¿Qué Hacer Ante las Leyes Injustas Sobre Aborto o Bioética?

Responde el catedrático de Teología Moral Ángel Rodríguez Luño.

ROMA, 26 septiembre 2002 (ZENIT.org).
¿Es posible votar o promover una ley que acepta el aborto -pero restringiéndolo- como alternativa a otra ley más permisiva en vigor o en fase de votación? Esta es la pregunta que ha interpelado e interpela profundamente la conciencia de políticos y legisladores cristianos y no cristianos en las últimas décadas.

Ángel Rodríguez Luño, profesor de Teología Moral en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, en Roma, ha respondido a esta cuestión en un artículo publicado por la edición italiana de “L’Osservatore Romano” el 6 de septiembre en el que pide a los teólogos ayudar a las personas a comprender la cuestión de fondo.

Para entender mejor el argumento, que puede afectar también a leyes sobre genética, Zenit ha entrevistado al profesor Rodríguez Luño. Estas han sido sus respuestas.

– Votar en favor de una ley que acepte parcialmente el aborto, aunque mejore la situación, ha sido criticado por algunos exponentes del movimiento pro-vida. Consideran que el aborto es algo tan malo que no es posible ninguna excepción a su rechazo. ¿Cómo responde usted a esta crítica?

– Rodíguez Luño: No se trata de ninguna crítica, pues lo que pienso y lo que he escrito está plenamente de acuerdo con lo que se afirma en la pregunta. Una ley que legaliza el aborto, aunque sea para un número menor de casos que otra, es una ley gravemente injusta, a la que ningún católico puede dar un voto favorable, y en cuya aplicación no cabe ninguna cooperación formal y ningún tipo de cooperación material inmediata.

Lo que dice el n. 73 de la encíclica “Evangelium vitae” es algo bien distinto, a saber: si un miembro de una asamblea legislativa que se opone totalmente al aborto no puede abrogar completamente una ley gravemente injusta, pero puede abrogarla parcialmente, puede y generalmente debe hacerlo, siempre que no cause escándalo y que no se haga realmente responsable de que queden en vigor las disposiciones legislativas injustas que no consigue abrogar.

Un ejemplo lo aclarará. Pensemos en la asamblea legislativa de un país en el que está en vigor una ley del aborto muy permisiva. Esa asamblea tiene 100 parlamentarios, divididos en tres grupos: el grupo A, de 40 miembros, acepta la actual ley y no quiere cambiarla bajo ningún motivo; el grupo B, de 30 miembros, piensa que el aborto debe ser legal en algunos casos, pero le parece que la actual ley es muy permisiva y debe ser modificada; sin embargo, no está dispuesto a aprobar una ley que prohíba cualquier tipo de aborto. El grupo C, de 30 miembros, es contrario a cualquier tipo de aborto. Si en esta situación, unos cuantos parlamentarios del grupo C, que son católicos, presentan a la asamblea una moción que abroga todos los artículos de la ley hasta ahora en vigor que los del grupo B están dispuestos a eliminar, de forma que si es aprobada será ilegal el aborto en muchos casos que hasta ahora eran legales, aunque continuará siendo legal en unos casos muy restringidos, los parlamentarios del grupo C (que son católicos) tienen ante sí tres comportamientos posibles: votar contra la moción, abstenerse, o votar a favor. Si votan en contra de la moción que se acaba de presentar, se hacen responsables de que siga en vigor la ley muy permisiva, y esto no es aceptable para la moral católica. Si se abstienen, la moción abrogativa no alcanza la mayoría y no es aprobada, y por tanto se hacen de algún modo responsables de que siga en vigor la ley muy permisiva, lo que tampoco es moralmente aceptable. Si votan a favor de la moción, ésta alcanza la mayoría de votos necesaria, queda parcialmente abrogada la ley anterior, y la nueva ley resultante es mucho más estricta.

Lo que yo he escrito, sobre la base de cuanto ha dicho “Evangelium vitae” (n. 73), es que los parlamentarios que han presentado la moción abrogativa han obrado moralmente bien, y que los católicos del grupo C pueden, y generalmente deben, votar a favor de la moción abrogativa, siempre que resulte clara a todos su posición completamente contraria a cualquier tipo de aborto. Y el fundamento del juicio moral contenido en el n. 73 de la encíclica no es que la ley más restrictiva sea aceptable para la moral católica. No es esto. Se trata de una ley gravemente injusta con la que no es posible colaborar de ningún modo. El fundamento del juicio moral de “Evangelium vitae” es que el objeto moral de la acción de los parlamentarios que han presentado la moción abrogativa y el de la acción de la totalidad del grupo C no es sostener con su voto los artículos que permanecen en vigor y que no tienen la posibilidad de abrogar, sino que el objeto moral de su acción (lo que realmente hacen) es únicamente abrogar los artículos de la ley anterior que es posible abrogar, y evitar sostener con su voto la ley anterior más permisiva. Esto no es colaboración con una ley abortista (no es “cooperación al mal”), sino ejercicio del deber de abrogar, en cuanto es posible, una ley gravemente injusta.

Por decirlo aún más gráficamente: la mayoría parlamentaria que sostiene los artículos de la ley anterior que aún permanecen vigentes después de aprobada la moción abrogativa está formada por el grupo A y el grupo B (40 + 30); la mayoría parlamentaria que ha abrogado los artículos más permisivos está formada por el grupo B y el grupo C (30 + 30). El grupo C, en el que están los parlamentarios católicos, sólo es responsable de la abrogación de algunos artículos, es decir, de haber eliminado todo lo que podían eliminar, y no de que siga en vigor lo que no podían eliminar.

Este caso es el primero de los tres contemplados en mi artículo. Los otros dos son diversos, pero el principio moral según el cual se resuelven es el mismo. El razonamiento moral que he propuesto se ha de leer con mucha atención, porque es una cuestión difícil y delicada.

-¿Cómo podemos evitar el peligro de un creciente laxismo con el paso del tiempo si aceptamos la posibilidad de aprobar leyes imperfectas?

-Rodíguez Luño: En mi artículo nunca he empleado la expresión leyes imperfectas, que considero poco clara. “Evangelium vitae” tampoco emplea esa expresión. Casi todos los autores que la emplean la entrecomillan para indicar que es simplemente un modo abreviado y cómodo de referirse a un problema complejo que todos conocen. En mi artículo aparece sólo al citar dos publicaciones sobre el tema. En una está entre comillas, en la otra no, pero la lectura de ese artículo citado por mí en una nota confirma lo que digo.

Pasando a la sustancia de la pregunta, aclaro que las leyes que algunos llaman imperfectas son, como resulta de mi respuesta a la primera pregunta, simplemente injustas, más o menos injustas, pero injustas. No son moralmente aceptables, bajo ningún aspecto. Lo que yo he propuesto es un conjunto de criterios para mantener viva y realmente efectiva la tensión no sólo para no acostumbrarse al mal, sino para ir eliminándolo en la medida en que va siendo posible hacerlo, con la idea ciertamente de eliminarlo por completo. Pero no siempre se consigue eliminarlo todo de una vez, y cabe ir dando pasos progresivos, siempre que ello pueda hacerse sin convertirse en verdadero responsable de leyes o acciones gravemente injustas.

– ¿A quién pertenece la decisión de juzgar si una ley determinada satisface las condiciones expuestas por el Papa en su encíclica?

– Rodíguez Luño: Lo que se trata de juzgar no es una ley, sino el significado real (el objeto moral) de la acción de votar en unas circunstancias concretas. No creo que ese juicio competa a nadie en particular. Lo que se trata es de alcanzar la certeza de que esa acción, en esas circunstancias, es realmente un acto parcialmente abrogativo, y de que el votante no se hace realmente responsable de lo que no se ha abrogado. Si un político no alcanza esa certeza, y tiene dudas, puede pedir consejo a personas suficientemente preparadas para orientarle con verdad. Esto no impide que el Obispo de la diócesis o la Conferencia Episcopal consideren que en un caso concreto convenga que sean ellos mismos quienes pronuncien ese juicio, para tranquilidad de la conciencia de todos y para evitar confusiones; en este caso, ese juicio de la legítima autoridad eclesiástica vincula la conciencia de un católico. Pero, en sí, me parece que no es una cuestión de autoridad ni de permisos, sino de verdad y de certeza de que esa verdad se ha alcanzado.

– ¿Podemos aplicar lo que dice “Evangelium vitae” a otros campos, como la investigación genética?

– Rodíguez Luño: No veo en principio inconveniente en aplicarlo a otros campos, siempre que se entienda bien y se aplique fielmente el principio moral antes mencionado. Si no se puede abrogar totalmente una ley injusta, es generalmente debido proceder a su abrogación parcial, siempre que ello pueda hacerse sin dar escándalo (lo que requiere hacer comprensible la propia actuación) y sin hacerse realmente responsable de algo injusto.

