Opus Dei y Camino Neo-catecumenal

Padre, sigo con mucho gusto sus postings sobre San Josemaria! Yo estudie la secundaria en un colegio Jesuita, y luego la universidad en la U de Piura, fundada por Monsenior Escriva. Ahora vivo en Canada y mi ex-novia me llevo al Camino Neocatecumenal, y llevo 7 meses en la comunidad donde soy muy feliz. La cosa con la que me esta contrariando un poco es el viejo espiritu de “La Obra” de santificarme en mi trabajo (Resultado primario: Gloria a Dios, “gancho” apostolico! Secundario: bienes materiales, exito, oportunidades) esta chocando con “el Camino” donde la relacion con el dinero, trabajo y exito creo es mas cercana al evangelio “crudo”. Noto que “La Obra” puede ser mas elitista, porque esta interesada en reclutar a quien puede dar mas. Noto que “el Camino” es mas abierto, porque es un autentico hospital de pecadores como yo. Tengo hermanos que sufren mucho. Padre, que puedo hacer para reconciliar esta pequenia contradiccion interna? Alguna charla para escuchar? Gracias por su tiempo y que Dios lo bendiga siempre! – LGG.

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No es casualidad que Kiko Argüello y Escrivá de Balaguer sean ambos españoles. Ya a partir de los siglos de lucha contra las pretensiones territoriales del Islam, el alma española se acostumbró a lo rotundo, y con ello, a la presentación de la fe como algo que impregna todas las áreas de la vida humana y todos los estamentos de la sociedad.

Pero las aproximaciones son distintas. Escrivá cree en la renovación de la sociedad desde el fermento de una vida cristiana seria, bien fundada, consistente, persistente. Argüello, en cambio, no le cree al “sistema.” Considera que el pecado vicia de tal manera las raíces de todo, que el cristiano debe situarse situarse en la serena certeza de que su vida es opuesta al mundo.

Uno no debe calificar a Escrivá de mundano ni a Argüello de anarquista. Escrivá es claro en temas centrales de la oposición al espíritu mundano como por ejemplo, la cruz, la obediencia, la virtud, la verdad, la coherencia con unos principios que el mundo claramente detesta. Argüello, por su parte, es claramente “conservador” y muy fiel a la más pura de valores de la tradición católica, particularmente en lo que tiene que ver con la familia, la autoridad y la defensa de la vida. Uno ve que estos dos grandes buscan en el fondo lo mismo: un hombre y una sociedad fascinados por la persona adorable de Jesucristo , y plenamente consecuentes con su fe.

Hay otro contraste entre ellos, sin embargo. Mucho más claramente que Argüello, Escrivá enfatiza a menudo el papel de la voluntad humana. Con una lectura superficial, uno puede creer que Forja o Surco son manuales de apoyo a una mentalidad pelagiana, según la cual todo puede conseguirse a base de esfuerzo. Por supuesto, ese no es el caso. Escrivá subrayó suficientemente el lugar de la oración humilde, la súplica confiada, la certeza de la acción de Dios en los sacramentos. Dicho de otro modo: él es un testigo de la acción de la gracia santificante y transformante de Dios. Pero, por lo mismo, si afirmamos que la gracia transforma, esa transformación tiene que impregnar la manera como obramos, las decisiones que tomamos, el tenor de vida que seguimos. En lo que no cree Escrivá es en eso de tener uno mucha confianza en la misericordia divina mientras se lleva una vida de homenaje al pecado, a la moda o al diablo. Esa exigencia de coherencia puede sonar a legalismo pero en realidad tiene una base bíblica muy clara que salta a la vista en pasajes como aquello de Santiago: “la fe sin obras está muerta.”

En fin, considero que ante estos dos grandes hombres de fe nuestra actitud ha de ser la que tomamos ante todo aquello que es admirable: aprender lo bueno y dejarnos cuestionar por la audacia y radicalidad de sus propuestas.

¿Es pecado tatuarse?

