“Países como Japón o Suiza (pequeños, montañosos y sin recursos naturales), no son casos aislados. La gran riqueza de esos países -quizá consecuencia precisamente de su pobreza en recursos naturales- está en los recursos humanos: una elevada densidad de población con un elevado nivel de preparación…”
* Toda sociedad humana depende, para su existencia en el tiempo, del recurso a dos fuerzas: la fuerza de la continuidad y la fuerza de la renovación. De modo más corto y gráfico las podemos llamar: tradición y rebeldía.
* Si una sociedad descuida sus tradiciones quiere decir que:
(1) Está recomenzando y volviendo a aprender siempre las mismas lecciones. Desperdicia recursos, talentos y energía.
(2) Por ello mismo, es débil y manipulable.
(3) Su visión es de muy corto plazo y los errores que va acumulando hacen las cosas progresivamente peores.
* Pero una sociedad, incluso si se trata de la sociedad más pequeña que es la pareja o la familia, no puede perder el vigor que le da una sana rebeldía. Sin una dosis apropiada de rebeldía:
(1) Se instala el imperio de que “aquí las cosas siempre se han hecho de tal modo…”
(2) Los jóvenes, que podrían aportar mucho con su energía y creatividad, se sienten relegados y sin esperanza.
(3) Los errores que hagan parte del sistema burocrático establecido quedan sin respuesta y verdadera solución.
* De modo que lo sano e inteligente es poder combinar tradición y rebeldía; dar continuidad a lo que tiene un sentido y autoridad verdadera pero dar espacio para renovar lo que puede y debe ser mejorado.
LA EDAD DE LA REBELDÍA
* Muchos papás se exasperan frente a los actos de rebeldía de sus hijos. Estos actos pueden ser muy diversos:
(1) A veces un silencio de aislamiento: “No cuenten conmigo”
(2) Comportamientos o modas exóticas, incluyendo tatuajes, piercings, ropa que contradice los estándares de los adultos.
(3) Actitudes, vocabulario o música agresiva, ruidosa, provocativa. En todo caso: distinta.
(4) Posturas morales, religiosas o políticas ajenas o contrarias a las propias de los mayores.
(5) Creación de un lenguaje o de caminos de comunicación propios: intento de consolidar un mundo sin adultos.
* También en la Iglesia los movimientos jóvenes y las comunidades cristianas jóvenes tienen sus propias “adolescencias.” El tiempo va demostrando qué de esas actitudes o rituales es verdadero aporte de cambio, y qué tanto es simple rebeldía.
* Es necesario comprender que la rebeldía incluye dos actos:
(1) Tratar de SEPARARSE del mundo de los mayores.
(2) Tratar de PERTENECER a un mundo distinto.
* Por eso es frecuente, aunque siempre doloroso, que la misma persona que es insoportable o aislada en casa, sea comprensiva y comunicativa en su grupo, pandilla o tribu.
LOS RIESGOS DE LA REBELDÍA
* Los que conocen bien estos ciclos de la juventud pueden intentar manipularlos según sus propios intereses y agendas. Grupos políticos, sectas religiosas, pandillas juveniles, incluso personas mayores pueden usar de astucia para dominar a la juventud mientras les hacen creer que los están “liberando” y haciendo más “originales.”
* El riesgo es muy grande sobre todo por lo que ya se ha dicho: el joven típico mide con un estándar de crítica muy alta a su familia mientras que acepta sin dificultad casi cualquier cosa que sienta parte del mundo “nuevo” y “libre” al que cree que está entrando.
* Hay marcas de ropa que se sabe que han usado esta estrategia: es el caso de Desigual. Y también partidos políticos, que suelen incorporar palabras como “nuevo” o “revolucionario.” Y grupos de presión, como los LGBTI, que convencen a muchos usando palabra-bandera como tolerancia o igualdad; o asustándolos con que se van a quedar solos y desprotegidos afectivamente, para lo cual son útiles las palabras-dragón: homofobia, persecución, intolerancia.
¿ES POSIBLE UN EQUILIBRIO?
* La Biblia nos muestra que Jesús tuvo su momento de sana independencia y en cierto sentido rebeldía: “No sabíais que tengo que ocuparme de las cosas de mi padre?” (Lucas 2,49). También nos indica que creció en obediencia, pues así termina el pasaje de su extravío en Jerusalén.
* La rebeldía por la rebeldía es fácil de manipular porque produce una falsa sensación de libertad. La tradición por la tradición es fácil de manipular porque produce una falsa sensación de seguridad. Y en la juventud quisiéramos tener ambas cosas: seguridad, que nos haga firmes, y libertad, que nos conceda novedad y felicidad.
(1) Lo primero es entonces darse cuenta que todos pasamos por estos procesos. La enseñanza de Santa Catalina es clave: hay que buscar el verdadero y santo conocimiento de uno mismo. Que toda crítica empiece por uno mismo.
(2) A su vez, este conocimiento requiere de un deseo profundo de la verdad. El libro de la Sabiduría nos presenta, especialmente en los capítulos 8 y 9 la imagen de un joven que no quiere dejarse embriagar por cualquier vino ni convencer por cualquier teoría.
