Buenas noticias!

San Agustín decía que la Iglesia hace su obra en medio del combate que recibe. Y quienes estamos en la evangelización de lleno lo experimentamos todos los días: Decenas de iglesias incendiadas en Francia; centenares de católicos asesinados en los atentados de Sri Lanka; presiones legales contra todas las agencias católicas de adopción de niños; sesgo agresivo anti-católico de los medios de comunicación en la mayor parte de nuestros países…

Y sin embargo, la fe florece en tantas partes! Y hay tantos corazones que se abren a la gracia de los sacramentos! Y las conversiones no cesan!

En nuestro humilde servicio lo hemos podido vivir esta semana: Más de 140.000 suscriptores en YouTube y más de 30.000 seguidores en Twitter. Pero la red que está creciendo más rápidamente es Instagram, que ya se acerca a los 17.000. YouTube me dice que hay días en que cada tres segundos alguna persona en algún lugar del mundo empieza a ver uno de los videos de mi canal, que es de acceso gratuito para todos.

Hay combate entonces pero también hay mucha, mucha esperanza. Y por eso, de nuevo, ¡Feliz Pascua para todos!

Misiones de Semana Santa

Produce en mí admiración y gratitud saber de cuántas personas, y entre ellos tantos jóvenes, que gastan su Semana Santa saliendo al encuentro de nuestros hermanos para compartir la fe.

Saludo con especial cariño a quienes, en Colombia, se han unido a las misiones en San José del Guaviare y en Pauna. Estoy seguro de que, como es costumbre, el Señor hará abundante su bendición en la misión, y recibiremos mucho más de lo que podemos dar.

Recuerdos de infancia

Crecí en una parroquia de Bogotá que lleva por nombre “La Anunciación.” Recuerdo en especial a algunos de nuestros párrocos: Alvaro Fandiño Franky, y luego quien estuvo muchos años, Jaime Hoyos Sáenz.

Como en estos tiempos solo se mencionan las palabras “niño” y “sacerdote” en la misma frase si también están las palabras “escándalo” y “abuso”, es mi deber, y lo hago con gusto, recordar en voz alta el bien que tantos sacerdotes ejemplares, como los ya mencionados, tuvieron en la formación de mi carácter, mi fe y mi vocación.

Es una terrible injusticia que la labor heroica, silenciosa, perseverante de tantos hombres buenos sea olvidada a propósito de modo que los peores sentimientos se levanten contra la Iglesia de Cristo. Una mirada más reposada y sobre todo más justa siempre revela que la norma ha sido buscar el bien, como yo lo recibí de niño tantas veces, y que la excepción han sido los lamentables casos que hoy nos duelen a todos.

Desde aquí quiero saludar con gratitud a tantos sacerdotes generosos y quiero decirles que muchos de nosotros tenemos suficiente memoria como para no dejarnos arrastrar por la injusticia. Dios bendiga a los hombres de Dios.