Una felicitación para Infocatólica

Es importante felicitar a Infocatólica–a quien modestamente apoyo con alguna contribución a través de mi blog–por su postura valiente y a la vez tan respetuosa en este enojoso asunto que tiene origen definido: la postura, mal fundamentada, pero tan especiosamente presentada y tan ampliamente difundida, del cardenal Walter Kasper sobre el acceso a la sagrada comunión por parte de los divorciados vueltos a casar.

Por supuesto que la conclusión que hay que sacar de todo esto es que sólo puede calificarse de lamentable la condición doctrinal de nuestra Iglesia. Como si fuera de un adorno que puede modificarse a placer, o como si se tratara del reglamento de un club en manos de sus socios: así tratan muchos el depósito de la fe que nos dejaron los apóstoles y que fue refrendado por el sello de su propia sangre, y la de centenares de mártires nobles y llenos de amor a Dios y al prójimo. ¡Que ellos intercedan por nosotros, y particularmente por el Papa Francisco, en estas horas de incertidumbre y penosa desorientación!

La solidaridad como principio social y como virtud moral

193 Las nuevas relaciones de interdependencia entre hombres y pueblos, que son, de hecho, formas de solidaridad, deben transformarse en relaciones que tiendan hacia una verdadera y propia solidaridad ético-social, que es la exigencia moral ínsita en todas las relaciones humanas. La solidaridad se presenta, por tanto, bajo dos aspectos complementarios: como principio social 415 y como virtud moral.416

La solidaridad debe captarse, ante todo, en su valor de principio social ordenador de las instituciones, según el cual las « estructuras de pecado »,417 que dominan las relaciones entre las personas y los pueblos, deben ser superadas y transformadas en estructuras de solidaridad, mediante la creación o la oportuna modificación de leyes, reglas de mercado, ordenamientos.

La solidaridad es también una verdadera y propia virtud moral, no « un sentimiento superficial por los males de tantas personas, cercanas o lejanas. Al contrario, es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos ».418 La solidaridad se eleva al rango de virtud social fundamental, ya que se coloca en la dimensión de la justicia, virtud orientada por excelencia al bien común, y en « la entrega por el bien del prójimo, que está dispuesto a “perderse”, en sentido evangélico, por el otro en lugar de explotarlo, y a “servirlo” en lugar de oprimirlo para el propio provecho (cf. Mt 10,40-42; 20, 25; Mc 10,42-45; Lc 22,25-27) ».419

NOTAS para esta sección

415Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1939-1941.

416Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1942.

417Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 36. 37: AAS 80 (1988) 561-564; cf. Id., Exh. ap. Reconciliatio et paenitentia, 16: AAS 77 (1985) 213-217.

418Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 38: AAS 80 (1988) 565-566.

419Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 38: AAS 80 (1988) 566. Cf. además: Juan Pablo II, Carta enc. Laborem exercens, 8: AAS 73 (1981) 594-598; Id., Carta enc. Centesimus annus, 57: AAS 83 (1991) 862-863.

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Significado y valor de la solidaridad

192 La solidaridad confiere particular relieve a la intrínseca sociabilidad de la persona humana, a la igualdad de todos en dignidad y derechos, al camino común de los hombres y de los pueblos hacia una unidad cada vez más convencida. Nunca como hoy ha existido una conciencia tan difundida del vínculo de interdependencia entre los hombres y entre los pueblos, que se manifiesta a todos los niveles.413 La vertiginosa multiplicación de las vías y de los medios de comunicación « en tiempo real », como las telecomunicaciones, los extraordinarios progresos de la informática, el aumento de los intercambios comerciales y de las informaciones son testimonio de que por primera vez desde el inicio de la historia de la humanidad ahora es posible, al menos técnicamente, establecer relaciones aun entre personas lejanas o desconocidas.

