El Sabio y el Rey

La forma de decir las cosas puede cambiar el ánimo y disposición de quienes te escuchan.

Un Rey soñó que había perdido todos los dientes. Después de despertar, mandó llamar a un Sabio para que interpretase su sueño.

– ¡Qué desgracia mi señor! – exclamó el Sabio – Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de vuestra majestad.

– ¡Qué insolencia! – gritó el Rey enfurecido – ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí!

Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos.

Más tarde ordenó que le trajesen a otro Sabio y le contó lo que había soñado. Este, después de escuchar al Rey con atención, le dijo:

– ¡Excelso señor! Gran felicidad os ha sido reservada. El sueño significa que sobrevivirás a todos vuestros parientes.

Se iluminó el semblante del Rey con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro.

Cuando éste salía del Palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado:

– ¡No es posible! La interpretación que habéis hecho de los sueños es la misma que el primer Sabio. No entiendo porque al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro.

– Recuerda bien amigo mío – respondió el segundo Sabio – que todo depende de la forma en el decir… uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender a comunicarse.

De la comunicación depende, muchas veces, la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra. Que la verdad debe ser dicha en cualquier situación, de esto no cabe duda, mas la forma con que debe ser comunicada es lo que provoca en algunos casos, grandes problemas.

La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la envolvemos en un delicado embalaje y la ofrecemos con ternura, ciertamente será aceptada con agrado.

El Pescador

Un hombre adinerado pasaba las horas en un lago contiguo a su a su mansión. Cada día, veía en aquel lugar a un hombre muy pobre que vivía en una choza tambaleante.

Pescaba con un palo y una cuerda. Lo hacia casi una hora; pocas veces conseguía mas de dos pescados. Entonces se iba a su casa.

El tiempo pasaba y frustrado de tanto meditar, el rico se acercó al pobre:

-Disculpe, por favor, pero hemos pescado en este lugar por mucho tiempo, y siento curiosidad. Usted viene aquí diariamente, logra pescar muy poco y luego se dirige a su casa. Sólo me pregunto por qué no se queda un poco más de tiempo. Mire, si usted se queda cada día una o dos horas más, podría vender en la ciudad el pescado que le sobre. Conseguiría dinero suficiente para adquirir un vara mejor, y así tener una pesca considerable y tal vez pueda hacerse de un bote y una red. Pescaría aun más y podría hasta contratar un hombre y un bote adicional. Pronto no tendría que estar en el agua todo el día, sino que llegaría a ser el propietario de una gran empresa, la cual le dejaría gran cantidad de dinero. Entonces, fácilmente pasar sus días pescando sólo el tiempo que desee, haciendo lo que le plazca y sin preocupaciones.

Pero hombre, no entiendo -dijo el hombre pobre- ¡eso es precisamente lo que hago!

El Aborto…

El profesor pidió silencio y la total atención de la clase.

“Damas y caballeros, comenzó, pronto serán doctores. Ahora, vamos a suponer que tienen frente a ustedes a una pareja que necesita consejos. El esposo tiene sífilis y la esposa tiene tuberculosis. Ellos tienen 4 hijos que viven: uno es ciego, otro es sordo y mudo, otro tiene tuberculosis y el cuarto está deforme; ahora la madre está esperando de nuevo. Ambos el esposo y la esposa aceptan la posibilidad de un aborto, pero les dejan la decisión final a ustedes.”

“Doctores, ¿qué les aconsejarían? Bajo tales circunstancias, ¿deberían tener el aborto?”

Se dejó que la clase tuviera unos minutos para meditarlo y luego se hizo una votación.

La mayoría de los estudiantes estaban en favor del aborto en dichas circunstancias.

“Felicidades, dijo el profesor a los estudiantes, acaban ustedes de abortar a BEETHOVEN!…..

Muchas veces nos hacemos “dueños” del destino de otros pues en nuestra muy reducida mente no puede caber que algo predeterminado pueda tener provecho alguno, por lo que pensamos que lo mejor es lo que nosotros pensamos en nuestra pequeñez.

Recordemos aquellas palabras “Lo que para el hombre es imposible es posible para Dios”.

Así que debemos dejarnos de tratar de encajar todo en nuestra “lógica” y confiar en aquel para quién todo es posible.

Dos Hombres Fueron Condenados

Dos hombres fueron condenados. La sentencia consistía en que en un día determinado, en veinte años, sería torturados lentamente hasta la muerte.

