Himno para un Mártir

PALABRA DEL SEÑOR YA RUBRICADA.

Palabra del Señor ya rubricada
es la vida del mártir, ofrecida
como prueba fiel de que la espada
no puede ya truncar la fe vivida.

Fuente de fe y de luz es su memoria,
coraje para el justo en la batalla
del bien, de la verdad, siempre victoria
que, en vida y muerte, el justo en Cristo halla.

Martirio es el dolor de cada día,
si en Cristo y con amor es aceptado,
fuego lento de amor que en la alegría
de servir al Señor es consumado.

Concédenos, oh Padre, sin medida,
y tú, Señor Jesús crucificado,
el fuego del Espíritu de vida
para vivir el don que nos has dado.

Amén.

Oraciones para la Adoración Eucarística

“En tiempos de tribulación, de oscuridad, de pecado, a la vista de un mundo que se precipita a su ruina y de nuestra dolorosa infidelidad como Iglesia de Cristo, los medios humanos y naturales no son proporcionados. De rodillas ante la presencia real y substancial de Jesús en la Eucaristía, en el Corazón Inmaculado de la Virgen María, es donde se da el verdadero y gran combate…”

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HIMNO A TODOS LOS SANTOS

Patriarcas que fuisteis la semilla
del árbol de la fe en siglos remotos,
al vencedor divino de la muerte
rogadle por nosotros.

Profetas que rasgasteis inspirados
del porvenir el velo misterioso,
al que sacó la luz de las tinieblas
rogadle por nosotros.

Almas cándidas, Santos Inocentes,
que aumentáis de los ángeles el coro,
al que llamó a los niños a su lado
rogadle por nosotros.

Apóstoles que echasteis en el mundo
de la Iglesia el cimiento poderoso,
al que es de la verdad depositario
rogadle por nosotros.

Mártires que ganasteis vuestra palma
en la arena del circo, en sangre rojo,
al que os dio fortaleza en los combates
rogadle por nosotros.

Vírgenes semejantes a azucenas,
que el verano vistió de nieve y oro,
al que es fuente de vida y hermosura
rogadle por nosotros.

Monjes que de la vida en el combate
pedisteis paz al claustro silencioso,
al que es iris de calma en las tormentas
rogadle por nosotros.

Doctores cuyas plumas nos legaron
de virtud y saber rico tesoro,
al que es caudal de ciencia inextinguible
rogadle por nosotros.

Soldados del Ejército de Cristo,
Santas y Santos todos,
rogadle que perdone nuestras culpas
a Aquel que vive y reina entre nosotros.

Gustavo Adolfo Bécquer

Oración a San Miguel Arcángel (decirla este 31 de Octubre)

San Miguel Arcángel,
defiéndenos en la batalla.
Sé nuestro amparo
contra las perversidad y asechanzas
del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes,
y tu príncipe de la milicia celestial
arroja al infierno con el divino poder
a Satanás y a los otros espíritus malignos
que andan dispersos por el mundo
para la perdición de las almas.
Amén.

Un salmo en verso

Los cielos cuentan la gloria
Y la majestad de Dios,
Haciendo de El memoria
Aunque no se oiga su voz.

El sol que tanta alegría
Da a toda la humanidad,
¿No nos muestra cada día
Su clemencia y su bondad?

La Ley de Dios es perfecta,
Que vuelve el alma hacia El,
Y la cambia en pura y recta
Aunque haya sido infiel.

Sus mandamientos son rectos,
Que alegran el corazón:
Y el que quiera obedecerlos
Hallará gran galardón.

Deseables más que el oro,
Señor, tus palabras son,
Pues no existe otro tesoro
Que dé tal satisfacción.

Son más dulces tus palabras
Que la miel al paladar,
Por eso yo quiero amarlas
Y ensalzarlas sin cesar.

(Salmo 18 – Versión en rima de Elvira Vila Massana)

Un Himno a la Natividad de María

Canten hoy, pues nacéis vos,
los ángeles, gran Señora,
y ensáyense, desde ahora,
para cuando nazca Dios.

