La Vocación, 13 de 16, Conocimiento de sí mismo

[Retiro espiritual en el Monasterio de la Inmaculada Concepción, en Floridablanca, Santander, Colombia. Julio de 2013.]

Tema 13 de 16: Conocimiento de sí mismo

* Iniciamos la cuarta y última sección de nuestro retiro espiritualEs fácil asociar el llamado vocacional al primer momento consciente en que uno considera un cierto estilo de vida. Según ese modo de pensar, la vocación “empieza” en esa primera propuesta recibida, o deliberación realizada.

* La verdad es que la vocación no sucede por pura fascinación de una invitación exterior. Es más bien la coincidencia, aunque sea sólo parcial, entre la propuesta exterior y las disposiciones interiores, lo que hace saltar una chispa de alegría y un motivo de esperanza.

* Esto significa que una clave fundamental del camino vocacional es aquello que uno es. Dios empezó a llamarnos no cuando nos dimos cuenta sino cuando él pensó en nosotros, es decir, en cierto modo, desde siempre.

* Como lógica consecuencia, es preciso examinar la propia historia, y buscar el recto conocimiento de sí mismo en Dios, si uno desea definir su camino vocacional, y después avanzar en él con gratitud, alegría y provecho.

La Vocación, 12 de 16, Amor de caridad

[Retiro espiritual en el Monasterio de la Inmaculada Concepción, en Floridablanca, Santander, Colombia. Julio de 2013.]

Tema 12 de 16: Amor de caridad

* El Concilio Vaticano II apunta al corazón de la vida consagrada con el título que ha querido dar al Decreto sobre los institutos religiosos: Perfectae Caritatis. De lo que se trata es siempre, y en primer lugar, de amar.

* Toda forma de consagración dentro de la Iglesia es un llamado del amor y un servicio de amor. Puede decirse que, faltando el amor, se puede todavía empujar una vida de consagración, por lo menos por un trayecto, pero sólo como quien remolca un carro sin motor.

* Ahora bien, no todo amor corresponde al ejemplo y camino propuesto por Cristo. Para su funcionamiento, la sociedad requiere de “amor de transacción” en el cual es natural esperar una contraprestación. Pero Cristo anuncia e instaura el Reino desde el “amor de caridad,” aquel que apunta de modo directo al bien que se quiere propiciar, y no a los merecimientos previos ni a las utilidades futuras.

* Este amor de caridad, o amor de gracia, o amor de misericordia, es el que hace posible la vida de los pequeños, los débiles y los excluidos. Es el tipo de amor que puede verdaderamente volverse al prójimo porque no busca el agrado, ni tampoco juega con la imaginación, sino que se fundamenta en el dato teológico firme y fundamental de la imagen de Dios en el hermano; imagen quizás deformada, oscurecida o sepultada pero siempre presente.

* Lo que amamos en el hermano no es entonces lo que resulte amable de lo que ahora es, sino aquello que llegará a ser precisamente por la acción transformante del amor que Dios le ofrece, por ejemplo, a través nuestro.

La Vocación, 11 de 16, Los verbos de Jesús

[Retiro espiritual en el Monasterio de la Inmaculada Concepción, en Floridablanca, Santander, Colombia. Julio de 2013.]

Tema 11 de 16: Los verbos de Jesús

* Hechos 10,38 condensa la misión de Cristo en estas palabras: “pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal.” Ese dato es punto de referencia y mandato para todo cristiano.

* Los religiosos, sin embargo, deseamos acercarnos más a lo específico de la vida que él llevó. Sobresalen así siete verbos que podemos considerar descriptivos del ser y la misión de Cristo:

(1) Enseñar: lo vemos en su predicación y sus consejos.

(2) Sanar: desde su corazón compasivo, cada curación es expresión de la llegada del Dios que se abaja y se compadece.

