ESCUCHA, La Comunión de los Santos, remedio a un gran mal de nuestro tiempo

Escuela de Vida Interior, Tema 30: Creo en la Comunión de los Santos

* La fe es casa que acoge a los que han acogido a Cristo; perderla es someterse a durísima orfandad.

* Y es un hecho que en nuestro mundo hay millones que viven emocional y afectivamente sin hogar. De hecho, la soledad es uno de los dramas más serios de nuestro tiempo. Si no es causa inmediata, sin duda es concomitante a muchos de los daños que de padecen muchos hombres y mujeres hoy.

* Niños educados por pantallas electrónicas, adultos mayores abandonados de sus familias, jóvenes desorientados y criándose a sí mismos en el dudoso ambiente de pandillas, son algunas de las manifestaciones de esta soledad y aislamiento generalizado.

* ¿Qué ha causado este estado de cosas? Cuatro fuentes hay que señalar:

1. Autonomía racionalista (Kant) que ha hecho creer que porque todos piensan, sus pensamientos les llevarán a obrar de manera razonable. Al final, el subjetivismo se impone, y con él, el relativismo.

2. Positivismo legal, que considera que la única norma vinculante es la ley escrita y promulgada por los parlamentos de los distintos países. De ese modo, queda señalado un ámbito, el de la “privacidad,” en que el individuo queda supuestamente “libre” pero radicalmente solo.

3. Principio de anti-solidaridad: si cada persona obra como emperador de su pequeño imperio, nadie puede ni debe entrar en el terreno del otro. El respeto se convierte en cómodo desentenderse del prójimo.

4. Capitalismo salvaje: el dios “Mercado” necesita más clientes, y para tal fin son verbos incómodos: prestar, apoyar, ayudar. Interesa que el individuo quede acompañado sólo de sus codicias, complejos y carencias.

* Jesucristo es el “Dios-con-nosotros.” Su ser mismo es PUENTE. Su obrar es un misil de amor que rompe las barreras de egoísmo, miedo y culpa. La potencia de su gracia abre los cadalsos y exorciza el demonio de esa soledad que reseca y destruye.

* El que así se siente alcanzado por Cristo, se sabe también partícipe de una realidad nueva que crece a partir de su misericordia. Jesús instaura un lenguaje nuevo, que va más allá de la coincidencia de intereses, y trae una capacidad de bondad que va más allá de la simple solidaridad, o de la filantropía: es caridad, que rebasa los diques de la indiferencia y de la ingratitud.

* Ese amor, el propio de Cristo, ha superado incluso a la muerte, y por eso la comunión, el tejido de los lazos del amor divino que él ha puesto en nosotros, no descuida a los difuntos, y se goza con la santidad de los bienaventurados en el cielo.

* * *

Este tema pertenece al Capítulo 03 de la Escuela de Vida Interior; la serie completa de los diez temas de este Capítulo 03 está aquí:

is.gd/vida_interior_03

La serie de TODOS los temas de esta Escuela de Vida Interior está aquí:

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La Iglesia Católica en Colombia se solidariza con Filipinas

“Con el objetivo de aliviar las necesidades más apremiantes de los damnificados del Tifón Haiyan que afectó a más de 10 millones de personas en Filipinas, el Secretariado Nacional de Colombia / Caritas Colombiana de la Conferencia Episcopal de Colombia, lanza la campaña “Todos Unidos por Filipinas”. La campaña invita a todas las jurisdicciones eclesiásticas y parroquias del país a realizar una jornada de oración y colecta el próximo domingo 24 de noviembre a favor de los damnificados del tifón…”

solidaridad con Filipinas

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ESCUCHA, Una lectura teológica del Paro Agrario 2013 en Colombia

[Intervención durante un coloquio con la comunidad del Convento de Santo Domingo, en Bogotá.]

1. Hay que saludar con gozo que se reanime la sensibilidad ante la realidad social.

2. No puede entrar la Iglesia en un esquema simplista de opresores contra víctimas; la Historia muestra que quienes usan ese lenguaje luego se proclaman representantes de los inocentes, y al final los usan para sus propias aspiraciones de poder.

