La virtud de la FORTALEZA nos llama a emprender el camino, muchas veces arduo, de construir comunidad. En efecto, no es este un camino que se dé espontáneamente y como por sí mismo, ni tampoco le faltan los obstáculos. Necesitaremos de esta virtud para mantener el saludable equilibrio emocional, así como para resistir a las presiones del miedo o de la manipulación, incluso por parte de la propia familia. La TEMPLANZA regula nuestros apetitos y deseos tanto en los alimentos como en la afectividad y la sexualidad. La práctica de esta virtud nos lleva por un camino de discreta penitencia y abnegación que no da paso fácilmente al orgullo y que nos educa para llegar a virtudes más altas. Además, la templanza tiene que ver con salir de nuestra comodidad y carnalidad, es decir, aquella zona de confort en la que estamos a gustó pero no avanzamos.
El valor de la sobriedad
Comunion y Comunidad, 09 de 10
Comunion y comunidad en Cristo. Retiro espiritual en el Monasterio de las Dominicas de Lerma. Tema 9 de 10: Virtudes Humanas, 2a. parte.
FORTALEZA
– Tiene dos aspectos la fortaleza: acometer y resistir. Esto segundo, e smucho más difícil, en la vida espiritual, porque implica vencer tentaciones, ser constante y alcanzar la persevrancia. El arte no es comenzar con entusiasmo sino perseverar con dedicación.
– Perseverar implica darse cuenta que el demonio es inteligente y paciente. El pecado sabe disfrazarse de mil modos, hasta el punto que personas de gran valía y preparación han terminado diciéndose mentiras por seguir su propio camino lejos de la Iglesia. Ejemplos: M. Lefebvre decía ser fiel a la “Roma Eterna” y muchos progresistas herejes dicen ser fieles al “espíritu del concilio.”
– La respuesta es perseverar con una firme y consciente resolución de permanecer en cuerpo y alma a la Iglesia: fieles al Espíritu Santo y fieles a nuestros legítimos superiores y pastores.
TEMPLANZA
– Esta virtud nos mueve a regular apropiadamente los apetitos de comodidad y de placer.
– El ambiente cultural actual hace difícil la templanza porque ha incrustado en la mente de muchos la equivalencia entre lo espontáneo, lo auténtico y lo genuinamente libre.
– Una corriente derivada de la psicología de Carl Rogers parece particularmente próxima a esa mentalidad, y las consecuencias han sido devastadoras para muchas comunidades religiosas en las que se han exacerbado todo tipo de problemas de afectividad.
– La equivalencia entre espontaneidad y autenticidad si no lleva a cometer torpezas físicas sí que afianza una mentalidad “carnal” en el sentido paulino del término, que incluye sobre todo partidismos, facciones, envidias y otros frutos dañados de esta clase.
– Por el contrario, es fruto del Espíritu el dominio de uno mismo, según enseña el mismo apóstol en Gálatas 5.
– La respuesta parece estar en cultivar ese dominio de sí mismo y mirar a la Cruz como expresión del auténtico amor. “Ama y haz lo que quieras” vale solamente si se trata de un amor que ha pasado por la pascua.