(3) Liberar: lo dice expresamente Pedro en su discurso de Hechos 10; las heridas más hondas provienen de la maldad del enemigo del género humano, y sólo liberados de su nefasto poder podemos aspirar el aroma de libertad de los Hijos de Dios.

(4) Orar: Su descanso y la fuerza viva de su ministerio están en la unión con el Padre.

(5) Padecer: No es simplemente aguantar; es detener la cadena de irresponsabilidades y complicidades que transfieren a otros, más inocentes que nosotros, los males que nosotros sufrimos.

(6) Ocultarse: Ser “paisaje” es dar ocasión a otros para que sobresalgan, pero sobre todo para que se sientan acogidos.

(7) Acampar: Acompañar y dejarse acompañar es santificar con el hecho mismo de su existencia–su ser Encarnado–a quienes así pudieron “contemplar su gloria” (Juan 1,14).

La Vocación, 10 de 16, Jesucristo pasó haciendo el bien

[Retiro espiritual en el Monasterio de la Inmaculada Concepción, en Floridablanca, Santander, Colombia. Julio de 2013.]

Tema 10 de 16: Jesucristo pasó haciendo el bien

* Si la vida consagrada es “cercano seguimiento de Cristo,” es preciso acercarse a su misterio para descubrir cuál es su vida, para que sea nuestra.

* En su profunda simplicidad, el deseo de hacer el bien compendia lo mejor del corazón humano. Sirve de criterio para evaluar nuestra presencia en las comunidades o lugares donde estamos: al pasar por este mundo dejamos un rastro o aroma, y hemos de preguntarnos si es el buen olor de Cristo.

* Hemos sido ungidos con el crisma, aceite consagrado y perfumando, en el bautismo y en la confirmación. La vida religiosa es una plenitud de vida bautismal que, en unión con Cristo, hace presente el Reino.

* Pedro, muy cerca de Cristo, no habla de un Cristo “de visita” sino de la verdad de una bondad que brota del ser más íntimo del Señor.

* El Mesías no sólo es auténtico, en el sentido de mostrar exteriormente lo que es interiormente, sino que es verdadero, en el sentido de que su ser interior es conforme con el verdadero querer de Dios, en el cual está siempre nuestra plenitud. Tal ha de ser nuestro ideal.

La Vocación, 09 de 16, Seglares y religiosos

[Retiro espiritual en el Monasterio de la Inmaculada Concepción, en Floridablanca, Santander, Colombia. Julio de 2013.]

Tema 9 de 16: Seglares y religiosos

* La definición más común sobre la esencia de la vida religiosa es “seguimiento de Cristo.” Pero esa expresión requiere de algunas aclaraciones porque se supone que todo discípulo debe ser seguidor del Señor.

* El punto de partida es que el Evangelio es anuncio de gracia que nos llama a sabernos amados por el Padre del Cielo, y que al integrarnos en la comunidad de creyentes, nos da también la fuerza del Espíritu para anunciar e impulsar el Reino de Dios en todo y en todos.

* Al aceptar el Evangelio puede decirse que acogemos el fruto que Cristo ganó para nosotros con su abundante amor particularmente manifiesto y eficaz en la Cruz. Ese fruto recibido es motivo de gratitud y fuente de vida para todos los creyentes, sin distinción alguna.

* Ha querido el Espíritu, sin embargo, que el servicio al Reinado de Dios suceda de modos diversos, pues en efecto ninguna creatura expresa en su perfecta totalidad al Dios infinitamente sabio, compasivo y poderoso. Dos modos principales de vivir la vocación cristiana son:

(1) Hay algunos que se sienten fascinados por el camino o manera que siguió Cristo, en su existencia concreta, hasta darnos ese fruto de salvación. Quienes esto sienten se inclinan hacia la que llamamos “vida consagrada” (aunque el bautismo es la consagración primera y fundante). Los consagrados se convierten así en memoria del misterio de la Encarnación y profecía de lo que un día todos seremos, pues en el Cielo no habrá necesidad de nada distinto al amor y alabanza a Dios.

