Invitación a Lumen Fidei, 06 de 10, Comprender y Subsistir

[Estudio introductorio a la Encíclica Lumen Fidei, del Papa Francisco. Predicación en los Monasterios de las Dominicas Contemplativas de Murcia y de Lerma, en España, Octubre de 2013.]

Tema 6 de 10: Comprender y Subsistir

* Isaías 7,9 habla originalmente, en el texto hebreo de la relación entre creer y subsistir, o sostenerse. La traducción griega (de los LXX) relaciona creer y comprender: “Si no creéis, no comprendereis.”

* ¿Cómo se relacionan el creer y el comprender? Es clave la noción de “signo.” La fe no brota de la oscuridad ni trae oscuridad. Es un llamado a recorrer el camino que va desde el beneficio al benefactor.

* En el proceso de “comprender” lo que ha sucedido se da el proceso de “afianzarse” o “sostenerse.”

* La fe, pues, ofrece una verdad. ¿Qué clase de verdad? He ahí el punto: nuestro mundo contemporáneo sólo quiere reconocer dos tipos de verdad: la científico-tecnológica y la subjetiva. La primera se demuestra en el laboratorio y la academia, y sirve para ofrecer medios al “yo.” Y ahí viene la segunda clase de verdad de hoy: el “yo” tiene “su” propia verdad, incomunicable, desconectada de la razón y sólo interesada en ser coherente consigo misma. A esto último se le considera “autenticidad,” y es lo único exigible en el ámbito de la amistad.

* Por el camino de los signos y la lectura profunda de la propia vida, la fe nos lleva a otro tipo de verdad, vinculada a la memoria, al origen, y por tanto a una realidad común que está a la vez más allá de nuestro control y más allá de la subjetividad.

* La verdad que así aparece no es un puro contenido intelectual o conceptual: es noticia de amor; es buena nueva.

La experiencia de estudiar LUMEN FIDEI

Para muchos, LUMEN FIDEI es un documento más; quizás uno de esos que hay que escribir cuando llega el momento de hablar de algo: “Si ahora toca la fe, pues digamos algo sobre la fe…”

La realidad es muy distinta. LUMEN FIDEI es una carta vigorosa, profética, llena de sustancia y sabor. Su lenguaje es sereno pero su análisis tiene toda la profundidad de Benedicto, así como su alcance tiene toda la dinamita de Francisco.

He compartido días de estudio de LUMEN FIDEI con monjas dominicas, en Murcia y Lerma (España). No te pierdas lo expuesto. Te llevarás más de una sorpresa. Haz click aquí.

La persona humana y sus múltiples dimensiones

124 Iluminada por el admirable mensaje bíblico, la doctrina social de la Iglesia se detiene, ante todo, en los aspectos principales e inseparables de la persona humana para captar las facetas más importantes de su misterio y de su dignidad. En efecto, no han faltado en el pasado, y aún se asoman dramáticamente a la escena de la historia actual, múltiples concepciones reductivas, de carácter ideológico o simplemente debidas a formas difusas de costumbres y pensamiento, que se refieren al hombre, a su vida y su destino. Estas concepciones tienen en común el hecho de ofuscar la imagen del hombre acentuando sólo alguna de sus características, con perjuicio de todas las demás.[Cf. Pablo VI, Carta ap. Octogesima adveniens, 26-39: AAS 63 (1971) 420-428]

125 La persona no debe ser considerada únicamente como individualidad absoluta, edificada por sí misma y sobre sí misma, como si sus características propias no dependieran más que de sí misma. Tampoco debe ser considerada como mera célula de un organismo dispuesto a reconocerle, a lo sumo, un papel funcional dentro de un sistema. Las concepciones que tergiversan la plena verdad del hombre han sido objeto, en repetidas ocasiones, de la solicitud social de la Iglesia, que no ha dejado de alzar su voz frente a estas y otras visiones, drásticamente reductivas. En cambio, se ha preocupado por anunciar que los hombres « no se nos muestran desligados entre sí, como granos de arena, sino más bien unidos entre sí en un conjunto orgánicamente ordenado, con relaciones variadas según la diversidad de los tiempos »[Pío XII, Carta enc. Summi Pontificatus: AAS 31 (1939) 463] y que el hombre no puede ser comprendido como « un simple elemento y una molécula del organismo social »,[Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 13: AAS 83 (1991) 809] cuidando, a la vez, que la afirmación del primado de la persona, no conllevase una visión individualista o masificada.

