La Verdad y el Amor, 12 de 12, La oracion de fe

[Retiro Espiritual en el Real Monasterio de Monjas Dominicas en Caleruega, Octubre de 2012.]

Tema 12 de 12: La oración de fe

* Leemos en Santiago 5,13-18: “¿Sufre alguno entre vosotros? Que haga oración. ¿Está alguno alegre? Que cante alabanzas. ¿Está alguno entre vosotros enfermo? Que llame a los ancianos de la iglesia y que ellos oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor; y la oración de fe restaurará al enfermo, y el Señor lo levantará, y si ha cometido pecados le serán perdonados. Por tanto, confesaos vuestros pecados unos a otros, y orad unos por otros para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede lograr mucho. Elías era un hombre de pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviera, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia y la tierra produjo su fruto.”

* El texto hay que entenderlo en el conjunto de consejos que se ofrecen en ese capítulo: salir del egoísmo y la arrogancia (vv. 1-6); cultivar la paciencia con la esperanza (vv. 7-8); paciencia con los hermanos (v. 9); paciencia y sufrimiento (vv. 10-11); transparencia en el lenguaje (v.12); llenar de oración la vida (vv. 13-15); confesarse pecador (vv. 15-16); hacer oración de fe (vv. 16-18); evangelizar (vv.19-20). Es un itinerario.

* No hay nada mágico. Lo explica también 1 Juan 5,13-15, que muestra la vida cristiana a la vez como vida de oración y como vida que acoge la voluntad divina.

* El “sí es un altar y el “no” es una cátedra. Del “sí” brota el agradecer y celebrar; del “no” parte el ponerme en camino o apresurar el paso para unirme al pensamiento de Cristo.

El A del ABC

3. Con lo anterior como base, podemos ver que el A del ABC es a quién se dirige la oración. O sea, si cuando oramos no tenemos puesta amorosamente la atención en Dios, o en algún intercesor, como la Virgen, o un bienaventurado ángel o santo, entonces estamos haciendo una oración irreverente e irrelevante, desconcentrada y al aire. Es una oración sin dirección y poco efectiva. Lleva a ninguna parte.

Recomienda santa Teresa: “La oración debe ser con consideración”. Es decir no sólo es necesario poner nuestra atención a quien se dirige, sino tenerlo en la estima que se merece: amarlo y conocerlo.

No podemos dirigirnos a Dios o a un intercesor si no lo hacemos dándole el aprecio que se merece, poniéndolo muy por encima de nosotros, debido a nuestra imperfección; reconociendo nuestro estado de necesidad; y nuestra incapacidad para lograr los bienes celestiales, y los buenos bienes y propósitos terrenos. En pocas palabras una base imprescindible de la oración es la sinceridad y la humildad (cf. CEC 2559).

[Autor: Juan de Jesús y María.]

Notas de la verdadera oracion

1. Queridos hermanos en el seno de la santa Iglesia, la cual surge, crece y llega a la plenitud, gracias a la oración de su Fundador Jesucristo, por medio de su Espíritu, en el corazón de la Virgen Santa, que es Madre de la Iglesia:

Orar es comunicarse, dialogar con Dios, para entrar en comunión con Él. “Es la elevación del alma a Dios o la petición a Dios de bienes convenientes” (s. Juan Damasceno, CEC 2559). O como dice santa Teresa de Ávila: “la oración es hablar de amor con quien sabemos nos ama”.

Pero, ¿cuáles son los elementos básicos de la oración verdadera? Aquellos que no pueden faltar en la oración, pues de hacerlo, la oración se desvirtúa, o de plano se invalida o inutiliza. ¿Cuál es el ABC de la oración?

2. Santa Teresa y el Magisterio en el Catecismo nos dan los elementos:

Dice la santa en su libro Las Moradas, en moradas primeras, Cap. 1, 7: “La oración ha de ser con consideración; porque la que no advierte con quien habla, y lo que pide y quién es quien pide y a quién, no la llamo oración”.

Dice el Catecismo (CEC): “Que nuestra oración se oiga no depende de la cantidad de palabras, sino del fervor de nuestras almas” (CEC 2700). Y luego agrega: “Es el corazón el que ora. Si éste está alejado de Dios, la expresión de la oración es vana” (CEC 2562).

[Autor: Juan de Jesús y María.]

Yo rezo por un sacerdote

“Conscientes de la soledad en la que hemos abandonando a muchos de nuestros sacerdotes y el sobrepeso de trabajo que soportan muchos de ellos, “Yo rezo por un sacerdote” propone especialmente a los niños y jóvenes, que elijan a un sacerdote y se comprometan a rezar, con el corazón, por él cada día durante un año…”

rezo sacerdote

Click!

Por que orar?

«La oración es vergonzante», ha escrito Nietzsche. Más bien habría que decir que se trata de un acto tan natural como beber o respirar. «El hombre siente la necesidad de Dios del mismo modo que le resulta imprescindible el agua y el oxígeno» (Alexis Carrel).

Se puede añadir que no es merma de la dignidad del hombre la oración, como no lo es la necesidad de compartir felicidad y penas entre los que se aman. La autosuficiencia de Prometeo es un mito contra natura. El hombre está hecho para amar, y alcanza su plenitud en el amor.

¿Para qué sirve la oración?

–La mejor imagen para entender nuestra vida en Dios es la de la alianza y el matrimonio. La oración es a la fe lo que el diálogo es para el amor en el matrimonio. Sin diálogo el amor se debilita y acaba por desvanecerse. Así ocurre con la fe sin la oración.

