La versión de las bienaventuranzas que nos trae Lucas destaca lo que está en juego cuando se acepta o rechaza la propuesta de Cristo.
Cinco Charlas de Mariologia (2 de 5)
Conferencias en el Monasterio de las Dominicas de Lerma. Tema 2 de 5: María, hermana nuestra. La percepción de la gracia requiere de la comprensión del pecado como grieta que arruina el plan de Dios en su conjunto. *** Exégesis de Lucas 1,28, con énfasis en la singularidad del relato de este evangelista, relato que es, a la vez, de anunciación y de misión.
Estas listo para Lucas?
Una introducción a la presencia del Evangelio de Lucas en el conjunto del año litúrgico.
Jesus haciendo camino con nosotros!
Homilia sobre el pasaje de los discípulos de Emaús.
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Invitacion a la Pneumatologia (4 de 18)
Invitación a la Pneumatología: Curso dado por Fray Nelson Medina a los frailes estudiantes de teología del Studium Generale de los Dominicos de Colombia en el primer semestre de 2010. Sesión 4: El Espíritu en el Nuevo Testamento, Primera Parte: Breve estudio de textos explicitos e implicitos alusivos al Espiritu Santo, en los Evangelios Sinopticos. Hay versión en video.
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La singular mirada de San Lucas hacia la Pasion y Muerte de Cristo
Una homilia para el Domingo de Ramos, con las lecturas del ciclo C.
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Curso: Invitacion a la Cristologia (11 de 20)
Invitación a la Cristología: Curso dado por Fray Nelson Medina a los frailes estudiantes de teología del Studium Generale de los Dominicos de Colombia en el segundo semestre de 2009. Sesión 11 de 20: La cristología de San Lucas.
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Temas de la Sesión 11: Lucas no llama “Evangelio” a su obra, sino que lo llama “escrito” o “libro” (logos), y lo divide en dos: primero, un relato “sobre todo lo que Jesús hizo y enseñó desde un principio
hasta el día en que, después de haber dado instrucciones por medio del Espíritu Santo a los apóstoles que había elegido, fue llevado al cielo.” Luego, otro relato cuenta lo sucedido desde esa ascensión, pasando por Pentecostés, y la predicación de los apóstoles, y en particular, san Pablo. Estos dos relatos corresponden a lo que nosotros llamamos el Evangelio según San Lucas (que agrupamos con los otros tres “Evangelios”) y luego, el librod e los Hechos de los Apóstoles. Pero no debe perderse la perspectiva unitaria en la visión de su autor.
¿Qué une a los dos relatos lucanos? Puede decirse que la acción del Espíritu Santo, visto, primero en Cristo y luego en los cristianos. Este énfasis pone a un nivel comparable las obras de Cristo y las de los que creemos en él y hemos recibido su mismo Espíritu. Lo universal, en Lucas, está en esta común participación en la misma gracia y el mismo Espíritu–un mensaje de gran importancia para la comunidad de mayoría no-judía que sin duda son los primeros destinatarios de su autor. Otro elemento universal son los pobres, que están por todas partes, pero que sobre todo lanza a la comunidad esta pregunta: ¿A quién estamos excluyendo?
Por eso el universalismo de Lucas es dinámino porque la pregunta por los pobres debe replantearse en cada recodo del camino. Aquí se incluyen niños, pecadores mujeres, pobres, extranjeros, etc. Su Evangelio no es un dato sino un programa de vida para la Iglesia.
Jesucristo es aquí, Soter, el Salvador. Descubrir a Cristo es vivir en estado de salvación. No nos adueñamos nunca del Evangelio sino que él “nos puede” y así nos pone en camino.
¿Qué es la salvación? Ejemplo de Zaqueo: Cristo al final dice “hoy ha llegado la salvación a esta casa” (Lucas 19). La salvación es una transición, una conversión, un volverse hacia la esfera del querer divino. Ser salvo es descubrir que sólo Dios es Dios. Él toma el centro, pero a la vez nos envía a reencontrarlo en la periferia de nosotros mismos y de nuestra sociedad. Estar salvado no es estar resguardado y “en el centro” sino aquellos que no tienen otro resguardo sino la providencia y la confianza en Dios. Ser salvado es depender sólo de Dios.
Cristo, en Lucas, está también en camino, su misión es dinámica: desde la seguridad de Galilea a la incertidumbre de Jerusalén. Él es también “salvado,” en la medida en que no tiene otro apoyo que el Padre. Junto a él, los discípulos que le acompañan son los que tampoco tienen seguridad en sí mismos. Ser cristiano es renunciar a la certeza de “ser dueño del fuego del cielo” como aquellos Boanerges que querían castigar a los que no los hospedaron (Lucas 9,54).
Vivir en el discipulado es renunciar a que llegue “el tiempo” de ser el dueño, pues el dueño sólo es Dios. La mayor parte de la teología feminista o de las teologías de la liberación espera la hora de dar la vuelta a una situación de injusticia. Marx piensa de esa manera, pero Lucas mira el reconocimiento de derechos pero nunca el derecho de reemplazar al que devuelve a todos los derechos.
Vivir como cristiano es vivir en la gracia, es decir, reconocer que es verdad lo que ha sucedido en mí pero que ello no viene de mí sino que ha llegado como regalo, y así permanece siéndolo. Cristo es el que otorga la salvación, o mejor, es el “espacio” en que se experimenta la salvación de Dios.
Si Galilea significa en cierto sentido la seguridad de “Jesús en casa,” Jerusalén es “Jesús en la cruz.” La salvación no se percibe como una “solución” o “caja de soluciones,” que sería una reedición del paraíso. La salvación es caminar hacia la Cruz y hacia Jerusalén. Jesús es el ministro de una salvación que pone en movimiento y así, incomoda.
Cristo en la Cruz. Al entrar en Jerusalén, es recibido como si llegara a su “casa,” como un hacedor de prodigios (escena con Herodes). Cristo destaca que Jerusalén no ha conocido el tiempo de la visita de Dios, por eso él llora sobre la ciudad, y expulsa a los mercaderes del templo. Cristo no viene a devolver a la humanidad al paraíso sino para llevarla a través de la Cruz, hacia la gloria. La Cruz es necesaria como lugar de luz, lugar que desengaña del mundo y muestra la piedad humana y divina del Salvador. La Cruz enseña a leer como Dios lee.
En Lucas 23,33-34 Cristo ora por aquellos que “no saben lo que hacen.” Son ciegos, tanto los discípulos como de los enemigos de Cristo. En la Cruz se ve la ceguera, y así empieza a ser vencida. Es lo mismo que se cuenta en la escena de los discípulos de Emaús. Cristo sólo se comprende haciendo el camino de Cristo. El que se asoma a fondo a la Cruz se asoma a fondo a su victoria.