126 La fe cristiana, que invita a buscar en todas partes cuanto haya de bueno y digno del hombre (cf. 1 Ts 5,21), « es muy superior a estas ideologías y queda situada a veces en posición totalmente contraria a ellas, en la medida en que reconoce a Dios, trascendente y creador, que interpela, a través de todos los niveles de lo creado, al hombre como libertad responsable ».[Pablo VI, Carta ap. Octogesima adveniens, 27: AAS 63 (1971) 421]

La doctrina social se hace cargo de las diferentes dimensiones del misterio del hombre, que exige ser considerado « en la plena verdad de su existencia, de su ser personal y a la vez de su ser comunitario y social »,[Juan Pablo II, Carta enc. Redemptor hominis, 14: AAS 71 (1979) 284] con una atención específica, de modo que le pueda consentir la valoración más exacta.

Este Compendio se publica íntegramente, por entregas, aquí.

Regla para distinguir la verdad católica del error

“Este pequeño libro, lleno de vigor y ciencia, ha atraído la atención de los estudiosos sobre todo a partir del s. XVI, y sus afirmaciones han sido muy tenidas en cuenta en momentos de confusión doctrinal, desde las polémicas entre protestantes y católicos del s. XVII hasta la crisis modernista, porque en él se encuentra un excelente testimonio cristiano y respuesta ante los riesgos de escepticismo y de relativismo teológico. En efecto, los temas claves del tratado son: fidelidad a la Tradición y progreso dogmático. El Conmonitorio es uno de los libros que más historia ha dejado en pos de sí. Hoy pasan de 150, entre ediciones y traducciones a diversas lenguas…”

Verdad católica

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Invitación a Lumen Fidei, 05 de 10, Iglesia

[Estudio introductorio a la Encíclica Lumen Fidei, del Papa Francisco. Predicación en los Monasterios de las Dominicas Contemplativas de Murcia y de Lerma, en España, Octubre de 2013.]

Tema 5 de 10: Iglesia

* Nuestra fe no es un acto individual. Una fe individual sería indistinguible de la fantasía.

* Siguen de moda expresiones como “Cristo, sí; Iglesia, no.” O también: “Sí a la espiritualidad; no a la religión.” Pero eso es inconsecuente: el subjetivismo de una opción individual cae en el ámbito del mito y carece de toda fuerza o relevancia pública.

* La Iglesia no es comparable a ninguna sociedad humana ni su gobierno es comparable a otro. Algo hay de democracia, aristocracia, monarquía, pero la estructura de la Iglesia es única porque brota de la predicación. La fe y la Iglesia nacen de un mismo origen: la Palabra recibida, en último término, de los apóstoles.

* Mientras que las sociedades humanas surgen de un origen “simétrico,” es decir, de un grupo de iguales que delegan, de manera pragmática, poder para organizar lo que es en igual medida de todos.

* La Iglesia, en cambio, surge de manera “asimétrica,” es decir: no en condición de igualdad, porque hay uno que habla y otro que escucha. La Iglesia nace jerárquica, entendiendo bien que todo poder es siempre poder de ser instrumentos dóciles con los que el Señor construye su obra.

Invitación a Lumen Fidei, 04 de 10, Jesucristo

[Estudio introductorio a la Encíclica Lumen Fidei, del Papa Francisco. Predicación en los Monasterios de las Dominicas Contemplativas de Murcia y de Lerma, en España, Octubre de 2013.]

Tema 4 de 10: Jesucristo

* Las diversas líneas y caminos del Antiguo Testamento convergen en la persona adorable de Jesucristo: reyes, profetas, sacerdotes, y el pueblo pobre y humilde de algún modo miran hacia una plenitud que no queda contenida en el mismo Antiguo Testamento. Sin Cristo, como clave de bóveda, estos antiguos textos quedarían irremediablemente anclados en el pasado, y de alguna forma, incomprensibles.

* No puede hablarse propiamente de “fe” en Jesucristo, porque su conocimiento del misterio divino no puede ser comparable a nuestra condición, pero sí hay algo que le hace próximo a nosotros y ejemplo nuestro: su confianza en el Padre. Su manera de depositarlo todo, de no reservarse nada frente al plan de Dios es el paradigma de la fe cristiana.