(3) Hay que tomar conciencia que la propia rebeldía y descontento es algo bueno, incluso muy bueno, pero sólo en la medida en que se vuelve un motor para mejorar las cosas. Hay que entender que criticar por criticar, o contradecir por contradecir a nadie sirve.
(4) Una autocrítica muy importante es la que tiene que ver con el egoísmo y la comodidad. Con frecuencia criticamos muchas cosas con el propósito implícito de que nuestros intereses, gustos y placeres estén a salvo, sin que importe mucho el bien común. Las versiones simplistas del pensamiento político, social, psicológico o religioso son muy peligrosas en este sentido. Uno debe desconfiar de cualquier voz, incluyendo la propia voz, cuando dice: “Todo se arreglaría si…”
(5) Si uno es creyente, orar, y orar de corazón es un deber hermoso y bendito. El no-creyente debe plantearse con renovada seriedad el tema de quién es Dios, y por qué tantos, que no son tontos ni perversos, se entregan a su Santa Voluntad.
Cuando hay discusión abierta, clara y razonada de las ideas cabe esperar que cosas buenas vengan para la sociedad. Lamentablemente hay muchas maneras de asfixiar esa clase de diálogo saludable, que es como la respiración misma de los procesos propios de la democracia. El método más frecuente hoy es el recurso a os grupos de presión, muchas veces subsidiados desde fondos internacionales. Hablo de los lobbies.
Un lobby es un grupo estructurado de personas que utiliza diversos medios–a menudo ilegales, como el soborno–para interferir con los procedimientos normales de la discusión democrática, con la clara intención de asegurar una serie de “conquistas” legales según una agenda pre-establecida.
La lógica de los lobbies es el saboteo a la soberanía de los países y a la independencia de pensamiento y decisiones de los cuerpos legislativos. Recursos típicos de la acción de estos grupos de presión son:
1. Organizar campañas en medios de comunicación y/o redes sociales para convocar un apoyo masivo de la opinión pública hacia una determinada causa. Estas campañas, sumamente costosas y cada vez mejor diseñadas, puntan siempre en primer lugar a los factores emocionales. Por ejemplo, para el aborto: presentar dramas espantosos de violación. Para la ideología de género: presentar historias lacrimógenas de inocentes jóvenes lesbianas cuyo único “crimen” es amarse con ternura. Para avanzar la causa de los transexuales: presentar la historia de algún chico que se sentía chica, fue rechazado y acabo suicidándose.
2. Lograr el apoyo visible de “celebridades” particularmente aquellos hombres o mujeres que tienen mayor impacto en la juventud. Las declaraciones de una modelo, una cantante o un futbolista pueden lograrlo que no logran decenas de sermones o conferencias bien argumentados.
3. Entrar en diálogo directo con congresistas o diputados, presentándoles de manera más o menos abierta las ventajas de apoyar la postura deseada. No queda descartado el ofrecer dinero, lo cual es simplemente un soborno.
4. Inyectar cantidades descomunales de dinero para presentar una y otra vez los mismos proyectos de ley, hasta que sean aprobados. Así se hizo con el aborto en Colombia, por ejemplo.
5. Presentar cada conquista legal futura como si fuera un paso importante pero “pequeño” y “apenas natural.” Cuando la gente empieza a darse cuenta de las leyes absurdas y crueles que ya están aprobadas, les parecerá que es sencillamente imposible revertir las cosas. Entonces se crea la idea de que simplemente se ha dado un “cambio de paradigma,” y la gente se va resignando. El lobby ha cumplido su objetivo.
Claramente lo primero para vencer esta estrategia sucia, que se extiende a modo de tumor por todas partes, es informarse. Por ahí debemos empezar todos.
Cuanto más potente el veneno, más urgente y más potente ha de ser el antídoto.
Las divisiones profundas y cada vez más agresivas se han convertido en un terrible veneno para nuestra sociedad. Y la solución no es poner un calmante llamado “tolerancia.” La tolerancia se revienta ante el terrorismo, ante el abuso, ante la manipulación, ante el engaño, ante la injusticia repetida.
El antídoto más urgente es entender qué hay de cierto, qué hay de razonable, qué hay de justo en las peticiones de los diversos grupos. El antídoto se llama: abrirse a la verdad.
Sin ese antídoto, lo demás es ley de la jungla, imposición del más fuerte, carrera de trampas y mentiras.
Lo difícil de abrirse a la verdad es admitir qué hay de correcto en aquel que no piensa como yo, aquel que no comparte mis gusto o ni siquiera mis principios.
Pero es el único antídoto posible. Y hay que tomarlo pronto.
