No podemos ir más allá de la Revelación

“Francisco dejó claro que ser católico implica aceptar la Revelación y no salirse de ella. Durante su encuentro este viernes en el Vaticano con la XXIª Asamblea Plenaria de la Unión Internacional de Superioras Generales, Francisco respondió a varias preguntas de las religiosas presentes, algunas de ellas concernientes a los estudios que el Papa ordenó sobre la institución de las diaconisas en los primeros siglos de la Iglesia…”

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5 puntos clave de la Carta Apostólica Vos estis lux mundi

“El Papa Francisco promulgó la Carta Apostólica en forma Motu proprio “Vos estis lux mundi” (Ustedes son la luz del mundo) que contiene las nuevas medidas que deben adoptar todas las diócesis del mundo para prevenir y combatir los abusos sexuales cometidos por miembros de la Iglesia contra menores de edad y personas vulnerables. Las normas de este Motu proprio, publicado por la Oficina de Prensa de la Santa Sede este 7 de mayo, entrarán en vigor el próximo 1 de junio de 2019…”

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Ver más allá

“Estamos terminando la Cuaresma, la Semana Santa está muy cerca. Echando un vistazo a lo que han publicado estos días los diferentes portales católicos, puedo afirmar que la Iglesia anda llena de líos mundanos y humanos, pero se olvida de lo sobrenatural…”

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Recuerdos de infancia

Crecí en una parroquia de Bogotá que lleva por nombre “La Anunciación.” Recuerdo en especial a algunos de nuestros párrocos: Alvaro Fandiño Franky, y luego quien estuvo muchos años, Jaime Hoyos Sáenz.

Como en estos tiempos solo se mencionan las palabras “niño” y “sacerdote” en la misma frase si también están las palabras “escándalo” y “abuso”, es mi deber, y lo hago con gusto, recordar en voz alta el bien que tantos sacerdotes ejemplares, como los ya mencionados, tuvieron en la formación de mi carácter, mi fe y mi vocación.

Es una terrible injusticia que la labor heroica, silenciosa, perseverante de tantos hombres buenos sea olvidada a propósito de modo que los peores sentimientos se levanten contra la Iglesia de Cristo. Una mirada más reposada y sobre todo más justa siempre revela que la norma ha sido buscar el bien, como yo lo recibí de niño tantas veces, y que la excepción han sido los lamentables casos que hoy nos duelen a todos.

Desde aquí quiero saludar con gratitud a tantos sacerdotes generosos y quiero decirles que muchos de nosotros tenemos suficiente memoria como para no dejarnos arrastrar por la injusticia. Dios bendiga a los hombres de Dios.

Nadie te obligó a ser sacerdote…

“No tengo paciencia para los sacerdotes que se declaran homosexuales e insisten en que el sacerdocio es una especie de jaula. Nadie te obligó a convertirte en sacerdote. Los fieles no necesitan lidiar con tus problemas, amigo. No merecen lidiar con ninguno de nuestros problemas. Les servimos. Punto…”

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Pregunta sobre el caso McCarrick

Padre Nelson Medina: con motivo de la condena del Vaticano al excardenal Theodore McCarrick me he sentido un poco desconcertada y no termino de aclararme. Por momentos pienso: ¿qué sentido tienen condenar a un anciano de 88 años? Y casi me parece que es más una especie de “ajuste de cuentas” o de crueldad con un anciano, o como ganas de aparentar que en la Iglesia sí se está haciendo algo frente a tantos escándalos en tantos países. ¿No hay algo de fariseismo en esa especie de show que se ha montado por todas partes y en todos los medios? Yo no le quito importancia a sus crímenes sino que simplemente pregunto. Tal vez usted me pueda ayudar a entender. — C.G.

* * *

Yo encuentro explicable que muchos laicos–y entre ellos, Ud.–tengan una actitud de profunda desconfianza ante las medidas que toman las autoridades de la Iglesia, estando a la vista tantos errores y escándalos. Invito, sin embargo, a tener también una actitud crítica frente a la propia mirada, no sea que terminemos creyendo que juzgamos de lo de fuera cuando solo estamos viendo la acumulación de nuestros propios prejuicios y dolores.

