Una reflexión sobre teología, verdad e Internet

Aunque Internet, como hecho cultural, debe catalogarse como una realidad reciente, conviene desde ahora prepararnos para el mundo post-Internet. Por supuesto, el prefijo “post” alude a lo que viene “después” de algo, y por eso puede parecer extraño plantearse qué puede venir después de Internet, por dos razones. Primera, porque Internet está todavía lejos de dar de sí todo lo que podría; segunda, porque uno siente que la conectividad es un bien tecnológico del cual no parece que vaya a despedirse la humanidad en ningún futuro cercano, de modo que no parece útil preguntar por algo que no va a suceder.

Y sin embargo, ¿qué tal este interrogante: cada cuánto tiempo piensa Ud. en las redes eléctricas que mantienen funcionando computadores y electrodomésticos en su casa? La verdad es que el servicio eléctrico es un bien tan asimilado, virtualmente tan establecido en el tejido de nuestras vidas, que en condiciones normales ya no pensamos si va a haber o no fluido eléctrico sino que sólo pensamos en lo que vamos a hacer o conseguir con ese fluido que, por definición, consideramos presente. La electricidad en casa se ha convertido para muchos millones de personas en un bien que se ha vuelto “transparente,” de modo que ya no lo miramos a él sino que miramos a través de él hacia las cosas que realmente nos interesan por trabajo o placer. En este sentido, vivimos en una era “post-electricidad,” no porque no usemos la electricidad sino porque ya la usamos de modo “transparente”: contamos con ella sin pensar más en ella, sino sólo mirando a través de ella hacia algo más.

Es una hipótesis razonable la que afirma que el mismo camino ha de seguir Internet. A medida que el tiempo avanza y los portales, redes e información se entretejen con la vida cotidiana, estar “conectado” se vuelve algo tan natural como contar con que al mover un interruptor se va a encender la luz de la habitación en un hotel. La pregunta es: Una vez que esta hiperconectividad, con todo lo bueno y lo malo que pueda tener, se haya instalado firmemente en nuestra vida, ¿cómo afecta ello el hacer teología?

La pregunta se puede desglosar en una serie amplia de cuestiones; por ejemplo:

* Si “todo está en Internet,” ¿qué papel cumplen la memoria y el discernimiento de los seres humanos, y cuánto habría que esperar que un estudiante tuviera disponible en su mente sobre asuntos de fe y teología?

* El hecho de que todas las voces estén igualmente disponibles en Internet, ¿no fomenta quizás una mentalidad relativista, que finalmente resuelve las cosas sólo por vía de consenso o de mayoría?

* Desde un ángulo positivo, ¿qué pueden aportar a la teología las iniciativas de difusión y de colaboración en la construcción de conocimiento, o la creciente facilidad en el uso de archivos multimedia?

Abordemos estas cuestiones por su orden, aunque de modo breve.

1. ¿De verdad todo está en Internet?

Se extiende hoy una gran confusión entre dos términos que se parecen: información y conocimiento. Como todo conocimiento supone hacer enunciados, y los enunciados se pueden codificar digitalmente, ya se trate de letras, gráficos, sonidos, mapas, etc., es fácil creer que la información es la esencia o el reemplazo del conocimiento.

Una mirada más atenta descubre, sin embargo, que no llamamos conocedor a cualquiera que tenga información, así sea amplia información. Pensemos en el entrenador de un equipo de básquetbol, por ejemplo. ¿Qué tiene él que no tenga otra persona que se sepa de memoria todos los datos relevantes al desempeño de los jugadores, o la serie del campeonato? El verdadero entrenador tiene información pero sobre todo sabe cómo usarla: sabe de prioridades y de contextos; sabe de la importancia de un desafío y puede evaluar la comunicación de su gente.

Podemos sintetizar con una palabra: ponderar. Conocer no es sólo tener información sino saber cuánto importa, cuánto pesa, qué relieve y qué alcance tiene. Alguien dirá que todo el fruto de esa ponderación es sencillamente más información, que puede simplemente ser añadida a la que ya se tiene. Según eso, al entrenador neófito le bastaría con que se le informara sobre las reacciones de cada jugador en un elenco muy amplio de circunstancias. Dotado de esa nueva información sería tan bueno como el entrenador veterano. Pero uno se da cuenta en dónde falla ese enfoque: a medida que la información se hace más y más detallada; más y más ramificada; más y más privada, se vuelve más difícil de encontrar, clasificar, distribuir y utilizar. Además, es forzoso que esa información privada, ramificada y detallada escape en algún punto del dominio público de Internet.

