150. Sé que quieres la Paz

150.1. Sé que quieres la paz. No sólo para tu país o para el mundo. Sé que quieres y necesitas esa paz que nace, como flor inesperada, bajo un alero del alma. Quisieras despertarte un día y encontrar que la noche te regaló esa flor, y que ella ha llegado para ya no abandonarte nunca. Pero así como a tu mundo y a tu país, a tu corazón le falta esa paz.

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Ejercicios sobre el perdon, 61

Los ruidos agresivos

Los ruidos tan comunes y agresivos en nuestra sociedad constituyen un peligro serio para la salud psíquica y física. Si los percibimos como intrusos, enemigos de nuestra paz y tranquilidad, nos crean graves tensiones. Además, pueden provocar rencores muy profundos cuando los asociamos a ciertas personas o partes de nuestra sociedad. Para vivir en paz y proteger la salud es preciso reconciliarse con ellos. Gracias al perdón y la reconciliación podemos cambiar nuestra actitud hacia los ruidos; y de ese modo reducir las tensiones y poner fin a los rencores y resistencias. Tal es el objetivo del siguiente ejercicio.

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Necesidad de la alegria en todos los hombres

No se podría exaltar de manera conveniente la alegría cristiana permaneciendo insensible al testimonio exterior e interior que Dios Creador da de sí mismo en el seno de la creación: «Y Dios vio que era bueno» (Gén 1,10.12.18.21.25.31). Poniendo al hombre en medio del universo, que es obra de su poder, de su sabiduría, de su amor, Dios dispone la inteligencia y el corazón de su criatura —aun antes de manifestarse personalmente mediante la revelación— al encuentro de la alegría y a la vez de la verdad. Hay que estar, pues, atento a la llamada que brota del corazón humano, desde la infancia hasta la ancianidad, como un presentimiento del misterio divino.

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149. Amor y Vida

149.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

149.2. El amor va por delante, en aquello que deseas. Primero amas y es el amor quien te pone en camino hacia lo que amas. Sólo el amor tiene capacidad de ponerte en movimiento; sólo el amor mueve, y todo cuanto se mueve es señal de algún amor. Un amor mayor produce un movimiento mayor, y un amor menor un menor movimiento.

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