Al escuchar la sentencia, el más joven se retorció de la pena y del dolor, y a partir de ese día, cayó en una profunda depresión.

“¿Para qué vivir?” se preguntaba, “si de todas maneras van a arrebatarme la vida, y de una manera inconcebiblemente terrible?” Desde ese día nunca fue el mismo. Cuando alguno de sus cercanos, compadecido por su estado, le ofrecía apoyo para tratar de alegrarlo, respondía rencorosamente diciendo:

– Claro, como tú no tienes que cargar mis penas, todo te parece fácil. En otras ocasiones también replicaba:

– Tú no sabes lo que sufro, no es posible que me entiendas… Y, a veces, gritaba: – ¿Para qué me esfuerzo? Si de todas formas…

Y así, poco a poco, el hombre se fue encerrando en su amarga soledad y murió mucho antes de que se cumpliera el plazo de los veinte años.

El otro hombre, al escuchar la sentencia, se asustó y se impresionó, sin embargo a los pocos días resolvió que, como sus días estaban contados, los disfrutaría.

Con frecuencia afirmaba: Voy a agradecer con intensidad cada día que me quede. Y, en vez de alejarse de los demás, decidió acercarse y disfrutar a los suyos, para sembrar en ellos lo mejor de sí. Cuando alguien le mencionaba su condena, respondía en broma:

– Ellos me condenaron, yo no me voy a condenar sufriendo anticipadamente y, por ahora, estoy vivo.

Fue así que, paulatinamente, se convirtió en un hombre sabio y sencillo, conocido por su alegría y su espíritu de servicio. Tanto, que mucho antes de los veinte años, le fue perdonada su condena.

El 99% de tus miedos no se realizarán; disfruta la libertad de ser feliz. La verdadera libertad no está en lo que haces, sino en la forma como eliges vivir lo que haces, y sólo a tí te pertenece tal facultad.

¿Cuál es tu naturaleza?

Había una vez, un maestro oriental que vio cómo un alacrán

se estaba ahogando. Decidió sacar al animalito del agua,

pero cuando lo hizo, el alacrán lo picó.

Ante el dolor lo soltó, por lo que el animal de nuevo se

estaba ahogando… entonces intentó sacarlo y otra vez lo volvió a picar.

La escena se repitió varias veces: Sacarlo del agua, ser picado y soltarlo.

Alguien que observa le dice:

– “Cómo es terco usted!! No entiende que cada vez que lo saque del agua lo va a picar??”.

Entonces, el maestro oriental le respondió:

– “La naturaleza del alacrán, que es picar… no va a cambiar mi naturaleza, que es ayudar”.

Cómo templar el acero

Durante muchos años un herrero trabajó con ahínco, practicó la caridad, pero, a pesar de toda su dedicación, nada perecía andar bien en su vida; muy por el contrario sus problemas y sus deudas se acumulaban día a día. Una tarde, un amigo que lo visitaba, y que sentía compasión por su situación difícil, le comentó: “Realmente es muy extraño que justamente después de haber decidido volverte un hombre temeroso de Dios, tu vida haya comenzado a empeorar. No deseo debilitar tu fe, pero a pesar de tus creencias en el mundo espiritual, nada ha mejorado”.

El herrero no respondió enseguida, él ya había pensando en eso muchas veces, sin entender lo que acontecía con su vida, sin embargo, como no deseaba dejar al amigo sin respuesta, comenzó a hablar, y terminó por encontrar la explicación que buscaba. He aquí lo que dijo el herrero:

“En este taller yo recibo el acero aún sin trabajar, y debo transformarlo en espadas. ¿Sabes tú cómo se hace esto? primero, caliento la chapa de acero a un calor infernal, hasta que se pone al rojo vivo, enseguida, sin ninguna piedad, tomo el martillo más pesado y le aplico varios golpes, hasta que la pieza adquiere la forma deseada, luego la sumerjo en un balde de agua fría, y el taller entero se llena con el ruido y el vapor, porque la pieza estalla y grita a causa del violento cambio de temperatura.

Tengo que repetir este proceso hasta obtener la espada perfecta, una sola vez no es suficiente. ”

El herrero hizo una larga pausa, y siguió: “A veces, el acero que llega a mis manos no logra soportar este tratamiento. El calor, los martillazos y el agua fría terminan por llenarlo de rajaduras. En ese momento, me doy cuenta de que jamás se transformará en una buena hoja de espada y entonces, simplemente lo dejo en la montaña de fierro viejo que ves a la entrada de mi herrería”.

