¿Cómo volverá Cristo a Europa?

Cristianos Confinados a la Irrelevancia

Bueno, Cristo no se ha ido de Europa: es Europa, o una gran parte suya, la que ha dejado a Cristo. Y la pregunta es si ese estado de cosas podrá revertirse, es decir, si veremos un cristianismo socialmente reconocido y floreciente en el continente europeo.

Los indicadores actuales son menos que aceptables: desde el laicismo crispado de los franceses – o de la Francia en el gobierno – hasta el paganismo entusiasta de la Escandinavia, pasando por los hielos del racionalismo inglés y la indiferencia de la nación alemana. Parece que la tácita consigna fuera que ser más europeo es ser menos cristiano. A lo sumo, es de recibo un cristianismo “menor”, algo que no haga mucho estorbo y que sirva para darle un poco de sal a una conversación de salón. Lo cristiano es una anécdota, es una novela medieval, es una película sobre la Inquisición (nunca acabarán), es una catedral impávida, espectadora muda de una ciudad que a su vez la tolera en razón del turismo que atrae.

Y si quedan grupos – grupúsculos – de cristianos entusiastas, existe ya un rápido diccionario para descalificar lo que pretendan. Si aplauden y alaban a Dios, son fanáticos pentecostalistas; si defienden la vida del embrión y se manifiestan en defensa de la familia tradicional, son fundamentalistas católicos; si predican con fervor, son ilusos; si invitan a la oración, son por decir lo menos unos ignorantes, que desconocen los últimos avances de la meditación, el yoga, el channelling, y todo lo de hoy.

El cristiano, no cualquiera, sino el que quiera hacer visible su fe, es prontamente maniatado y relegado a la irrelevancia. Proceso que se realiza sumariamente, ágilmente, como cosa ya sabida y caso ya resuelto: “¡Ah, tú eres de tal grupo! Mira, tu lugar y tu casilla son estos: vete a tu rincón y procura no fastidiarnos”.

Teóricamente es posible salirse de ese corral. Es posible, por ejemplo, hacer una ONG. Callar todo el mensaje y explicar de la manera más convincente posible que uno no está predicando nada, que uno va a ayudar por igual a todos, que toda la ayuda será invertida en bienes y servicios comprobables y certificables por terceros. Si tienes éxito en demostrar que Cristo importa tan poquito que casi podría no estar, y que en realidad tú haces las cosas por amor a la gente y no por una motivación “sobrenatural”, entonces tu ONG recibe dinero y es socialmente viable.

Así que los tiempos no son los mejores para el cristianismo.

El Islam a las Puertas

Me acuerdo de un libro de Vittorio Messori en que se pregunta por el papel de Islam en la historia; algo así como “¿por qué Dios permitió que existiera el Islam?” Y su respuesta, dicha de modo simplísimo, es: a modo de acicate, de desafío. Hay mucho que criticar a Messori, pero quizá los hechos le estén dando la razón, después de todo.

Frente a una amenaza musulmana compacta y vigorosa, Europa no puede negar estas tres cosas:

(1) Hay una motivación religiosa detrás de los ataques de Al Qaeda, y los cargos de que se imputa a Europa son, ante todo, su cristianismo, así la misma Europa pretenda verse y presentarse como imparcial y aséptica a lo religioso.

(2) El arrojo de los atacantes, que es fácil calificar de demencia o de fanatismo, tiene también un motivo religioso. Es gente que está dispuesta a morir por algo. Europa carece de ese caudal de locura o de amor, según se mire. En todo caso, la Historia muestra que, sin la capacidad de morir por lo que uno cree, uno se vuelve cobarde, y las guerras las pierden los cobardes.

(3) En el supuesto de un cese de hostilidades del lado musulmán, ¿qué queda en Europa? ¿No es el asco, no es el hastío, no son el egoísmo refinado y la soledad más yerta quienes parecen extenderse por doquier? ¿Es entonces tan sencillo decir que del Mediterráneo hacia abajo empiezan la barbarie y el fanatismo y que de esa frontera hacia arriba están la racionalidad y el paraíso?