Invitación a Lumen Fidei, 03 de 10, Israel

[Estudio introductorio a la Encíclica Lumen Fidei, del Papa Francisco. Predicación en los Monasterios de las Dominicas Contemplativas de Murcia y de Lerma, en España, Octubre de 2013.]

Tema 3 de 10: Israel

* El caminar en el desierto supone una fe compartida. El acto personalísimo de creer no se opone sino que se sostiene y a la vez ayuda a alimentar la experiencia comunitaria del creer.

* La presencia de un mediador, Moisés, no es solamente un acto de liderazgo: implica la confianza que lleva a poyarse en lo que otro ha vivido, orado y sufrido; a la vez, el mediador es garante de la unidad en la confesión de la fe del pueblo.

* En el caminar por el desierto el pueblo se ve tentado por la idolatría. ¿Qué es un ídolo? Es el resultado de nuestra impaciencia y nuestro deseo de no soltar el control. El ídolo es obra de nuestras manos y por eso no da sorpresas; en realidad no llama a salir.

* El Dios verdadero, por el contrario, desinstala. Un ejemplo importante se da con la Sagrada Escritura misma: tendemos a omitir o tratar de domesticar aquellos pasajes que nos incomodan. Decimos que son asuntos culturales, de un tiempo remoto, de una cultura primitiva, de un modo de conocer cargado de fantasía e irrealidad. De ese modo quisiéramos limitar la fuerza del llamado de Dios. Mejor sería descubrir que en aquello que más me interpela Dios quiere tocar aquellas áreas de mi vida que, porque siento más mías, son quizás las que más necesitan de Él.

Invitación a Lumen Fidei, 02 de 10, Abraham

[Estudio introductorio a la Encíclica Lumen Fidei, del Papa Francisco. Predicación en los Monasterios de las Dominicas Contemplativas de Murcia y de Lerma, en España, Octubre de 2013.]

Tema 2 de 10: Abraham

* Nuestro “padre en la fe” es un peregrino. La fe queda así asociada al camino. Creer no es un dato conquistado una vez y para siempre sino una palabra que pone en movimiento y que muchas veces se hace comprensible sólo al caminar.

* La luz de la fe es entonces verdadera luz pero no es un mapa completo, y ni siquiera una descripción de la meta. es “luz suficiente” que permite avanzar. Mientras hay luz, se camina; mientras se camina, hay luz.

Invitación a Lumen Fidei, 01 de 10, Contexto

[Estudio introductorio a la Encíclica Lumen Fidei, del Papa Francisco. Predicación en los Monasterios de las Dominicas Contemplativas de Murcia y de Lerma, en España, Octubre de 2013.]

Tema 1 de 10: Contexto de la Encíclica

* Como expresión del Año de la Fe, la carta encíclica Lumen Fidei quiere enviar un mensaje perdurable que sitúa el don de la fe como cimiento mismo de todo aquello que sucede en la Iglesia.

* Pero de un modo más directo, este documento quiere responder a dos desafíos propios de la Modernidad, a saber, el racionalismo y el existencialismo de corte subjetivista.

* El racionalismo tiene sus raíces en el tiempo de la Ilustración, que pretende exaltar a la razón humana como única luz válida y certera. En esa línea vendrán después el positivismo y el cientificismo.

* La falta de una sólida fundamentación metafísica llevó a Blas Pascal a ver la fe como una especie de apuesta. La intención de Pascal es probablemente muy buena pero el daño que causa es enorme: si la fe es apuesta del corazón, la fe queda entendida como un acto desconectado de la razón, carente de valor público y ajeno a todo control o influencia de la comunidad, y eso excluye también a la Iglesia.

* De ahí el título de la encíclica: “luz de la fe.” ¿En qué sentido ilumina la fe? A ello se quiere responder.

Universalidad del pecado y universalidad de la salvación

120 La doctrina del pecado original, que enseña la universalidad del pecado, tiene una importancia fundamental: « Si decimos: “No tenemos pecado”, nos engañamos y la verdad no está en nosotros » (1 Jn 1,8). Esta doctrina induce al hombre a no permanecer en la culpa y a no tomarla a la ligera, buscando continuamente chivos expiatorios en los demás y justificaciones en el ambiente, la herencia, las instituciones, las estructuras y las relaciones. Se trata de una enseñanza que desenmascara tales engaños.