«Soy creyente pero no practicante», oimos decir. Podríamos responder invirtiendo los términos: «Quizás sois más practicantes de lo que decís –ya que la práctica religiosa no se limita al culto–, y menos creyentes de lo que pensáis –en la medida en que abandonais la oración–».

–La oración es además una exigencia de nuestra vida moral. «Sin mí, dice Jesús, nada podéis» (Jn 15,5).

«Dios –dice San Agustín– nos propone dos categorías de cosas: las posibles para que las hagamos, y las imposibles para que le pidamos la fuerza necesaria para llevarlas a cabo».

–La oración es, al mismo tiempo, un derecho: privarnos de él sería una equivocación: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y agobiados, que yo os aliviaré» (Mt 11,28).

–Siendo la oración una necesidad para el hombre, es también un deber para con Dios. Oramos entregando nuestro tiempo a Dios, porque es Dios. Orando expresamos lo absoluto de Dios, permanecemos ante Él, «como un perfume que vertido en su honor, perdiéndose a sí mismo», según dice Bossuet.

Y entonces nuestra vida se hace toda ella oración. Sin ella la acción deriva en una búsqueda inconsciente de nosotros mismos.

–La oración es un servicio a la Iglesia. «Toda alma que se eleva, eleva al mundo», dirá Elizabeth Lesœur.

–La oración es siempre atendida, al menos si no pedimos a Dios que se haga cómplice de nuestras cobardías y perezas, sino que le suplicamos asistirnos para hacer su voluntad, en la que está nuestra felicidad. Así no enseña a orar Cristo en el Padrenuestro.

¿Cómo rezar?

Aquí lo que más vale es la experiencia. Se aprende a orar, orando.

–La oración es un combate. Y un combate que ha de reiniciarse cada día. Nos despertamos paganos cada mañana, y cada mañana debemos despertarnos de nuevo a las realidades de la fe: adorar, pedir perdón y dar gracias.

–La oración auténtica es, al mismo tiempo, espontánea y metódica. Está presta a surgir en cualquier instante, pero necesita de momentos y lugares apropiados, si queremos que no esté a merced del capricho y la pereza.

–Su fuente es la Escritura, los salmos y la vida de Jesús concretamente, pero acude también a fórmulas ya hechas, como el Padrenuestro y el Avemaría, que vienen a ser como los piolets para el alpinista en la escalada.

–Los sentimientos y las ideas son secundarios. Lo importante es el amor, la voluntad de amar. Ya estamos orando cuando, ante Dios, reconocemos nuestra torpeza para orar y hacemos nuestras las palabras de los apóstoles a Jesús: «Señor, enséñanos a rezar» (Lc 11,1).

–También oramos cuando, en la presencia de Dios, meditamos en nuestro corazón los sucesos de la vida diaria.

Muchos creyentes se descorazonan por su incapacidad de concentración, por sus «distracciones». En realidad, estas fugaces ideas, que estorban nuestra atención, pueden incluso constituir la trama de una auténtica oración personal, si dejamos que Dios nos evangelice a través de ellas.

–La cima de la oración se alcanza en la pura comunión con Dios en el silencio. No es tan dificil, se necesita un poco de tiempo, confianza y tesón para alcanzarla. El rosario, a pesar de su aparente monotonía, conduce progresivamente a esta presencia ante Dios a los que confían.

«Velad y orar» (Mt 26,4), decía Jesús. Y Él mismo daba ejemplo de lo que aconsejaba, orando largamente en la noche, como en Getsemaní.

• «Hay que rezar siempre para no desfallecer» (Lc 18,1)

Yves Moreau es el autor de Razones para Creer. Texto disponible por concesión de Gratis Date.

Diario de la Divina Misericordia online

“Deseo leer este diario porque la vida de un santo o santa siempre nos muestra los caminos de como llegar a encontrarnos con Cristo. Por algo ahora se celebra el 2° domingo de Pascua. Y me interesa conocer esos caminos de espiritualidad a ver si yo también podré ver a Cristo cara a cara, es decir lograr mi salvación.”

diario divina misericrodia

Click!

Triduo en Honor de Dios Padre, 1 de 3, Jesus y el Padre

* El encuentro con el Padre es el descanso y fuente de vida para Jesús de Nazareth. La voluntad del Padre es su “alimento;” la oración es la fuente de su paz, la luz de su camino, el soporte que le sostiene más allá de las inestabilidades y múltiples decepciones que proporciona la vida en esta tierra.

* Cristo en oración dibuja en su rostro el encuentro cercano y amoroso con una realidad que nos supera pero que precisamente se retrata y nos llega a través de él mismo. En su oración, Cristo se “conecta” al Padre y es esta “conexión” la que el demonio intenta destruir a toda costa, aunque sin fruto.

* Cristo no es envidioso ni egoísta. Su sacrificio eficaz del calvario abre para nosotros una relación semejante a la suya, como estaba ya sugerido en el padrenuestro.

La oracion como principio y fundamento

¿Santo, sin oración?… -No creo en esa santidad.

Si no eres hombre de oración, no creo en la rectitud de tus intenciones cuando dices que trabajas por Cristo.

Le decías: “No te fíes de mí… Yo sí que me fío de ti, Jesús… Me abandono en tus brazos: allí dejo lo que tengo, ¡mis miserias!” -Y me parece buena oración.

La oración del cristiano nunca es monólogo.

“Hacer un minuto de silencio por…”. -Deja eso para los que tienen el corazón seco. Los católicos, hijos de Dios, hablamos con el Padre nuestro que está en los cielos.

No dejes tu lección espiritual. -La lectura ha hecho muchos santos.