3. No olvidemos el papel que ha tenido la Iglesia para inspirar formas positivas de construcción y reconstrucción del tejido social, por ejemplo, a través del movimiento cooperativista.

4. La Iglesia tiene también una tarea como memoria viva y como vocera de las verdades incómodas, pues es un hecho que en ambientes de protesta abundan las mentiras y medias verdades.

ESCUCHA, El precio de la deshonestidad

[Conferencia en el 13er Encuentro de ACOLTÉS, que agrupa Empresas de Transportes Especiales (educativos, turísticos y empresariales) en Colombia. Julio de 2013.]

Encuentro de Transportadores

* Cuando se piensa en el costo y esfuerzo que tiene ser correcto y honesto, es fácil sentirse tentado de buscar atajos en la vida: creerse uno muy astuto y pensar que achicando a otros uno se vuelve más grande, o derribándolos uno es más alto.

* La verdad, sin embargo, es que la deshonestidad tiene un altísimo precio: en la salud que se arruina, los matrimonios que se acaban por desinterés y egoísmo; las familias que se destruyen; y sobre todo: en carga social de corrupción para la sociedad. Es verdad que luego creemos que con más cárceles o con más organismo de vigilancia todo se mantendrá en su cauce pero la experiencia muestra que eso no es así.

* El poderoso mensaje de Cristo, que revela la dignidad y valor de cada ser humano, es la clave de lenguaje que puede sustentar una propuesta de sociedad renovada en la solidaridad y la justicia. Tal propuesta es como entrar en aguas nuevas, y en ellas no nos faltará la inspiración y protección de la Virgen María.

De la liberación a la Alianza

22 A la gratuidad del actuar divino, históricamente eficaz, le acompaña constantemente el compromiso de la Alianza, propuesto por Dios y asumido por Israel. En el monte Sinaí, la iniciativa de Dios se plasma en la Alianza con su pueblo, al que da el Decálogo de los mandamientos revelados por el Señor (cf. Ex 19-24). Las « diez palabras » (Ex 34,28; cf. Dt 4,13; 10,4) « expresan las implicaciones de la pertenencia a Dios instituida por la Alianza. La existencia moral es respuesta a la iniciativa amorosa del Señor. Es reconocimiento, homenaje a Dios y culto de acción de gracias. Es cooperación con el designio que Dios se propone en la historia ».[Catecismo de la Iglesia Católica, 2062]

Los diez mandamientos, que constituyen un extraordinario camino de vida e indican las condiciones más seguras para una existencia liberada de la esclavitud del pecado, contienen una expresión privilegiada de la ley natural. « Nos enseñan al mismo tiempo la verdadera humanidad del hombre. Ponen de relieve los deberes esenciales y, por tanto indirectamente, los derechos fundamentales inherentes a la naturaleza de la persona humana ».[Catecismo de la Iglesia Católica, 2070] Connotan la moral humana universal. Recordados por Jesús al joven rico del Evangelio (cf. Mt 19,18), los diez mandamientos « constituyen las reglas primordiales de toda vida social ».[Juan Pablo II, Carta enc. Veritatis splendor, 97: AAS 85 (1993) 1209]

23 Del Decálogo deriva un compromiso que implica no sólo lo que se refiere a la fidelidad al único Dios verdadero, sino también las relaciones sociales dentro del pueblo de la Alianza. Estas últimas están reguladas especialmente por lo que ha sido llamado el derecho del pobre: « Si hay junto a ti algún pobre de entre tus hermanos… no endurecerás tu corazón ni cerrarás tu mano a tu hermano pobre, sino que le abrirás tu mano y le prestarás lo que necesite para remediar su indigencia » (Dt 15,7-8). Todo esto vale también con respecto al forastero: « Cuando un forastero resida junto a ti, en vuestra tierra, no le molestéis. Al forastero que reside junto a vosotros, le miraréis como a uno de vuestro pueblo y lo amarás como a ti mismo; pues forasteros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto. Yo, Yahveh, vuestro Dios » (Lv 19,33-34). El don de la liberación y de la tierra prometida, la Alianza del Sinaí y el Decálogo, están, por tanto, íntimamente unidos por una praxis que debe regular el desarrollo de la sociedad israelita en la justicia y en la solidaridad.