Un modo interesante de discernir algunas situaciones morales difíciles es hacerse la pregunta por el caso opuesto. Este tipo de ejercicio funciona así: cuando Ud. esté frente a un caso complejo en el que es posible tomar uno de dos caminos, pregúntese: Manteniendo todas las circunstancias iguales, ¿es preferible tomar la opción primera o la segunda?

Voy a dar un ejemplo que no tiene que ver directamente con la situación que sirve de tema a su pregunta. Pensemos en una familia. Quedó una herencia considerable cuando murieron los papás y el hermano mayor fue depositario de la confianza de todos los menores para hacer todas las diligencias legales. Resulta que ese hermano mayor abusó de esa confianza y, simplificando las cosas, logró manipular las cosas para quedarse con más del doble de lo que legalmente le hubiera correspondido. Un tiempo después, estando enfermo de mucha gravedad, en su lecho de muerte confiesa su fechoría, con la gravedad de que sus irresponsabilidades financieras habían malgastado lo que tenía y lo que usurpó a sus hermanos, de modo que en la práctica no hubo restitución alguna. Pregunta: ¿sirve de algo esa confesión de su pésimo proceder?

En términos puramente económicos, no parece que una confesión así sirva de algo pero apliquemos el criterio mencionado: ¿qué es mejor, que se vaya a la tumba sin decir nada de lo que se robó, o que lo confiese a sus hermanos como de hecho lo hizo? Pocas personas dirán que da lo mismo una cosa que otra, y menos aún dirán que era mejor que no hubiera dicho nada. Su acto humilde, y presumiblemente sincero, no arregla muchas cosas pero parece que quedarse callado sería moralmente peor.

Si aplicamos ese criterio a McCarrick llegamos a una pregunta como esta: Supongamos que este corrupto ex-cardenal muere dentro de dos años. Situémonos en dos posibles escenarios. En el escenario UNO, nadie lo expulsó del sacerdocio, y murió sin ninguna pena canónica con respecto al Orden Sagrado. En el escenario DOS, que es el que se ha dado, una sentencia de la Congregación para la Doctrina de la Fe, ratificada como inapelable por el Papa Francisco, lo declara, en términos sencillos, expulsado de las obligaciones y derechos propios del sacerdocio. Pregunta: En 20, 30 o 50 años, ¿va a dar lo mismo una cosa que la otra? En 20, 30 o 100 años, ¿dará lo mismo que se diga: “Theodore McCarrick cometió tales crímenes y murió sin ser nunca castigado” o que se diga: “A pesar de numerosos errores y complicidades que Theodore McCarrick supo utilizar con astucia para su beneficio, finalmente se realizó un proceso canónico completo en contra suya, que condujo a su expulsión del orden clerical”?

Por supuesto hay muchísimas cosas que sucedieron en la historia de McCarrick y que jamás debieron suceder. De seguro, hay muchas complicidades agazapadas que deberían ser castigadas con seriedad comparable. Pero si la pregunta es: ¿se debió o no se debió pronunciar esta sentencia particular?, yo pienso que la respuesta es clara.

Uno puede dedicarse a renegar y desconfiar, y decir que es demasiado poco y demasiado tarde; o puede hacer el juego de las conjeturas sobre las intenciones, pero nada de eso cambia que un poco de bien puede ser el comienzo de más bien; mientras que otro poco de maldad, en este caso de impunidad, en nada ayuda al bien de la Iglesia.


Addendum sobre una posible excomunión

En cuanto a la excomunión, recordemos que esta tiene dos formas en la Iglesia Católica: “latae sententiae” y “ferendae sententiae” La primera, a veces llamada “automática,” no requiere intervención explícita ni pública de la autoridad eclesiástica y, para todos los efectos prácticos, obra en la conciencia de la persona. Por el tipo de hechos gravísimos en que parece comprobado que estuvo envuelto el ex-cardenal cabe suponer que él haya estado bajo este tipo de excomunión pero, por el mismo argumento, también es posible que haya recibido la absolución de la misma excomunión–cosa que tampoco tendría que ser pública en modo alguno. Así que para los efectos de esta conversación, la “latae sententiae” no entra.

En cuanto a una excomunión “ferendae sententiae,” que es una sentencia pública emanada de la autoridad competente, hay dos problemas. Primero, para que la pena sea aplicada debe haber resistencia o contumacia (canon 1347). En el caso presente, la actitud de aceptación de McCarrick difícilmente puede contar como rebeldía. Uno puede sentir indignación hacia él y lo que hizo pero hablar de contumacia frente a las acciones que se han tomado, incluyendo ya la pena canónica de la expulsión del Colegio Cardenalicio, no es algo que corresponda a los hechos.