Todo eso no significa que Europa vaya a buscar los templos y se apreste a oír a los predicadores cristianos. Yo no esperaría jornadas intensas de confesiones, ni largas vigilias ante el Santísimo, aunque quizá ello sería lo más sano y saludable para todos. Simplemente anoto que la amenaza musulmana probablemente terminará reviviendo las preguntas, las preguntas hondas sobre el sentido de la vida y el modelo de la sociedad. Y es un favor que habrá que agradecer a los devotos de Alá, porque revivir las preguntas es no dar por hechas las respuestas. Y el hecho parece ser que una sociedad tecnológicamente avanzada y económicamente exitosa termina durmiendo sobre sus éxitos, a precio de silenciar las cuestiones hondas y vitales.

Fogatas de fe

En otro sentido, encontramos las que podríamos llamar “fogatas de fe”, es decir, los grupos tipo renovación carismática, camino neocatecumenal, o en general aquellos que han nacido al calor de un movimiento eclesial. Sus características son reconocibles en medio de las explicables diferencias: fe explícita, moral clara, celebración litúrgica viva, acción social o eclesial definida, una nueva valoración de lo comunitario y el cara-a-cara.

Se les ha criticado con rabia, dentro y fuera de la Iglesia Católica, y quizá esa sea la señal más clara de que algo interesante está sucediendo en estas “fogatas”. Con todo, yo tampoco esperaría que la red de fogatas llegara a producir un cambio en el clima social con respecto a la religión. La razón es que una “fogata” sufre pero también aprovecha la sensación de ser minoría, porque el ser minoría te da un cierto sabor de haber sido elegido, de ser distinto, y eso va unido a otros sentimientos que pueden incluso darse, como sentirse mejor que otros, o tener derecho a condenar al mundo, y así sucesivamente. No es muy cristiano, pero sucede. Además, ser minoría hace que tu pequeña comunidad o grupo se convierta en un refugio emocional o incluso en un escape.

No niego las virtualidades y posibilidades de las fogatas de fe, que en muchos casos son las únicas que están sosteniendo a la mayor parte de quienes somos creyentes y evangelizadores en Europa, pero precisamente por su valor intrínseco es deber nuestro mirar qué pueden y qué no pueden; qué están haciendo y qué están preparando para que suceda más adelante. Por ejemplo, si parte del éxito de las fogatas de fe viene del sentimiento de ser pocos y elegidos, es claro que esta motivación declinará a medida que haya un cierto éxito. Aún más: es posible que toda la afinada capacidad de crítica hacia el mundo se vuelva después agria crítica hacia la propia comunidad o hacia la Iglesia. Esto podría explicar la gente que queda “vacunada” de la Renovación Carismática, por ejemplo, una vez que comprueban que, como era natural, no hay sólo santidad en las comunidades que alaban con gozo a Jesucristo.

Aun con esos reparos, hay que decir que los movimientos eclesiales están brindando a Europa algo irremplazable. Si bien ellos no serán la solución ni cabe esperar una Europa con millones y millones de fogatas, sí es verdad que en esas fogatas se cocina algo que va más allá de los movimientos mismos. Los renovadores de la fe, en Europa y el mundo; los nuevos fundadores y los nuevos sacerdotes muy probablemente habrán pasado por la experiencia imborrable y grata de haber sido alimentados y tenidos en cuenta como seres únicos y amados en alguna “fogata de fe”.

¿Y la Iglesia “de siempre”?

Junto a las “fogatas de fe” coexiste la Iglesia “de siempre”, la del bautismo del sobrino y el matrimonio de la prima; la del funeral de la abuelita y la misa del domingo. Esa no se ha acabado. Parece languidecer y quedarse sólo con los adultos muy mayores, pero de hecho reúne muchas veces más personas que todos los movimientos eclesiales juntos. Además, es la primera referencia, buena o mala, de “cristianismo” que tiene existencia social como tal. Es la iglesia también más directamente relacionada con la jerarquía eclesiástica, y por tanto, la que “pone la cara” cada vez que algún monseñor dice algo o declara algo.

También en la Iglesia “de siempre” veo las obras educativas regentadas por comunidades religiosas. Incluso la vida religiosa como tal, en otro tiempo más equiparable a los actuales movimientos eclesiales, hoy está más en la orilla de “lo establecido”, simplemente porque ya está muy inserta en el conjunto del tejido social y tiene que responder ante las instancias del Estado, como decir el ministerio de educación para el caso de los colegios. El hecho es que los servicios que la vida religiosa ofreció un día como vanguardia en la caridad han pasado mayormente a control y presupuesto del Estado y por tanto son leídos ahora no como expresiones de benevolencia sino como obligaciones de un aparato social que puede usar o no unos funcionarios que serían los religiosos.