– ¿Qué consejos puede ofrecer usted a políticos que deben trabajar en un estado laico donde muchos no aceptan la validez de los principios morales cristianos?

– Rodíguez Luño: La pregunta es muy amplia como para poder dar una respuesta completa. A mi juicio lo importante es ser coherente con la propia identidad cristiana hasta el fondo. En los estados democráticos existen unos cauces para que los ciudadanos intervengan en la elección de los gobernantes y en la formación de las orientaciones político-sociales y de la opinión pública. Los políticos y los ciudadanos que son católicos deberán emplear esos cauces -que están igualmente a disposición de todos los demás ciudadanos- para ordenar la vida social y política según los criterios que, según su conciencia cristiana bien formada, más y mejor contribuyen al bien común del país en el que viven. Lo que se ha de evitar, en mi opinión, es dejarse atemorizar por eslóganes que no resisten al examen racional, o vivir con un desdoblamiento perpetuo de la conciencia, una especie de esquizofrenia mental, según la cual lo que consideran en conciencia bueno y necesario para el bien común es una cosa, y lo que consideran bueno y necesario para el bien común en su actuación pública es otra bien distinta o incluso contraria. Si otros ciudadanos no están de acuerdo con los criterios de una conciencia cristiana, que los católicos expongan rigurosamente las propias razones, que den por ellas la misma batalla civil (usando medios lícitos y legales) que otros dan por las suyas.

Esto no quiere decir que todos los católicos tengan de hecho o tengan que tener las mismas ideas políticas. Sobre muchos problemas políticos son compatibles con la conciencia cristiana soluciones diversas, y cada uno de los católicos sostendrá la que le parezca mejor. Cuando hablo de coherencia me refiero a la coherencia con lo que la conciencia cristiana necesariamente exige o prohíbe.

¿Ud. pensaba que la Fecundacion “In Vitro” era un Acto Humanitario?

Pues, desengáñese. La fecundación llamada “in vitro” implica la creación de embriones humanos para tratar de implantarlos en el útero de la mujer que quiere ser mamá. Hay excedentes en el proceso. Excedentes humanos condenados a un destino absurdo.

Cuando se piensa en que una pobre mujer o una pobre pareja quiere tener “su” niño, todos nos conmovemos ante su frustración, pero, ¡cuidado! No es lícito vencer cualquier frustración a cualquier precio.

Un ejemplo extremo nos ayuda a entender esta idea, que suele dejarse en penumbra.

Si una pareja, para tener la alegría de ser papás, secuestrara al bebé de un vecino, ¿aceptaríamos este procedimiento para vencer su frustración? Desde luego que no. Quede claro, entonces, que no es lícito vencer cualquier frustración a cualquier precio.

El caso de la fecundación in vitro es aún más grave que el del secuestro. De suyo, aunque se trata de un crimen abominable, el secuestro preserva la vida del secuestrado. En la fecundación in vitro se producen embriones humanos que se convertirán en “material” de desecho o de experimentación. ¿Haría Ud. eso con sus hijos?

Estas no son posibilidades, no son hipótesis: es lo que está sucediendo ahora mismo.

En la agencia católica de noticias ZENIT del 12 de mayo de 2002 se publicó esta frustrante noticia: “Canadá investigará con embriones humanos, pero prohíbe la clonación”. Más adelante explica: “La legislación es punto medio adoptado por la ministra Anne MacLellan entre las restricciones a la investigación con embriones establecida por Estados Unidos y una ley como la de Gran Bretaña, que permite a los investigadores crear embriones sólo para estudio”.

Lo que uno pregunta es: ¿y de dónde van a sacar los embriones estos canadienses? Ya presentimos la terrible respuesta: embriones “sobrantes” de fecundación in vitro. Y así es, para vergüenza de la raza humana: “los investigadores tendrán que inscribirse en una nueva agencia reguladora para tener acceso a los embriones sobrantes creados en las clínicas de fertilidad, pero que no se piensan fecundar”.

¿Embriones sobrantes? Sí, esos que quedaron después de que una paraje tierna y frustrada logró el embarazo que quería y por tanto ya no quiere los embriones que se produjeron cuando se estaba tratando de fecundar a la mujer.

Y ¿qué va a ser de esos embriones “sobrantes”, de esos que quedaron después de darle un hermoso bebé a la pareja que se sentía frustrada? Leemos: “Jim Hughes, presidente nacional de la Coalición Campaña por la Vida, dijo que el proyecto de ley permite la destrucción de embriones humanos para investigar con células estaminales”.

No son hipótesis. Es la realidad.

Por eso, cuando sus amigos o parientes le digan que piensan en “reproducción asistida”, le pido que considere como un deber moral muy grave advertirles sobre cuál es el precio real en vidas humanas que se paga por vencer esa frustración. Cada niño “probeta”, cada niño fruto de fecundación in vitro tiene a su lado un número indeterminado, más de tres, por lo común, de hermanos suyos asesinados.

Fr. Nelson Medina F., O.P.

En ese Embrión Estaba la Salvación de los Hombres

Tenemos que hacer violencia a nuestra mente para descubrir en el misterio del desarrollo de un embrión humano al Verbo de Dios que se hace hombre.

Apenas hoy, 2000 años después del nacimiento de Cristo, estamos en condiciones de describir todas las etapas del proceso del desarrollo del embrión, pero seguimos echando mano de la fe para comprender que el Dios que da la vida, el Creador, el Señor de todas las cosas, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, el Verbo de la misma naturaleza del Padre, estuvo presente en todas y cada una de las fases del desarrollo embrionario. Ese y sólo ese es el significado profundo de la frase evangélica: “El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”.

Hace dos mil años, un óvulo fue fecundado prodigiosamente por la acción sobrenatural de Dios. ¡Qué hermosa expresión: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios”! Así, de esa maravillosa unión, resultó un zigoto con una dotación cromosómica propia. Pero en ese zigoto estaba el Verbo de Dios. En ese zigoto se encontraba la salvación de los hombres.

Unos siete días después, se produjo el adosamiento del blastocito en la mucosa del endometrio y Dios se redujo a la nada que es un embrión humano. Pero ese embrión era el Hijo de Dios y en Él estaba la salvación de los hombres.

Ese huevo alecítico se fue desarrollando paulatinamente y, a medida que progresaba la segmentación del huevo, iniciaron su diferenciación y crecimiento los esbozos de tejidos, órganos y aparatos embrionarios. Y ese huevo alecítico era el Hijo de Dios, la Segunda Persona de la Trinidad, y en Él estaba la salvación de los hombres, de todos los hombres, de cada ser humano.

Y, todavía en el primer mes del embarazo, cuando el feto medía ya de 0,8 a 1,5 centímetros, el corazón de Dios comenzó a latir con la fuerza del corazón de María, y comenzó a utilizar el cordón umbilical para alimentarse de su Madre, la Virgen Inmaculada. El Verbo de Dios era absolutamente dependiente de un ser humano, pero poseía una total autonomía genética. Todavía tendrían que trascurrir nueve meses en los que el Verbo de Dios flotó en el líquido amniótico, dentro de la placenta que le protegía del frío y del calor y le daba alimento y oxígeno, antes de nacer en Belén y ver el primer rostro humano, seguramente el de su Madre, con unos ojos recién abiertos.

Así fue como Jesucristo, llegó a ser el primogénito de toda criatura, el nuevo Adán de la nueva creación.

El Hijo de Dios redimió la creación desde la obra más maravillosa de ella, el ser humano. La redención del hombre comenzó desde un estado embrionario. Por eso, el médico católico debe pasar por esta lente para comprender su misión: el Hijo de Dios fue un zigoto, un embrión y un feto, antes de juguetear por las calles de Nazaret, predicar en las orillas del mar de Galilea, o morir crucificado en las afueras de Jerusalén. El Hijo de Dios asumió completamente y, sin rebajas, la vocación de ser hombre.

Foto de Bebé Muerto Reclama “Existencia Legal” de no Nacidos

WASHINGTON DC, 10 Oct. 01 (ACI).-
La conmovedora fotografía de una madre que sostiene en sus brazos a su bebé muerto por la agresión que sufrió mientras lo llevaba en el vientre, podría convencer a los congresistas estadounidenses para aprobar un proyecto de ley que sancione a los delincuentes que en sus actos de violencia causen daño a un no nato.

La fotografía en cuestión fue colocada a gran escala en una de las salas del Capitolio y presenta a Tracie Marciniak, una joven madre de Wisconsin, sosteniendo a su hijo Zachariah, quien murió en su vientre durante un asalto.