Hizo otra pausa más, y el herrero terminó: “Sé que Dios me está colocando en el fuego de las aflicciones. Acepto los martillazos que la vida me da, y a veces me siento tan frío e insensible como el agua que hace sufrir al acero. Pero la única cosa que pienso es: Dios mío, no desistas, hasta que yo consiga tomar la forma que Tú esperas de mí. Inténtalo de la manera que te parezca mejor, por el tiempo que quieras, pero nunca me pongas en la montaña de fierro viejo de las almas”.

El Árbol de los Deseos

Un viajero muy cansado se sienta bajo la sombra de un árbol sin imaginarse que iba a encontrar un árbol mágico,

“El Árbol que realiza los deseos”.

Sentado sobre la tierra dura, el pensaba que sería muy agradable encontrarse una cama mullida. Al momento, esta cama apareció al lado suyo.

Asombrado el hombre se instaló y dijo que el colmo de la dicha sería alcanzado, si una joven viniera y masajeara sus piernas tullidas. La joven apareció y lo masajeó muy agradablemente.

– Tengo hambre, -dice el hombre,- y comer en este momento sería con seguridad, una delicia.

Una mesa surgió, cargada con alimentos suculentos.

El hombre se alegra. Come y bebe. Su cabeza se inclina un poco. Sus párpados, por la acción del vino y la fatiga, se cierran. Se dejó caer a lo largo de la cama y pensaba ahora en los maravillosos eventos de este extraordinario día.

– Voy a dormir una hora o dos -se dice él-. Lo peor sería que un tigre pasara por aquí mientras duermo.

Un tigre aparece enseguida y lo devora.

Usted tiene en si mismo un Árbol de deseos que espera sus órdenes.

Pero cuidado, el también puede realizar sus pensamientos negativos y sus temores. Este es el mecanismo de las preocupaciones que nos bloquean.

Yo le deseo, de todo corazón, una vida libre de preocupaciones, de pensamientos negativos y temores… en la bendición de Dios!

Algo muy grave sucederá en este pueblo…

Imagínese usted un pueblo muy pequeño donde hay una señora que tiene dos hijos, uno de 17 y una hija de 14. Está sirviéndoles el desayuno con una expresión de preocupación en su rostro. Los hijos le preguntan qué le pasa y ella les responde: “No sé, pero he amanecido con el presentimiento de que algo muy grave va a sucederle a este pueblo”.

El hijo se va a jugar al billar, y en el momento en que va a tirar una carambola sencillísima, el otro jugador le dice: “Te apuesto un peso a que no la haces”. Todos se ríen. El se ríe. Tira la carambola y no la hace. Paga su peso y todos le preguntan qué pasó, si era una carambola sencilla. Y él contesta: “es cierto, pero me he quedado preocupado por algo que me dijo mi madre esta mañana sobre algo grave que va a sucederle a este pueblo”.

Todos se ríen de él, y el que se ganó su peso regresa a casa, donde está con su mamá. Feliz con su dinero dice:- Le gané este peso a Dámaso de la forma más sencilla porque es un tonto.

– ¿Y porqué es un tonto?

– Porque no pudo hacer una carambola sencillísima preocupado porque su mamá amaneció hoy con la idea de que algo muy grave va a suceder en este pueblo.

Y su madre le dice:

– No te burles de los presentimientos de los mayores porque a veces se hacen realidad…

Una pariente oye esto y va a comprar carne. Le pide al carnicero: “Deme un kilo de carne”, y en el momento que la está cortando, le dice “mejor córteme dos, porque andan diciendo que algo grave va a pasar y lo mejor es estar preparado”.

El carnicero despacha su carne y cuando llega otra señora a comprar le dice: “mejor lleve dos kilos porque hasta aquí llega la gente diciendo que algo muy grave va a pasar, y se están preparando y comprando cosas”. Entonces la señora responde: “Tengo varios hijos, mejor deme cuatro kilos…” Se lleva los cuatro kilos, y para no hacer largo el cuento, diré que el carnicero en media hora agota la carne, mata a otra vaca, se vende toda y se va esparciendo el rumor.

Llega un momento en que toda la gente en el pueblo, está esperando que pase algo. Se paralizan las actividades y de pronto a las dos de la tarde alguien dice:

– ¿Se han dado cuenta del calor que está haciendo?