El cuadro, sin embargo, no es tan simple, si se piensa, por ejemplo, en las implicaciones de la enseñanza de la religión. La razón por la que hay polémica en este punto, creo que es que la clase de religión; es la intersección misma entre lo mínimo que los cristianos pueden pedir al Estado para existir socialmente en las nuevas generaciones y lo máximo que el Estado está dispuesto a conceder a un grupo particular de sus ciudadanos. Lo cierto del caso es que, por lo menos si se mira a países como Inglaterra o Alemania, la batalla parece perdida, en el sentido de que parece que poco puede esperarse de fuerza evangelizadora de la clase de religión entendida en los parámetros de un Estado fervorosamente aconfesional.

Esto dicho, sin embargo, pienso que nadie debe desestimar las sorpresas que vengan de la Iglesia “de siempre”. Y en todo caso, dígase lo que se quiera de las parroquias, la Iglesia Católica no tendrá otro modo real de presencia en el 80% o más de los lugares si no es a través de sus párrocos y sus parroquias. Cosa que nos hace recordar el proceso que vivió el catolicismo en torno al Concilio de Trento. En aquella época, a lo doctrinal y teológico, como las cuestiones sobre la esencia de la justificación, vino luego lo litúrgico y lo pastoral. Pero entre lo uno y lo otro, santos con la visión profética de Felipe Neri o con la visión amplísima de Carlos Borromeo percibieron que hacía falta cuidar el eslabón clave: el sacerdote. Después de ellos, otros grandes, en Italia y sobre todo en Francia, dejarían su huella en el camino de renovación de la Iglesia: Vicente de Paul, Olier, Eudes..

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Una Asomada al Futuro

Creo que aquella historia se dará en nuestros días también. Me explico: el proceso, como lo imagino, tendrá varias fases. Reflexionando y orando he pensado que quienes hoy vivimos apenas veremos algo de la primera. La secuencia quizá será esta:

(1) El proceso de descristianización o secularización avanzará. Algunas de las fogatas de fe se afianzarán y poco a poco la Iglesia joven irá dando un vuelco, a veces agresivo, hacia las posiciones conservadoras, simplemente porque la mayor parte de las vocaciones vendrán de experiencias de fe en las que la conversión moral ha tenido un peso específico grande. Entre tanto, el decrecimiento de la población joven, el aumento de la inmigración, las tensiones raciales y tendencias xenofóbicas avanzarán en paralelo con nuevas amenazas de parte de los grupos terroristas. No creo, sin embargo, que haya que suponer victorias del Islam más allá de lo simbólico o emblemático; es decir, no pienso en ningún gobierno fundamentalista islámico gobernando en el Occidente europeo.

(2) Si la Iglesia aprobara la ordenación de hombres casados o si se perpetuara en el interior de la academia teológica la discusión sobre la ordenación de mujeres, se retrasaría mucho la nueva oleada de sacerdotes, que vendrán, como ya se dijo, con tendencias de cuño más conservador que el promedio actual. Sin embargo, los claros precedentes que ha dejado Juan Pablo II hacen muy difícil que esas hipótesis se presenten, de modo que la discusión de tales temas irá quedando relegada a una curiosidad de tertulias entre gente mayor. Será el tiempo de ir viendo cómo surgen ya no “fogatas” sino como “islotes”, algunos de los cuales serán herederos de los actuales experimentos eclesiales (Comunidad Emmanuel, León de Judá, Foyer de Charité). Los movimientos como tales irán declinando en su componente laical-horizontal, especialmente a causa de la desaparición de las figuras carismáticas iniciales (Kiko Argüello, Mons. Luigi Giusani, por ejemplo).

Tales “islotes”, con todo su impacto social, se verán primero en los Estados Unidos y detrás de su ejemplo, en Europa. El éxito de este modo de vivir la fe, que implicará parroquias asociadas o pequeños poblados enteros, dependerá de su capacidad de lanzar políticos coherentes con estos principios, no para discutirlos ante los grandes parlamentos (como hoy se hace con lo del aborto, por dar un ejemplo), sino para defender su viabilidad y custodiar su realización en los islotes respectivos. Aunque imagino este proceso casi simultáneo en Europa, supongo que los primeros países implicados serán Italia, Francia, España y Alemania, quizá en ese orden.