“Mi nombre es Tracie Marciniak. En la foto, estoy sosteniendo el cuerpo de mi hijo muerto, Zachariah, en su funeral. En el noveno mes de mi embarazo, fui golpeada brutalmente por un hombre que sabía lo mucho que quería a mi bebé. Este hombre me dio dos fuertes golpes en el abdomen. Zachariah sangró hasta morir dentro de mi vientre. Mi atacante fue sancionado por las heridas que me causó pero no por la muerte de Zachariah, quien no fue legalmente reconocido como víctima de un crimen”. Éstas son las palabras de la madre, que aparecen en la leyenda de la fotografía.

En efecto, actualmente la legislación estadounidense no contempla pena alguna para los delincuentes que en sus delitos dañen a un bebé en el vientre materno.

En el caso del asalto que sufrió Tracie, al delincuente se le procesó por el asalto pero no recibió sanción alguna por la muerte del pequeño Zachariah, a quien le faltaba muy poco tiempo para nacer.

“Necesitamos que se apruebe el Acta de las Víctimas No Nacidas de la Violencia (conocido como UVVA), porque la ley federal debería reconocer lo que muestra esta fotografía: cuando un criminal ataca a una mujer embarazada y hiere o mata a su hijo no nacido, está causando dos víctimas”, sostiene Tracie.

Estos son los mismos argumentos que motivan a un grupo de congresistas para impulsar la aprobación del proyecto UVVA, a través del cual cualquier criminal que dañe o mate a un no nato en un crimen federal, sea procesado por dos delitos.

Entre los que promueven su aprobación en la Casa de Representantes, figura el congresista republicano Chris Smith, de Nueva Jersey, quien sostuvo ante sus colegas que “cualquiera que piense que no hay un bebé muerto en esta foto puede votar un enmienda a la UVVA que reconozca una sola víctima. Pero los que ven en esta foto a una madre afligida que sostiene a su hijo muerto, debe votar por la UVVA sin enmiendas”.

La enmienda a la que hace alusión Smith, fue presentada por un grupo de legisladores abortistas que temen que la ley mengüe el “derecho legal” al aborto porque reconocería implícitamente el derecho a la vida de un no nato. Esta enmienda, reconocería dos delitos pero una sola víctima: la madre, negando la existencia legal del bebé.

El proyecto de ley, que es impulsado desde hace varios meses, tiene el apoyo de la Casa Blanca. El 24 de abril pasado, en una declaración dirigida al Congreso, la administración Bush señaló su “apoyo a la protección del no nacido y la aprobación del proyecto”, y agregó que “se opone enérgicamente a cualquier enmienda”.

Respuesta Oficial del Vaticano al Experimento de Clonación Humana

Declaración distribuida por la Sala de Prensa de la Santa Sede

CIUDAD DEL VATICANO, 26 noviembre 2001 (ZENIT.org).- La Santa Sede ha confirmado la “gravedad moral” del experimento de clonación anunciado por un laboratorio privado de Estados Unidos este domingo.

Un comunicado, distribuido este lunes por la Sala de Prensa vaticana, explica que se hace necesaria la condena pública de este primer caso de clonación humana en defensa de la dignidad misma de la persona humana propia del embrión.

Publicamos el texto íntegro del comunicado vaticano.

El artículo original aparecido en la revista “The Journal of Regenerative Medicine”, que los investigadores de la Advanced Cell Technology han publicado el 26 de noviembre de 2001, muestra en todo su carácter dramático la gravedad del hecho que ha sido realizado: la producción de un embrión humano “in vitro”, es más, de varios embriones que se han desarrollado respectivamente hasta llegar al estadio de dos, cuatro, seis células. El acontecimiento está documentado con claras imágenes a color al microscopio con escáner, poniendo de manifiesto las primeras fases del desarrollo de estas vidas humanas, a las que no se les ha dado inicio a través de la fecundación de un óvulo con un espermatozoide, sino activando óvulos con núcleos de células somáticas.

Los autores han subrayado que su intención no es la de dar origen a un individuo humano. Pero, eso que ellos denominan como científicos en su artículo “early embryo”, embrión en fase inicial, ¿qué es? De este modo, vuelve con toda su actualidad el interrogante bioético nunca adormecido por la verdad: cuándo es posible considerar el inicio de la vida humana. Más allá del acontecimiento científico, de hecho, sigue siendo éste el tema del debate, quedando fuera de duda -por indicación misma de los científicos- que nos encontramos ante embriones humanos y no ante células, como alguno querría hacer creer.

El hecho nos lleva, por tanto, de manera prepotente a confirmar con fuerza que el inicio de la vida humana no puede ser fijado por convención en un cierto estadio del desarrollo del embrión; se sitúa, en realidad, en el primer instante de la existencia del embrión mismo. Esto se comprende mejor en el caso de la modalidad “humana” de la fecundación entre óvulo y espermatozoide, pero tenemos que aprender a reconocerlo también en el caso de una modalidad “inhumana”, como es la reprogramación de un núcleo somático en una célula: incluso con esta modalidad se puede dar origen a una nueva vida -como por desgracia ha demostrado el experimento anunciado-, vida que conserva de todos modos su dignidad como cualquier otra vida humana.

Por esto, a pesar de las declaradas intenciones “humanísticas” de quien anuncia curaciones sorprendentes siguiendo este camino, que pasa a través de la industria de la clonación, es necesario un juicio objetivo pero firme, que muestre la gravedad moral de este proyecto y justifique su condena inequívoca. El principio que, de hecho, se introduce en nombre de la salud y del bienestar, sancionan una auténtica discriminación entre los seres humanos, en virtud de su tiempo de desarrollo (de este modo, un embrión vale menos que un feto, un feto menos que un niño, un niño menos que un adulto), trastocando el imperativo moral que impone, por el contrario, la máxima tutela y respeto precisamente de quienes no están en condiciones de defender y manifestar su dignidad intrínseca.

Por otra parte, las investigaciones sobre las células estaminales indica que pueden recorrerse otros caminos, lícitos moralmente y válidos desde el punto de vista científico, como la utilización de las células estaminales extraídas, por ejemplo, de un individuo adulto (cada uno de nosotros tenemos varias) de la sangre materna o de los fetos que han sufrido un aborto natural. Este es el camino que todo científico honesto debe seguir con el objetivo de garantizar el máximo respeto del hombre, es decir, de sí mismo.

La verdad sobre las “Católicas por el Derecho a Decidir”

En el año 2000, un medio brasileño publicó un artículo con ocasión del Día Internacional de Lucha contra el SIDA titulado “Doctrina católica sobre la fidelidad favorece epidemia, afirma teóloga”, en el que una supuesta “experta católica” critica a la Iglesia por promover la castidad. La “experta” en cuestión era Yury Puello Orozco, representante del polémico grupo feminista y abortista “Católicas por el Derecho a Decidir” en Brasil.

Que un grupo de mujeres que se proclaman católicas cuestionen una enseñanza tan fundamentada de la Iglesia, llamó la atención de Jerson Lourenço Flores Garcia, representante del Movimiento en Defensa de la Vida (MDV). Por ello, Flores no dudó en revelar la naturaleza nada católica de las CDD y a qué se dedican.

Además de señalar que se trata de una organización abortista estadounidense y que su objetivo principal es eliminar al mayor opositor del mundo contra el aborto, la Iglesia Católica, Flores recuerda en una nota aclaratoria que las CDD se esfuerzan por convencer a católicos y no católicos de que el aborto es una alternativa éticamente válida para las mujeres católicas, “despreciando y ridiculizando las enseñanzas fundamentales de la Iglesia, promoviendo agresivamente la anticoncepción y el aborto”.

Flores describe uno de los documentos más característicos del grupo titulado “Mujer… Cuerpo… Deseos… Derechos… Vida, Mucha Vida”, de la autora Carolina Teles Lemos.

Teles sostiene que cuando Cristo dice que debemos buscar la “vida en abundancia”, quiere decir que no le “gustaría que un bebé nazca con deficiencias ni que las mujeres los tengan en momentos difíciles de su vida”, es decir que sólo los “humanos perfectos” o los concebidos en “determinados momentos” tienen derecho a vivir. En otra parte de la publicación, Teles se refiere al pasaje de la Anunciación. “Cuando el Ángel se apareció a María y le preguntó si quería ser la madre de Dios, ella pensó mucho primero, para después decir que sí. Si Dios da a María la oportunidad de decidir, tenemos que acreditar que a nosotros nos dará la misma chance, ¿no creen?”, cuestiona Teles.

Según Flores, la intención de esta falacia es convencer al lector “de que la voluntad humana debe imponerse a la voluntad de Dios”.

Sin embargo, el pro-vida parece no sorprenderse con estos argumentos, considerando la historia del grupo fundado por Frances Kissling, una mujer que vivió algún tiempo en un convento de las Hermanas de San José (EE.UU.) y al abandonarlo dirigió una clínica de abortos en Nueva York.

