Oracion de un corazon enamorado

Suplico a Jesùs mantenga mi corazòn postrado siempre frente a El; quiero estar con mi vida entera en cuerpo y alma siempre y habitualmente en presencia de Dios, tres veces Santo, y en comunión con El.

Quiero convertirme en un mismo ser con Cristo y le hablo con amor para que cesen algunas penas y angustias, pero si el Señor permite algunas cosas, con esa misma gracia que menciona el Angel de la Guarda y con la que nos bendice San Pablo, sean bendecidos todos ustedes desde el trono majestuoso de Su inigualable Amor, un trono hecho compasiòn y ternura, entrega y misericordia, y que baje su oìdo hasta mi boca, para escuchar las cuitas que le dirijo, que son un impulso del corazòn, una mirada lanzada al cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como desde dentro de la alegrìa.

Gracias Señor Jesùs!! Señor te amo !! Mi Dios amado Eterno Padre te adoro !! Mi buen Jesùs te alabo, te bendigo, gloria a ti Jesùs, el tres veces Santo !!!

Gracias Jesùs por darnos a Mamá nuestra tierna Madre, que lejos de molestarse por ser nosotros tan pecadores, nos conduce con tanto amor hasta ti, Señor, para que te pidamos perdòn. Gracias, Mamà.

Amèn

Recibido a nuestro correo del boletín ALIMENTO DEL ALMA.

Hay que orar con el corazón

7. ¿Cuál es la C del ABC de la oración? La C representa al corazón, o al alma según la Doctrina de la Iglesia; y, también, a la Cruz de Cristo.

Hay que orar con el corazón, o con toda el alma. Pues quien no ora con el corazón está en la hipocresía o en la simulación casi siempre. Por esto nuestro Señor reprendía a algunos del pueblo de Israel:

“Qué bien profetizó Isaías sobre ustedes, hipócritas, cuando escribió: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. Es inútil el culto que me rinden, porque enseñan doctrinas que no son sino preceptos humanos. Ustedes dejan a un lado el mandamiento de Dios, para aferrarse a las tradiciones de los hombres” (Mc 7, 6-8).

Y nos aclara el Magisterio: “¿De dónde viene la oración del hombre? Cualquiera que sea el lenguaje de la oración (gestos y palabras), el que ora es todo el hombre. Sin embargo, para designar el lugar de donde brota la oración, las Escrituras hablan a veces del alma o del espíritu, y con más frecuencia del corazón (más de mil veces). Es el corazón el que ora. Si éste está alejado de Dios, la expresión de la oración es vana” (CEC 2562).

O sea, si en la oración que hacemos a Dios no se integra nuestra alma, nuestra oración es vana, o al menos poco efectiva. La mayoría de nosotros sabemos que tenemos un alma inmortal, pero no la conocemos, y mucho menos la invitamos a la oración: no la tomamos en cuenta. Veamos cómo ora nuestra dulce Madre celestial tomando en cuenta a su alma y a su espíritu:

“Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador” (Lc 1, 46, 47).

Y cómo también la toma en cuenta y la invita en la oración el salmista:

“Bendice alma mía, a Yahvé, el fondo de mi ser [el espíritu], a su santo nombre. Bendice, alma mía, a Yahvé, nunca olvides sus beneficios” (Sal 103. 1, 2).

Al orar la mayoría de nosotros no consideramos que es menester ponernos ante Dios con corazón (alma) contrito y espíritu humillado; tampoco le pedimos al Santo Espíritu de Dios que nos una a Él en la oración; y mucho menos tomamos en cuenta a nuestra alma, invitándola a formar parte de dicha oración. Es por esto que nuestra oración -por no saber el ABC de la oración- poca fuerza tiene, le falta el ímpetu y las alas para llegar al trono de Dios, y presentarse agradable a sus oídos.

[Autor: Juan de Jesús y María.]

Ejemplo palpable de como se destruye una palabra

He leído con dolor un breve escrito del P. Carlos Vallés, S.J., sobre Krishnamurti, a quien llama “el sabio hindú del siglo pasado.” Las siguientes frases son destacadas por Vallés:

  • “La meditación no es un medio para un fin, es ella misma el medio y el fin.”
  • “No medites en público, o con otro, o en grupo. Medita únicamente en soledad, en la quietud de la noche o en la frescura del amanecer. Y la soledad ha de ser soledad. Has de estar totalmente solo, sin estar acompañado de un sistema, sin seguir un método, sin repetir palabras, tener pensamientos, sentir deseos, o formular propósitos. Todo eso impide la meditación.”