“«Debemos hacernos mirar el armario», dice la responsable en España de la red internacional Dignitex, advirtiendo de que, con nuestros patrones de consumo de ropa, las sociedades occidentales somos cómplices de la explotación laboral y la contaminación ambiental en el resto del mundo…”
“Hay palabras que no están de moda y cuya ausencia testimonia en contra de la estrechez de una época. Por ejemplo, gratitud, deber, sufrimiento, escucha, recogimiento, lentitud…”
“Santo Tomás de Aquino no dejó a la posteridad un tratado sistemático de sus concepciones políticas -al contrario de lo que ocurre dentro de su gran obra respecto a otras materias de Filosofía Jurídica, como son sus tratados de la Ley y de la Justicia- sino que, por el contrario, sus ideas políticas se hallan dispersas en varias de sus obras. Por ello, es que se hace difícil, siquiera intentar, una recopilación y sistematización del pensamiento político de Santo Tomás. Sin embargo, a fin de determinar su aporte en materia política se considerará lo que él mismo formula, cuando escribe: “(…) En toda investigación es necesario comenzar por algún principio”. En base a lo anterior, en primer término, se establecerán las principales obras en que Santo Tomás se refiere a la comunidad política y que lo evidencian como un pensador político para, a continuación, analizar algunos de los conceptos que se estimen de mayor interés, finalizando con algunas conclusiones…”
“Algunas personas expresan que tienen muchos amigos, pero a veces no saben lo que dicen. Presumen de los que califican como amigos, pero que son sólo compañeros de parrandas, de entretenimientos, de diversiones, o de trabajo y de actividades comunes. No hay una relación profunda entre ellos. Se reúnen, ríen, beben, cantan, cuentan chistes, juegan, critican, hablan de todo, menos de sí mismos…”
“Un organismo norteamericano ha solicitado que, al publicar la investigación, se supriman los datos sobre cómo se creó el mortífero virus, para evitar que unos terroristas o una potencia lo fabriquen…”
“Después de la tormenta de la posverdad y las “fake news”, las grandes plataformas digitales han ido tomando conciencia de su impacto en el debate público democrático. Ahora la sociedad se pregunta hasta qué punto deben intervenir. No está claro dónde acaba la defensa de la libertad de expresión y dónde comienza a censura. También hay dudas sobre la capacidad de la tecnología para distinguir lo verdadero de lo falso. En cualquier caso, distintos expertos reclaman más transparencia a las redes sociales…”
“El editor del periódico semanal Die Zeit, un cargo que vendría a ser como un superdirector en España, asegura que “el alarmismo climático se ha convertido en una religión”. Josef Joffe (Polonia, 1944) escribe sobre política nacional e internacional, es experto en defensa y sus columnas se reproducen en varios medios mundiales…”
“WikiTribune quiere ser un antídoto contra la manipulación informativa. Los voluntarios, que sostendrán la publicación con sus aportaciones mensuales, vigilarán que los hechos y datos contados por los periodistas profesionales sean ciertos y estén actualizados…”
“Si el crecimiento demográfico es lo que más impulsa una determinada religión, no cabe duda de que los musulmanes son el grupo religioso que va a crecer más en el próximo futuro. A partir de 2035 el número de niños nacidos de musulmanes superará a los nacidos de cristianos, según el análisis recién publicado por el Pew Research Center, que interrelaciona los datos demográficos y religiosos…”
Una frase citada con frecuencia, en distintas variantes, reza así: “Ya no me extraña la maldad de los malos sino la indiferencia de los buenos.” La tesis principal de las líneas que siguen es que nuestra sociedad, de raíces cristianas, no sufre de simple indiferencia sino de algo más profundo y también más concreto: complicidad.
Detrás del muro de silencio cómplice frente a tantos abusos contra la familia y contra la fe católica no hay gente distraída, simplemente, sino gente que considera con firme convicción que hay lazos que les unen con aquellos que asaltan capillas, izan banderas arcoiris o blasfeman con rabia y cinismo. Mientras no tengamos claro qué es lo que tanta gente encuentra en común con esos extremistas seguiremos haciendo marchas que los medios de comunicación ignoran y clamando en vano ante los tribunales. En efecto, una proporción inmensa de nuestros jueces han perdido todo contacto con la ley natural y por eso, en últimas, sus fallos son opciones políticas: ellos no se sienten capaces de batallar contra la marea de la opinión dominante.
Así pues, ¿qué hay en común entre los extremistas–que pueden parecer posesas enloquecidas, como las FEMEN–y el ciudadano típico, que lleva una vida típica, en una ciudad también normal y típica?
Sucede que hace tiempo se rompieron los canales de comunicación entre el pueblo y sus dirigentes. Hace tiempo el egoísmo se instaló como lenguaje casi único del empleador hacia el obrero, con la consecuencia de que el obrero descubrió, también hace tiempo, que su único lenguaje, el del sindicato, tenía que mirar sólo los intereses egoístas del propio sindicato, así ello destruyera a la propia empresa, y fuera entonces suicidio laboral del mismo sindicato.
Algo semejante puede decirse de otros ámbitos de la sociedad: el anonimato que cunde en tantas parroquias católicas, la corrupción de la clase política, la vida irreal de las estrellas de la farándula, incluso la compra de resultados deportivos en las grandes asociaciones de clubes de fútbol: todo ello espeta al ciudadano de a pie que no vale, que no importa, que sólo existe para pagar impuestos y para ajustar las hojas de cálculo de las empresas transnacionales. Continuar leyendo “Ante el avance arrogante de la ideología de género”