Las CDD financian sus actividades con millones de dólares recibidos de grupos estadounidenses abiertamente anti-vida como la Fundación Ford.

En América Latina su agenda es clara:

· Apoyar el disenso católico en el tema del aborto y los anticonceptivos.

· Proporcionar a los católicos una “alternativa racional” a la doctrina de la Iglesia.

· “Educar” sobre los derechos de salud reproductiva (aborto y anticoncepción sistemática) en América Latina.

Según Flores, las CDD no son católicas porque “pervierten el sentido de la libertad humana. Al interpretar los crímenes contra la vida como legítimas expresiones de la libertad individual, exigiendo o reconociendo legalmente el derecho de matar, se subvierte la base de los derechos humanos y se niega el derecho a la vida”.

¿Católicos y abortistas?

El Padre Luiz Carlos Lodi da Cruz, encargado de uno de los apostolados pro-vida más exitosos de Anápolis, precisa por su parte que es imposible que los católicos apoyen el aborto, de lo que se deduce que las CDD son falsas católicas.

Según el Padre Lodi, cuando los católicos se sienten confundidos por las argumentaciones a favor del aborto, simplemente deben recurrir a documentos eclesiales como la encíclica de Juan Pablo II, Evangelium Vitae, para constatar que las enseñanzas de la Iglesia van de la mano con la moral y el aborto siempre será algo malo por implicar la muerte deliberada de un ser humano inocente.

El Padre Lodi sostienen que no se puede matar a un bebé ni siquiera para salvar la vida de la madre porque ambas son vidas humanas independientes. Si teóricamente se da el caso, nada se puede hacer y nunca es lícito “hacer el mal para que de ahí provenga el bien”.

Tanto la vida de la madre como la del niño son absolutamente iguales, agrega el sacerdote y precisa que ambos son “seres humanos criados a imagen y semejanza de Dios, poseedores de un alma inmortal y de un destino sobrenatural”.

El Padre Lodi indica que el aborto tampoco es “lícito en casos de violación porque la repugnancia contra el crimen nunca podrá convertirse en repugnancia contra un inocente concebido. La vida siempre es un don de Dios, aún cuando surge en circunstancias pecaminosas”.

Carta Abierta de un Joven Pro-Vida a un Grupo de Periodistas

Sr. director:

Este correo electrónico va dirigido a José Eulogio López, Ana Romero, Antonio Burgos, Carlos de Prada, Carlos Herrera, Elena Grandall, Elena Markínez, Enrique Campo, Esteban Pérez Almeida, Federico Jiménez Losantos, Germán Yanke, Jaime Campmany, Enrique de Diego, Jesús Cacho, Antonio Casado, José Luis Restán, Julio César Iglesias, Luis Herrero, Luis del Olmo, Oché Cortés, Pablo Sebastián, Manuel Martín Ferrand, Manuel Antonio Rico, Pedro J. Ramirez y Rafael Sánchez.

En primer lugar quisiera pedirles que lo lean como algo serio que pretende ayudar a difundir la cultura de la vida. Esto no es una carta para que la publiquen en sus respectivos medios, ni mucho menos una “campaña publicitaria”. No conozco sus direcciones de correo personales, por eso les escribo a las que he podido encontrar en las páginas web, periódicos o revistas en las que ejercen su profesión.

Quiero dirigirme a cada uno de ustedes, como profesionales independientes que son. A todos, sí. Pero uno por uno, personalmente.

En primer lugar quisiera presentarme como es debido. Yo les “conozco” a todos y pienso que están en el mismo derecho. Soy Raúl, tengo 28 años. Trabajo como comercial de frutas en la empresa familiar que fundó mi abuelo (www.torrelche.com). Vivo en Torrellano, un pueblecito de Elche. Y soy miembro de la ong Jóvenes Pro Vida de Alicante.

En Jóvenes Pro Vida disponemos de un Centro de Acogida a la Vida donde ayudamos a todas aquellas madres que deciden seguir con su embarazo adelante y criar al hijo que está por llegar. Pensamos que de esta manera evitamos muchos abortos voluntarios. En muchos de los casos las madres necesitan únicamente apoyo material, es decir, alimentación infantil, ropita, cuna, cochecito, pañales… Pero la mayoría de las veces, lo que verdaderamente necesita una madre en circunstancias difíciles es apoyo humano: alguien en quien confiar, a quien poderle explicar su caso, un amigo o amiga para conversar. También les ofrecemos un médico, una ginecóloga, un pediatra, un psicólogo… todos ellos voluntarios que colaboran en la asociación.

En fin, a esto nos dedicamos los Jóvenes Pro Vida de Alicante, al igual que el resto de asociaciones a nivel estatal. Sólo queremos ayudar a la vida en sus comienzos difíciles para evitar así que ninguna madre tenga que recurrir al aborto. Pensamos que el aborto no es la solución.

¿Cómo es posible que en el siglo XXI no queramos aceptar lo que ya demostró la medicina? El feto es un ser humano totalmente diferente al cuerpo de la madre. Desde el primer momento ya tiene sus características genéticas bien definidas y es un ser humano único e irrepetible. Si eso lo dice la ciencia médica, ¿porqué seguimos ignorándolo? ¿Porqué lo pasan por alto los gobiernos? ¿Porqué los partidos políticos que supuestamente deberían defender la vida no lo hacen?

El progresismo lo explica todo, por lo visto lo de la despenalización del aborto llega hasta tal punto que estar en contra del aborto significa ser un retrógrado o un fanático religioso. Hay que ser progresista, dicen, libertad de elección. ¿Alguien le ha preguntado alguna vez al feto si desea nacer o morir? Nadie. Tradicionalmente ha sido la derecha la que ha salvaguardado los valores tradicionales de la iglesia en España; ¿dónde están esos valores hoy?. También la izquierda: siempre ha estado al lado de los pobres, de los débiles, de los parados, de los oprimidos… ¿no es acaso el feto el ser más indefenso que hay sobre la tierra? Sólo ante el peligro, sin nadie que le ampare en su derecho primordial: el derecho a la vida.

¿Y la Iglesia qué está haciendo? Poco, a mi parecer. Podría moverse mucho más en favor de la vida. No basta con la firme postura del no al aborto, eso no es suficiente. Hay que ayudar a las madres, a las familias.

¿Es que nadie se da cuenta de que están muriendo muchos niños diariamente en todo el mundo? Nos escandalizamos por los muertos de ETA, por los atentados del 11 de septiembre, por las hambrunas del Tercer Mundo, por los refugiados de Afganistán… ¿y las victimas del aborto? ¿quién llora por esas muertes? ¿a dónde van a parar esas víctimas? Lo que ocurre es que no se ven; si las viéramos en televisión quizá pensáramos de otra manera.

Creo que existe muchísima ignorancia sobre el tema: es mucha la gente que piensa que “ahí no hay nada”, que “sólo son células”… ¿sabían ustedes que el corazón comienza a latir a los 18 días de la concepción? ¿que el feto siente dolor cuando se le pincha con la legra para trocearlo? Ustedes sí saben todo esto, pero ¿y la gente de la calle? ¿lo saben? NO.

¿Cuál es su postura amiga/o periodista? ¿No se puede hacer nada? Su labor es la de informar siempre con la verdad, ¿porqué este tema siempre se pasa por alto?

Muchos amigos me dicen que soy demasiado radical; que cada uno haga lo que quiera, me insisten. ¿Qué es lo que quiere el feto? ¿Piensan ustedes que no quiere nacer? ¿Porqué no puedo ser radical? ¿Qué es ser radical? La palabra radical viene del latín radix, radicis. Significa raíz, ir a la raíz de las cosas, al fondo de la cuestión.

¿Saben ustedes cómo demuestran los voluntarios que hay en los Centros de Acogida a la Vida de toda España su radicalismo? Lo demuestran trabajando día a día al lado de madres solteras, de prostitutas, de parejas de drogadictos, de familias pobres numerosas. La sociedad les rechaza. SI, la misma sociedad progresista que está a favor de la despenalización total del aborto es la que se lava las manos y “cada uno que solucione sus problemas”.

¡¡ Qué fácil es volver la vista para otro lado !!

¿Que soy radical? Pues sí: me gusta reflexionar a fondo en los temas vitales para poder llegar a conocer la verdad de las cosas. Y en este caso la raíz está muy clara, ésta es la cuestión: ¿es el feto un ser humano?

La ciencia médica demuestra que existe un ser humano único e irrepetible desde el mismo momento de la concepción. La lógica nos dice que no podemos maltratar a una madre embarazada “para no hacerle daño al niño”.

Las principales religiones del mundo están en contra del aborto: a favor de la Vida. Los Derechos Humanos nos reiteran que todos tenemos Derecho a la Vida.

