Universalidad del pecado y universalidad de la salvación

120 La doctrina del pecado original, que enseña la universalidad del pecado, tiene una importancia fundamental: « Si decimos: “No tenemos pecado”, nos engañamos y la verdad no está en nosotros » (1 Jn 1,8). Esta doctrina induce al hombre a no permanecer en la culpa y a no tomarla a la ligera, buscando continuamente chivos expiatorios en los demás y justificaciones en el ambiente, la herencia, las instituciones, las estructuras y las relaciones. Se trata de una enseñanza que desenmascara tales engaños.

La doctrina de la universalidad del pecado, sin embargo, no se debe separar de la conciencia de la universalidad de la salvación en Jesucristo. Si se aísla de ésta, genera una falsa angustia por el pecado y una consideración pesimista del mundo y de la vida, que induce a despreciar las realizaciones culturales y civiles del hombre.

121 El realismo cristiano ve los abismos del pecado, pero lo hace a la luz de la esperanza, más grande de todo mal, donada por la acción redentora de Jesucristo, que ha destruido el pecado y la muerte (cf. Rm 5,18-21; 1 Co 15,56-57): « En Él, Dios ha reconciliado al hombre consigo mismo ».[Juan Pablo II, Exh. ap. Reconciliatio et paenitentia, 10: AAS 77 (1985) 205] Cristo, imagen de Dios (cf. 2 Co 4,4; Col 1,15), es Aquel que ilumina plenamente y lleva a cumplimiento la imagen y semejanza de Dios en el hombre. La Palabra que se hizo hombre en Jesucristo es desde siempre la vida y la luz del hombre, luz que ilumina a todo hombre (cf. Jn 1,4.9). Dios quiere en el único mediador, Jesucristo su Hijo, la salvación de todos los hombres (cf. 1 Tm 2,4-5). Jesús es al mismo tiempo el Hijo de Dios y el nuevo Adán, es decir, el hombre nuevo (cf. 1 Co 15, 47-49; Rm 5,14): « Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación ».[Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 22: AAS 58 (1966) 1042] En Él, Dios nos « predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que fuera él el primogénito entre muchos hermanos » (Rm 8,29).

122 La realidad nueva que Jesucristo ofrece no se injerta en la naturaleza humana, no se le añade desde fuera; por el contrario, es aquella realidad de comunión con el Dios trinitario hacia la que los hombres están desde siempre orientados en lo profundo de su ser, gracias a su semejanza creatural con Dios; pero se trata también de una realidad que los hombres no pueden alcanzar con sus solas fuerzas. Mediante el Espíritu de Jesucristo, Hijo de Dios encarnado, en el cual esta realidad de comunión ha sido ya realizada de manera singular, los hombres son acogidos como hijos de Dios (cf. Rm 8,14-17; Ga 4,4-7). Por medio de Cristo, participamos de la naturaleza Dios, que nos dona infinitamente más « de lo que podemos pedir o pensar » (Ef 3,20). Lo que los hombres ya han recibido no es sino una prueba o una « prenda » (2 Co 1,22; Ef 1,14) de lo que obtendrán completamente sólo en la presencia de Dios, visto « cara a cara » (1 Co 13,12), es decir, una prenda de la vida eterna: « Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo » (Jn 17,3).

123 La universalidad de la esperanza cristiana incluye, además de los hombres y mujeres de todos los pueblos, también el cielo y la tierra: « Destilad, cielos, como rocío de lo alto, derramad, nubes, la victoria. Ábrase la tierra y produzca salvación, y germine juntamente la justicia. Yo, Yahvéh, lo he creado » (Is 45,8). Según el Nuevo Testamento, en efecto, la creación entera, junto con toda la humanidad, está también a la espera del Redentor: sometida a la caducidad, entre los gemidos y dolores del parto, aguarda llena de esperanza ser liberada de la corrupción (cf. Rm 8,18-22).