– ¡Pero si en este pueblo siempre hizo calor! Tanto calor que los músicos tenían instrumentos remendados con brea y tocaban siempre a la sombra porque si tocaban al sol se les caían a pedazos.

– Sin embargo -dice uno-, a esta hora nunca hizo tanto calor.

– Pero a las dos de la tarde es cuando hace más calor.

– Sí, pero no tanto calor como ahora.

Al pueblo desierto, a la plaza desierta, baja de pronto un pajarito y se corre la voz: “Hay un pajarito en la plaza”. Y viene todo el mundo espantado a ver el pajarito.

– Pero señores, siempre hay pajaritos que bajan.

– Sí, pero nunca a esta hora.

Es tal la tensión de los habitantes del pueblo, que todos están desesperados por irse y no tienen el valor de hacerlo.

– Yo que soy muy macho -grita uno- Me voy.

Agarra sus muebles, sus hijos, sus animales, los mete en una carreta y atraviesa la calle central donde todo el pueblo lo ve. Hasta que los demás dicen: “Si este se atreve, pues nosotros también nos vamos”. Y empiezan a desmantelar literalmente el pueblo. Se llevan las cosas, los animales, todo.

Y uno de los últimos que abandona el pueblo, dice: “Que no venga la desgracia a caer sobre lo que queda de nuestra casa”, y entonces la incendia y otros incendian también sus casas.

Huyen en un tremendo y verdadero pánico, como en un éxodo de guerra, y en medio de ellos va la señora que tuvo el presentimiento y le dice a su hijo : “¿Viste mi hijo, que algo muy grave iba a suceder en este pueblo?”.

Este Cuento fue narrado verbalmente, -y grabado-, en un Congreso de escritores por Gabriel García Marquez : “Para que vean cómo cambia cuando lo escriba”, y fue publicado por la Revista Mexicana El Cuento.

¿Te imaginaste en la historia? Estamos en ella todos los días desde hace un tiempo.- El efecto “bola de nieve” creo que hoy lo conocemos todos. Una persona puede ser generadora de una idea magnífica como así también ser el primer eslabón de una cadena que lleve a los demás a un estado de pánico o a un estallido general.

El hombre debe pensar antes de hablar y el receptor debe aprender también a escuchar. En la actualidad tanto el hombre como los medios de comunicación suelen atraer al público no por mostrar lo bello o el lado positivo de la vida, sino todo lo contrario. De un granito de arena en contados minutos nos encontramos con un médano. Sucede en la familia, en los trabajos y hoy lo vemos en los países en crisis.

Hay algo que debemos aprender de todo esto: El efecto “bola de nieve” es peligroso cuando el copo que dio lugar a la bola apunta a algo negativo. Si no tomamos ese copo, si lo desechamos antes de darle curso podemos salvar a otros de su efecto y salvarnos.

La mente es un arma poderosa. Desde diferentes medios hoy estamos expuestos a recibir información que además de desarmonizarnos, nos llenan de incertidumbre, de temor y de miedo.

Hoy más que nunca el hombre debe protegerse, debe cerrarse ante los comentarios malintencionados, debe aprender a no dejar que las malas noticias lo invadan y por sobre todo debe aprender a no temer, a no actuar en masa, a no dejarse llevar por las ideas de otro si no está de acuerdo con ellas.

“La mejor manera de combatir el mal, es un enérgico progreso en el sentido del bien”…entonces… ¿Por qué dejamos que un copo de nieve se sume a otro y a otro y a otro si sabemos que con esa bola de nieve solo vamos a lograr algo negativo? No será hoy el momento de cambiar y de aplicar esa frase que encierra el gran secreto de cómo construir un mundo mejor.

En la familia, en los trabajos, en los países y por sobre todo en la vida hagamos crecer una bola de nieve pero que lleve paz, amor y por sobre todo estrellas de esperanza para que a su paso todo se ilumine y el hombre sea cada día mejor.

Aguas de locura

En cierta ocasión previno Dios al pueblo de un terremoto que habría de tragarse las aguas de toda la tierra. Y las aguas que reemplazarían a las desaparecidas habrían de enloquecer a todo el mundo. Tan sólo el profeta se tomó en serio a Dios. Transportó hasta la cueva de su montaña enormes recipientes de agua, de modo que no hubiera ya de faltarle el líquido elemento en los días de su vida.

Y efectivamente, se produjo el terremoto, desaparecieron las aguas y una nueva agua llenó los arroyos y los lagos y los ríos y los estanques.

