91.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
91.2. “¡Aleluya!”: Esta es la palabra propia del domingo. “¡Aleluya!”: Esta es la canción del pueblo redimido. “¡Aleluya!”: Esta es la poesía del corazón enamorado y agradecido. “¡Aleluya!”: Esta es la consigna de los misioneros y el verdadero catecismo de los educadores. “¡Aleluya!”: Este es el precioso vínculo entre la tierra y el Cielo, la danza de amor que une a los Ángeles y los hombres.
91.3. Enséñale a tus pies a llevar ritmos de aleluya cuando caminen. Acostumbra tu corazón a palpitar aleluyas cuando acoge y envía la sangre por todo tu cuerpo. Educa a tus párpados, para que digan aleluya cuando se cierren y cuando se abran, de modo que siempre estén cerrados a la mentira de las tinieblas y abiertos al esplendor del Día de Cristo.

Una profunda sensación de trascendencia embarga mi alma a esta hora; algo inmenso y bello; una dulzura cargada de seriedad augusta; una ternura que apenas cabe en palabras y que me mueve a un respeto inmenso hacia todo lo que existe.
El camino para el perdón: Les invito a iniciar esta reflexión sobre el camino del perdón, que nos lleva hasta el bienestar. Veremos cómo se crean los rencores, los odios, cómo se destruyen con el perdón y cómo podemos construir una vida de tranquilidad y confianza en los demás. Son muchos los testimonios de personas cuya vida ha cambiado dando un perdón completo. Ojalá también usted pueda aprender a perdonar para siempre.
Hay palabras que un día pasarán de moda. Hay frases y chistes que no podremos comprender en unos cuantos años. Pero hay una palabra que no dejará de existir. Mientras haya un ser humano, mientras un corazón palpite en esta tierra, la palabra AMOR hará correr con fuerza nuestra sangre, atraerá nuestras sonrisas y merecerá la más preciosa de nuestras lágrimas.
90.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.