Este Compendio se publica íntegramente, por entregas, aquí.

Carta de un cura

Carta de un cura

Soy un simple sacerdote católico, uruguayo, que hace 20 años, vivo en Angola.

Me siento feliz, y orgulloso de mi vocación.

Me da un gran dolor, por el profundo mal que sacerdotes que deberían de ser señales del amor de Dios, sean un puñal en la vida de inocentes.

No hay palabra que justifique tales actos.

Veo en muchos medios de información la ampliación del tema en forma morbosa, investigando en detalles, la vida de algún sacerdote pedófilo.

Así aparece uno, de una ciudad de USA, de la década del 70, otro en Australia de los años 80 y así de frente, otros casos recientes…

¡Es curiosa, la poca noticia y desinterés, por miles y miles de sacerdotes que se consumen por millones de niños, por los adolescentes, y los más desfavorecidos, en los cuatro ángulos del mundo!

Pienso, que a los medios de información, no les interesa que yo haya tenido que transportar, por caminos minados en el año 2002, a muchos niños desnutridos, desde Cangumbe a Lwena (Angola), pues, ni el gobierno se disponía a hacerlo, y las ONGs, no estaban autorizadas.

No ha sido noticia, que haya tenido que enterrar decenas de pequeños, fallecidos entre los desplazados de guerra, y a los que han retornado les hayamos salvado la vida, a miles de personas en Moxico, mediante el único puesto médico, en 90.000 km2, así, como con la distribución de alimentos y semillas.

Que hayamos dado la oportunidad de educación en estos 10 años, y escuelas a más de 110.000 niños…

No es de interés que, con otros sacerdotes, hayamos tenido que socorrer la crisis humanitaria de cerca de 15.000 personas en los acuartelamientos de la guerrilla después de su rendición, porque no llegaban los alimentos del gobierno y de la ONU.

No es noticia que un sacerdote de 75 años, el padre Roberto, por las noches, recorra las ciudad de Luanda,curando a los chicos de la calle, llevándolos a una Casa de Acogida, para que se desintoxiquen de la gasolina, que alfabeticen a cientos de presos, que otros sacerdotes, como padre Stefano, tengan hogares transitorios, para los chicos que son golpeados, maltratados y hasta violados, y buscan un refugio.

Tampoco que Fray Maiato, con sus 80 años, pase, casa por casa, confortando los enfermos y desesperados.

No es noticia que más de 60.000, de los 400.000 sacerdotes, y religiosos, hayan dejado su tierra y su familia para servir a sus hermanos, en una leprosería, en hospitales, campos de refugiados, orfanatos para niños acusados de hechiceros o huérfanos de padres que fallecieron de Sida, en escuelas para los más pobres, en centros de formación profesional, en centros de atención a seropositivos… o en parroquias y misiones, dando motivaciones a la gente para vivir y amar.

No es noticia que a mi amigo, el padre Marcos Aurelio, por salvar a unos jóvenes durante la Guerra en Angola, lo hayan transportado de Kalulo a Dondo, y volviendo a su Misión, haya sido ametrallado en el camino; que el hermano Francisco, con cinco señoras catequistas, por ir a ayudar a las áreas rurales más recónditas, hayan muerto en un asalto, en la calle; que decenas de misioneros, en Angola hayan muerto por falta de socorro sanitario por una simple malaria, que otros, hayan saltado por los aires, a causa de una mina, visitando a su gente.

En el cementerio de Kalulo, están las tumbas de los primeros sacerdotes que llegaron a la región…

Ninguno pasa los 40 años.

No es noticia acompañar la vida de un sacerdote “normal”, en su día a día, en sus dificultades y alegrías, consumiendo sin ruido su vida, a favor de la comunidad, que sirve.

La verdad es que no procuramos ser noticia sino, simplemente, llevar la Buena Noticia, esa noticia que sin ruido, comenzó en la noche de Pascua.

