Vasco Núñez de Balboa (1475-1519)

Fue Balboa un hidalgo extremeño pobre, que desde 1501 viajó por el Caribe, viviendo oscuramente. Sin embargo, después de Hojeda y Nicuesa, entre 1510 y 1513 gobernó con mano prudente en Santa María de La Antigua, el único enclave de España en Tierra Firme. Y usando un mínimo de fuerza, en contraste con la brutalidad de sus predecesores, pudo establecer con los indios unas relaciones amistosas, respetando sus estructuras tribales, y llegando a ser árbitro entre tribus enfrentadas.

Pues bien, a este Balboa le eligió Dios para descubrir el Océano Pacífico, o como se decía entonces, con gran ignorancia, Mar del Sur. El cronista Gonzalo Fernández de Oviedo cuenta el acontecimiento muy bien contado:

«Un martes, veinte y cinco de septiembre de aquel año de mil quinientos y trece, a las diez horas del día, yendo el capitán Vasco Núñez en la delantera de todos los que llevaba por un monte raso arriba, vio desde encima de la cumbre dél la Mar del Sur, antes que ninguno de los cristianos compañeros que allí iban; y volvióse incontinente la cara hacia la gente, muy alegre, alzando las manos y los ojos al cielo, alabando a Jesucristo y a su gloriosa Madre la Virgen Nuestra Señora; y luego hincó ambas rodillas en tierra y dio muchas gracias a Dios por la merced que le había hecho en le dejar descubrir aquella mar… Y mandó a todos los que con él iban que asimismo se hincasen de rodillas y diesen las mismas gracias a Dios… Todos lo hicieron así muy de grado y gozosos, y incontinente hizo el capitán cortar un hermoso árbol, de que se hizo una cruz alta, que se hincó e fijó en aquel mismo lugar… Y porque lo primero que se vio fue un golfo o ancón que entra en la tierra, mandóle llamar Vasco Núñez golfo de San Miguel, porque era la fiesta de aquel arcángel desde a cuatro días» (Historia gral. XXIX,2 y 3).

Al modo de Colón, alzó Balboa una gran cruz y dió nombre cristiano a aquellos lugares. Más tarde se produjo una escena grandiosa que pasó a la historia. En aquellos parajes bellísimos, «llenos de arboleda», ante 26 hombres de armas, uno de ellos Francisco Pizarro, y cuando el sol iniciaba su caída en el horizonte, Balboa «llegó a la rivera a la hora de víspera, y el agua era menguante». Esperó a la pleamar, y «estando así creció la mar a vista de todos mucho y con gran ímpetu». Sólo entonces fue cuando Balboa, con la bandera real de Castilla y León, «con una espada desnuda y una rodela en la mano entró en el agua de la mar salada, hasta que le dio en las rodillas», y tomó posesión del Océano Pacífico en el nombre de Dios y de los Reyes Católicos.

El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.

Orar sin dudar

Estimado Fray Nelson: Le sigo a diario en sus explicaciones sobre las lecturas diarias de las Escrituras. Me permito solicitar su explicación sobre el capítulo 21 de San Mateo, especialmente los versículos 21 y 22. ¿Debo tomarlo al pie de la letra? Gracias anticipadas y que el Señor le guarde y le acompañe. — Eduardo Martínez Romero.

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Mateo 21,21-22 dice: “Respondiendo Jesús, les dijo: En verdad os digo que si tenéis fe y no dudáis, no sólo haréis lo de la higuera, sino que aun si decís a este monte: “Quítate y échate al mar”, así sucederá. Y todo lo que pidáis en oración, creyendo, lo recibiréis.”

Del texto resulta claro que lo contrario de la fe son las dudas. Lo que no es inmediatamente claro es cuáles son esas dudas y qué las produce.

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Gimnasio Mental 004

Una mamá es 21 años mayor que su hijo. En exactamente seis años, ella tendrá cinco veces la edad de su hijo. Con esos datos, ¿dónde está el papá?

[Solución al Gimnasio 003: mira esto.]