“Hasta hace pocos años se consideraba que sólo los marineros y los delincuentes se tatuaban, pero hoy en día tatuarse se ha convertido en una moda cada vez más generalizada. Debido a ello muchos católicos se preguntan qué opina la Iglesia respecto a los tatuajes, y específicamente si es o no pecado tatuarse…”

Tatuarse

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La persona humana es imagen de Dios

108 El mensaje fundamental de la Sagrada Escritura anuncia que la persona humana es criatura de Dios (cf. Sal 139,14-18) y especifica el elemento que la caracteriza y la distingue en su ser a imagen de Dios: « Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó » (Gn 1,27). Dios coloca la criatura humana en el centro y en la cumbre de la creación: al hombre (en hebreo « adam »), plasmado con la tierra (« adamah »), Dios insufla en las narices el aliento de la vida (cf. Gn 2,7). De ahí que, « por haber sido hecho a imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de persona; no es solamente algo, sino alguien. Es capaz de conocerse, de poseerse y de darse libremente y entrar en comunión con otras personas; y es llamado, por la gracia, a una alianza con su Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y de amor que ningún otro ser puede dar en su lugar ».[Catecismo de la Iglesia Católica, 357]

109 La semejanza con Dios revela que la esencia y la existencia del hombre están constitutivamente relacionadas con Él del modo más profundo.[Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 356. 358] Es una relación que existe por sí misma y no llega, por tanto, en un segundo momento ni se añade desde fuera. Toda la vida del hombre es una pregunta y una búsqueda de Dios. Esta relación con Dios puede ser ignorada, olvidada o removida, pero jamás puede ser eliminada. Entre todas las criaturas del mundo visible, en efecto, sólo el hombre es « “capaz” de Dios » (« homo est Dei capax »).[Catecismo de la Iglesia Católica, título del cap. I, 1ª secc., 1ª parte; cf. Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 12: AAS 58 (1966) 1034; Juan Pablo II, Carta enc. Evangelium vitae, 34: AAS 87 (1995) 440] La persona humana es un ser personal creado por Dios para la relación con Él, que sólo en esta relación puede vivir y expresarse, y que tiende naturalmente hacia Él.[Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Evangelium vitae, 35: AAS 87 (1995) 440-441; Catecismo de la Iglesia Católica, 1721]

110 La relación entre Dios y el hombre se refleja en la dimensión relacional y social de la naturaleza humana. El hombre, en efecto, no es un ser solitario, ya que « por su íntima naturaleza, es un ser social, y no puede vivir ni desplegar sus cualidades, sin relacionarse con los demás ».[Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 12: AAS 58 (1966) 1034] A este respecto resulta significativo el hecho de que Dios haya creado al ser humano como hombre y mujer [Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 369] (cf. Gn 1,27): « Qué elocuente es la insatisfacción de la que es víctima la vida del hombre en el Edén, cuando su única referencia es el mundo vegetal y animal (cf. Gn 2,20). Sólo la aparición de la mujer, es decir, de un ser que es hueso de sus huesos y carne de su carne (cf. Gn 2,23), y en quien vive igualmente el espíritu de Dios creador, puede satisfacer la exigencia de diálogo interpersonal que es vital para la existencia humana. En el otro, hombre o mujer, se refleja Dios mismo, meta definitiva y satisfactoria de toda persona ».[Juan Pablo II, Carta enc. Evangelium vitae, 35: AAS 87 (1995) 440]

111 El hombre y la mujer tienen la misma dignidad y son de igual valor,[Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2334] no sólo porque ambos, en su diversidad, son imagen de Dios, sino, más profundamente aún, porque el dinamismo de reciprocidad que anima el « nosotros » de la pareja humana es imagen de Dios.[Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 371] En la relación de comunión recíproca, el hombre y la mujer se realizan profundamente a sí mismos reencontrándose como personas a través del don sincero de sí mismos.[Cf. Juan Pablo II, Carta a las familias Gratissiman sane, 6.8.14.16.19-20: AAS 86 (1994) 873-874. 876-878. 893-896. 899-903. 910-919] Su pacto de unión es presentado en la Sagrada Escritura como una imagen del Pacto de Dios con los hombres (cf. Os 1-3; Is 54; Ef 5,21- 33) y, al mismo tiempo, como un servicio a la vida.[Cf. Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 50: AAS 58 (1966) 1070-1072] La pareja humana puede participar, en efecto, de la creatividad de Dios: « Y los bendijo Dios y les dijo: “Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra” » (Gn 1,28).