24 Entre las múltiples disposiciones que tienden a concretar el estilo de gratuidad y de participación en la justicia que Dios inspira, la ley del año sabático (celebrado cada siete años) y del año jubilar (cada cincuenta años) [La ley se encuentra en Ex 23; Dt 15; Lv 25] se distinguen como una importante orientación —si bien nunca plenamente realizada— para la vida social y económica del pueblo de Israel. Es una ley que prescribe, además del reposo de los campos, la condonación de las deudas y una liberación general de las personas y de los bienes: cada uno puede regresar a su familia de origen y recuperar su patrimonio.

Esta legislación indica que el acontecimiento salvífico del éxodo y la fidelidad a la Alianza representan no sólo el principio que sirve de fundamento a la vida social, política y económica de Israel, sino también el principio regulador de las cuestiones relativas a la pobreza económica y a la injusticia social. Se trata de un principio invocado para transformar continuamente y desde dentro la vida del pueblo de la Alianza, para hacerla conforme al designio de Dios. Para eliminar las discriminaciones y las desigualdades provocadas por la evolución socioeconómica, cada siete años la memoria del éxodo y de la Alianza se traduce en términos sociales y jurídicos, de modo que las cuestiones de la propiedad, de las deudas, de los servicios y de los bienes, adquieran su significado más profundo.

25 Los preceptos del año sabático y del año jubilar constituyen una doctrina social « in nuce ».[Cf. Juan Pablo II, Carta ap. Tertio millennio adveniente, 13: AAS 87 (1995) 14] Muestran cómo los principios de la justicia y de la solidaridad social están inspirados por la gratuidad del evento de salvación realizado por Dios y no tienen sólo el valor de correctivo de una praxis dominada por intereses y objetivos egoístas, sino que han de ser más bien, en cuanto prophetia futuri, la referencia normativa a la que todas las generaciones en Israel deben conformarse si quieren ser fieles a su Dios.

Estos principios se convierten en el fulcro de la predicación profética, que busca interiorizarlos. El Espíritu de Dios, infundido en el corazón del hombre —anuncian los Profetas— hará arraigar en él los mismos sentimientos de justicia y de misericordia que moran en el corazón del Señor (cf. Jr 31,33 y Ez 36,26-27). De este modo, la voluntad de Dios, expresada en el Decálogo del Sinaí, podrá enraizarse de manera creativa en el interior del hombre. Este proceso de interiorización conlleva una mayor profundidad y un mayor realismo en la acción social, y hace posible la progresiva universalización de la actitud de justicia y solidaridad, que el pueblo de la Alianza está llamado a realizar con todos los hombres, de todo pueblo y Nación.

Este Compendio se publica íntegramente, por entregas, aquí.

ESCUCHA, Aprender a Dar

[Predicación para amigos y benefactores de la Fundación Educar en Cristo, de Guayaquil, Ecuador, en Septiembre de 2012.]

* El verdadero dar alimenta al que da. Pero hay que aprender a dar.

* Al principio nuestro dar es como quitar una astilla de un mueble elegante: tratamos de que no se altere nuestro modo de vida. Pero cuando descubrimos que al dar estamos haciendo una diferencia en la vida de ALGUIEN, el dar ya no se rige por un criterio subjetivo de conservar la integridad de la vida que nos gusta, sino que pasa a un criterio más objetivo: la necesidad que hay que cubrir. Todavía caber un paso más: no limitarme ni por mi egoísmo ni por lo que la naturaleza parece dar; apelar directamente al Creador. El dar se convierte en oportunidad para manifestaciones sorprendentes de la Providencia, e incluso, ocasión de genuinos milagros.

* Mientras que los bancos de esta tierra siguen sujetos a lo que denunció Cristo, y la polilla los roe y los ladrones, a veces con elegancia, los defraudan, el banco del Cielo acumula aquello que es verdaderamente indestructible: el bien de caridad que sembramos en esta tierra.

* Por este camino llegamos a ser don, no necesariamente por seguir todos una misma vocación, sino por hacer de todo en nuestra vida una ocasión para servir mejor a quien más lo requiere.