Hace más ruido, un árbol que cae que un bosque que crece.

No pretendo hacer una apología de la Iglesia ni de los sacerdotes.

El Sacerdote no es un héroe ni un neurótico.

Es un simple hombre que con su humanidad, busca seguir a Jesús y servir sus hermanos.

Pbro. Martín Lasarte (salesiano) – Angola domboscolwena@hotmail.com

RUSIA, y su inmensa riqueza humana

Esta es una lista de videos (playlist) que recoge 12 temas del folclor de Rusia. La cultura y la historia del pueblo ruso permanecen desconocidas para muchos de nosotros, en Occidente. Sin ánimo de polémica, dadas las obvias diferencias en la historia política reciente, conviene acercarse a la música de esta gran nación, para descubrir el enorme significado que el amor, el valor, la fidelidad, el heroísmo y la alegría tienen para ellos, y para millones de personas que gravitan en torno a las tradiciones de la estepa.

Rusia

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Portador de Cristo

Cristóforo, el Portador de Cristo

Estudios recientes, como los de Juan Gil y Consuelo Varela, nos van dando un conocimiento cada vez más exacto de Colón y de su mundo interior y familiar, aunque siempre su personalidad quede un tanto enigmática. De todos modos, cuando Colón dice, por ejemplo, que el Paraíso Terrenal está en tal lugar, o que los Reyes Magos partieron a Belén desde donde él sabe, o que tiene vistos y localizados el Tarsis, el Ofir y los montes áureos de Salomón, o que descendientes de las Amazonas de la antigüedad se refugiaron en una isla que él conoce, no hemos de pensar que estaba loco o que era un alucinado. Basta con estimar que los renacentistas, ignorantes aún de muchas de las realidades de este mundo, eran todavía en estas cuestiones hombres medievales.

Mucho más notable es en Colón su profundo sentido providencial de elegido para una misión altísima. A pesar de reconocerse «pecador gravísimo», Colón sabe con toda certeza que en él se ha obrado un «milagro evidentísimo», como era que Dios «me puso en memoria, y después llegó a perfecta inteligencia, que podría navegar e ir a las Indias desde España, pasando el mar Océano al Poniente» (Fernández de Navarrete, Colección I,437). Esta conciencia de elegido la tenía ya antes del Descubrimiento, y se ve confirmada cuando éste se produce. Al terminar su Tercer Viaje, comienza su relación a los Reyes diciendo: «La santa Trinidad movió a Vuestras Altezas a esta empresa de las Indias y por su infinita bondad hizo a mí mensajero de ello».

Y en 1500 le escribe a Juana de la Torre: «del nuevo cielo y tierra que decía Nuestro Señor por San Juan en el Apocalipsis…, me hizo a mí mensajero y amostró aquella parte». En efecto, él, Cristóbal, está elegido por Dios como apóstol para llevar a Cristo (Cristoferens, Cristóforo) a un Mundo Nuevo.

No se puede negar que Cristóbal Colón era un cristiano muy sincero, profundamente religioso. El padre Bartolomé de las Casas dice de él que «en las cosas de la religión cristiana sin duda era católico y de mucha devoción». Y la curiosa firma que usaba, de discutida significación, era en todo caso expresión indudable de su religiosidad:

.S. / .S. A. S. / X M Y / Xpo FERENS

Esta religiosidad tiene constantes expresiones en el Diario de a bordo de sus cuatro viajes. Y es el padre Las Casas el que nos ha conservado en transcripciones los relatos del Primer y Tercer viaje de Colón, cuyos originales se perdieron. Del Segundo viaje sólo tenemos el Informe que, unos meses después de realizarlo, envió el Almirante a los Reyes. Se conserva en cambio el relato del Cuarto viaje. Por eso, al leer las citas siguientes, convendrá recordar estos datos, para entender quién habla en cada texto, si Colón o Las Casas.

El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.