112 El hombre y la mujer están en relación con los demás ante todo como custodios de sus vidas: [Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Evangelium vitae, 19: AAS 87 (1995) 421-422] « a todos y a cada uno reclamaré el alma humana » (Gn 9,5), confirma Dios a Noé después del diluvio. Desde esta perspectiva, la relación con Dios exige que se considere la vida del hombre sagrada e inviolable.[Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2258] El quinto mandamiento: « No matarás » (Ex 20,13; Dt 5,17) tiene valor porque sólo Dios es Señor de la vida y de la muerte.[Cf. Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 27: AAS 58 (1966) 1047-1048; Catecismo de la Iglesia Católica, 2259-2261] El respeto debido a la inviolabilidad y a la integridad de la vida física tiene su culmen en el mandamiento positivo: « Amarás a tu prójimo como a ti mismo » (Lv 19,18), con el cual Jesucristo obliga a hacerse cargo del prójimo (cf. Mt 22,37-40; Mc 12,29-31; Lc 10,27-28).

113 Con esta particular vocación a la vida, el hombre y la mujer se encuentran también frente a todas las demás criaturas. Ellos pueden y deben someterlas a su servicio y gozar de ellas, pero su dominio sobre el mundo requiere el ejercicio de la responsabilidad, no es una libertad de explotación arbitraria y egoísta. Toda la creación, en efecto, tiene el valor de « cosa buena » (cf. Gn 1,10.12.18.21.25) ante la mirada de Dios, que es su Autor. El hombre debe descubrir y respetar este valor: es éste un desafío maravilloso para su inteligencia, que lo debe elevar como un ala [Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Fides et ratio. Prólogo: AAS 91 (1999) 5] hacia la contemplación de la verdad de todas las criaturas, es decir, de lo que Dios ve de bueno en ellas. El libro del Génesis enseña, en efecto, que el dominio del hombre sobre el mundo consiste en dar un nombre a las cosas (cf. Gn 2,19-20): con la denominación, el hombre debe reconocer las cosas por lo que son y establecer para con cada una de ellas una relación de responsabilidad.[Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 373]

114 El hombre está también en relación consigo mismo y puede reflexionar sobre sí mismo. La Sagrada Escritura habla a este respecto del corazón del hombre. El corazón designa precisamente la interioridad espiritual del hombre, es decir, cuanto lo distingue de cualquier otra criatura: Dios « ha hecho todas las cosas apropiadas a su tiempo; también ha puesto el afán en sus corazones, sin que el hombre llegue a descubrir la obra que Dios ha hecho de principio a fin » (Qo 3,11). El corazón indica, en definitiva, las facultades espirituales propias del hombre, sus prerrogativas en cuanto creado a imagen de su Creador: la razón, el discernimiento del bien y del mal, la voluntad libre.[Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Evangelium vitae, 34: AAS 87 (1995) 438-440] Cuando escucha la aspiración profunda de su corazón, todo hombre no puede dejar de hacer propias las palabras de verdad expresadas por San Agustín: « Tú lo estimulas para que encuentre deleite en tu alabanza; nos creaste para ti y nuestro corazón andará siempre inquieto mientras no descanse en ti ».[San Agustín, Confesiones, I,1: PL 32, 661: « Tu excitas, ut laudare te delectet; quia fecisti nos ad te, et inquietum est cor nostrum, donec requiescat in te »]

Este Compendio se publica íntegramente, por entregas, aquí.

Una historia de hace 22 años

Monseñor Mario Revollo Bravo, entonces Arzobispo de Bogotá, impuso sus manos sobre mi cabeza y oró por mí, pidiendo el don del Espíritu Santo. Suplicó de Dios, con plegaria eficaz en razón de su consagración episcopal, que me concediera el Sacramento del Orden en el menor de sus grados, pero también aquel que de algún modo marca y define todo lo que significa ser clérigo. Era el 21 de Septiembre de 1991: ese día fui ordenado diácono.

Sé muy bien que para muchas personas, especialmente en el círculo íntimo de familia y amigos, la ordenación “esperada” es el presbiterado. Aquel momento sublime en que se consagran las especies eucarísticas, aquella alegría de ver a un hombre para el altar y para servicio del pueblo de Dios, particularmente a través de la confesión y la Santa Misa: eso es lo que muchos esperan. Es explicable entonces que todo lo anterior se vea como simple preparación que, si pudiera abreviarse, sería mejor. Y tal razonamiento incluye la recepción del diaconado.