Algunos meses más tarde bajó el profeta de su montaña a ver lo que había ocurrido. Y era verdad: todo el mundo se había vuelto loco y le atacaba a él y no quería tener nada que ver con él. Y hasta se convenció todo el mundo de que era él quien que estaba loco. Así pues, el profeta regresó a su cueva de la montaña, contento por haber tenido la precaución de guardar agua. Pero, a medida que transcurría el tiempo, la soledad se le hacía insoportable. Anhelaba tener compañía humana. De modo que descendió de nuevo a la llanura. Pero nuevamente fue rechazado por la gente, tan diferente de él. Entonces el profeta tomó su decisión: Tiró el agua que había guardado, bebió del agua nueva y se unió a sus semejantes en su locura.

Reflexión:

Muchas veces por temor a la soledad solemos unirnos a los demás aún cuando nos damos cuenta que sus actitudes, sus formas de pensar, de hablar o de ser no nos son gratas o no coinciden con las nuestras. Y así nos entregamos a vivir la vida copiando modelos de otras personas y no respetando nuestro interior. Pero nos pasa a diario que nos sentimos acompañados pero vacios y que si bien estamos rodeados de gente seguimos sintiendonos solos. Si optamos por quedarnos solos hay quienes juzgan mal esa soledad y creen que el problema está en nosotros, que en algo fallamos cuando no tenemos amistades, que no somos “normales”. Con el lema de “la unión hace la fuerza” en estos tiempos vemos cómo muchos son cómplices de atentados, de secuestros y demás, pero también podemos ver que hay uniones positivas y son aquellas que buscan destacarse en la ayuda, la solidaridad y el hacer el bien a los demás.

Cuando escapamos de nuestra soledad tenemos que tener ciertos cuidados: tratemos de acercarnos a quienes pueden ayudarnos a ser mejores personas. Tratemos de no ser parte de una masa y por sobre todo de no usar un uniforme que nos haga perder nuestra verdadera identidad.

SEAMOS FIELES A “SUS” ENSEÑANZAS.

Para Ser Feliz

HUMILDAD. Pide cuando te falta, pregunta cuando no sabes, despójate de la pretensión de ser el más listo, el más rápido. Despójate de la pretensión de ser perfecto y encontrar perfectos a los demás.

INCERTIDUMBRE. Bendice la oscuridad del futuro porque es muy probable que si vieras desde hoy todos las adversidades que pueden llegar a sucederte, quedarías paralizado. Cuando llegues a cada río, si te lo propones, encontrarás cómo cruzarlo.

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La Misión De Las Manos

“Quien cultiva su tierra, se hartará de pan; quien persigue sombras, es un imbécil” (Proverbios 12, 11)

No tenemos en nuestras manos las soluciones para los problemas del mundo. Pero frente a los problemas del mundo, tenemos nuestras manos. Cuando el Dios de la historia venga, nos mirará las manos.

El hombre de la tierra no tiene el poder de suscitar la primavera. Pero tiene la oportunidad de comprometer sus manos con la primavera. Y es así que la primavera lo encuentra sembrando. Pero no sembrando la primavera; sino sembrando la tierra para la primavera. Porque cada semilla, cada vida que en el tiempo de invierno se entrega a la tierra, es un regalo que se hace a la primavera. Es un comprometer las manos con la historia.

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No Es Una Carrera…

No tomes a la vida como una carrera. No es la vida una competencia hacia una meta de llegada. Dios no quiere que llegues a El por lógica inercia o con apuros fanáticos. No quiere que al final de la vida digas: “solo se trataba de esto y nada más”. No.

La vida es más que la suma de seres vivos, la vida es un tesoro compartido, un brillante tiempo que ilumina al universo mismo en cuanto te ha sido dada, porque allí es donde nace la esperanza, donde hay un soplo de vida cálido, un soplo de eternidad.

La vida es la sonrisa de una madre en el recuerdo, es la palabra y la mirada de nuestro padre, llena de comprensión y misterio que nos habla en algún rincón de la memoria. La vida es saber disfrutar y compartir el cariño inmenso que nos rodea cuando estamos en familia. Lo comprobamos en alguna fiesta, cuando nace un nuevo integrante, cuando se casa un pariente. Los ojos llenos de esperanzas, la piel fresca de alegría. La vida es un abrazo temprano a quienes queremos y un beso sincero en el encuentro.

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