“Paul Claudel (1868-1955) fue diplomático y miembro de la Academia francesa si bien es célebre por haber sido uno de los grandes nombres de las letras francesas en el siglo XX. El 25 de diciembre de 1886 asistió en Notre Dame de Paris a la misa de Navidad. Entró por mera curiosidad pero al oír cantar el Magnificat, según él mismo cuenta, “en un instante mi corazón fue tocado y creí. Creí con tal fuerza de adhesión que […] todos los libros, todos los razonamientos, todas las vicisitudes de una vida agitada, no han podido perturbar mi fe ni, a decir verdad, tocarla”…”
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