La doctrina de la universalidad del pecado, sin embargo, no se debe separar de la conciencia de la universalidad de la salvación en Jesucristo. Si se aísla de ésta, genera una falsa angustia por el pecado y una consideración pesimista del mundo y de la vida, que induce a despreciar las realizaciones culturales y civiles del hombre.

121 El realismo cristiano ve los abismos del pecado, pero lo hace a la luz de la esperanza, más grande de todo mal, donada por la acción redentora de Jesucristo, que ha destruido el pecado y la muerte (cf. Rm 5,18-21; 1 Co 15,56-57): « En Él, Dios ha reconciliado al hombre consigo mismo ».[Juan Pablo II, Exh. ap. Reconciliatio et paenitentia, 10: AAS 77 (1985) 205] Cristo, imagen de Dios (cf. 2 Co 4,4; Col 1,15), es Aquel que ilumina plenamente y lleva a cumplimiento la imagen y semejanza de Dios en el hombre. La Palabra que se hizo hombre en Jesucristo es desde siempre la vida y la luz del hombre, luz que ilumina a todo hombre (cf. Jn 1,4.9). Dios quiere en el único mediador, Jesucristo su Hijo, la salvación de todos los hombres (cf. 1 Tm 2,4-5). Jesús es al mismo tiempo el Hijo de Dios y el nuevo Adán, es decir, el hombre nuevo (cf. 1 Co 15, 47-49; Rm 5,14): « Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación ».[Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 22: AAS 58 (1966) 1042] En Él, Dios nos « predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que fuera él el primogénito entre muchos hermanos » (Rm 8,29).

122 La realidad nueva que Jesucristo ofrece no se injerta en la naturaleza humana, no se le añade desde fuera; por el contrario, es aquella realidad de comunión con el Dios trinitario hacia la que los hombres están desde siempre orientados en lo profundo de su ser, gracias a su semejanza creatural con Dios; pero se trata también de una realidad que los hombres no pueden alcanzar con sus solas fuerzas. Mediante el Espíritu de Jesucristo, Hijo de Dios encarnado, en el cual esta realidad de comunión ha sido ya realizada de manera singular, los hombres son acogidos como hijos de Dios (cf. Rm 8,14-17; Ga 4,4-7). Por medio de Cristo, participamos de la naturaleza Dios, que nos dona infinitamente más « de lo que podemos pedir o pensar » (Ef 3,20). Lo que los hombres ya han recibido no es sino una prueba o una « prenda » (2 Co 1,22; Ef 1,14) de lo que obtendrán completamente sólo en la presencia de Dios, visto « cara a cara » (1 Co 13,12), es decir, una prenda de la vida eterna: « Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo » (Jn 17,3).

123 La universalidad de la esperanza cristiana incluye, además de los hombres y mujeres de todos los pueblos, también el cielo y la tierra: « Destilad, cielos, como rocío de lo alto, derramad, nubes, la victoria. Ábrase la tierra y produzca salvación, y germine juntamente la justicia. Yo, Yahvéh, lo he creado » (Is 45,8). Según el Nuevo Testamento, en efecto, la creación entera, junto con toda la humanidad, está también a la espera del Redentor: sometida a la caducidad, entre los gemidos y dolores del parto, aguarda llena de esperanza ser liberada de la corrupción (cf. Rm 8,18-22).

Este Compendio se publica íntegramente, por entregas, aquí.

¿Necesito un sacerdote o necesito un psicólogo?

Mi mamá lleva más de 30 años enferma de algo que le da a la cabeza y no la deja levantar; ha estado miles de veces en las clínicas y no le han dado nunca con lo que tiene. Desde que estoy en este caminar he orado mucho, he pedido oración, pero vuelve y recae… no doy más, yo vivo con ella. Me siento acongojada, siento soledad en mi corazón y necesito oración y guía espiritual.

* * *

Los pensamientos recurrentes de tipo enfermizo, como los que tiene tu mamá, no son simplemente una enfermedad para quien los tiene sino una fuente de enfermedad para las personas que están cerca.