La “red de redes” puede brindar torrentes de información, hasta saturar nuestras mentes, pero el discernimiento sobre cómo usar esa información, y qué ruta es útil, saludable o fecunda, ya es un problema distinto. Internet puede enseñarme las obras completas de Santo Tomás, o puede ponerme en contacto con una red de anoréxicos con tendencia psicópata. Puedo aprenderlo todo, y ello significa que también puedo aprender lo que me destruye o destruye a otros. La formación del juicio; la capacidad del discernimiento; la sabiduría en cada elección no es algo que pueda esperar de un mercado virtualmente infinito, que lo ofrece todo.

Internet contiene una gran paradoja: tiene demasiadas respuestas. Pregúntale “a Internet” cuál es el sentido de la vida, y recibirás una avalancha de basura, con algunas perlas aquí y allá. Dile “a Internet” que te enseñe a quién deben servir tus talentos, o cuáles han de ser las prioridades de los gobiernos, o en fin, casi cualquier pregunta de enorme relevancia para tu vida, y descubrirás que tener demasiadas respuestas y no tener ninguna son dos cosas que se parecen bastante.

Enseñar y aprender teología, una vez que Internet está en todas partes, es sobre todo educar el paladar para que reconozca el sabor del Pan del Cielo, y no lo cambie por cualquier cosa. La finura de ese aprendizaje requiere mucho más que acceder a gigantescas bases de datos, como wikipedia, o sus equivalentes. Aprendemos de los maestros en la fe no sólo recibiendo la “información” que puebla su cabeza sino también percibiendo qué verdades les impactan, qué sueños les mueven, qué temores les desvelan, qué alegrías permanecen a su lado incluso cuando las horas de tinieblas cercan y asfixian.

2. ¿Es Internet moralmente neutro?

Una idea muy extendida en nuestro tiempo es que sólo es posible encontrar lo verdadero y lo justo cuando en el recinto se han oído todas las voces. De las pocas cosas que son universalmente reconocidas hoy como casi “sagradas” es la libertad de expresión. Probablemente hay en esto una reacción frente a las tiranías y totalitarismos de tantos siglos pasados, en los que la voz de unos pocos marcó el destino de muchos, o de todos. La solución ideal se plantea como darle voz a todos, sin excepción.

Mas surge un problema: una multitud no es necesariamente más inteligente que una persona individualmente considerada. De hecho, la “psicología de masas” es una especialidad muy amplia entre las investigaciones serias del comportamiento humano. Internet esconde la realidad física de la “masa” como acumulación de cuerpos en un punto geográfico, pero a la vez maximiza la realidad comportamental masificada que ya había sido adelantada por la radio y luego, mucho más, por la televisión.

La cacofonía de inagotables voces, pareceres o puntos de vista no nos hace necesariamente mejores. Al contrario, es posible que la conciencia desarrolle callos y se vuelva impermeable con mayor facilidad cuando recibe un mensaje confuso y sostenido como el que ofrecen las vitrinas de nuestro tiempo, es decir, los medios de comunicación masiva. En sitios como ebay se ha puesto a la venta una hostia consagrada. pregunta: ¿qué sucede al corazón humano cuando la voz de un vendedor de hostias consagradas tiene el mismo espacio y derecho que un vendedor de camisas, o de misiles, o de becas para niños huérfanos en África? ¿Qué efecto trae la interacción continua con ese esquema donde el llanto de uno es la risa de otro, y lo sagrado de uno es comercio para el otro?

Un efecto colateral de ese mercado perpetuo, ese espectáculo perpetuo, y ese perpetuo foro de todas las voces–pues todo eso es Internet–es que también la propia presencia personal se convierte en objeto de puntuación, de modo que carecer de “amigos” en facebook, o de seguidores en twitter equivale a estar socialmente muerto. Calculemos que mensaje moral subyace en esta mentalidad cuando la persona con más seguidores es la blasfema confesa Lady Gaga.

Hacer presencia teológica en Internet implica entrar en la compleja maraña de informaciones cruzadas, ambiguas, maliciosas e incluso malignas; tejido también de sublimes, nobles y sabias inspiraciones, pues de ello también hay. Pero la sensación que uno tiene es que en esto se cumple lo del Evangelio: “los hijos de las tinieblas son más astutos que los hijos de la luz.”