Suponiendo que de alguna manera se construyera el argumento de que en el presente hay contumacia, el segundo problema con la pena ferendae sententiae es que por su propia naturaleza una pena así no puede ser perpetua (véanse los cánones 1336 y 1342 § 2.). Esto implica que la misma excomunión podría ser levantada ante las señales externas de obediencia y aceptación. Tal levantamiento de la excomunión debería suceder en un tiempo previsiblemente corto, dada la edad de McCarrick, y ello nos pondría en la situación casi ridícula de producir una condena y meses después reivindicar a la misma persona.

Por todo ello es evidente que las excomuniones, en cuanto penas canónicas, de ninguna manera eran instrumentos correctivos apropiados en el caso que estudiamos.

Una lista de los Dogmas de la Iglesia Católica

“Dogma es una verdad revelada por Dios, y, como tal, directamente propuesta por la Iglesia a nuestra fe. La revelación, fuente del dogma, da a conocer la enseñanza divina en su propio concepto: tal es la primacía de Pedro y de sus discípulos y como consecuencia la infalibilidad pontificia. Para que una verdad revelada sea un dogma es necesario que este propuesta directamente a nuestra fe por una definición solemne de la Iglesia o por la enseñanza de su magisterio ordinario. En el Evangelio se subraya varias veces la naturaleza de la fe. Está descrita como una adhesión a la enseñanza divina anunciada por Cristo o predicada en su nombre y con su autoridad por los apóstoles…”

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Nota sobre la violencia religiosa

Todos hemos de alegrarnos de que haya acuerdos de paz entre quienes nos decimos creyentes. Es evidente el daño y escándalo que se produce cuando, en Nombre de Dios, se tortura, destruye o mata.

Una alegría adicional es que, en temas de tanta actualidad, como la defensa de la vida en sus primeras fases, se pueda alcanzar un entendimiento, e incluso una alianza, que haga causa común frente a todos aquellos que quieren triturar o disolver el modelo de familia querido por Dios, el mismo que complementa de modo hermoso los dones propios de la pareja en cuanto a su unidad y fecundidad. Todo eso es bello.

Hay que tener cuidado sin embargo, no sea que los bienes conseguidos con gran dificultad oscurezcan el valor de otros bienes inmensos. Entendernos bien con cristianos no-católicos, o entendernos bien con los musulmanes, en los temas ya dichos, no significa una renuncia al sagrado y hermoso deber de presentar siempre íntegra nuestra fe cristiana y católica.

El mismo impulso de amor que nos lleva a buscar un buen entendimiento con los no-creyentes, o los no-cristianos, nos lleva también a desear que ellos participen de los mismos bienes de fe que nosotros, sin mérito propio, hemos recibido.

Por eso, porque los amamos, queremos presentarles no solo un entendimiento para sobrevivir juntos en esta tierra sino un camino para gozar la plenitud de la visión divina en el Cielo.

La generación del egoísmo

Una reflexión de Felipe Gómez, predicador laico católico:

Noviazgos eternos, relaciones sin compromiso, miedo al matrimonio y a traer hijos al mundo. Un marcado complejo de Peter Pan, en el cual las nuevas generaciones quieren mantenerse eternamente jóvenes, huyendo de las responsabilidades del matrimonio y esquivando la posibilidad de formar una familia.

Estamos ante un fenómeno mucho más grave de lo que parece. Jóvenes tanto hombres como mujeres, cambiando de pareja como si de ropa interior se tratase, salen corriendo cuando la cosa se va volviendo sería y estable y pueda terminar en matrimonio.

Estas nuevas generaciones no se quieren casar, quieren vivir rodeados de placeres más austeros que un hotel de cinco estrellas, pero sin negarse sus gusticos. Buscan viajar por el mundo, conocerlo todo, lanzarse de paracaídas, nadar con tiburones, escalar empinadas montañas, pero no se arriesgan a tener un hogar estable y mucho menos a ser padres de familia, eso lo consideran demasiado riesgoso.

