Cuando Jesús sana al sirviente del centurión, el relato entre el Evangelio de Mateo contraría lo que dice el Evangelio de Lucas, ya que en el de Mateo dice que el centurión se le acercó a Jesús y le pidió que sane a su criado pero en Lucas dice que el centurión mando a unos judíos notables para que le pidan a Jesús que sane al sirviente y ahí ellos le comienzan a decir a Jesús que le haga el favor y después le manda a otros amigos para decirle que no es digno de que vaya a su casa por eso no se sintió digno de acercarse a El. ¿Por qué no están de acuerdo los dos relatos? –BS.
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Hay varios casos en que los detalles no son los mismos. Ejemplos:
Mateo 20,21-22 nos dice que la madre de los Zebedeos, o sea, los apóstoles hermanos Santiago y Juan, le pide a Jesús que, como un favor especial, uno se siente a la derecha y el otro a la izquierda cuando Cristo asuma su reino. Marcos 10,35-37 describe la misma escena pero quienes hablan directamente son los apóstoles, y no la mamá.
En Lucas 18,35-43 leemos que, yendo hacia Jericó, Jesús cura a un ciego. Mateo 20,29-34 describe la misma escena pero con dos diferencias: esta vez parece que Jesús y sus discípulos están saliendo de Jericó, y se encuentra no con uno sino con dos ciegos.
Otros pasajes hablan de los mismos temas pero de manera diversa. Así por ejemplo, Mateo 5,1-12 contiene una versión de las bienaventuranzas, que geográficamente se sitúa en una montaña (v. 1). Lucas 6,20-26 presenta también bienaventuranzas de Cristo pero no en una montaña sino en un lugar llano, y no son ocho bienaventuranzas sino cuatro, seguidas además de cuatro advertencias o “malaventuranzas.”
¿Por qué sucede esto? ¿Afecta la credibilidad de la Escritura?
No es difícil entender el origen de las diferencias: la gente no tenía cámaras ni grabadoras en aquel tiempo y sin duda hubo un espacio de años entre los acontecimientos y la redacción de los Evangelios. Pregunta a dos amigas, ya adultas, que cuenten historias de cuando ambas eran compañeras de clase, y compara sus versiones: parece natural que surjan algunas variaciones, aunque uno espera que si son sinceras, habrá un área amplia de coincidencia en lo esencial. Eso es exactamente lo que sucede en los Evangelios: las tradiciones orales anteriores a la redacción de los textos evangélicos muestran a la vez que los hechos y las palabras esenciales han quedado bien grabados mientras que algunos detalles no coinciden por la comprensible fragilidad de la memoria humana.
Sobre el tema de la credibilidad, la primera impresión que uno tiene es que los “errores” debilitan la fuerza del testimonio bíblico. Pero quizás las cosas son al contrario. Una historia completamente fabricada es una historia donde todos los detalles estarían artificialmente controlados para que coincidieran. Las imperfecciones en la transmisión de la narración refuerzan nuestra convicción de que los hechos narrados sí sucedieron porque una ficción impuesta como relato no tendría falla alguna. Es lo que vemos en los evangelios apócrifos: se narran cuentos muy perfectos, claramente salidos de la cabeza de alguien y no de la realidad de la vida vivida.
Por eso podemos decir que las imperfecciones, siempre menores, de los relatos hablan del fondo sustancial de realidad sucedida y que esto, lejos de quitar credibilidad, la afianza.