3. ¿Puede imaginarse un Internet lleno de luz?

El mandato de evangelizar “toda la creación,” según lo consigna el capítulo final del Evangelio de Marcos, no puede excluir al mundo de la tecnología. los desafíos aquí son numerosos; quisiera sintetizarlos en siete puntos:

3.1 Los católicos necesitamos alfabetización tecnológica. En más de un aspecto, Internet es como aprender un idioma. Si los misioneros de otras épocas aprendían quichua o guaraní, a nosotros, con alto grado de probabilidad, nos corresponde aprender este idioma.

3.2 Lo mismo que los antiguos misioneros, hemos de saber que entramos a una jungla. Habrá cosas bellas qué agradecer pero también enormes peligros, incluso letales, en términos de fe.

3.3 Internet puede ayudar a sacudir antiguos hábitos que no tienen más credenciales que la fuerza de la costumbre; por ejemplo, la idea tan extendida de que el trabajo teológico es básicamente una labor de investigación y esfuerzo solitario. Internet puede “obligarnos” a escucharnos mutuamente, y eso puede ser enormemente saludable.

3.4 En Internet se agazapa la paradoja de la abundancia y la escasez: mucha información y muy poco tiempo para recibirla; muchas opiniones y poquísimas verdades. Entrar a ese ambiente requiere destreza para renovarse y humildad para aceptar que muchas veces no se acierta.

3.5 Probablemente no se han creado aún las mejores herramientas en Internet para hacer avanzar el pensamiento por los surcos de una reflexión verdaderamente profunda. Cuidado con la tentación de vivir en la superficie, o de flotar entre pareceres y gustos. La fe es otra cosa.

3.6 La fe está llamada a crecer tomando más y más posesión de lo que somos. No tenemos necesariamente más fe cuando decimos más cosas sino cuando las vivimos más, y al vivirlas, descubrimos su impacto, su belleza y su fruto.

3.7 Una herramienta puede ser útil o bella, pero es sólo una herramienta. Aprender dónde se enciende debe enseñarnos también dónde y cuándo hay que apagarla.

Meta: los riesgos del mundo virtual del dueño de Facebook

“Una vida paralela en un universo paralelo. No es una película de ciencia ficción, sino el proyecto de Mark Zuckerberg, fundador de Facebook y ahora de Meta, una empresa que construirá un nuevo “metaverso”. ¿Seremos capaces de vivir en una realidad virtual? Los riesgos (mentales) que corremos hoy con las redes sociales se verían amplificados…”

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Joven falleció tras recibir instrucciones para realizarse un aborto por WhatsApp

“Se pudo concluir de los mensajes que la médica le había recetado 12 pastillas distribuidas en 3 tomas. A la segunda toma, María ya presentaba diarrea y sangrado. A las 20 horas ya había soltado el feto, sin embargo, los 2 días posteriores al aborto María se comenzó a sentir mal, a lo que se le sumaron mareos y dolores abdominales. La doctora al teléfono parecía bastante tranquila, sin embargo, María ya no aguantaba más…”

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Las redes oficiales de Fray Nelson

Mis redes sociales oficiales, únicas de las que puedo responder, son las que siguen. Lo que no te llegue a través de estas redes NO PROVIENE DE Fray NELSON MEDINA:

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El único lugar donde se indican las ayudas económicas para este servicio, como apoyo al ministerio de la predicación desde mi comunidad, la Orden Dominicana en Colombia, es:

http://fraynelson.com/ayuda.html

CUALQUIER OTRO GRUPO DE WHATSAPP O CUALQUIER OTRA INFORMACIÓN PUEDE SER UNA ESTAFA, O UN INTENTO DE HACER DINERO CON LO QUE YO OFREZCO GRATIS.

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Aprovecho para agradecer el apoyo continuo de amistad, oración y donaciones. Dios les bendiga!

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¿Conoces la “Noticia leída desde la fe”?

Desde hace meses estoy ofreciendo, de Lunes a Viernes, unos cinco minutos para reflexionar sobre alguna noticia de actualidad.

El propósito es acostumbrarnos, como católicos, a varias cosas: (1) Estar informados; (2) Capacitarnos para leer un poco mejor los “signos de los tiempos”; (3) Formar criterio en un mundo que a veces es un bastante confuso; (4) Propiciar una mirada de fe sobre los acontecimientos actuales para orientarlos en clave de fe, de amor amor y servicio a al Señor.