Mis compañeros y yo tuvimos, sin embargo, un privilegio particular. Nuestra preparación para ser ordenados diáconos enfatizó más de una vez tres elementos que quedaron grabados en mi mente y mi corazón:

1. Ser diácono, es decir, “servidor,” define muy bien el corazón de todo el ministerio ordenado. No se deja de ser diácono por ser ordenado presbítero, en este sentido: serás mejor presbítero cuanto mejor entiendas que tu vida es servicio de amor y obediencia a Dios, y de caridad para con tus hermanos.

2. El diácono une el servicio de caridad y el servicio al altar. No cabe despreciar el decoro de la liturgia con pretexto de “acercar” el misterio a la gente, pero tampoco cabe olvidarse de la gente y sus necesidades con pretexto de hundirse en el misterio del Dios absoluto.

3. El diácono es ministro propio de la predicación y de la distribución de la sagrada comunión. Uno debe predicar como quien reparte Pan del Cielo, y uno debe dar la Eucaristía como entregando la única luz que permite leer la vida.

Son ya 22 años desde aquella fiesta del Apóstol San Mateo en que recibí la ordenación diaconal. ¡Oh. Mateo! El publicano, el gran testigo de la misericordia. El que fue transformado por la sola palabra de Cristo: “¡Sígueme!”

Siento todavía el calor de las manos del obispo. Siento el silencio del templo. Me abruma la mirada de Dios Padre queriendo hacer de este barro algo útil para su Reino.

ESCUCHA, El Papa Francisco y las periferias existenciales

Con sus palabras y gestos proféticos, el Papa Francisco subraya un aspecto esencial al Evangelio: la mirada hacia la periferia.

Queridos hermanos:

Recientemente se han cumplido los primeros seis meses del pontificado del Papa Francisco. Puede ser un buen momento para tomar una expresión que él ha utilizado, y sobre todo, que ha puesto en práctica. El Papa nos habla de las “periferias existenciales.” El mismo día de su elección, al dirigirse por primera vez a la multitud congregada en la Plaza de San Pedro, dijo esta frase, que en ese momento podía parecer sólo un apunte amable o gracioso: “Parece que los Señores Cardenales han ido hasta el fin del mundo para buscar un Papa…” Esa frase, vista ya en el contexto de estos primeros meses de pontificado, en realidad dice más de lo que parece. Recientemente, [Federico] Lombardi, portavoz del Vaticano, comentaba que una de las señales del pontificado de Francisco ha sido darle la vuelta, cambiar la mentalidad euro-céntrica. Francisco hablaba de la “periferia existencial”: los Cardenales fueron “al fin del mundo.” Salieron de lo esperado y fueron “al fin del mundo.” Ese contraste entre el “centro” y la “periferia” realmente está muy adentro en el pensamiento de Bergoglio.
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Carta del Papa al director del Diario La Repubblica

“El diario italiano La Repubblica publicó este miércoles una larga carta escrita por el Papa Francisco en las que responde a algunas dudas sobre la fe planteadas durante este verano por Eugenio Scalfari, un famoso periodista conocido por su posición anti clerical…”

Carta del Papa

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La apoteosis de la tibieza

“Es increíble hasta qué punto se crispan los nervios de ciertos contemporáneos cuando se oye algo que tenga pretensiones de permanencia, que suba un poco el tono de la mera opinión, sacudiendo los algodones y tonos pastel a los que nos tiene acostumbrados la nueva era con sus angelitos multicolores y atardeceres románticos…”

Tibienza...

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Ejercicio de Alabanza, 5 de 5, La Virgen María, Maestra en la Alabanza

[Predicación en el Tercer Congreso Internacional de la Renovación Carismática Católica de Asunción, en Paraguay.]

Tema 5 de 5: La Virgen María, Maestra en la Alabanza

* Aclaración preliminar: ¿Contemplar a María o predicar sobre ella aparta nuestra atención de Jesucristo? Respuesta: ¡No! Contemplar los cuadros de un pintor no hace que nos olvidemos de él. Conocer las historia de recuperación de enfermos curados por un médico no nos aparte de agradecer el talento que tiene.

