“La vida monástica cisterciense es una simbiosis de vida cristiana y evangélica de seguimiento de Cristo, en su unión total con el Padre y la entrega total al cumplimiento de su voluntad y la extensión de su Reino, y que se concreta en la práctica en la aspiración de buscar a Dios, no anteponiendo nada al amor de Cristo, con humildad y perseverancia, confiado y sostenido por la gracia del Espíritu Santo. Toda la jornada está organizada buscando favorecer la entrega de toda la persona de la monja de forma unitaria y simple a la realización de la voluntad de Dios, como la forma más auténtica de vivir una permanente alianza personal de amor con Él…”
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