¿Y la solución? ¿Cual es la solución a este problema? Ayudar a las madres, SIEMPRE HAY QUE AYUDAR A LAS MADRES, A LAS FAMILIAS.

Ustedes, amigas/os periodistas, desde el puesto relevante que ocupan en la sociedad, ¿no pueden hacer nada? Seguro que sí. Yo confío en que sí puedan. No podemos quedarnos con los brazos cruzados.

¿Recuerdan ustedes la sentencia Dred Scott del Tribunal Supremo de EEUU (1857)?: “Aún cuando posea corazón y cerebro y biológicamente se le considere humano, el esclavo no es una persona ante la Ley”. No hace mucho de esto, ¿verdad?.

Cuando miramos atrás nos arrepentimos de las barbaridades que hemos hecho la humanidad. En aquel tiempo sabios intelectuales nos demostraron que los negros no eran personas, reconocidos gobernantes legislaron en favor de la esclavitud, santos obispos tuvieron sus propios esclavos.

Cuando nuestros nietos lean en los libros de historia que el aborto voluntario estaba despenalizado y financiado por el estado. ¿Qué pensarán ellos?

Bueno amigos. En sus manos dejo el interrogante. ¿Qué piensan ustedes? ¿están de acuerdo conmigo? ¿qué podemos hacer?

No quiero alargarme más. Puede que les esté haciendo perder su tiempo; si es así les pido disculpas. En cualquier caso les agradezco su lectura y espero impaciente alguna respuesta a mis preguntas.

Raúl Sempere Durá.

Aprendiendo a incrustar videos

Pilato, pues, tomó entonces a Jesús y le azotó. Y los soldados tejieron una corona de espinas, la pusieron sobre su cabeza y le vistieron con un manto de púrpura; y acercándose a El, le decían: ¡Salve, Rey de los judíos! Y le daban bofetadas. Pilato salió otra vez, y les dijo*: Mirad, os lo traigo fuera, para que sepáis que no encuentro ningún delito en El. Jesús entonces salió fuera llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y Pilato les dijo*: ¡He aquí el Hombre! Entonces, cuando le vieron los principales sacerdotes y los alguaciles, gritaron, diciendo: ¡Crucifícale! ¡Crucifícale! Pilato les dijo*: Tomadle vosotros, y crucificadle, porque yo no encuentro ningún delito en El. Los judíos le respondieron: Nosotros tenemos una ley, y según esa ley El debe morir, porque pretendió ser el Hijo de Dios. Entonces Pilato, cuando oyó estas palabras, se atemorizó aún más. (Juan 19,1-8)

Para Orar Delante del Santísimo Sacramento

1. Es difícil callarse? ¿Por qué?
2. ¿Te parece necesario hacerlo? ¿Por qué?
3. ¿Te cuesta o te es cómodo callar? (Explica).
4. ¿Cuándo te parece que es prudente callar?
5. ¿Te parece lo mismo callar que hacer silencio?
6. ¿Existe en tu vida “algo” para callar? ¿Por qué?
7. ¿Ante quién te callas?
8. ¿Normalmente qué atrae tu mirada?
9. ¿Cambiarías algo de ti para mirarlo “mejor”?
10. ¿Qué no quisieras que miraran?
11. ¿Cómo miras a Dios?
12. ¿Te gusta o te disgusta ser mirado?
13. ¿Qué te agrada escuchar?
14. ¿Sabes escuchar? ¿Por qué lo crees?
15. ¿A quién escuchas?
16. ¿Quién te escucha?
17. ¿Quién quisieras que te escuchara?
18. ¿A quién te gustaría escuchar?
19. ¿Qué deseas que escuchen de ti?
20. ¿Hay algo que cambie en ti cuando escuchas? (Comenta).
21. ¿Qué cambia cuando eres escuchado? (Explica).
22. ¿Qué crees que ha escuchado Dios de ti?
23. ¿Has escuchado a Dios? (Describe).
24. Describe lo que significa para ti meditar.
25. ¿En qué meditas?
26. ¿Necesitas lugares y momentos para hacerlo? (Comenta)
27. ¿Qué buscas al meditar?
28. ¿Compartes tus meditaciones con alguien?
29. ¿Confrontas lo meditado con algo o alguien? ¿de qué te sirve?
30. ¿Cada cuanto y por qué circunstancias tienes que meditar?
31. ¿Sobre qué es lo que con mayor frecuencia meditas?
32. ¿A quién le crees? (Máximo 3) ¿Por qué te parece que son creíbles?
33. ¿A quién le creíste en un momento dado, y ya hoy no?
34. Y a ti, ¿quién te cree?
35. ¿Cómo llegas a saber o comprobar que lo que crees es verdad?
36. ¿Por qué perderías la credibilidad en algo o en alguien?
37. ¿Crees en ti? ¿Cómo puedes demostrártelo?
38. ¿Qué le has creído y qué le crees a El?
39. ¿Qué entiendes por orar?
40. ¿Te gusta o disgusta orar? (Explica las razones)
41. ¿Consideras que para vivir es necesario orar? ¿por qué?
42. ¿De qué elementos requieres para poder orar?
43. ¿Oras con otras personas? (¿quiénes, por qué, y cuándo?)
44. ¿Oras mental o vocalmente? ¿de qué depende?
45. ¿En qué situaciones oras? ¿En qué momentos y lugares lo haces?
46. ¿Oras durante el día y/o cada cuánto?
47. ¿Consideras que para orar se deben tener cualidades? (Menciona).
48. ¿Has aprendido de alguien a orar?
49. ¿Cuáles te parecen que sean las causas que hacen que no amemos o que amemos menos a las personas?
50. Amar ¿te nace? ¿o lo optas, decides, procuras?

Camino Breve de Vida Espiritual

1. Invocación continúa y confianza profunda en el Espíritu Santo.

2. Amor y deseo consecuente de las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad.

3. Lectura y meditación de la Sagrada Escritura.

4. Vida sacramental: memoria del bautismo y la confirmación, humilde confesión, comunión y adoración eucarísticas, práctica oportuna de los demás sacramentos.

5. Oración comunitaria y personal: alabanza, agradecimiento, súplica, contrición, ofrenda de sí; devociones particulares.

6. Lectura hagiográfica y teológica.

7. Relación de amistad y servicio con los pobres y necesitados.

8. Estudio y práctica de las virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza, según el propio estado de vida.

9. Frecuente examen de conciencia: bienes recibidos y faltas cometidas.

10. Meditación particular sobre la muerte y la eternidad.

Carrera Contra el Tiempo

Durante años se ha dicho a las mujeres que podían tener hijos después de los 40. Un nuevo libro explica que es demasiado tarde.

(CNN-TIME) El dolor se manifiesta como amargura y remordimiento cuando una mujer dedicada al trabajo se pregunta por qué no puede concebir un hijo. ¿Se suponía que tener hijos sería fácil, no? Que sería un regalo de la Madre Naturaleza. ¿Qué es lo que puede haberse complicado? Especialmente ahora que la Ciencia está empeñada en detener las manecillas del reloj biológico. “Estaba sentada en la sala de espera de la clínica”, recuerda una mujer que pasó por todas las etapas de la lucha contra la esterilidad, “y una mujer de unos 45 años que lo había intentado todo para quedarse embarazada me dijo que uno de los médicos le había echado un vistazo a su historial clínico y le dijo: “¿Qué hace usted aquí? Pierde su tiempo”. Fue muy cruel. Ella se aferraba a esa última esperanza. ¡Fue terrible perder la esperanza!”

Aunque la forma de comunicarlo fue fría, el mensaje era claro y devastador. “Las mujeres profesionales podrían haberlo tenido todo, hijos y profesión, de haberlo querido”, sugiere Pamela Madsen, directora ejecutiva de la Asociación Estadounidense contra la Esterilidad (AIA, según sus siglas en inglés). “El problema es que nadie les dijo la verdad acerca de sus cuerpos”. Y la verdad es que incluso los mejores expertos en esterilidad descubrieron que el reloj biológico no se deja manipular. Los especialistas pueden ayudar —y mucho— a una mujer de 29 años con trompas obstruidas, o a otra de 32 años cuyo esposo tiene un nivel muy bajo de espermatozoides. Pero a pesar de todas las noticias referidas a actrices de 45 años dando a luz, el hecho es que “no existe una terapia prometedora para la esterilidad producida por la edad”, dijo el doctor Michael Soules, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington y otrora presidente de la Sociedad Estadounidense para la Medicina Reproductora (ASRM, por sus siglas en inglés). “Ciertamente no hay nada nuevo en el horizonte”.

