Es importante reconocer el bien en público

Por encargo de mi comunidad, la Provincia de la Orden Dominicana en Colombia, he tenido que recorrer distintos conventos nuestros en Roma, Bari, París y Friburgo de Alemania. He recibido también la bondadosa acogida de las Hermanas Dominicas, en su casa provincial de Madrid.

El bien hay que decirlo en público: GRACIAS a tantos hermanos y hermanas, por su bondad, por su fraternidad, por su generosidad. Más allá de las distintas lenguas (español, italiano, francés y alemán), es claro que nos unen otros lenguajes: el de la fe, el de ser una misma Orden, el de pertenecer al único Cuerpo de Cristo, el de haber bebido de una misma caridad.

Sí: el bien hay que decirlo en público porque los programas de noticias nos aturden con avalanchas de noticias duras y malas, que no por ser verdad son la única verdad. Atención: también es verdad que existen la fe, la esperanza, el amor, y lo que de ellos brota: fraternidad, apoyo, apertura, generosidad.

Van llegando a su final estos días, con un balance altamente positivo y para mí quedan no solo buenos recuerdos sino un gran compromiso: ser parte de ese mismo lenguaje: darle manos y pies al amor, para que llegue a otros, y a otros bendigo como me ha bendecido a mí. ¡Gracias, dominicos y dominicas de Europa!

¿Moral de actos o de actitudes?

“Los modernistas que defienden la moral de actitudes frente a la de los actos afirman que de ese modo se acaba con el rigorismo y la casuística. Pero omiten reconocer que al no reconocer cada acto pecaminoso en su maldad, la conciencia inicia una peligrosa dinámica de auto-justificación…”

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Corea y Japón ante la fe cristiana

“En Japón, casi cinco siglos después del ingreso de los misioneros con san Francisco Javier en 1549, los bautizados en la Iglesia Católica son 440.000 sobre 128 millones de japoneses, el 0,35%, mientras que los protestantes son casi medio millón. En Corea, donde el catolicismo llegó con algunos laicos a fines del siglo XVIII, los católicos son casi 5,3 millones sobre 50 millones de habitantes, es decir, más del 10% de la población, mientras que los protestantes de las distintas denominaciones son casi 8 millones, el 17%.”

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La libertad como valor fundamental de la vida social

199 La libertad es, en el hombre, signo eminente de la imagen divina y, como consecuencia, signo de la sublime dignidad de cada persona humana: 435 « La libertad se ejercita en las relaciones entre los seres humanos. Toda persona humana, creada a imagen de Dios, tiene el derecho natural de ser reconocida como un ser libre y responsable. Todo hombre debe prestar a cada cual el respeto al que éste tiene derecho. El derecho al ejercicio de la libertad es una exigencia inseparable de la dignidad de la persona humana ».436 No se debe restringir el significado de la libertad, considerándola desde una perspectiva puramente individualista y reduciéndola a un ejercicio arbitrario e incontrolado de la propia autonomía personal: « Lejos de perfeccionarse en una total autarquía del yo y en la ausencia de relaciones, la libertad existe verdaderamente sólo cuando los lazos recíprocos, regulados por la verdad y la justicia, unen a las personas ».437 La comprensión de la libertad se vuelve profunda y amplia cuando ésta es tutelada, también a nivel social, en la totalidad de sus dimensiones.

200 El valor de la libertad, como expresión de la singularidad de cada persona humana, es respetado cuando a cada miembro de la sociedad le es permitido realizar su propia vocación personal; es decir, puede buscar la verdad y profesar las propias ideas religiosas, culturales y políticas; expresar sus propias opiniones; decidir su propio estado de vida y, dentro de lo posible, el propio trabajo; asumir iniciativas de carácter económico, social y político. Todo ello debe realizarse en el marco de un « sólido contexto jurídico »,438 dentro de los límites del bien común y del orden público y, en todos los casos, bajo el signo de la responsabilidad.

La libertad, por otra parte, debe ejercerse también como capacidad de rechazar lo que es moralmente negativo, cualquiera que sea la forma en que se presente,439 como capacidad de desapego efectivo de todo lo que puede obstaculizar el crecimiento personal, familiar y social. La plenitud de la libertad consiste en la capacidad de disponer de sí mismo con vistas al auténtico bien, en el horizonte del bien común universal.440

NOTAS para esta sección

435Cf. Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 17: AAS 58 (1966) 1037-1038; Catecismo de la Iglesia Católica, 1705. 1730; Congregación para la Doctrina de la Fe, Instr. Libertatis conscientia, 28: AAS 79 (1987) 565.

436Catecismo de la Iglesia Católica, 1738.

437Congregación para la Doctrina de la Fe, Instr. Libertatis conscientia, 26: AAS 79 (1987) 564-565.

438Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 42: AAS 83 (1991) 846. La afirmación se refiere a la iniciativa económica, sin embargo parece correcto ampliarlo a los otros ámbitos del actuar personal.

439Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 17: AAS 83 (1991) 814-815.

440Cf. Juan XXIII, Carta enc. Pacem in terris: AAS 55 (1963) 289-290.

Este Compendio se publica íntegramente, por entregas, aquí.

Así oraba Juan Pablo II al Espíritu Santo

Espíritu de verdad, que conoces las profundidades de Dios, memoria y profecía de la Iglesia, dirige la Humanidad para que reconozca en Jesús de Nazaret el Señor de la gloria, el Salvador del mundo, la culminación de la Historia.

Ven, Espíritu de amor y de paz.

Espíritu creador, misterioso artífice del Reino, guía la Iglesia con la fuerza de tus santos dones para cruzar con valentía el umbral del nuevo milenio y llevar a las generaciones venideras la luz de la Palabra que salva.

Espíritu de santidad, aliento divino que mueve el universo, ven y renueva la faz de la tierra. Suscita en los cristianos el deseo de la plena unidad, para ser verdaderamente en el mundo signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad del género humano.

Ven, Espíritu de amor y de paz.

Espíritu de comunión, alma y sostén de la Iglesia, haz que la riqueza de los carismas y ministerios contribuya a la unidad del Cuerpo de Cristo, y que los laicos, los consagrados y los ministros ordenados colaboren juntos en la edificación del único Reino de Dios.

Espíritu de consuelo, fuente inagotable de gozo y de paz, suscita solidaridad para con los necesitados, da a los enfermos el aliento necesario, infunde confianza y esperanza en los que sufren, acrecienta en todos el compromiso por un mundo mejor.

Ven, Espíritu de amor y de paz.

Espíritu de sabiduría, que iluminas la mente y el corazón, orienta el camino de la ciencia y la técnica al servicio de la vida, de la justicia y de la paz. Haz fecundo el diálogo con los miembros de otras religiones. y que las diversas culturas se abran a los valores del Evangelio.

Espíritu de vida, por el cual el Verbo se hizo carne en el seno de la Virgen, mujer del silencio y de la escucha, haznos dóciles a las muestras de tu amor y siempre dispuestos a acoger los signos de los tiempos que Tú pones en el curso de la Historia.

Ven, Espíritu de amor y de paz.

A Ti, Espíritu de amor, junto con el Padre omnipotente y el Hijo unigénito, alabanza, honor y gloria por los siglos de los siglos.

Amén.