Junto al fenómeno de la interdependencia y de su constante dilatación, persisten, por otra parte, en todo el mundo, fortísimas desigualdades entre países desarrollados y países en vías de desarrollo, alimentadas también por diversas formas de explotación, de opresión y de corrupción, que influyen negativamente en la vida interna e internacional de muchos Estados. El proceso de aceleración de la interdependencia entre las personas y los pueblos debe estar acompañado por un crecimiento en el plano ético- social igualmente intenso, para así evitar las nefastas consecuencias de una situación de injusticia de dimensiones planetarias, con repercusiones negativas incluso en los mismos países actualmente más favorecidos.414

NOTAS para esta sección

413A la interdependencia se puede asociar el tema clásico de la socialización, tantas veces examinado por la doctrina social de la Iglesia, cf. Juan XXIII, Carta enc. Mater et magistra: AAS 53 (1961) 415-417; Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 42: AAS 58 (1966) 1060-1061; Juan Pablo II, Carta enc. Laborem exercens, 14-15: AAS 73 (1981) 612-618.

414Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 11-22: AAS 80 (1988) 525-540.

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El Cardenal Burke visita Barcelona

“El señor Cardenal Raymond Leo Burke viajará a Barcelona para visitar a los Jóvenes de San José y la labor apostólica que están realizando con los más necesitados. El cardenal llegará a Barcelona el día 23 de mayo y permanecerá con nosotros hasta el día 25 de mayo…”

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Participación y democracia

190 La participación en la vida comunitaria no es solamente una de las mayores aspiraciones del ciudadano, llamado a ejercitar libre y responsablemente el propio papel cívico con y para los demás, sino también uno de los pilares de todos los ordenamientos democráticos,407 además de una de las mejores garantías de permanencia de la democracia. El gobierno democrático, en efecto, se define a partir de la atribución, por parte del pueblo, de poderes y funciones, que deben ejercitarse en su nombre, por su cuenta y a su favor; es evidente, pues, que toda democracia debe ser participativa.408 Lo cual comporta que los diversos sujetos de la comunidad civil, en cualquiera de sus niveles, sean informados, escuchados e implicados en el ejercicio de las funciones que ésta desarrolla.

191 La participación puede lograrse en todas las relaciones posibles entre el ciudadano y las instituciones: para ello, se debe prestar particular atención a los contextos históricos y sociales en los que la participación debería actuarse verdaderamente. La superación de los obstáculos culturales, jurídicos y sociales que con frecuencia se interponen, como verdaderas barreras, a la participación solidaria de los ciudadanos en los destinos de la propia comunidad, requiere una obra informativa y educativa.409 Una consideración cuidadosa merecen, en este sentido, todas las posturas que llevan al ciudadano a formas de participación insuficientes o incorrectas, y al difundido desinterés por todo lo que concierne a la esfera de la vida social y política: piénsese, por ejemplo, en los intentos de los ciudadanos de « contratar » con las instituciones las condiciones más ventajosas para sí mismos, casi como si éstas estuviesen al servicio de las necesidades egoístas; y en la praxis de limitarse a la expresión de la opción electoral, llegando aun en muchos casos, a abstenerse.410

En el ámbito de la participación, una ulterior fuente de preocupación proviene de aquellos países con un régimen totalitario o dictatorial, donde el derecho fundamental a participar en la vida pública es negado de raíz, porque se considera una amenaza para el Estado mismo; 411 de los países donde este derecho es enunciado sólo formalmente, sin que se pueda ejercer concretamente; y también de aquellos otros donde el crecimiento exagerado del aparato burocrático niega de hecho al ciudadano la posibilidad de proponerse como un verdadero actor de la vida social y política.412

NOTAS para esta sección

407Cf. Juan XXIII, Carta enc. Pacem in terris: AAS 55 (1963) 278.

408Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 46: AAS 83 (1991) 850-851.

409Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1917.

410Cf. Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 30-31: AAS 58 (1966) 1049-1050; Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 47: AAS 83 (1991) 851-852.

411Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 44-45: AAS 83 (1991) 848-849.

412Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 15: AAS 80 (1988) 528-530; cf. Pío XII, Radiomensaje de Navidad (24 de diciembre de 1952): AAS 45 (1953) 37; Pablo VI, Carta ap. Octogesima adveniens, 47: AAS 63 (1971) 435-437.