* Hemos dicho ya que la humildad de la Santísima Virgen nos enseña a bendecir y alabar desde la tierra firme de la verdad. Si meditamos un poco en su Magnificat, vemos que hay por lo menos otros tres bienes en los que ella es ejemplo eminente:

(1) Aunque es una jovencita, su mirada está atento al dolor de otros. No está centrada ni encerrada en sí misma.

(2) Pero ella no se queda en el dolor del pueblo, cosa que la llevaría a la desesperación o al odio de clases sociales, sus ojos descubren el actuar de Dios en la historia, y de hecho, es es el motivo principal de su alabanza.

(3) He aquí una niña que tiene memoria de su pueblo, y que conoce las promesas de Dios para los suyos. ¿Cuántas chicas tienen esa clase de luz y sabiduría hoy?

Ejercicio de Alabanza, 4 de 5, Alabar con el poder del Espíritu

[Predicación en el Tercer Congreso Internacional de la Renovación Carismática Católica en Asunción, Paraguay.]

Tema 4 de 5: Alabar con el poder del Espíritu

* Las imágenes bíblicas sobre el Espíritu Santo nos ayudan a comprender su relación con una vida de fe y con la experiencia de la alabanza.

(1) El Espíritu es FUEGO, y como tal, separa el metal de la escoria; purifica; y reforma. Quitar la escoria es darnos la fuerza de desprendernos del mal que parecía ya parte de nosotros y de nuestra vida. Purificar es ayudarnos a escoger lo mejor, es decir, concentrar nuestro esfuerzo y corazón más y más en el plan de Dios. Reformar es alcanzar la docilidad que hace posible su verdad en nuestra vida.

(2) El Espíritu es VIENTO que refresca y mueve. El paso del Espíritu consuela, alivia, renueva. Pero también empuja; nos lleva más allá de nosotros mismos y nuestros planes, a menudo tan limitados.

(3) El Espíritu es FUENTE que salta hasta la vida eterna. tener la fuente dentro es poder realizar lo que dice san Pablo en 1 Corintios 13: “El amor no lleva cuentas…” Para no llevar cuentas es preciso tener un amor incontable adentro.

(4) El Espíritu es LUZ que declara los misterios divinos. Aprendemos de Lucas 24 que ni siquiera la mejor de las explicaciones trae verdad al alma, a menos que esta reciba la gracia de “abrirse” al Señor. esa comprensión profunda es también la fuente de la alegría que no muere, y de la comunión que todo lo vence.

Ejercicio de Alabanza, 3 de 5, Dimensión comunitaria de la fe y la alabanza

[Predicación en el Tercer Congreso Internacional de la Renovación Carismática Católica en Asunción, Paraguay.]

Tema 3 de 5: Dimensión comunitaria de la fe y la alabanza

* Es fácil creer que la alabanza es un fenómeno colectivo comparable al entusiasmo que siente una multitud en un evento deportivo o en un concierto. Pero esa no es la fuente de la verdadera alabanza.

* Es fácil también ver la fe como simple convencimiento interior sin fundamento objetivo, es decir, como algo parecido a la sugestión. Según este enfoque, cada quien cree lo que quiere creer. Pero esa no es la fe desde un enfoque verdaderamente cristiano.

* La fe verdadera es siempre RESPUESTA a un testimonio que se funda finalmente en la palabra de los apóstoles, y que tiene su fuente en la mañana de la Pascua y en el día de Pentecostés. La misma palabra que despierta la fe constituye a la comunidad de los que creen: nuestra fe es, desde el principio, una experiencia comunitaria, compartida, eclesial.

* El pecado, por oposición, es siempre divisivo: divide al hombre contra Dios, a quien ve como una amenaza y una limitación enojosa a su libertad; el pecado divide al hombre contra su prójimo, al que sólo puede ver como objeto de dominación, de temor, de uso o de competencia; y el pecado divide al hombre contra sí mismo, pues el bien que descubre su razón se escapa dolorosamente de su voluntad.

* Frente al pecado, el anuncio que hace presente a Cristo significa reconciliación y unidad recuperada. Por eso, la unidad de la comunidad que bendice a Cristo es la respuesta plena al drama del pecado y la división.

Ejercicio de Alabanza, 2 de 5, Combate espiritual

[Predicación en el Tercer Congreso Internacional de la Renovación Carismática Católica en Asunción, Paraguay.]

