Ciclo de Renovación Sacerdotal, 1 de 4, No dar la fe por descontada

[Predicaciones para los sacerdotes de la Arquidiócesis de Guayaquil. Septiembre de 2014.]

Tema 1 de 4: No dar la fe por descontada

En medio de:

  • Esfuerzo
  • Renuncia
  • Aridez
  • Soledad
  • Persecución

Se espera que haya:

  • Constancia en la virtud
  • Actualización y Creatividad
  • Fidelidad en la liturgia y la doctrina
  • Generosidad pastoral
  • Vigor misionero
  • Fraternidad sacerdotal
  • Capacidad de convocar vocaciones
  • Alegría y serenidad

El tipo de fe define el tipo de evangelización:

  • ¿Sólo promoción humana?
  • ¿Sólo felicidad para el más allá?
  • ¿Sólo pecados sexuales?
  • ¿Sólo pecados contra la justicia?

La familia es el santuario de la vida

230 El amor conyugal está por su naturaleza abierto a la acogida de la vida.512 En la tarea procreadora se revela de forma eminente la dignidad del ser humano, llamado a hacerse intérprete de la bondad y de la fecundidad que proviene de Dios: « La paternidad y la maternidad humanas, aún siendo biológicamente parecidas a las de otros seres de la naturaleza, tienen en sí mismas, de manera esencial y exclusiva, una “semejanza” con Dios, sobre la que se funda la familia, entendida como comunidad de vida humana, como comunidad de personas unidas en el amor (communio personarum) ».513

La procreación expresa la subjetividad social de la familia e inicia un dinamismo de amor y de solidaridad entre las generaciones que constituye la base de la sociedad. Es necesario redescubrir el valor social de partícula del bien común insita en cada nuevo ser humano: cada niño « hace de sí mismo un don a los hermanos, hermanas, padres, a toda la familia. Su vida se convierte en don para los mismos donantes de la vida, los cuales no dejarán de sentir la presencia del hijo, su participación en la vida de ellos, su aportación a su bien común y al de la comunidad familiar ».514

231 La familia fundada en el matrimonio es verdaderamente el santuario de la vida, « el ámbito donde la vida, don de Dios, puede ser acogida y protegida de manera adecuada contra los múltiples ataques a los que está expuesta, y puede desarrollarse según las exigencias de un auténtico crecimiento humano ».515 La función de la familia es determinante e insustituible en la promoción y construcción de la cultura de la vida,516 contra la difusión de una « “anticivilización” destructora, como demuestran hoy tantas tendencias y situaciones de hecho ».517

Las familias cristianas tienen, en virtud del sacramento recibido, la peculiar misión de ser testigos y anunciadoras del Evangelio de la vida. Es un compromiso que adquiere, en la sociedad, el valor de verdadera y valiente profecía. Por este motivo, « servir el Evangelio de la vida supone que las familias, participando especialmente en asociaciones familiares, trabajan para que las leyes e instituciones del Estado no violen de ningún modo el derecho a la vida, desde la concepción hasta la muerte natural, sino que la defiendan y promuevan ».518

Continuar leyendo “La familia es el santuario de la vida”

Ofrenda a Jesús sacramentado

¡Oh Jesús mío! Asisto en espíritu a todos los Santos Sacrificios de las Misas que se celebren en este día sobre toda la tierra, y las ofrezco a las intenciones de tu Corazón y para gloria de tu Santo Nombre.

Te pido, dulce Jesús mío, me concedas para cada uno de mi familia, en cada una de estas Misas, una gota de tu preciosísima Sangre, para satisfacción de nuestros pecados y de las penas que por ellos hemos merecido.

Te pido aún que me concedas por la virtud de cada uno de estos Sacrificios, que sean libertadas todas las ánimas benditas del Purgatorio, los moribundos obtengan misericordia en su agonía y se salven, los pecadores se conviertan y que sean impedidas las ofensas que afligen tan profundamente Tu Divino Corazón.

Jesús mío, en este momento te ofrezco todas las penas, angustias y dolores, que sienta yo hasta el momento de morir; por dejar este mundo que prestaste para mí; pues pasajero soy a tu Divino Reino,

Señor, quisiera llegar contigo con la más grande gratitud y servirte por siempre si así lo deseas.

¡Oh Jesús mío! Estoy presto a morir en la hora, el lugar, y en la manera que os plazca, pero yo no quiero morir sin Ti, sino cerca de tu Divino Corazón y en brazos de Jesús, José y María.

¡Jesús mío, misericordia, amén.

El clero diocesano en la evangelización de América

«El clero secular, escribe Pedro Borges, como grupo, en el caso de América nunca fue considerado propiamente misionero, debido a que fueron pocos y siempre aislados los sacerdotes diocesanos que viajaron al Nuevo Mundo para entregarse a la tarea misional. El viaje lo realizaron muchos, pero aun en el mejor de los casos, su fin no era tanto la evangelización propiamente dicha cuanto la cura pastoral de lo ya evangelizado por los religiosos. Por su parte, la Corona tampoco recurrió a él como a fuerza evangelizadora, salvo en contados casos, cuyo desenlace o no nos consta, o fue positivamente negativo» (AV, Evangelización 593).

Se dieron casos, sin duda, de curas misioneros, y el franciscano Mendieta los señala cuando escribe que «quiso Nuestro Señor Dios poner su espíritu en algunos sacerdotes de la clerecía, para que, renunciadas las honras y haberes del mundo, y profesando vida apostólica, se ocupasen en la conversión y ministerio de los indios, conformando y enseñándoles por obra lo que les predicasen de palabra» (Hª ecl. indiana cp.3). Pero no fueron muchos. Una elevación espiritual, doctrinal y pastoral del clero diocesano no se produjo en forma generalizada sino bastante después del concilio de Trento, y llegó, pues, tardíamente a las Indias en sus frutos misioneros y apostólicos.

En 1778, tratando el Consejo de Indias de «los eclesiásticos seculares» en un informe al rey, dice que «han manifestado siempre poco deseo de ocuparse en el ministerio de las misiones, lo que proviene sin duda de que no se verifique el que ellos se hallen ligados con los votos de pobreza y obediencia, que ejecutan los regulares, necesitando mayores auxilios, y no se ofrecen con tanta facilidad como los religiosos a desprenderse de sus comodidades e intereses particulares y a sacrificarse por sus hermanos» (AV, Evangelización 594).

En cambio entre los obispos de la América hispana, tanto entre los religiosos como los procedentes de la vida secular, laical o sacerdotal, hallamos grandes figuras misioneras, como lo veremos más adelante. Zumárraga, Garcés, Vasco de Quiroga, Loaysa, Mogrovejo, Palafox… son excelentes modelos de obispos misioneros.

El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.

10 falsas razones para casarse

“Por tantas presiones sociales y complejos mentales, muchos toman la decisión equivocada de casarse de afán, porque tocó, por miedo a quedarse solo, o porque simplemente creen que él matrimonio es el único camino a la felicidad, a ser plenos, a vivir la vida…”

Haz click aquí!