Cambian de trabajo constantemente, y de la misma manera, de pareja. Pero les aterra convertirse en papás como si eso pudiera robarles el encanto y les succionara la vida.

Estamos ante un virus generacional muy serio, un mundo que se cerró a la posibilidad de la maternidad y la paternidad, un mensaje muy ecológico, un mundo muy defensor de las ideas y la diversidad, pero un tapón impenetrable contra la vida humana.

Los que se casan, quieren perrito, a quien le llamarán: “nuestro bebé”, pero ¿pensar en cambiar un pañal? Amamantar a un hijo? Hacer una compota? Llevarlo al médico? Pagarle un colegio? No, eso sí que no!

Europa envejeciendo, muchos países sin hijos, sin legado, sin identidad, sin mano de obra, sin un futuro. Medio mundo llenándose de extremistas que reducen a nada el Cristianismo porque ellos si difunden sus ideas entre sus familias numerosas, mientras las familias católicas se ven mermadas en calidad y número y perecen arrinconadas por ser infieles a Mahoma.

Tal vez este es un castigo merecido por nuestro egoísmo. Tal vez estamos recogiendo lo que sembramos, porque son las mismas mamás quienes le dicen a sus hijas al casarse, disfruten la vida, dense tiempo, no se amarren tan jóvenes con hijos que no les van a permitir ni ir a un cine.

Papás que le meten condones a sus hijos entre las billeteras y los incitan a convertirse en especialistas en pornografía y masturbación, porque así se libran de correr el riesgo de dejar embarazada a alguna mujer.

Estamos llenos de especializaciones, profesionales que son estudiantes eternos, que si llegan a tener un hijo será pasados los treinta años y tal vez bordeando los cuarenta, cuando pierden las ganas de corretear a su único hijo y menos de coquetear con su mujer.

El problema no es tan solo el aborto, sino esta mentalidad anticonceptiva generalizada, que no nos ha dejado salir de nuestra peligrosa y falsa zona de confort.

¿Es pecado entonces usar un preservativo, unas pastillas, ligarse las trompas o hacerse la vasectomía? No es solo un pecado, es un castigo que nosotros mismos nos auto- infringimos, maldiciéndonos como la higuera que se niega a dar frutos.

Sin niños, sin familia, sin hogares que formen a estas generaciones en la fe, no nos queda nada. Tal vez en muy pocos años, porque el tiempo vuela, seamos unos viejitos leyendo la biblia en un hogar geriátrico solos y abandonados, mientras se oyen los versos del coran recitados en megáfonos en cada esquina.

Dios nos perdone, nos sane de nuestro egoísmo y nos bendiga.

Doce verdades

Doce verdades de gran urgencia pero poca presencia hoy

1. No solo existen errores, opciones y decisiones: el pecado existe y es ante todo guerra contra Dios.

2. Que un pecado esté de moda no disminuye su maldad y en cambio sí aumenta su capacidad de daño.

3. Parte esencial de la Buena Nueva es el llamado a la conversión; si este llamado claro no se da, estamos ante una suplantación del Evangelio.

4. No se puede garantizar que algo es bueno o malo simplemente porque es antiguo o reciente.

5. La evangelización tiene su cumbre en la celebración creyente y fructuosa de los sacramentos; sin ellos, corre riesgo de ser solo ruido, ideología o simple exaltación de lo humano.

6. Lo mismo someter que desconectar la caridad del sentimiento gozoso de amar son graves errores.

7. Hay dos deformaciones que se engendran de continuo la una a la otra: la vida cristiana sellada por la amargura y el cinismo postcristiano sellado por la superficialidad.

8. La penitencia fue necesaria ayer, es necesaria hoy, y será necesaria hasta el retorno de Cristo.

9. Solo el silencio abre paso a la Palabra de Dios; hay una proporcionalidad entre la capacidad de escucha y el vigor del Evangelio en un alma.

10. La santidad, en cuanto obra propia del Evangelio en nosotros, es inseparable de una vida de virtud, incluso hasta el heroísmo.

11. El fruto natural de una comunidad auténticamente cristiana y católica es abundancia y variedad de vocaciones que buscan la santidad para bien de toda la Iglesia.

12. Es preciso desconfiar de la predicación que se dice cristiana pero solo se ocupa de cómo se mejorará este mundo… mientras calla las grandezas del cielo y de la bienaventuranza eterna.