(3) Vendrá entonces una gran renovación de las Comunidades Religiosas, aunque ciertamente muchas ya habrán dejado de existir (estamos hablando de unos 50-80 años adelante). Una cierta primavera para el franciscanismo habrá acompañado la fase anterior, la (2), aunque sin demasiado protagonismo. Los dominicos creceremos paulatinamente, sin mayor sobresalto y sin mayor relieve. El panorama cambiará a medida que se haga necesario comprender y dirigir los procesos nuevos de esos “islotes”. Para entonces la Compañía de Jesús habrá desechado la mayor parte de los experimentos pastorales y teológicos con que hoy se le asocia y bajo liderazgo entusiasta de algún mediterráneo, probablemente un español, tendrá un crecimiento cuantitativo y cualitativo asombroso. De aquí a unos cien años por primera vez la Iglesia sentirá que, como conjunto, está en mejor condición de lo que fue el siglo XX.

(4) La globalización, para aquel entonces, habrá completado su primer gran ciclo y el mundo será presentado de manera sumamente unificada en los estudios iniciales de chicos y chicas. La Orden Benedictina florecerá especialmente en aquel tiempo y las vocaciones contemplativas conocerán horas sorprendentes. Por primera vez habrá la sensación de que el Evangelio realmente avanza en Asia y ello despertará también una oleada de vocaciones, esta vez en Europa, como no se la veía desde hacía muchos siglos. Es posible que a finales de ese siglo XXII el ecumenismo entre en una fase sin antecedentes y se llegue casi a palpar la unidad de los cristianos, aunque de la fecha probable de esto último no estoy seguro.

Nelson Medina, O.P.

No nos van a engañar para siempre

Hay una sensación de rabia e impotencia que uno siente como católico cuando ve que la mentira se impone y que la intriga y el cinismo logran su cometido, de modo que al mal se le conceden victorias y aplausos mientras que el bien y lo bueno son ridiculizados, postergados, amordazados y en cierto modo aplastados bajo el peso conjunto de múltiples engaños y trampas. Estamos en un mundo en el que vale más el “lobby” que la verdad y pesa más la utilidad que la justicia.

En la búsqueda de una respuesta de fe frente a todo ello, tal vez sea útil empezar por elaborar una lista de esas trampas con que algunos o la mayoría de los medios de comunicación, las cátedras universitarias, los sistemas de gobierno, las expresiones del arte y los emporios económicos parecen haberse confabulado rabiosamente para destruir la Iglesia y borrar el Nombre de Cristo de todos los corazones. He aquí mi inventario provisional de esas trampas.

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Preguntas y Respuestas – 22

En Mateo 19,19 la Biblia Latinoamericana trae esta traducción: “Os digo que cualquiera que se divorcie de su mujer, salvo por infidelidad, y se case con otra, comete adulterio.” Otras traducciones dicen: “salvo en caso de fornicación.” La pregunta es doble: ¿cuál de estas traducciones es la correcta? Y segundo: ¿no da ese criterio mayor flexibilidad para el estudio del tema de la indisolubilidad del matrimonio como lo predica la Iglesia Católica? -A.G., México
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Preguntas y Respuestas – 21

Ayer en la reunión semanal de comunidad de mi parroquia, una de las señoras asistentes tenía en sus manos un “NUEVO TESTAMENTO.” Ese Nuevo Testamento lo he visto mucho en clínicas, hospitales y consultorios médicos. Es publicado por una comunidad que se denomina “LOS GEDEONES.” Quisiera saber qué clase de comunidad son, es decir, si son Católicos Apostolicos y Romanos como nosotros o si por el contrario son protestantes, evangélicos o qué son. Gracias. -Fernando.
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Tiempo para el Evangelio – Veinte Máximas

1. Si conocieras a una persona como tú, ¿te harías su amigo?

2. ¿Mereces durar en el mundo?

3. Sin virtudes no hay santidad.

4. Casi todo lo que me duele es verdad.

5. Suele suceder que criticamos en otros lo que deseamos para nosotros.

6. No puedo llamarte vencedor si no has llegado a vencerte.

7. Que no se te pase el tiempo sin amar a Dios.

8. Si eres dueño de ti, ¡qué gran tesoro tienes!

9. Ser mejor implica dejar lo que fui­mos, y esto, a menudo, duele.

10. Tú te alejaste de Dios, quizá, pero Dios no se alejó de ti.

11. Nadie tan esclavo como aquel que cayó en manos de su propio capricho.

12. A veces, lo que nos resulta real­mente difícil no es amar las virtudes que nos faltan, sino detestar los vicios que nos estorban.