Puedes ver lo que se ha ido publicando en este enlace.

Las transmisiones se están haciendo a la 1:15 PM hora de Colombia. ¡Recuerda que siempre puedes dejar tus comentarios!

Más de 55.000 intenciones de Misa

El 31 de Octubre del presente año cerramos nuestro ciclo de transmisiones de la Eucaristía en vivo, a través de Internet (YouTube – canal “fraynelson”). En mi alma sólo hay agradecimiento:

* Pudimos ofrecer en el altar más de 55.000 intenciones, de las cuales muchcho más de 10.000 fueron leídas al comienzo de cada celebración.

Más de 200.000 personas siguieron en vivo alguna de estas celebración. Casi un millón de personas las han visto, incluyendo las visualizaciones en diferido.

Cerca de 40 países se hna presentes con sus intenciones para la misa.

En este enlace tienes la lista de reproducción de todas las misas online.

¿Confesión online?

Varias veces en esta pandemia me han planteado la pregunta por la confesión “a distancia” o confesión “online.” Un buen artículo de Aleteia ayuda a tener ideas claras.

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De entrada, parece que podría estudiarse la cuestión valorando pros y contras.

Así, a favor tendríamos la facilidad en todos los sentidos para el penitente, que podría confesarse sin que nadie le viera ni le reconociera (el anonimato es un derecho del penitente), de forma que sería más fácil que se animara y dijera todo lo que es pertinente. También el que la página web facilitara una buena preparación, con examen de conciencia incluido.

En contra tendríamos que se dificulta la tarea de pastor –y no solo de juez- por parte del sacerdote. También el que fueran más fáciles las imposturas. Claro está, se podrían añadir más argumentos en uno u otro sentido.

Sin embargo, si se trata de lo que los católicos habitualmente entendemos por confesión, o sea, el sacramento de la Penitencia, no es así como se ha de tratar la cuestión. Lo que debemos estudiar es si la naturaleza misma del sacramento lo permite. El tema no es tan nuevo como parece, y ya se había estudiado.

No era raro que, en los estudios de teología o en los seminarios, tarde o temprano alguien preguntara si se puede uno confesar por teléfono. La invariable respuesta era que no.

¿Por qué? Para comprender esta respuesta, hay que entender el sentido mismo del sacramento. Jesucristo deja en manos de la Iglesia el perdón de los pecados, de forma que pueden ser perdonados o “retenidos” (cfr. Jn 20, 22). El sacramento se constituye como un tribunal de misericordia, en el que el pecador se acerca a la Iglesia –representada en su ministro- a confesar con arrepentimiento sus pecados.

El sacerdote, advirtiendo que el penitente tiene contrición de sus pecados, le absuelve; si no la tiene, deja la absolución pendiente para cuando la tenga. Por eso hace falta que se presente.

Desde siempre se ha examinado si era necesaria la presencia física –antes del teléfono estaban las cartas-, y se ha contestado afirmativamente. Recientemente lo han recordado varios obispos, y en 2011 el portavoz mismo de la Santa Sede, Mons. Lombardi, lo recordó con respecto al iphone.

Estas consideraciones se refieren exclusivamente a la celebración del sacramento de la Penitencia. No se refieren a su preparación, donde internet puede ser de ayuda; por ejemplo, proporcionando un buen examen de conciencia para prepararse. Tampoco se refieren a cualquier tipo de diálogo ajeno al sacramento.

Aunque, si se trata de una dirección espiritual, me parece que lo recomendable (recomendable, no estrictamente necesario) es la presencia física con respecto a la virtual. Supongo asimismo que alguna de estas iniciativas de confesionario virtual responden a un sacerdote (si no lo es, y con licencias ministeriales, no puede absolver) con la mejor de las intenciones. Pero se ha equivocado.

Instagram: buenas noticias

Hace pocos días hemos alcanzado 50 mil seguidores en Instagram. Sea para gloria y servicio de Dios.

Mi perfil en Instagram es @fraynelson.

Varios estudios muestran que esta red social es una de las de más rápido crecimiento, con una variedad de edades considerablemente mayor que Twitter y Facebook, por ejemplo.

Además, el modo peculiar de manejo de las interacciones sociales (más breves, amigables y controlables) hacen de Instagram un instrumento muy interesante para difusión de contenido católico.