Tema 2 de 5: Combate espiritual

* ¿Qué mueve al ser humano? En la antropología de Santo Tomás se destaca el papel que tienen dos tipos de “motores” que él llama “apetitos.” Hay, por una parte, el apetito del deleite, que más formalmente se llama “apetito concupiscible,” y está por otra parte el apetito de lucha o combate, que más formalmente se llama “apetito irascible.”

* Ambos apetitos son parte de nuestro ser y, en cuanto, creados por Dios y dados a nosotros, son buenos. La carencia de motor y de motivación no pueden considerarse como cosas buenas, ni la perfección cristiana consiste en suprimir los apetitos, sino más bien en educarlos.

* La alabanza nos enseña a educar nuestros apetitos porque nos muestra en quién hemos de deleitarnos y por quién hemos de luchar.” Tres personajes de la Biblia resultan particularmente inspiradores en este sentido:

(1) David contra Goliath. Hay que destacar en este relato el desenlace inesperado: el débil vence al fuerte, y la razón es que Dios le muestra a David un camino nuevo. La lección que tomamos de este episodio es que podemos pedirle a Dios que nos sorprenda con su amor pues sus ideas son mejores que las nuestras.

(2) Jeremías predicando en tiempos difíciles. El Señor le dice a él, y también a nosotros: “No te vuelvas a ellos; que ellos se vuelvan a ti.” Es una experiencia que uno tiene a menudo, si sabe perseverar por encima de las burlas típicas entre los amigos o en el lugar de trabajo. La misma gente que en un momento dado se burla y ataca un día llega a pedir ayuda o consejo.

(3) La Santísima Virgen, espejo de humildad: prueba viviente de que somos aceptos y amados por Dios desde la verdad de lo que somos. Es esa, nuestra realidad, la que también ha de servir de base para bendecir al Dios que obra en la vida misma.

Ejercicio de Alabanza, 1 de 5, La fe y la alabanza

[Predicación en el Tercer Congreso Internacional de la Renovación Carismática Católica, en Asunción, Paraguay.]

Tema 1 de 5: El cimiento de la fe y la raíz de la alabanza

* Todo en la vida cristiana tiene su fundamento en la fe porque la fe es la puerta que hace posible todo otro don que recibimos del Dios en quien creemos y confiamos.

* Esto implica que nada interesa tanto al enemigo malo como destruir nuestro cimiento atacando la fe. tres son los misiles que con mayor frecuencia dispara contra ese fundamento:

(1) La ignorancia: ante todo, el enemigo quiere que desconozcamos de quién somos hijos y a qué extremos de amor ha llegado por rescatarnos.

(2) La distracción, que nos mantiene incapaces de apreciar el valor del mensaje de salvación que se nos predica.

(3) La confusión, que quiere hacer naufragar la certeza en el ruido. Se da sobre todo por las sectas protestantes, la nueva era, la masonería y el cientificismo.

Querido hermano sacerdote, oremos juntos

Muchos tenemos ya muy claro que sin una verdadera vida de oración nuestro ministerio sacerdotal va perdiendo fuerza, dirección y brillo. El descuido habitual de nuestra unión con Cristo nos hace mucho daño a los sacerdotes porque en nosotros se cumple de manera particular lo que dijo el mismo Cristo: “Sin mí no podéis hacer nada” (Juan 15,5).

Gracias a Dios hay variadas propuestas para fortalecer y enriquecer nuestra vida de oración. Muchos sacerdotes tienen por lo menos una eucaristía al día en la que integran laudes o vísperas con el pueblo de Dios. Otros habitan en fraternidades o comunidades en las que hay horarios establecidos que, por la misma constancia, son una invitación a no dejar la oración.

Y sin embargo, es particularmente dura la situación de muchos que, por diversas circunstancias, tienen sólo dos posibilidades: orar solos (y eso implica a menudo: cansados, distraídos, a toda prisa), o dejar de orar, a veces con pretexto de las muchas cosas que hay que hacer.

Te ofrezco algo, hermano sacerdote: oremos juntos. Todos los días encuentras laudes en este enlace:

http://is.gd/laudes

Y todos los días tienes vísperas en este enlace:

http://is.gd/visperas

Querido sacerdote: no dejes tu oración. Te necesitamos. Pero sólo podrás hacernos bien si estás unido a Jesucristo por una vida de oración.