¿meditación?He escrito al P. Vallés,a través del formato que él mismo ofrece. Pero como su mensaje es público, y lo que uno comenta no queda en público, me mueve el amor por la Iglesia de Cristo para poner también visible lo que creo que urge decir ante tales despropósitos, aunque se digan con tanta cortesía. Esto es lo mío:

Lamento que permitamos que la palabra meditación se convierta en un gravitar en torno al vacío. Tal es el sentido budista o hinduísta. La meditación cristiana es otra cosa. Esta frase: “Has de estar totalmente solo, sin estar acompañado de un sistema, sin seguir un método, sin repetir palabras, tener pensamientos, sentir deseos, o formular propósitos. Todo eso impide la meditación” es exactamente lo opuesto de lo que es la meditación de acuerdo con los salmos.

Para la Biblia el estribillo es: “Medito en tu Palabra.” No es un ejercicio de la mente que se desocupa, sino de la mente que se colma de la Palabra, partiendo, como han hecho los monjes por centurias, del texto sagrado. Y es gravísimo que con esa concepción de meditación se diga además que “La meditación no es un medio para un fin, es ella misma el medio y el fin.” Lo que debo entender de ahí es que prescindir de la Palabra de Dios, obviar el texto sagrado, optar por la nada en honor de la nada, será no sólo mi camino sino “el fin.” Claramente no es un ejercicio preparatorio para algo más (como uno podría pensar de un “silenciamiento” temporal) sino que se trata de un camino que va derechamente hacia la ausencia y el vacío.

Con todo amor en Cristo, y con todo respeto, pido que se retire ese mensaje tan completamente opuesto e incompatible con nuestra fe cristiana.

Orar con Jesus y con Maria

5. Debemos pedir la gracia de orar unidos a (en Nombre de) Cristo: “No hay otro camino de oración cristiana que Cristo. Sea comunitaria o individual, vocal o interior, nuestra oración no tiene acceso al Padre más que si oramos ‘en el Nombre’ de Jesús. La santa humanidad de Jesús es, pues, el camino por el que el Espíritu Santo nos enseña a orar a Dios nuestro Padre” (CEC 2664).

Y debemos aprender a orar en el Nombre de Cristo para llegar a entender y aplicar lo que Él nos recomienda: “En verdad, en verdad os digo: lo que pidáis al Padre os lo dará en mi nombre. Hasta ahora nada le habéis pedido en mi nombre. Pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea colmado” (Jn 16, 23-24). Y complementa: “Todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré. Si me amáis, guardaréis mis mandamientos” (Ibíd. 14-15).

Sin olvidar a nuestra Madre del cielo. Pues como dice el Magisterio: “María es la orante perfecta, figura de la Iglesia. Cuando le rezamos, nos adherimos con Ella al designio del Padre, que envía a su Hijo para salvar a todos los hombres. Como el discípulo amado acogemos (cf. Jn 19, 27) a la Madre de Jesús, hecha Madre de todos los vivientes. Podemos orar con Ella y a Ella. La oración de la Iglesia está sostenida por la oración de María” (CEC 2679).

[Autor: Juan de Jesús y María.]

El orante

4. ¿cuál es la B del ABC de la oración? La B es quién ora. ¿Soy yo el que ora solamente, o antes invoco al Espíritu Santo para que me acompañe en la oración? Y el Espíritu viene en el nombre del Padre y del Hijo. Viene como Maestro de la oración.

Recordemos que la Escritura nos dice que nosotros no sabemos orar y no sabemos pedir, y que el Espíritu Santo nos ayuda y conduce en la oración: “Nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene; mas el Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables” (Rm 8, 26).

Dice el Santo y Real Magisterio: “El Espíritu Santo, cuya unción impregna todo nuestro ser, es el Maestro interior de la oración cristiana. Es el artífice de la tradición viva de la oración. Ciertamente hay muchos caminos en la oración como orantes, pero es el mismo Espíritu el que actúa en todos y con todos. En la comunión en el Espíritu Santo la oración cristiana es oración en la Iglesia” (CEC 2672).

[Autor: Juan de Jesús y María.]

La Verdad y el Amor, 12 de 12, La oracion de fe

[Retiro Espiritual en el Real Monasterio de Monjas Dominicas en Caleruega, Octubre de 2012.]