Eso significa que se necesitan estrategias y procedimientos psicológicos muy claros y muy fuertes para estar cerca de una persona que tiene lo que tu mamá tiene. Así como un dolor de muelas se puede mirar desde el punto de vista de la fe pero uno también va al odontólogo, así en un caso de estos es necesario que tú recibas orientación específica sobre cómo afrontar los múltiples desafíos que esto trae. No bastan consejos generales ni “remedios caseros.”

El asunto hay que tratarlo con una serie de citas, evaluando bien qué hay que hacer y qué funciona mejor. Por supuesto, que un profesional o una profesional que conozca este tipo de situaciones te atienda en una SERIE DE ENTREVISTAS implica una inversión económica pero tú te darás cuenta de que es saludable y necesario.

Los sacerdotes en general no tenemos el nivel de formación para tratar adicciones, obsesiones, dificultades de aprendizaje, o superación de estrés post-traumático. Un sacerdote, en general, te dará algunos consejos de sentido común, orará por ti, pero, lo mismo que en el caso de la muela que duele, no va a darte la respuesta que más necesitas. Quizás como una ayuda lateral un sacerdote puede hacer algún bien complementario en una situación como lo que describes.

Prefiero ser bien sincero porque es parte de buscar el mayor bien para ti.

ESCUCHA, Religiosos, evangelización y TICs

Introducción

  • Tu eres audiovisual
  • Primacía de Jesucristo
  • No es asunto de dinero

Advertencias

  • Cuidado con la comodidad
    • La denuncia fácil
    • El motivador profesional
    • El integrista
    • El amargado
    • El turista
    • El narcicista
    • (Sucede también como comunidad)
  • Los medios NO son neutros: tienen impacto en horarios, ocupaciones, afectos, posibilidades.
  • Todo se gana o se pierde en los comentarios

Sugerencias

  • No cabe sustraerse. Se aprende a usar como se aprende a nadar.
  • Hacer presencia es iniciar un contrato tácito de servicio. Por ello:
    • Definir una línea clara ya la vez amplia.
    • Sólo existe lo que se renueva.
    • Las personas tienen que aparecer, sin abrumar, más allá de los contenidos
  • Centralidad de la conversión.

El drama del pecado

115 La admirable visión de la creación del hombre por parte de Dios es inseparable del dramático cuadro del pecado de los orígenes. Con una afirmación lapidaria el apóstol Pablo sintetiza la narración de la caída del hombre contenida en las primeras páginas de la Biblia: « por un solo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado la muerte » (Rm 5,12). El hombre, contra la prohibición de Dios, se deja seducir por la serpiente y extiende sus manos al árbol de la vida, cayendo en poder de la muerte. Con este gesto el hombre intenta forzar su límite de criatura, desafiando a Dios, su único Señor y fuente de la vida. Es un pecado de desobediencia (cf. Rm 5,19) que separa al hombre de Dios.[Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1850]

Por la Revelación sabemos que Adán, el primer hombre, transgrediendo el mandamiento de Dios, pierde la santidad y la justicia en que había sido constituido, recibidas no sólo para sí, sino para toda la humanidad: « cediendo al tentador, Adán y Eva cometen un pecado personal, pero este pecado afecta a la naturaleza humana, que transmitirán en un estado caído. Es un pecado que será transmitido por propagación a toda la humanidad, es decir, por la transmisión de una naturaleza humana privada de la santidad y de la justicia originales ».[Catecismo de la Iglesia Católica, 404]

116 En la raíz de las laceraciones personales y sociales, que ofenden en modo diverso el valor y la dignidad de la persona humana, se halla una herida en lo íntimo del hombre: « Nosotros, a la luz de la fe, la llamamos pecado; comenzando por el pecado original que cada uno lleva desde su nacimiento como una herencia recibida de sus progenitores, hasta el pecado que cada uno comete, abusando de su propia libertad ».[Juan Pablo II, Exh. ap. Reconciliatio et paenitentia, 2: AAS 77 (1985) 188; cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1849] La consecuencia del pecado, en cuanto acto de separación de Dios, es precisamente la alienación, es decir la división del hombre no sólo de Dios, sino también de sí mismo, de los demás hombres y del mundo circundante: « la ruptura con Dios desemboca dramáticamente en la división entre los hermanos. En la descripción del “primer pecado”, la ruptura con Yahveh rompe al mismo tiempo el hilo de la amistad que unía a la familia humana, de tal manera que las páginas siguientes del Génesis nos muestran al hombre y a la mujer como si apuntaran su dedo acusando el uno hacia el otro (cf. Gn 3,12;); y más adelante el hermano que, hostil a su hermano, termina por arrebatarle la vida (cf. Gn 4,2-16). Según la narración de los hechos de Babel, la consecuencia del pecado es la desunión de la familia humana, ya iniciada con el primer pecado, y que llega ahora al extremo en su forma social ».[Juan Pablo II, Exh. ap. Reconciliatio et paenitentia, 15: AAS 77 (1985) 212-213] Reflexionando sobre el misterio del pecado es necesario tener en cuenta esta trágica concatenación de causa y efecto.

