por mi regreso. “No sabía que mis hermanos y hermanas de todo el mundo me amaran tanto”.