Tema 12 de 12: La oración de fe

* Leemos en Santiago 5,13-18: “¿Sufre alguno entre vosotros? Que haga oración. ¿Está alguno alegre? Que cante alabanzas. ¿Está alguno entre vosotros enfermo? Que llame a los ancianos de la iglesia y que ellos oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor; y la oración de fe restaurará al enfermo, y el Señor lo levantará, y si ha cometido pecados le serán perdonados. Por tanto, confesaos vuestros pecados unos a otros, y orad unos por otros para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede lograr mucho. Elías era un hombre de pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviera, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia y la tierra produjo su fruto.”

* El texto hay que entenderlo en el conjunto de consejos que se ofrecen en ese capítulo: salir del egoísmo y la arrogancia (vv. 1-6); cultivar la paciencia con la esperanza (vv. 7-8); paciencia con los hermanos (v. 9); paciencia y sufrimiento (vv. 10-11); transparencia en el lenguaje (v.12); llenar de oración la vida (vv. 13-15); confesarse pecador (vv. 15-16); hacer oración de fe (vv. 16-18); evangelizar (vv.19-20). Es un itinerario.

* No hay nada mágico. Lo explica también 1 Juan 5,13-15, que muestra la vida cristiana a la vez como vida de oración y como vida que acoge la voluntad divina.

* El “sí es un altar y el “no” es una cátedra. Del “sí” brota el agradecer y celebrar; del “no” parte el ponerme en camino o apresurar el paso para unirme al pensamiento de Cristo.

El A del ABC

3. Con lo anterior como base, podemos ver que el A del ABC es a quién se dirige la oración. O sea, si cuando oramos no tenemos puesta amorosamente la atención en Dios, o en algún intercesor, como la Virgen, o un bienaventurado ángel o santo, entonces estamos haciendo una oración irreverente e irrelevante, desconcentrada y al aire. Es una oración sin dirección y poco efectiva. Lleva a ninguna parte.

Recomienda santa Teresa: “La oración debe ser con consideración”. Es decir no sólo es necesario poner nuestra atención a quien se dirige, sino tenerlo en la estima que se merece: amarlo y conocerlo.

No podemos dirigirnos a Dios o a un intercesor si no lo hacemos dándole el aprecio que se merece, poniéndolo muy por encima de nosotros, debido a nuestra imperfección; reconociendo nuestro estado de necesidad; y nuestra incapacidad para lograr los bienes celestiales, y los buenos bienes y propósitos terrenos. En pocas palabras una base imprescindible de la oración es la sinceridad y la humildad (cf. CEC 2559).

[Autor: Juan de Jesús y María.]

Notas de la verdadera oracion

1. Queridos hermanos en el seno de la santa Iglesia, la cual surge, crece y llega a la plenitud, gracias a la oración de su Fundador Jesucristo, por medio de su Espíritu, en el corazón de la Virgen Santa, que es Madre de la Iglesia:

Orar es comunicarse, dialogar con Dios, para entrar en comunión con Él. “Es la elevación del alma a Dios o la petición a Dios de bienes convenientes” (s. Juan Damasceno, CEC 2559). O como dice santa Teresa de Ávila: “la oración es hablar de amor con quien sabemos nos ama”.

Pero, ¿cuáles son los elementos básicos de la oración verdadera? Aquellos que no pueden faltar en la oración, pues de hacerlo, la oración se desvirtúa, o de plano se invalida o inutiliza. ¿Cuál es el ABC de la oración?

2. Santa Teresa y el Magisterio en el Catecismo nos dan los elementos:

Dice la santa en su libro Las Moradas, en moradas primeras, Cap. 1, 7: “La oración ha de ser con consideración; porque la que no advierte con quien habla, y lo que pide y quién es quien pide y a quién, no la llamo oración”.

Dice el Catecismo (CEC): “Que nuestra oración se oiga no depende de la cantidad de palabras, sino del fervor de nuestras almas” (CEC 2700). Y luego agrega: “Es el corazón el que ora. Si éste está alejado de Dios, la expresión de la oración es vana” (CEC 2562).

[Autor: Juan de Jesús y María.]

Yo rezo por un sacerdote

“Conscientes de la soledad en la que hemos abandonando a muchos de nuestros sacerdotes y el sobrepeso de trabajo que soportan muchos de ellos, “Yo rezo por un sacerdote” propone especialmente a los niños y jóvenes, que elijan a un sacerdote y se comprometan a rezar, con el corazón, por él cada día durante un año…”

rezo sacerdote

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