Dios nunca fracasa.
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Alimento del Alma: Textos, Homilias, Conferencias de Fray Nelson Medina, O.P.
Dios nunca fracasa.
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Lázaro se salva sin hacer nada especial; el rico se condena llevando una vida alegre y sin hacer daño a nadie. ¿Cómo entenderlo?
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SOLEMNIDAD DE SAN JOSÉ, ESPOSO DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA
Aquel que recibió de Dios el encargo de custodiar a Cristo, cuida con esmero al Cristo Total, que es la Iglesia en su plenitud.
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Aunque hubiera originalmente motivaciones razonables y buenas en escribas y fariseos, la incoherencia y la vanidad arruinaron sus proyectos de vida.
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No juzgar no quiere decir que uno no distinga lo bueno de lo malo, sino que uno no asuma el papel de juez que define el futuro y destino de otros.
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DOMINGO II DE CUARESMA, CICLO A
Los domingos de cuaresma reflejan, a su modo, lo que es la vida cristiana entera.
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Siendo tan diminutos como somos ante Dios, ¿por qué Cristo nos pide que seamos perfectos como el Padre Celestial?
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Lo que Cristo pide de nosotros, en cuanto a la reconciliación con los hermanos, es nuestro empeño sincero, no necesariamente lo que logremos conseguir.
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La verdadera oración de petición no se concentra en lo que quiere conseguir sino en Aquel de quien espera y confía recibir.
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¿En qué supera exactamente Cristo a Salomón, y en qué va más allá de Jonás?
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Perdonar es soltar; al soltar a los que nos han ofendido, los entregamos al poder y la sabiduría de Dios.
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[Predicación para un grupo de laicos en la Parroquia de Kariya, Japón, en Marzo de 2014.]
* La experiencia de Israel en el desierto es tipo de la experiencia del cristiano: así como ellos peregrinaban hacia la tierra prometida, así nosotros hacia la Casa del Padre, donde Cristo nos prepara morada perpetua.
* Si ellos soportaron la dureza del desierto, nosotros enfrentamos la dureza de un mundo en que la esperanza se ha vuelto escasa. Es difícil encontrar quien piense que el futuro será mejor que el presente. Este oscuro presentimiento sobre el pasado se cierne sobre la política y la economía, no menos que sobre la ecología o la estabilidad de la familia.
* La Plegaria Eucarística IV del Misal Romano dice que Dios educó a su pueblo en la esperanza a través de los profetas. ¿Cómo puede suceder eso, si lo que vemos en la Biblia es gente hecha del mismo barro que nosotros?
* Ante todo, conviene recordar que la esperanza es incompatible con la fantasía, si por fantasía entendemos la huida o la negación de la realidad. La esperanza sólo tiene posibilidad de nacer en la tierra de la realidad y la verdad.
* De hecho, la esperanza brota a partir de DOS VERDADES: (1) La verdad de lo que soy, y de lo que he hecho–y ello implica, la realidad del pecado cometido. (2) La verdad de lo que Dios es, y de lo que hace conmigo, sabiendo quién soy–y ello implica la verdad de su perdón que sana, corrige y restaura.
* Si uno evita esas dos verdades, se vuelve cínico. Si uno acepta la primera pero no la segunda, cae en desesperación. Si uno acepta las dos verdades, descubre la propia miseria y la misericordia divina, y sobre ese doble descubrimiento, cimienta, como sobre roca, una visión realista y a la vez positiva sobre el futuro: así brota y se fortalece la esperanza.
[Reflexión ofrecida a un grupo de laicos en la Parroquia de Shibuya, Tokio, en Marzo de 2014.]
* La cuaresma nos pone en la ruta del misterio pascual. Hay que tener presente, sin embargo, que el encuentro con la pasión, muerte y resurrección de Cristo no es algo “automático.” Al contrario, quien siente ajena la muerte de Cristo también sentirá ajena e irrelevante su victoria.
* La resurrección no es una noticia que afecta lo que va a ser de mí después de que muera. Las convicciones sobre qué implica morir cambian la manera como uno vive. Para aquel que mira la muerte como un final, la entrega de sí mismo es imposible por absurda.
* Para un cristiano, el sentido de la vida no puede deducirse sólo del breve tiempo en que uno vive. La resurrección nos traslada a un espacio de significado que trasciende el tiempo, y que también trasciende al individuo como tal: mi vida, mi esfuerzo, mi esperanza adquieren sentido en cuanto soy parte de un “arco” que comienza en la Pascua de Cristo, y que abarca los siglos hasta completarse en su retorno glorioso.
* Surge una objeción: ¿Y qué pasa con otras “propuestas,” es decir, con otros “arcos” que también son milenarios, algunos de los cuales han antecedido al cristianismo, como es el caso con algunas culturas asiáticas: Indica, China, Japón? El examen de esas culturas, aunque asombroso desde el punto de vista humano, nos lleva a una conclusión: cada una lucha por su propia gloria, en términos de liderazgo, honor o incluso beneficio. En el esquema global de los siglos no pueden garantizar otra cosa sino contiendas por el primer lugar. El cristianismo es diferente.
* La propuesta cristiana, en efecto, no apunta a la gloria de un pueblo sino al bien de todos los pueblos. Y hay otra diferencia: la Cruz de Cristo mira a la “patria común” de la humanidad, es decir a las realidades profundas y más universales del dolor, las carencias, las contradicciones internas, la muerte misma. En este sentido, el “arco cristiano” abarca toda propuesta cultural, sea breve o extensa en el tiempo.
* Una consecuencia de esa realidad de la predicación cristiana es que evangelizar en Asia no es simplemente anunciar un cambio moral de un individuo: sólo la presentación del “arco” cristiano puede invitar a dejar, por insuficientes, los milenarios “arcos” culturales que son orgullo de cada pueblo. Esto implica necesariamente un cambio, en términos de humildad, caridad, alegría y esperanza, para quienes anuncian el nombre de Cristo en esta parte del mundo, y en el fondo, un replanteamiento que debe llevar a la Iglesia a verse de modo diverso a sí misma y su misión.
La dificultad para reconocer a Cristo hace que nuestro amor sea menos interesado y por consiguiente más próximo al Evangelio.
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DOMINGO I DE CUARESMA, CICLO A
El desierto como lugar que libera de ídolos.
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No puede descubrirse el regalo de la misericordia si uno no descubre que la necesita.
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