#LaudesFrayNelson para el Lunes XVI del Tiempo Ordinario
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Alimento del Alma: Textos, Homilias, Conferencias de Fray Nelson Medina, O.P.
* Cuando se descubre la grave corrupción del mundo presente, y la frecuencia e intensidad de los ataques contra la fe, es incomprensible la irresponsabilidad de aquellos que “entregan las armas” considerando que las cosas simplemente son… así como son.
* Semejante cobardía y pasividad tiene su fuente en la desconexión que tenemos con el Dios vivo porque, separados de Él, cualquier ídolo inmundo se adueña de nuestro corazón, sellando nuestra vida por la mediocridad y el absurdo.
* tres cosas son indispensables para salir de este estado de cosas: una vida de oración, formación permanente y pertenencia viva a una comunidad donde se enseñe y se viva la fe. Es una triste ilusión pensar uno que porque tiene claras las ideas con eso va a defenderse de los ataques del mundo y las seducciones del mal.
* En cuanto a la oración, tres cosas nos mueven: (1) Saber que debemos estar provistos para defendernos de modo que no siga el colapso moral de la sociedad; (2) Acoger el Don bendito del Espíritu Santo que nos hace “gustar el bien y gozar de su consuelo;” (3) ver los ejemplos cercanos y lejanos de la gente de oración, especialmente, las vidas de los santos.
* Entre las prácticas que ayudan a estar orar sin cesar, hay que destacar la Liturgia de las Horas y el Santo Rosario.
Varios nos han preguntado qué bases hay para una de las devociones marianas más difundidas: Nuestra Señora del Monte Carmelo.
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La página CORAZONES.ORG, que tiene tantos recursos provechosos, nos da esta explicación:
Desde los antiguos ermitaños que se establecieron en el Monte Carmelo, Los Carmelitas han sido conocidos por su profunda devoción a la Santísima Virgen. Ellos interpretaron la nube de la visión de Elías (1 Reyes 18, 44) como un símbolo de la Virgen María Inmaculada. Ya en el siglo XIII, cinco siglos antes de la proclamación del dogma, el misal Carmelita contenía una Misa para la Inmaculada Concepción.
En las palabras de Benedicto XVI, 15,VII,06:
“El Carmelo, alto promontorio que se yergue en la costa oriental del Mar Mediterráneo, a la altura de Galilea, tiene en sus faldas numerosas grutas naturales, predilectas de los eremitas. El más célebre de estos hombres de Dios fue el gran profeta Elías, quien en el siglo IX antes de Cristo defendió valientemente de la contaminación de los cultos idolátricos la pureza de la fe en el Dios único y verdadero. Inspirándose en la figura de Elías, surgió al Orden contemplativa de los «Carmelitas», familia religiosa que cuenta entre sus miembros con grandes santos, como Teresa de Ávila, Juan de la Cruz, Teresa del Niño Jesús y Teresa Benedicta de la Cruz (en el siglo, Edith Stein). Los Carmelitas han difundido en el pueblo cristiano la devoción a la Santísima Virgen del Monte Carmelo, señalándola como modelo de oración, de contemplación y de dedicación a Dios. María, en efecto, antes y de modo insuperable, creyó y experimentó que Jesús, Verbo encarnado, es el culmen, la cumbre del encuentro del hombre con Dios. Acogiendo plenamente la Palabra, «llegó felizmente a la santa montaña» (Oración de la colecta de la Memoria), y vive para siempre, en alma y cuerpo, con el Señor. A la Reina del Monte Carmelo deseo hoy confiar todas las comunidades de vida contemplativa esparcidas por el mundo, de manera especial las de la Orden Carmelitana, entre las que recuerdo el monasterio de Quart, no muy lejano de aquí [Valle de Aosta]. Que María ayude a cada cristiano a encontrar a Dios en el silencio de la oración.”