Canten hoy pues a ver vienen
nacida su Reina bella,
que el fruto que esperan de ella
es por quien la gracia tienen.

Dignan, Señora de vos,
que habéis de ser su Señora,
y ensáyense, desde ahora,
para cuando nazca Dios.

Pues de aquí a catorce años,
que en buena hora cumpláis,
verán el bien que nos dais,
remedio de tantos daños.

Canten y digan, por vos,
que desde hoy tienen Señora,
y ensáyense desde ahora,
para cuando venga Dios.

Y nosotros que esperamos
que llegue pronto Belén,
preparemos también
el corazón y las manos.

Vete sembrando, Señora,
de paz nuestro corazón,
y ensayemos, desde ahora,
para cuando nazca Dios. Amén.

Un himno a María, Reina

Reina y Madre, Virgen pura,
que sol y cielo pisáis,
a vos sola no alcanzó
la triste herencia de Adán.

¿Cómo en vos, Reina de todos,
si llena de gracia estáis,
pudo caber igual parte
de la culpa original?

De toda mancha estáis libre:
¿y quién pudo imaginar
que vino a faltar la gracia
en donde la gracia está?

Si los hijos de sus padres
Toman el fuero en que están,
¿cómo pudo ser cautiva
quien dio a luz la libertad? Amén.

Himno para la Virgen de la Asunción

Canten los ángeles todos
himno de gloria y honor
hoy que al empíreo se eleva
la Santa Madre del Redentor.

¡Surge Gloriosa María
en tu Gloriosa Asunción
y en tu carroza de nubes
lleva contigo mi corazón!

¡Viva la excelsa Reina
de la tierra y de los cielos!
¡Vedla como se eleva
pura y bella más que el sol!

¡Brindan sus dulces ojos
a los mortales consuelo,
brilla su hermoso rostro
de tersa nieve y arrebol!

¡Oh qué feliz fuera mi alma
si yo pudiera volar contigo
y contemplar tu hermosura
ante tu trono de amor divino!

¡Madre no nos dejes
que te amamos con locura,
y es nuestra alegría
el besar tu frente pura!

¡Al remontarte al cielo
en Gloriosa Asunción
deja entre tus hijos
tu amoroso corazón!

¡Míranos a tus plantas
en ferviente oración!
¡Míranos con amor!
¡Danos tu bendición!

(Himno asuncionista, 1900. Música Padre Legarra y letra de monja de clausura anónima.)

A la Eucaristía

¡Qué milagro se ofrece cada día
ante la humanidad indiferente!,
todo un Dios, infinito, omnipotente,
da su cuerpo, cosecha de agonía.

Nos espera en amante cercanía
como agua, vino y pan, limpio torrente,
zumo añejo de paz, viva simiente,
alimentos de célica alegría.

¡Qué humildad!, en el fruto consagrado
está Dios, el espíritu inmortal,
en silencioso amor esclavizado.

Olvidó su dolor, nuestro pecado,
nos ofrece su reino celestial,
y le dejamos solo, abandonado.

Emma Margarita R.A.-Valdés

Un himno para Pentecostés

Hoy desciende el Espíritu de fuego
al corazón creyente de la Iglesia,
el Señor que la quema y atraviesa
enciende con su llama al universo.

Ebrios del Santo Espíritu, los Doce
rebosan de carismas y alabanzas;
Dios baja al Sinaí, y en llamarada
y en ímpetu de amor retumba el monte.

Razas y pueblos quedan convocados;
Dios se muestra en Sión, la bella altura,
y en voz concorde aquí a los hombres junta,
desde Babel dispersos en pecado.

Se lanzan por el mundo los testigos;
y sin ceñir espadas lo conquistan,
y sin oro a los pobres dan la vida;
el Espíritu guía y Cristo invicto.

El Viento es brisa y fuerza de huracanes,
y el Agua viva mueve los océanos;
alzan los brazos y oran bendiciendo
y el gozo transfigura sus semblantes.