El Verbo encarnado y la solidaridad humana

32. Dios creó al hombre no para vivir aisladamente, sino para formar sociedad. De la misma manera, Dios “ha querido santificar y salvar a los hombres no aisladamente, sin conexión alguna de unos con otros, sino constituyendo un pueblo que le confesara en verdad y le sirviera santamente”. Desde el comienzo de la historia de la salvación, Dios ha elegido a los hombres no solamente en cuanto individuos, sino también a cuanto miembros de una determinada comunidad. A los que eligió Dios manifestando su propósito, denominó pueblo suyo (Ex 3,7-12), con el que además estableció un pacto en el monte Sinaí.

Esta índole comunitaria se perfecciona y se consuma en la obra de Jesucristo. El propio Verbo encarnado quiso participar de la vida social humana. Asistió a las bodas de Caná, bajó a la casa de Zaqueo, comió con publicanos y pecadores. Reveló el amor del Padre y la excelsa vocación del hombre evocando las relaciones más comunes de la vida social y sirviéndose del lenguaje y de las imágenes de la vida diaria corriente. Sometiéndose voluntariamente a las leyes de su patria, santificó los vínculos humanos, sobre todo los de la familia, fuente de la vida social. Eligió la vida propia de un trabajador de su tiempo y de su tierra.

En su predicación mandó claramente a los hijos de Dios que se trataran como hermanos. Pidió en su oración que todos sus discípulos fuesen uno. Más todavía, se ofreció hasta la muerte por todos, como Redentor de todos. Nadie tiene mayor amor que este de dar uno la vida por sus amigos (Io 15,13). Y ordenó a los Apóstoles predicar a todas las gentes la nueva angélica, para que la humanidad se hiciera familia de Dios, en la que la plenitud de la ley sea el amor.

Primogénito entre muchos hermanos, constituye, con el don de su Espíritu, una nueva comunidad fraterna entre todos los que con fe y caridad le reciben después de su muerte y resurrección, esto es, en su Cuerpo, que es la Iglesia, en la que todos, miembros los unos de los otros, deben ayudarse mutuamente según la variedad de dones que se les hayan conferido.

Esta solidaridad debe aumentarse siempre hasta aquel día en que llegue su consumación y en que los hombres, salvador por la gracia, como familia amada de Dios y de Cristo hermano, darán a Dios gloria perfecta.

[Constitucion Gaudium et Spes, del Concilio Vaticano II, n. 32]

Manos Unidas contra el hambre

manos unidas
Una Organización No Gubernamental para el Desarrollo (ONGD) católica, de voluntarios, que desde 1960 lucha contra la pobreza, el hambre, la malnutrición, la enfermedad, la falta de instrucción, el subdesarrollo y contra sus causas. Click!

Ayuda al pueblo de Haiti

Haiti

Todos conocemos las terribles circunstancias que está viviendo Haití, sacudido por un grave terremoto que ha dejado decenas de miles de muertos y centenares de miles de personas sin hogar ni recursos mínimos para sobrevivir.

En el mundo entero se ha despertado un sentimiento noble de generosidad hacia Haití, y nosotros no podemos ni queremos estar ausentes.

Además de nuestra oraciones, tanto el Santuario de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá como la Parroquia de la Renovación hemos decidido mostrar de un modo visible nuestra solidaridad con el pueblo haitiano a través de dos acciones concretas.

Primera acción: todas las limosnas de todas las misas del día Domingo 17 de Enero de 2010 serán destinadas a ayuda humanitaria para Haití. Además, nuestra Comunidad Dominicana, de sus propios recursos duplicará el valor que se recoja en esas limosnas del día 17.

Segunda acción: tanto en la Parroquia de la Renovación como en el Santuario de la Virgen de Chiquinquirá habrá alcancías especiales, durante todo el mes de enero, para seguir recogiendo fondos para el pueblo de Haití.

El total de donaciones será enviado a través de estas instituciones católicas serias, reconocidas en todo el mundo: Cáritas, Cor Unum y Ayuda a la Iglesia Necesitada.