(2) Otros, en cambio, agradeciendo siempre el fruto de salvación, no fijan su corazón en primer lugar en unirse al modo de vida del Verbo Encarnado sino que anhelan ver la extensión de su reino en las realidades de este mundo, que precisamente ha sido renovado por Él. Tal es la vocación laical.

La Vocación, 08 de 16, Pobreza y comunidad

[Retiro espiritual en el Monasterio de la Inmaculada Concepción, en Floridablanca, Santander, Colombia. Julio de 2013.]

Tema 8 de 16: Pobreza y comunidad

* Pertenece al plan de Dios que seamos incompletos, y a la vez, que recibamos dones, gracias y cosas que no son para que se queden con nosotros. En un sentido somos escasos, y por eso necesitamos de los demás; en otro sentido, abundamos en bienes y dones que otros necesitan de nosotros.

* El plan de Dios es lo opuesto del individualismo que gusta tanto al dios Mercado. El mundo del comercio nos quiere egoístas de modo que nadie comparta y todos tengan que comprar. El Dios verdadero, en cambio, quiere que la vida sea un fluir de bienes, a partir de Él mismo, como fuente que no se niega a nadie sino que es gustoso de darse.

* Ese continuo recibir y compartir es la ley de gracia que hace correr el agua de la vida; en su recorrido se dibuja la obra que el Espíritu, y sólo Él, conoce y de la cual cada uno de nosotros es pequeña parte. Quien pretende ser el primero, el protagonista, es como una “aspiradora” que retiene lo que era para otros, y empobrece el cuadro general que quería Dios.

* Por eso un santo como Francisco habla de desposarse con la “Dama Pobreza,” porque la unión con ese continuo despojo y gratuidad es la clave misma de la fidelidad al Espíritu en cercana y fecunda imitación de Cristo.

La Vocación, 07 de 16, El criterio paulino sobre los dones y vocaciones

[Retiro espiritual en el Monasterio de la Inmaculada Concepción, en Floridablanca, Santander, Colombia. Julio de 2013.]

Tema 7 de 16: El criterio paulino sobre los dones y vocaciones

* La Primera Carta a los Corintios habla con particular abundancia y elocuencia sobre los carismas. Los capítulos 12 a 14 reflejan, en particular, una controversia propia de aquel tiempo, entre el don de lenguas y el don de profecía.

* Lo que solemos entender como “don de lenguas” alude a una experiencia fuerte del amor y la soberanía de Dios; algo tan fuerte que nos deja sin palabras. Un tipo de experiencia así sólo puede hacer bien en quien la recibe.

* Lo que Pablo entiende por “don de profecía” apunta a la conciencia que la comunidad creyente tiene de ser alimentada y sobre todo guiada por un Dios que nunca está lejano ni ajeno. En Efesios 2, Pablo deja ver que, junto a los apóstoles, que dan testimonio fiel del Señor Jesús, están los “profetas” que hacen resonar la voz del Espíritu. De ese modo, el Hijo y el Espíritu reinan entre los creyentes y los conducen a la fidelidad en el amor a Dios Padre.

* En ese contexto, el don de profecía es claramente superior al don de lenguas. no por asunto de cuál es más extraordinario sino porque aquello que construye la unidad en la comunidad decididamente responde mejor y más directamente al plan de Dios. Este criterio paulino ha de considerarse vigente para toda vocación.

La Vocación, 06 de 16, ¿Por qué los carismas?

[Retiro espiritual en el Monasterio de la Inmaculada Concepción, en Floridablanca, Santander, Colombia. Julio de 2013.]

Tema 6 de 16: ¿Por qué los carismas?

* El Espíritu mismo es Don: es uno de sus nombres propios. Es entonces “khárisma,” es carisma. Pero desde su unidad hace posible que la diversidad de las vocaciones florezca y dé fruto, como lo hace la lluvia, que siendo una y la misma, produce tantos efectos benéficos en las diversas plantas, según la comparación de San Basilio Magno.