Eso significa, argumenta la economista Sylvia Ann Hewlett en su nuevo libro, “Creating a Life: Professional Women and the Quest for Children” (Creando una vida nueva. Las mujeres que trabajan y la búsqueda de los hijos) que muchas jóvenes ambiciosas que también quieren tener hijos transitan por mal camino si piensan que pueden pasarse una década cimentando su carrera y esperar hasta los 35 años o más para formar familia. Mientras más parejas que nunca buscan tratamientos contra la esterilidad —el número de procedimientos realizados aumentó un 27 por ciento entre 1996 y 1998— los médicos se percatan de que el tratamiento más eficaz quizá sea la prevención, que en este caso significa conocimiento. “Pero el hecho de que el reloj biológico sea algo real no es una buena noticia para mi hija de 24 años”, observa Hewlett, “y el de ella es un caso común”.

Las mujeres llevan una generación debatiendo cómo mejorar el equilibrio entre el trabajo y la familia, pero de alguna manera cada capítulo nuevo da pie a una lucha nueva, y el libro de Hewlett no es la excepción. En 1989, cuando Felice Schwartz planteó en la revista Harvard Business Review la posibilidad de darle más flexibilidad a las mujeres que trabajan y tienen hijos, sus propuestas fueron calificadas de “peligrosas” y “retrofeministas” porque podrían darle a las empresas una excusa para sabotear las carreras laborales de las mujeres. Si uno se decide a formar una familia temprano, se corre el riesgo de no poder volver a recuperar el tiempo perdido, advirtieron las escépticas.

Entonces, según Hewlett, muchas mujeres adoptaron el “modelo masculino” concentrado en el trabajo, y el resultado es “una epidemia de ausencia de hijos” entre las mujeres profesionales. Realizó una encuesta a nivel de todo EE.UU. entre 1.647 “mujeres de posición alta” en sus respectivas profesiones, incluidas 1.168 que pertenecen al 10 por ciento con mayores ingresos dentro de su grupo de edad o que tienen títulos en Derecho o Medicina, y otras 479 con educación terciaria pero que ya no trabajan. Lo que descubrió fue sorprendente. El 42 por ciento de las mujeres que llegaron lejos en las grandes empresas (aquellas con un mínimo de 5.000 trabajadores) seguían sin procrear después de los 40 años. Esa cifra trepaba al 49 por ciento para las mujeres que ganan 100.000 dólares o más al año. Muchas otras sólo tuvieron un hijo porque formaron sus familias demasiado tarde. “Ganaron mucho dinero”, dice el doctor David Adamson, reconocido especialista en fertilidad de la Universidad de Stanford, “pero eso no les devolverá el tiempo”.

Los últimos datos de la Oficina del Censo de EE.UU. apoyan la investigación de Hewlett. Las familias sin hijos se duplicaron en los últimos 20 años, por lo que una de cada cinco mujeres entre 40 y 44 años no tiene descendencia. La cifra asciende al 47 por ciento para las mujeres de esa edad o menores con educación universitaria. Claro que este grupo incluye a muchas mujeres para las cuales tener hijos no era una prioridad. La apertura del mercado laboral les ofreció muchas oportunidades nuevas, incluida la del éxito en otros ámbitos fuera del familiar. Pero Hewlett argumenta que muchas mujeres no optaron necesariamente por no tener hijos nunca. Cuando les preguntó a las mujeres que recordaran cuáles eran sus objetivos cuando terminaron la universidad, sólo el 14 por ciento respondió con claridad que no habían querido tener hijos.

Para la mayoría de las mujeres entrevistadas por Hewlett, no tener hijos equivalía más a lo que una llamó “una no-opción por inercia”. El tiempo pasa y el trabajo es implacable. Los viajes y los horarios dificultan las relaciones. Para cuando una mujer se casa y está afianzada en su trabajo como para comenzar a pensar en formar una familia, con frecuencia ya es muy tarde. “Van al médico, se hacen un análisis de sangre y les dicen que el juego terminó antes de haber comenzado”, dice Madsen, de la AIA. “Se quedan sorprendidas, abatidas y enojadas”. Las mujeres generalmente saben que la fertilidad decae con la edad, pero ignoran cuánto y cuán rápido. Según los Centros para el Control de Enfermedades, cuando una mujer cumple 42 años, las posibilidades de engendrar un hijo con sus propios óvulos, aun con ayuda médica, son inferiores al 10 por ciento. A los 40 años, la mitad de sus óvulos son cromosomáticamente anormales. La cifra se incrementa al 90 por ciento a los 42 años. “Los pañuelos de papel se acaban en un santiamén en mi oficina”, dijo el endocrinólogo especializado en reproducción Michael Slowey, de Englewood (Nueva Jersey).

Hewlett y sus aliados dicen que sólo intentan mejorar esas cifras, dado el falso optimismo reinante. Su encuesta reveló que casi el 90 por ciento de las mujeres jóvenes confiaban en que podrían quedar embarazadas incluso después de cumplir los 40 años. El año pasado la AIA realizó una encuesta en el sitio Web iVillage.com sobre la información que manejan las mujeres acerca de la fertilidad. De las 12.524 mujeres que respondieron, sólo una acertó las 15 preguntas. Al preguntarles cuándo comienza a disminuir la fertilidad (a los 27 años), sólo el 13 por ciento acertó; el 39 por ciento respondió que a los 40. El 42 por ciento respondió que la pareja debe intentar concebir un hijo por su cuenta durante 30 meses antes de buscar ayuda. Esa es una combinación peligrosa. Una pareja que cree que la fertilidad sólo es problemática una vez cumplidos los 40 años e intenta embarazarse durante 30 meses antes de consultar al médico tiene pocas probabilidades de convertirse en padres.

En cierto sentido, la confusión es comprensible, ya que los médicos descubrieron sus propias limitaciones tan sólo en los últimos 10 años. “Recuerdo que muchos doctores me dijeron: “Pero si te queda mucho tiempo”, incluso cuando tenía 38 años”, dice Claudia Morehead, una abogada californiana de 47 años que finalmente quedó encinta tras utilizar óvulos de una donante. Incluso los especialistas en fertilidad se asombraron “de que la fertilización in vitro no funcionara bien después de los 42 años”, admitió la doctora Sarah Berga, una endocrinóloga de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pittsburgh. “En mi opinión, a principios de los años 90 todos estábamos asombrados porque no podíamos superar esta barrera”. Pero cuando los médicos comenzaron a divulgar la verdad, se encontraron con resistencias de todo tipo. Una radica simplemente en la forma de diseminar la información. La imposibilidad de concebir es una tragedia personal, pero el milagro de dar a luz a una edad avanzada siempre ocupa los titulares. “Cuando uno ve todas esas noticias referidas a mujeres que tuvieron hijos poco antes de cumplir los 50, siempre se trata de casos con óvulos de donantes”, insiste Adamson, de Stanford. “Pero eso queda convenientemente excluido de la noticia”. Las clínicas de esterilidad más emprendedoras tienen un incentivo financiero para fomentar las noticias buenas y encubrir los hechos. Una mujer de 45 años que haya pasado por siete ciclos de fertilización in vitro puede llegar a gastar hasta 100.000 dólares en el tratamiento. Pero incluso en las mejores clínicas de fertilidad del país, sus probabilidades de quedar encinta son inferiores al 10 por ciento.

Con el fin de informar a las mujeres, la ASRM lanzó una modesta campaña publicitaria a un costo de 60.000 dólares el otoño pasado, con carteles y folletos que advertían que fumar, el sobrepeso y las infecciones venéreas podían reducir la fertilidad. Pero el revuelo lo generó la cuarta advertencia: “La edad disminuye su capacidad para tener hijos”, junto a una foto de una mamadera con forma de reloj de arena. Los médicos lo consideraron un servicio público dada la confusión imperante, pero el grupo fue criticado por “asustar” a las mujeres ofreciendo un mensaje simplificado de un tema complejo.

Con ello se insinúa que “tengo que apurarme y tener hijos ahora o renunciar a tenerlos”, afirma Kim Gandy, presidenta de la Organización Nacional para las Mujeres. Y eso no es verdad para la gran mayoría de las mujeres. Gandy, de 48 años, tuvo su primer hijo a los 39. “Fue mi elección, pero en muchos sentidos no lo fue. No es que se pueda sacar de la galera una pareja con la que se quiera formar una familia y con las circunstancias económicas y emocionales que les permitan ser buenos padres. Presionar a las mujeres jóvenes para que se apresuren y tengan hijos cuando no tienen esos otros factores resueltos en realidad las perjudica a ellas y a los niños”.