117 El misterio del pecado comporta una doble herida, la que el pecador abre en su propio flanco y en su relación con el prójimo. Por ello se puede hablar de pecado personal y social: todo pecado es personal bajo un aspecto; bajo otro aspecto, todo pecado es social, en cuanto tiene también consecuencias sociales. El pecado, en sentido verdadero y propio, es siempre un acto de la persona, porque es un acto de libertad de un hombre en particular, y no propiamente de un grupo o de una comunidad, pero a cada pecado se le puede atribuir indiscutiblemente el carácter de pecado social, teniendo en cuenta que « en virtud de una solidaridad humana tan misteriosa e imperceptible como real y concreta, el pecado de cada uno repercute en cierta manera en los demás ».[Juan Pablo II, Exh. ap. Reconciliatio et paenitentia, 16: AAS 77 (1985) 214. El texto explica además que a esta ley del descenso, a esta comunión del pecado, por la que un alma que se abaja por el pecado abaja consigo a la Iglesia y, en cierto modo, al mundo entero, corresponde la ley de la elevación, el misterio profundo y magnífico de la comunión de los santos, gracias a la cual toda alma que se eleva, eleva al mundo] No es, por tanto, legítima y aceptable una acepción del pecado social que, más o menos conscientemente, lleve a difuminar y casi a cancelar el elemento personal, para admitir sólo culpas y responsabilidades sociales. En el fondo de toda situación de pecado se encuentra siempre la persona que peca.

118 Algunos pecados, además, constituyen, por su objeto mismo, una agresión directa al prójimo. Estos pecados, en particular, se califican como pecados sociales. Es social todo pecado cometido contra la justicia en las relaciones entre persona y persona, entre la persona y la comunidad, y entre la comunidad y la persona. Es social todo pecado contra los derechos de la persona humana, comenzando por el derecho a la vida, incluido el del no-nacido, o contra la integridad física de alguien; todo pecado contra la libertad de los demás, especialmente contra la libertad de creer en Dios y de adorarlo; todo pecado contra la dignidad y el honor del prójimo. Es social todo pecado contra el bien común y contra sus exigencias, en toda la amplia esfera de los derechos y deberes de los ciudadanos. En fin, es social el pecado que « se refiere a las relaciones entre las distintas comunidades humanas. Estas relaciones no están siempre en sintonía con el designio de Dios, que quiere en el mundo justicia, libertad y paz entre los individuos, los grupos y los pueblos ».[Juan Pablo II, Exh. ap. Reconciliatio et paenitentia, 16: AAS 77 (1985) 216]

119 Las consecuencias del pecado alimentan las estructuras de pecado. Estas tienen su raíz en el pecado personal y, por tanto, están siempre relacionadas con actos concretos de las personas, que las originan, las consolidan y las hacen difíciles de eliminar. Es así como se fortalecen, se difunden, se convierten en fuente de otros pecados y condicionan la conducta de los hombres.[Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1869] Se trata de condicionamientos y obstáculos, que duran mucho más que las acciones realizadas en el breve arco de la vida de un individuo y que interfieren también en el proceso del desarrollo de los pueblos, cuyo retraso y lentitud han de ser juzgados también bajo este aspecto.[Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 36: AAS 80 (1988) 561-563] Las acciones y las posturas opuestas a la voluntad de Dios y al bien del prójimo y las estructuras que éstas generan, parecen ser hoy sobre todo dos: « el afán de ganancia exclusiva, por una parte; y por otra, la sed de poder, con el propósito de imponer a los demás la propia voluntad. A cada una de estas actitudes podría añadirse, para caracterizarlas aún mejor, la expresión: “a cualquier precio” ».[Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 37: AAS 80 (1988) 563]

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