* ¿Por qué el Espíritu obra de modos tan diversos? Porque los seres humanos somos diversos, claro está, pero también porque en nosotros son diversas las necesidades.

* Necesitamos, por ejemplo, que nuestra inteligencia sea iluminada, así como también necesitamos que nuestra voluntad sea sanada, fortalecida e incluso movida por el mismo Espíritu.

* De particular importancia son los dones de ciencia (que nos permite reconocer el paso de Dios en la naturaleza y la historia) y el de entendimiento (que cautiva nuestro corazón con la verdad luminosa de la Palabra).

* Ciertamente necesitamos el auxilio de un aliado (Paráclito) tan poderoso. Basta meditar en las muchas estrategias y la temible audacia traidora del espíritu malo, que como león rugiente ronda buscando a quien devorar (véase 1 Pedro 5,8-9). Es preciso conocerse a sí mismo, e identificar las principales debilidades, pero sería necio fiarse de las propias fuerzas. El discernimiento y la fuerza del Espíritu no son un adorno: son nuestra única esperanza de victoria.

La Vocación, 05 de 16, La obra del Espíritu

[Retiro espiritual en el Monasterio de la Inmaculada Concepción, en Floridablanca, Santander, Colombia. Julio de 2013.]

Tema 5 de 16: La obra del Espíritu

* Iniciamos aquí la segunda sección de nuestro retiro. Vistos los aspectos más personales, conviene dirigir la atención a la dimensión comunitaria.

* La Iglesia misma nace de la Palabra, que adviene a nosotros desde fuera, por el testimonio apostólico, y nace también del Espíritu, que en cierto modo brota como desde dentro de uno mismo y que se experimenta como testimonio interior, que persuade y mueve.

* La Iglesia es la gran vocacionada, y toda vocación ha de leerse según el modelo de la Iglesia. No ha sido llamada por intereses o conveniencias, sino que es la voz de Dios la que la levanta y alimenta. En esto se diferencia de toda otra forma de asociación humana.

* La grandeza de la obra del Espíritu es que nos revela el bien de Dios como bien propio nuestro, y cambia además nuestro gusto y paladar para que, como dice la oración, “gustemos siempre el bien y gocemos de su consuelo.”

* Por eso sólo el Espíritu nos da inteligencia profunda de los mandamientos divinos, así como de las leyes y costumbres de la Iglesia. Sólo Él nos permite ser fieles en libertad y libres en fidelidad.

La Vocación, 04 de 16, Unidad y plenitud

[Retiro espiritual en el Monasterio de la Inmaculada Concepción, en Floridablanca, Santander, Colombia. Julio de 2013.]

Tema 4 de 16: Unidad y plenitud

* La secuencia de experiencias, luchas, victorias, a veces caídas, que suceden en el camino vocacional, no puede ser una colección de recuerdos yuxtapuestos. Hay una historia que vamos construyendo; un relato que abarca todos los pequeños relatos. Es necesario aspirar a la unidad interior, única garantía posible de paz interior estable.

* La unidad se afianza en el alma con la firmeza de un trípode: sabiduría, amor y fruto perdurable.

(1) Es sabio sacar la enseñanza de cada experiencia, y sobre todo, recoger de cada una las señales de la presencia de Dios. Este ejercicio nos va ayudando a conocernos, aceptarnos, admitir errores y crecer en la confianza de la providencia divina.

(2) La bondad ha de convertirse en el lenguaje que hace serena la vida, como decía el Beato Juan XXIII. y esa serenidad en buena parte surge de no tener que acomodar el lenguaje a circunstancias de modo, intereses de momento, o rencillas antiguas. El amor expresa lo mejor de uno mismo y a la vez congrega los bienes parciales que uno ha encontrado en el camino.