Hacer hincapié en la edad de la mujer por encima de los demás factores también puede ser erróneo, sugiere Gandy. La concepción “involucra a dos personas, y sin embargo descargamos toda la responsabilidad sobre las mujeres e insinuamos que son egoístas si no deciden tener hijos a una edad temprana”. Gandy teme que, al enterarse de la investigación y ver la publicidad, las mujeres terminen por sentir que el equilibrio es tan difícil que ni siquiera vale la pena intentarlo. “Hay todo un sector antifeminista que nos dice que debemos volver a los años 50”, dice Caryl Rivers, profesora de Periodismo de la Universidad de Boston. “El mensaje subliminal es no estudies demasiado, no tengas demasiado éxito ni seas demasiado ambiciosa”.

Allison Rosen, una psicóloga de Nueva York decidida a que sus pacientes femeninas estén bien informadas y que sepan qué probabilidades tienen de engendrar hijos, discrepa con Rivers. “Este no es un caso de médicos varones que quieren que las mujeres estén todo el tiempo embarazadas y en la cocina”, asegura. “Uno plantea los hechos y entonces cada mujer puede decidir”. Madsen, de la AIA, argumenta que el imperativo biológico está allí, aunque las mujeres no lo sepan. “Me molesta cuando las feministas dicen que informar a las mujeres sobre su capacidad reproductiva es presionarlas para que tengan hijos”, dice. “Eso sencillamente no es verdad. La libertad reproductora no se limita a la capacidad de no tener un hijo mediante la planificación familiar. También es la capacidad de tener un hijo si una lo quiere y cuándo lo quiera”.

La clave de la cruzada de Hewlett está en que es fundamental que las mujeres planifiquen a dónde quieren llegar a los 45 años sabiendo que la posibilidad de engendrar hijos es menor de la que se les hizo creer y, que una vez que esa posibilidad se hace realidad, la Ciencia no puede hacer mucho para mejorarla. Hewlett también busca que las empresas y las autoridades ayuden más a las familias para que puedan alcanzar el equilibrio. “La mejor oportunidad que tiene la mujer de hoy es poder elegir libremente el tener tanto un trabajo como una familia, ser apoyada y admirada por lograr ambos y no ser vista como una yuppie quejica”.

Hewlett lo sabe por experiencia propia. Su intención no era escribir un libro sobre lo difícil que es ser mamá para las mujeres que trabajan, sino acerca de aquellas que cumplieron 50 años en el milenio y de los factores que dieron forma a sus vidas. Pero entonces descubrió, en entrevista tras entrevista con decanas de facultades y divas de la ópera, en una muestra representativa de mujeres triunfadoras de distintos campos, que ninguna tenía hijos, y no por decisión propia. Muchas se culpaban a sí mismas por haber trabajado y esperado en demasía, y por haber descubierto la verdad tardíamente. “Cuando hablé con estas mujeres”, recuerda, “su sensación de pérdida era palpable”.

Hewlett había pasado la mayor parte de su vida profesional escribiendo y dando conferencias sobre la necesidad de que las empresas y el Gobierno provean ambientes de trabajo que faciliten la creación y el desarrollo de la familia. Hewlett es doctora en Economía por la Universidad de Harvard; ha tenido hijos, los ha perdido y luchado por tener más. Siendo una joven profesora en la Universidad de Barnard con un bebé en casa, perdió mellizos durante el sexto mes de embarazo. Si tan sólo —pensó entonces— hubiera tomado más tiempo libre o aligerado la carga de trabajo. Dieciocho meses después, escribe, un comité de nombramiento le negó la cátedra porque, según expresó uno de sus integrantes, ella había “permitido que la maternidad diluyera su concentración”. Hewlett tuvo suerte. Tuvo tres hijos más, entre ellos a Emma, a quien dio a luz a los 51 años utilizando un óvulo propio y tratamientos para la esterilidad. Hewlett dice comprender el “ansia por tener bebés”.

Hewlett insiste en que sólo intenta ayudar a las mujeres a tomar decisiones basadas en buena información. Recomienda que las mujeres obtengan un título universitario y trabajen mucho en sus primeros empleos, pero que deben prepararse para hacer un alto en el camino y dirigir su energía hacia sus vidas personales, con la intención de recuperar el tiempo perdido en el trabajo más adelante. “Algunas veces tendrán que hacer concesiones respecto a su carrera. Pero luego se pondrán al día, se redescubrirán a sí mismas en el momento adecuado”, escribe.

El problema es que la propia investigación de Hewlett apunta en otro sentido. En su libro todos los ejemplos de mujeres de éxito que también tienen familias dieron a luz antes de cumplir los 30 años. Esas mujeres quizá no hayan corrido la suerte de otras que esperaron demasiado tiempo para procrear, pero padecen otros obstáculos a la hora de equilibrar el trabajo con la familia. La biología quizá no perdone, pero tampoco lo hace la cultura empresarial. Aquellas que abandonan su carrera por voluntad propia para criar a sus hijos con frecuencia descubren que es sumamente difícil reincorporarse al mundo laboral. Muchas de las encuestadas por Hewlett dijeron que se sintieron marginadas por jefes inflexibles, y dos tercios de las entrevistadas dijeron que desearían volver a trabajar.

La estructura del ámbito laboral tiene que cambiar mucho para que los padres puedan bajar las revoluciones por un tiempo y luego retomar el ritmo cuando sus hijos sean mayores. Hewlett espera que la batalla por conseguir talentos inspire a las grandes empresas a adoptar políticas que favorezcan la familia para atraer y mantener a los padres más talentosos, ya sean hombres o mujeres. Pero es poco probable que muchas de sus recomendaciones sean adoptadas a corto plazo, como la licencia obligatoria por paternidad/maternidad con derecho a sueldo; períodos de excedencia, como la generosa política de IBM que concede a sus empleados hasta tres años de licencia con la garantía de retornar al mismo empleo o a uno similar; o una nueva Ley de Normas Justas de Trabajo que restaría atractivo a las semanas laborales de 80 horas ampliando el pago de horas extraordinarias a todos los ejecutivos, salvo los más altos.

Hewlett se considera una feminista, pero a menudo se ha enfrentado a otras feministas que, según dice, están tan preocupadas por defender la libertad de elegir entre tener hijos o no que descuidan las necesidades de las mujeres que deciden ser madres. En la historia de la familia, señala, es un avance muy reciente que las mujeres tengan el control sobre su maternidad, gracias a una mejor atención médica y al control de la natalidad. Pero ahora se ha producido una irónica vuelta de tuerca. “En solo 30 años hemos pasado de temerle a nuestra fertilidad a derrocharla,y muy a pesar nuestro”. Engendrar un hijo seguirá siendo una de las decisiones más importantes de la vida. El reto es impedir que el tiempo y la biología decidan por nosotros.

Informes de Janice M. Horowitz, Julie Rawe y Sora Song/Nueva York

Las Amargas Píldoras Anticonceptivas

Abundan las evidencias sobre sus peligros, pero la venta continúa.

LONDRES, 18 mayo 2002 (ZENIT.org).- Evidencias recientes señalan el peligro que plantean las píldoras anticonceptivas para la salud de las mujeres, incluyendo las de última generación.

En la entrega del 13 de abril del British Medical Journal, se publicaba un artículo informando sobre el hecho de que su propia asociación profesional aconsejaba a los médicos holandeses no prescribir un nuevo anticonceptivo oral de baja dosis, comercializado con el nombre de Yasmin, hasta que las investigaciones establezcan si es seguro como otras píldoras anticonceptivas.

El nuevo anticonceptivo ya ha estado disponible en algunos países europeos desde el 2000, y fue aprobado, en mayo del 2001, por la Administración de Estados Unidos para la Alimentación y los Medicamentos.

Una chica holandesa de 17 años, que había estado tomando Yasmin, murió de una trombosis venosa. Aunque no se ha demostrado que exista relación con el Yasmin, en Europa se han dado 40 casos de trombosis venosa, dos de ellos fatales, entre mujeres que toman Yasmin, observaba el British Medical Journal.

Hablando en una radio holandesa, Frits Rosendaal, profesor de epidemiología médica en el Centro Médico de la Universidad de Leiden, decía del Yasmin: “No tengo certeza de que sea absolutamente seguro”. Expresó su alarma sobre los 40 casos hechos públicos voluntariamente por doctores justo después de que el anticonceptivo fuera comercializado.

Casi a la vez, el 12 de abril el Times de Londres publicaba un reportaje sobre cómo la nueva píldora anticonceptiva llevó a la muerte a Claire Louise Stanley, de quince años. La chica desarrolló una grave trombosis venosa en las piernas tras tomar la píldora, muriendo de un coágulo masivo en los pulmones, descrito por un doctor como el más grande que había visto nunca.

Cuatro doctores, que examinaron a la muchacha, no pudieron relacionar su estado con el anticonceptivo oral de segunda generación, Cilest, hasta después del fatal desenlace. Cilest, según el Times, está de moda entre las adolescentes de Estados Unidos porque también ayuda a aclarar la piel.

