Un Humanismo Cristiano

1. Me alegra encontrarme con vosotros en este año de gracia, en el que Cristo nos llama con fuerza a una adhesión de fe más convencida y a una profunda renovación de vida. Os agradezco sobre todo el compromiso que habéis manifestado en los encuentros espirituales y culturales que han caracterizado estas jornadas. […]

Sí, porque Cristo no es el signo de una vaga dimensión religiosa, sino el lugar concreto en el que Dios hace plenamente suya, en la persona del Hijo, nuestra humanidad. Con él “el Eterno entra en el tiempo, el Todo se esconde en la parte y Dios asume el rostro del hombre” (Fides et ratio, 12). Esta “kénosis” de Dios, hasta el “escándalo” de la cruz (cf. Flp 2, 7), puede parecer una locura para una razón orgullosa de sí. En realidad, es “fuerza de Dios y sabiduría de Dios” (1 Co 1, 23-24) para cuantos se abren a la sorpresa de su amor. Vosotros estáis aquí para dar testimonio de él.

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Amar cada dia – Un enfoque para los laicos

El Primer Mandamiento de la Ley de Dios es “primero” en varios sentidos, sobre todo porque sin el amor todo lo demás vale poco y significa menos. Ya desde la primera mitad del siglo XX el Espíritu Santo había inspirado obras y caminos de santidad en la vida de los laicos, como decir la Acción católica, la Legión de María o el Opus Dei. Todo ello condujo a una visión positiva de la vocación del laico como aquel que, desde una experiencia de amor de Dios, expresa y traduce el reinado de Cristo en las realidades de este mundo.

No tengais miedo

Una frase que el Papa Juan Pablo II hizo popular, es primero un mandato que Nuestro Señor Jesucristo dejó a quienes creemos en Él. Fue Jesús, además, quien primero mostró que es posible vencer al odio sin odiar y vencer a la agresión sin agredir. Su dolorosa Pasión es en realidad una batalla, una guerra contra las tinieblas del pecado y contra el poder del miedo en la vida humana.

162. Predicar la Vida

162.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

162.2. El horizonte de la muerte marca de tal manera la vida de los hombres, que con razón la Escritura habló del “poder” de la muerte (cf. Ap 6,8; 20,6). Además —según te gusta recordar y predicar— la obra de Cristo fue resumida por la Carta a los Hebreos en estas palabras: «Así como los hijos participan de la sangre y de la carne, así también participó él de las mismas, para aniquilar mediante la muerte al señor de la muerte, es decir, al Diablo» (Heb 2,14).

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La Cruz Salvara al Mundo (1 de 2)

Parte 1 de 2: Un intento de lectura de la realidad de la Iglesia y de la sociedad en los últimos 50 años nos ayuda a descubrir dos cosas: el valor perenne del mensaje de la Cruz, y la complejidad de las preguntas que requieren una respuesta desde el Evangelio. Tanto una postura integrista como una postura relativista resultan claramente insuficientes.

La Cruz Salvara al Mundo (2 de 2)

Parte 2 de 2: Un intento de lectura de la realidad de la Iglesia y de la sociedad en los últimos 50 años nos ayuda a descubrir dos cosas: el valor perenne del mensaje de la Cruz, y la complejidad de las preguntas que requieren una respuesta desde el Evangelio. Tanto una postura integrista como una postura relativista resultan claramente insuficientes.

El Padre de los Cristianos

Quiero continuar compartiendo las experiencias que tuve en mí lectura de Mateo. El evangelista emplea, en los 3 capítulos, 17 veces la palabra Padre, descorriendo el velo y mostrándonos ese rostro amado. Les decía que Jesús quiso poner de relieve que Yaveh – Dios del AT es su “Padre”. Así lo entendieron los escribas y fariseos, por eso “tomaron piedras para tirárselas” (Jn 10,22-38). Les propondré algunos pasajes:

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La Mision nace de la Resurreccion

La victoria del Señor no se reduce al hecho de estar vivo nuevamente, después de haber sido torturado y asesinado. Su muerte fue la consecuencia de su modo de vivir, amar y servir. Su resurrección es la prueba entonces de que se puede y debe vivir así, quedando entendido que ellos sólo es posible con la ayuda de Él mismo. Por eso la misión, que es eco de esta victoria, nace de la resurrección.

Consagracion del Santuario de la Divina Misericordia en Polonia

“Oh inconcebible e insondable misericordia de Dios, ¿quién te puede adorar y exaltar de modo digno? Oh sumo atributo de Dios omnipotente, tú eres la dulce esperanza de los pecadores” (Diario, 951, ed. it. 2001, p. 341).

Amadísimos hermanos y hermanas:

1. Repito hoy estas sencillas y sinceras palabras de santa Faustina, para adorar juntamente con ella y con todos vosotros el misterio inconcebible e insondable de la misericordia de Dios. Como ella, queremos profesar que, fuera de la misericordia de Dios, no existe otra fuente de esperanza para el hombre. Deseamos repetir con fe: Jesús, confío en ti.

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Educar la Familia, Formar la Sociedad

¿Qué lugar ha de tener Jesús en el conjunto de la educación integral del ser humano? Uno puede pensar que la religión es, en principio y si acaso, “una materia más” para estudiar, pero la perspectiva cambia cuando se considera cómo es el amor quien lidera la vida, hasta el punto que a menudo la razón lo único que hace es aprobar con justificaciones lo que ya el amor cree y vive. Jesucristo, experto en corazones y experto en amor, tiene mucho qué decirle a la familia, y tiene mucho qué decir sobre cómo formar a la sociedad.

161. Abortos Espirituales

161.1. Con razón se enardece tu alma ante el crimen abominable del aborto. Con todo, es importante que vayas más allá y descubras que el aborto, antes que un crimen es una mentalidad, y que detrás de esa mentalidad está la satánica aspiración de “devolver” la creación, esto es, el intento de arrojarle a Dios su obra.

161.2. Para que mejor comprendas estas drásticas afirmaciones necesito primero exponerte la noción de “aborto espiritual.” Cuando la voluntad expresa de Dios para una creatura racional es deliberadamente desobedecida, estamos ante un aborto de corazón, o un aborto espiritual. La rebeldía que no deja nacer lo que se sabe que viene de Dios es pariente próximo de aquel crimen porque el que se suprime una vida que es obra suya y que Él quiere que viva, más allá y con anterioridad a las voluntades humanas favorables o desfavorables que puedan entrar en juego.

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