(3) Fruto perdurable (véase Juan 15) es aquel que tiene su raíz y cimiento en Cristo. Él es “el que vive;” el que ha vencido a la muerte; el que era, es y ha de venir. La vocación alcanza unidad en la medida en que centra todo esfuerzo en unirse y unir a todos en Cristo.

La Vocación, 03 de 16, Obstáculos y frenos

[Retiro espiritual en el Monasterio de la Inmaculada Concepción, en Floridablanca, Santander, Colombia. Julio de 2013.]

Tema 3 de 16: Obstáculos y frenos a la vocación

* El camino de respuesta a Dios encuentra siempre dificultades y hay que superar muchas pruebas para entrar al Reino de Dios (véase Hechos 14,22). Estas dificultades pueden ser extrínsecas (a la vocación) o intrínsecas.

* Las dificultades extrínsecas pueden ser externas o internas.

(1) Son obstáculos externos: la mentalidad del mundo, que llena de ruido el alma con todo tipo de promesas vacías; los malos consejos de personas cercanas, que nos invitan a ponernos en primer lugar a nosotros mismos o que nos desaniman en los buenos propósitos.

(2) Son obstáculos internos, pero extrínsecos a la vocación: el atractivo del pasado, sea por los recuerdos o por la curiosidad de lo que uno no ha vivido; los temores hacia el futuro y la falsa necesidad de controlarlo todo.

* Las dificultades intrínsecas son las que atentan con las raíces mismas de la vocación, en la tensión dialéctica entre temor y amor, según se explicó.

(1) La falta de temor de Dios proviene de una incapacidad de admirar, o de una tendencia a considerar verdadero sólo lo verificable por los sentidos o lo racionalmente comprensible.

(2) La falta de acoger el amor suele provenir del peso de una culpa muy grande, o a veces de una muy baja autoestima.

* Por supuesto, la victoria sobre estas tentaciones y obstáculos radica en volver a la fuente de santo temor y amor. Por eso hay que “volver a ser como niños” para entrar al Reino de los Cielos (véase Mateo 18,3).

La Vocación, 02 de 16, Inadecuado pero enamorado

[Retiro espiritual en el Monasterio de la Inmaculada Concepción, en Floridablanca, Santander, Colombia. Julio de 2013.]

Tema 2 de 16: Crecer es saberse inadecuado y enamorado

* La sensación de temor reverencial que marca el inicio de un llamado vocacional no debe quedar como un hecho aislado o una anécdota. Ha de convertirse en conciencia plena y creciente de la desproporción entre el don recibido y la falta de méritos propios.

* He aquí la esencia de la fidelidad y la del voto pobreza: aquel que no se siente nunca dueño, permanece pobre y disponible; aquel que habita en el don recibido cultiva la gratitud, la alegría y es fiel.

* Así como el temor madura en la dirección de la pobreza y la disponibilidad, así también el entusiasmo inicial ha de madurar hacia una relación de verdadero amor, que reserva espacio y cuida los detalles con el Amado.

La Vocación, 01 de 16, El comienzo y las señales

[Retiro espiritual en el Monasterio de la Inmaculada Concepción, en Floridablanca, Santander, Colombia. Julio de 2013.]

Tema 1 de 16: El comienzo y las señales de la vocación

* Cuando hablamos de vocación hablamos de llamado, y por consiguiente, de una voz y de uno que llama. El que llama es Dios, y su voz no es un accidente ni cosa de un instante sino guía que acompaña el camino.

* En ese sentido, la vocación sólo existe como proceso de propuesta y respuesta: de diálogo continuo entre Dios y el hombre.

* La plenitud de la vocación sucede en el llamado último, que es aquel que nos conducirá a la gloria del cielo: “Venid, benditos de mi Padre…” (Mateo 25).

* En su origen, la vocación combina hermosamente el santo temor y el santo amor. Temor, que expresa la sensación de ser “desbordado” o “abrumado” por una belleza, santidad, verdad, que supera lo conocido y aun lo imaginado. Amor, que invita a la cercanía y la confianza.