Inglaterra ha sido testigo también, a inicios de este año, de un proceso legal sobre los peligros para la salud de los anticonceptivos. El Guardian informaba el 27 de febrero que había llegado a la Corte Suprema una demanda presentada por cien mujeres. Se espera que el proceso dure unos cinco meses.

Los anticonceptivos bajo sospecha pertenecen al grupo de píldoras anticonceptivas de “tercera generación”, e implican a tres fabricantes: Schering Healthcare, Organon Laboratories y Wyeth. Las mujeres, implicadas en este caso, eran adolescentes y de veinte o treinta años, y estaban todas en perfecto estado de salud, antes de tomar los anticonceptivos. Siete de ellas murieron por culpa de los anticonceptivos, mientras que las demás han sufrido daños serios a su salud.

El Guardian explicaba que se esperaba que las píldoras de tercera generación, introducidas en los 80, reducirían los riesgos para la salud. Pero en 1995, el guardián farmacéutico del gobierno británico, el Comité para la seguridad de los medicamentos, tras comprobar los resultados de tres estudios, publicó un aviso para que las nuevas píldoras no fueran la primera opción.

Un análisis de siete investigaciones, desarrolladas desde 1995, divulgado por el British Medical Journal el año pasado, concluía que las píldoras de tercera generación conllevan 1,7 veces más riesgo de coágulos de sangre potencialmente fatales que las de segundo generación, aunque el riesgo aumenta para quienes usan anticonceptivos por primera vez.

El 3 de marzo, el Sunday Times publicaba una parte de las pruebas que demuestran los peligros de las píldoras de tercera generación. El periódico revelaba que un estudio interno de la compañía farmacéutica Wyeth había encontrado que estas píldoras, usadas por cientos de miles de mujeres del Reino Unido, causaban casi el doble de trombosis venales serias que las primeras versiones del medicamento.

Este problema afecta a 8 de cada 10.000 mujeres que usan las píldoras de tercera generación, informaba el Sunday Times. Wyeth llevó a cabo, durante siete años, un estudio sobre 3.285 mujeres, usando información de la Base de Datos General Británica para la Investigación Práctica.

Riesgos crecientes de cáncer.

El 26 de marzo, la BBC informaba de que las mujeres que habían tomado píldoras anticonceptivas en cualquier etapa de sus vida tenían un riesgo mayor de desarrollar cáncer de mama. El riesgo se elevaba un 26%, en comparación con las mujeres que nunca habían usado anticonceptivos.

Además, la última investigación mostraba que, quienes habían tomado píldoras durante largos periodos de tiempo, sufrían un riesgo de padecer cáncer de mama aumentado en un 58%, en comparación con quienes nunca las han utilizado. El aumento de riesgo más alto, un 144%, lo sufrían las mujeres mayores de 45 años que todavía seguían usando la píldora.

El Dr. Merethe Kumle, que realizó la investigación, afirmó: “Está claro que los anticonceptivos orales aumentan el riesgo de la mujer de desarrollar cáncer de mama, especialmente cuando se utilizan en las últimas fases de la vida reproductiva”.

El estudio se presentó en la tercera Conferencia Europea sobre Cáncer de Mama, que tuvo lugar en Barcelona, España, y utilizaba datos recogidos de 103.000 mujeres entre los 30 y los 49 años de edad. El Dr. Kumle del Instituto de Medicina Comunitaria en Tromso, Noruega, ha colaborado con investigadores de Suecia y Francia para determinar los datos del estudio Estilo de Vida de las Mujeres y Salud, llevado a cabo en Noruega y Suecia.

La mayoría de las mujeres que habían tomado la píldora habían estado utilizando las marcas más modernas actualmente prescritas por los médicos.

El mismo día que salió el reportaje de la BBC, Associated Press presentó una información sobre los riesgos de cáncer cervical que sufren quienes utilizan anticonceptivos orales. Según un informe del diario médico The Lancet, las mujeres infectadas por el virus común de transmisión sexual del papiloma (HPV) tienen un alto riesgo de desarrollar cáncer cervical, si han estado consumiendo durante más de cinco años píldoras de control de natalidad.

El estudio fue llevado a cabo por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer, una rama de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Los investigadores reunieron datos de ocho estudios recientes sobre 3.769 mujeres de cuatro continentes. De ellas, 1.853 tuvieron cáncer cervical, y 1.916 no.

Los investigadores de la OMS descubrieron que habían tomado la píldora tenían más riesgos de ser portadoras del HPV. Aquellas que estaban infectadas con HPV, que habían usado píldoras de control de natalidad durante un total de cinco años o más, corrían tres veces más riesgo de desarrollar cáncer cervical que las mujeres infectadas de HPV que nunca habían tomado la píldora. Este creciente riesgo persistía durante más de 14 años después de haber dejado de usar anticonceptivos.

Las mujeres tienen cerca de un 1% de posibilidades de desarrollar cáncer cervical. Según los nuevos descubrimientos, tomando la píldora durante cinco años o más se elevaría la posibilidad hasta cerca de un 3% y, tomándola durante un total de 10 años, hasta cerca de un 4%.

Se diagnosticó cáncer cervical a casi 360.000 mujeres en el mundo en 1990, el último año del que se tienen cifras disponibles. De ellas, 190.000 murieron de la enfermedad. Éste es el segundo cáncer más común en las mujeres.

También se ha hecho pública información reciente sobre los peligros de la píldora abortiva RU-486. Danco Laboratories, que hace la RU-486, ha enviado una carta informando a los médicos que seis mujeres han desarrollado enfermedades serias y dos han muerto, tras tomar el medicamento para inducir el aborto, informaba el 18 de abril el Washington Post.

Según la carta de la empresa, no se ha establecido ninguna relación causal entre el medicamento y la enfermedad en ninguno de los casos. A pesar de todo, la compañía estaba lo suficientemente preocupada como para poner en alerta a los médicos que recetan este producto, y pedirles que le informen de cualquier suceso adverso serio en las mujeres que utilizan el medicamento. Las mujeres que esperaban que los anticonceptivos y abortivos les trajeran la “liberación” pueden sufrir ahora riesgos que no sospecharon.

29. Imagen de Dios

29.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

29.2. Sepultada bajo la hojarasca, reposa aún la imagen de Dios. Él es mayor que todos, y su obra no puede ser destruida por nadie.

29.3. Hay dos sentidos en el verbo “perderse”: uno es deteriorarse y otro extraviarse. El pecado causa ambas cosas en el ser humano, pero hay esta diferencia: mientras vais de camino por la tierra, debes darle prelación al primer significado; después de la muerte, en cambio, has de afirmar más el segundo. No importa qué tan prolongada o qué tan grave veas la situación de pecado de alguien, mírale siempre más como un “extraviado” o “descaminado” que como un malvado o un corrompido.

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Los Jóvenes Entrevistan a Catalina de Siena

Jóvenes: Catalina, ¿tus papás, cómo escogieron tu nombre?

Catalina: Mis papás eran personas muy devotas, y en casa se leían vidas de santos, por ejemplo, a la hora de la comida. Pues bien, hay una santa fa­mosa de la antigüedad que se llamaba Catalina, una santa mártir; pienso que fue por ella que me llamaron así.

Jóvenes: Pero tú no naciste el día de esa santa már­tir…

Catalina: No, yo nací un 25 de marzo: el 25 de marzo de 1347.

Jóvenes: ¿Y qué santo se celebra el 25 de marzo? ¿Por qué no te pusieron más bien el nombre de ese santo o de esa santa?

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Ideas Claras

Cada día se ve más la necesidad para un verdadero católico de clarificar sus ideas en materia religiosa. Sobre todo en lo referente a su fe.

El ambiente actual en que se vive, es de un confusionismo tremendo y dificulta en gran manera esta indispensable tarea de clarificación.

Me ha parecido oportuno prestar este servicio y resumir algunas verdades básicas, sin entrar en explicaciones, sino a modo de enunciado para orientarse bien en católico.

Aquí las tienes sucintamente expuestas:
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La Conciencia Moral

La relación que hay entre libertad del hombre y Ley de Dios tiene su base en el “corazón” de la persona, o sea, en su conciencia moral: En lo mas profundo de su conciencia -afirma el Concilio Vaticano II-, descubre el hombre una Ley que el no se dicta a sí mismo, sino a la que debe obedecer y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, llamándole siempre a amar y a hacer el bien y a evitar el mal…

La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que éste se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto más íntimo de aquella.

En el lenguaje bíblico, la palabra corazón designa lo profundo del ser humano, fuente y origen de los más intensos sentimientos de la vida afectiva y, en especial del amor. El corazón del hombre es la fuente misma de su personalidad consciente, inteligente y libre, el lugar de sus elecciones decisivas, el de la Ley no escrita y de la acción misteriosa de Dios. Es como el lugar de encuentro del hombre con Dios.

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