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El verdadero rostro de Juan XXIII

Uno de los inmensos bienes que trae la canonización de Juan XXIII es la recuperación de su perfil espiritual y pastoral. Bien sabido es que numerosos progresistas han querido tomar como apoyo a sus posturas una especie de caricatura del Papa Bueno. Se ha querido sistemáticamente usar su lenguaje de caridad y misericordia como una especie de complicidad bonachona ante el pecado, o como licencia para despreciar los mandamientos de Dios y las leyes de la Iglesia. Semejante engaño va a ser más difícil de sostener a medida que la estatura y la reciedumbre espiritual del Papa Roncalli alcancen su genuina dimensión.

El ecumenismo de Juan XXIII no es negación de la verdad de la fe; la compasión de este gran Papa no es aprobación de mediocridad ni permiso para pecar; su anhelo de paz no se disuelve en irenismo ni en pura diplomacia o negociación de contrarios.

Sólo el amor nos hace verdaderos pero sólo la verdad preserva la pureza del amor, y lo defiende de los numerosos ídolos que tratan de suplantarle. He aquí una lección que tendremos que recordar muchas veces, ahora que la Providencia de Dios nos ha concedido al Papa Francisco, en tantas cosas semejante al humilde Papa de Sotto-il-Monte.

La Pascua, sus Enemigos y sus Victorias, 8 de 8, Propuestas de renovación en la evangelización

[Retiro Espiritual con un grupo de Hermanas Dominicas de la Presentación, en Bogotá. Semana Santa de 2014.]

Tema 8 de 8: Propuestas de renovación en la evangelización propiamente dicha

Sugerencias generales

Enfoque holístico: cuerpo y alma; conocimientos tanto como emociones

Pastoral “de conjunto”; no descuidar sectores de la sociedad; sobre todo, alzar la mirada a las “periferias”

Alerta semántica: despetar la conciencia de cómo nos cambian el sentido de las palabras

Balance: apologético-testimonial, histórico-racional

Necesidad de desenmascarar en público estrategias de ingeniería social

Metodología de semillas, células, fermento: grupos de alto entusiasmo

Uso oportuno de la acción masiva: manifestaciones y marchas, por ejemplo

Propuesta abierta y valiente de la santidad, como vocación propiamente humana

Sugerencias específicas

Recordar que kerigma y conversión son para todos: niños, ancianos, enfermos, emigrantes, pobres

Cuidado con hacer de la religión una experiencia puramente “infantil” o puramente “juvenil”

Valorar los signos y símbolos de la evangelización y de la liturgia

Permanecer atentos a la dimensión vocacional

La Pascua, sus Enemigos y sus Victorias, 7 de 8, Propuesta de renovación comunitaria

[Retiro Espiritual con un grupo de Hermanas Dominicas de la Presentación, en Bogotá. Semana Santa de 2014.]

Tema 7 de 8: Propuesta de renovación comunitaria

Especialmente los equipos pastorales de las diócesis y las instancias de discernimiento y gobierno en las comunidades religiosas han de hacerse preguntas específicas y tomar decisiones consecuentes. He aquí algunas indicaciones:

(1) Recuérdese ante todo aquello de la “Ecclesia semper reformanda.” Lejos de todo derrotismo o irenismo, sabemos que hay que evitar escandalizarse; acostumbrarse; negociar con el pecado; pretender solucionarlo todo con un par de acciones drásticas; reformar sólo a los que nos caen mal o son débiles ante nuestra autoridad.

(2) Hay que liderar con el ejemplo: Visibles sin ostentación ni exhibicionismo; accesibles y proactivos; sobrios en todo: funcionales sin lujos ni distancias innecesarias.

(3) Debemos cuidar la comunicación: Sea ella directa, ágil, clara, breve, con pocos adjetivos y adverbios.

(4) A pesar de los nuevos y ágiles medios de comunicación, no puede disminuir la importancia del tiempo compartido en persona. Necesitamos escritos más cortos y conversaciones más largas.

(5) Hacer apropiado énfasis en los logros: pedagogía del estímulo.

(6) Incluir elementos narrativos sobre todo de tipo testimonial.

(7) Sin perder eficiencia, cultivar un mayor sentido de paternidad y maternidad espiritual, lo cual implica incluir en el diálogo: tentaciones, sacramentos, oración, lecturas recomendadas.

La Pascua, sus Enemigos y sus Victorias, 6 de 8, Propuesta de renovación personal

[Retiro Espiritual con un grupo de Hermanas Dominicas de la Presentación, en Bogotá. Semana Santa de 2014.]