Espíritu de amor y de verdad,
Espíritu confín de las promesas,
oh Santo, a ti la gloria siempre sea,
y a nosotros de ti la santidad.

Amén.

Una traducción del VENI CREATOR SPIRITUS

Ven, Espíritu Creador,
visita las almas de tus fieles
llena con tu divina gracia,
los corazones que creaste.

Tú, a quien llamamos Paráclito,
don de Dios Altísimo,
fuente viva, fuego,
caridad y espiritual unción.

Tú derramas sobre nosotros los siete dones;
Tú, dedo de la diestra del Padre;
Tú, fiel promesa del Padre;
que inspiras nuestras palabras.

Ilumina nuestros sentidos;
infunde tu amor en nuestros corazones;
y, con tu perpetuo auxilio,
fortalece la debilidad de nuestro cuerpo.

Aleja de nosotros al enemigo,
danos pronto la paz,
sé nuestro director y nuestro guía,
para que evitemos todo mal.

Por ti conozcamos al Padre,
al Hijo revélanos también;
Creamos en ti, su Espíritu,
por los siglos de los siglos

Gloria a Dios Padre,
y al Hijo que resucitó,
y al Espíritu Consolador,
por los siglos de los siglos.

Amén.

Poesía de Pascua

No se apagó tu recuerdo
perdido en la sepultura,
no te fuiste sin retorno,
muerto, por la senda oscura.

El manto de muchos siglos
no ha velado tu figura,
el olvido de los hombres
no ha olvidado tu hermosura.

Eres con ojos eternos
vida y sol desde la altura;
tu rostro cubre la tierra,
es paz en la guerra dura.

Eres presencia y banquete,
amor que por siempre dura,
eres lo que el hombre ansía,
Jesús de mi raza pura.

Oh Viviente de los mundos,
métenos por la hendidura
de la casa de tu pecho,
cielo de tus criaturas.

Oh Cristo, Flor de la tierra,
rocío, gracia, ternura,
con cantos te bendecimos,
danos la gloria futura.

Amén.

Cristo, alegría del mundo

Cristo, alegría del mundo,
resplandor de la gloria del Padre.
¡Bendita la mañana
que anuncia tu esplendor al universo!

En el día primero,
tu resurrección alegraba
el corazón del Padre.
En el día primero,
vió que todas las cosas eran buenas
porque participaban de tu gloria.

La mañana celebra
tu resurrección y se alegra
con claridad de Pascua.
Se levanta la tierra
como un joven discípulo en tu busca,
sabiendo que el sepulcro está vacío.

En la clara mañana,
tu sagrada luz se difunde
como una gracia nueva.
Que nosotros vivamos
como hijos de luz y no pequemos
contra la claridad de tu presencia.

Una oración a los Santos Ángeles

Ángeles de Dios, que en las alturas del cielo veneráis al Altísimo y en los caminos de la tierra sois ministros de su providencia para con los hombres: haced nuestros corazones semejantes a los vuestros, prontos a la alabanza de Dios y al servicio de nuestros hermanos.

Por Cristo, nuestro Señor. Amén.

Una poesía de la Liturgia de las Horas para el Viernes Santo

Brazos rígidos y yertos,
por dos garfios traspasados,
que aquí estáis, por mis pecados,
para recibirme abiertos,
para esperarme clavados.

Cuerpo llagado de amores,
yo te adoro y yo te sigo;
yo, Señor de los señores,
quiero partir tus dolores
subiendo a la cruz contigo.

Quiero en la vida seguirte
y por sus caminos irte
alabando y bendiciendo,
y bendecirte sufriendo
y muriendo bendecirte.

Que no ame la poquedad
de cosas que van y vienen;
que adore la austeridad
de estos sentires que tienen
sabores de eternidad;

que sienta una dulce herida
de ansia de amor desmedida;
que ame tu ciencia y tu luz;
que vaya, en fin, por la vida
como tú estás en la cruz:

de sangre los pies cubiertos,
llagadas de amor las manos,
los ojos al mundo muertos
y los dos brazos abiertos
para todos mis hermanos.

Amén.