Tema 6 de 8: Propuesta de renovación personal

No podemos quedarnos impasibles ante las enormes dificultades que experimenta la alegría pascual para abrirse paso, también hoy. Empezando por cada corazón, renaciendo nuevo, como Cristo del sepulcro, somos invitados a tomar decisiones concretas, siempre sobre la base de su gracia y su amor. He aquí cinco sugerencias específicas:

(1) Reconocer el lugar del kerigma en la propia vida: ¿cuál es tu historia personal de salvación? ¿La valores, la compartes, la agradeces?

(2) Para no dejarse confundir con tanta literatura que pasa por católica, hacer el test del vocabulario cristiano: cruz, redención, sangre, Cristo, Iglesia, gracia, Espíritu Santo.

(3) Revisar la gratuidad del encuentro personal con el Señor: ¿Le gasto generosamente tiempo al encuentro con Él? ¿Tengo detalles, expresiones de arte, señales claras de alegría cuando se trata de estar con Él? ¿Qué lugar tienen en mi vida los intereses del Amado?

(4) Revisar actitudes existenciales ante las postrimerías. es algo que no falla: el desinterés por el destino eterno es señal de secularización asumida inconscientemente.

(5) El test de la gloria de Dios: ¿Me duele lo que le ofende? ¿Me alegra cuando es conocido? ¿Quiero su victoria? ¿Qué lugar ocupa la palabra conversión, propia y ajena, en mi vida cotidiana?

La Pascua, sus Enemigos y sus Victorias, 5 de 8, Dificultades y enfermedades espirituales ampliamente extendidas

[Retiro Espiritual con un grupo de Hermanas Dominicas de la Presentación, en Bogotá. Semana Santa de 2014.]

Tema 5 de 8: Dificultades y enfermedades espirituales ampliamente extendidas

Con respecto a las dificultades que afectan a una porción muy amplia del Pueblo de Dios, podemos señalar cinco principales igualmente:

(1) Nueva Era y Orientalismo. Cada vez que el materialismo y la trivialidad asfixian a Occidente, los ojos se vuelven a Oriente. Con frecuencia, a lo largo de los siglos, ello ha significado abrir puertas para que todo tipo de filosofías y prácticas religiosas encuentren espacio de propagación en nuestros países. Así sucede ahora con la Nueva Era. Su vago sentido de trascendencia y su acentuado tono individualista le hacen candidata ideal para reemplazar el vacío del Dios cristiano.

(2) Sectas explícitas e implícitas. La división entre los cristianos no sólo escándalo que resta credibilidad a la predicación del Evangelio: es la oportunidad deseada por el laicismo para declarar a la religión como un mal público que sólo engendra división y odio.

Por otro lado, está también la mentalidad sectaria en grupos que, en principio, están en plena comunión con la Iglesia pero que con sus actitudes o descalificaciones terminan engendrando divisiones fuertes y entorpeciendo el avance de la misión.

(3) Desorientación semántica. Víctimas de un bombardeo mediático incesante, muchos católicos usan el lenguaje de la tolerancia, el pluralismo o la misericordia en la versión domesticada y adaptada a los intereses del mundo. En efecto es devastador y paralizante, especialmente para la transmisión de la fe cristiana a las nuevas generaciones, que en la práctica reciben un mensaje de “todo da más o menos lo mismo mientras uno sea buena persona.”

(4) Politización del mensaje. Otros muchos, por el contrario, pretenden hacer avanzar su versión de la fe católica usando estrategias muy ajenas al anuncio de la gracia. Toman, por ejemplo, a la Virgen de Fátima como estandarte de un modelo político; o toman algunos textos bíblicos para proponer una especie de “socialismo cristiano.”

(5) Pero tal vez el mal más difundido, es ver la religión como un supermercado, pensamiento que está a la base de afirmaciones tan contradictorias como frecuentes hoy en día: “Soy espiritual pero no religioso;” “Soy creyente pero no fanático” (porque ser “fanático” es ir a misa cada domingo, según ellos); “Cristo, sí; Iglesia, no.” Todo ello, por supuesto, es la contrapartida, en términos de ateísmo práctico, al lenguaje secularista y laicista del mundo.