13. No desprecies tus preguntas: son tu riqueza.

14. Ciertamente ves al Invisible, si al ver cuanto ves, él te parece ausente.

15. No basta con que “dejes ser” a tus hermanos; procura que sean; desea que lleguen a ser lo que Dios quiere que sean.

16. ¿Cuál es el tamaño de tu amor? Ese es tu tamaño; es lo único real en ti; lo único que dejarás y lo único que te llevarás.

17. ¿Te gustaría hacer la peregrinación suprema? Es decir: ¿te atreverías a dejarte?

18. ¿Hay paz en tus fronteras?

19. No recuerdas cuál fue tu primera palabra, pero, ¿cuál te gustaría que fuera tu última palabra?

20. Hay quien perdió la vida ganando cosas. ¿Perderías tus cosas por ganar la vida?

Yo Soy Tu Dios…

YO SOY TU DIOS y estoy cerca de ti: ¿no te basta?
Por tanto no desees sino aquello que llena mi corazón.

YO SOY TU DIOS y te soy fiel aun cuando te envió alguna cruz, y por más que pese demasiado, recuerda siempre que a tu lado estoy, ¿qué deseas más?.

YO SOY TU DIOS y pienso en ti, y esto desde la eternidad. Tu nombre está escrito profundamente en mi corazón, de tal modo que jamás podré olvidarme de ti.

YO SOY TU DIOS y dirijo todas las cosas únicamente para tu bien; si ahora no lo comprendes, un día lo podrás ver claramente.

YO SOY TU DIOS y fielmente te amo; conozco perfectamente todo lo que aflige tu corazón, veo con toda claridad todo lo que te contraría. Acepta todo ello con tranquilidad y paz, porque Yo soy el que lo ha dispuesto así; tu persevera, permanéceme fiel a fin de que mi Corazón te recompense.

YO SOY TU DIOS ¿Estás sola, alma mía?. Yo te haré compañía. ¿Nadie tiene una buena palabra para decírtela?. Ven a Mí que siempre seré tu consuelo en el Santísimo Sacramento y te compensaré todo lo que en la tierra te he negado.

YO SOY TU DIOS ¿Qué más deseas?. ¡Animo! ¡Coraje!.
Nada te debe desanimar, porque quien posee mi Corazón, tiene todo lo que puede desear.

Si estás triste, corre a refugiarte en mi Corazón. Si sientes alegría del triunfo vuela a regocijarte conmigo. Si experimentas cansancio, échate en mis brazos. Y verás como las sombras se disipan, como las luces crecen, y como las fuerzas se centuplican. El mundo pasa, el tiempo huye, los hombres desaparecen, la muerte te roba todo.

Una sola cosa te quedará siempre: TU DIOS.

Un Poquito

Un poquito,
sólo un poquito,
de dolor yo he conocido.

Y he visto
por ese poquito,
que del dolor sabe bien Cristo.

He oído
del día bendito
que murió nuestro Corderillo.

Y he visto
por ese sitio
que la Sangre llegó a ser río.

¡Oh Cristo!
Te canto y digo:
¡Dolor es Amor si estoy contigo!

Fr. Nelson Medina F., O.P.

Tú me Conoces…

Me senté en la mejor de mis estrellas y pensé en ti, solo en ti, porque sabes:

Te amo, y por eso hice un mundo, donde pudieras estar, hasta que llegara el momento en que vivieras junto a mi; en ese mundo puse la belleza en una flor, puse tierra y semillas para que pudieras comer, puse el cielo y le di el día y la noche; en el día puse un sol para que sintieras el calor de mi amor, y en la noche puse la frescura para que sintieras sin ver, puse la oscuridad y en ella la luna y las estrellas para que supieras que en la penumbra hay belleza, que la belleza no solo se ve, sino que también se siente y que hice las estrellas para tí.

Puse un mar, en ese mundo puse animales, todos diferentes de forma y color para que los pudieras distinguir, tambien pensé en ellos y les dí un lugar para vivir.

Pensé que te aburrirías si todo fuera del mismo color, por lo que a las plantas les dí el verde, al día el azul, a la noche el negro, a las estrellas su brillo y hasta a tus ojos les dí color.

Permití el mal para que pudieras conocer el bien, puse en tu corazón bondad, amor y también perdón.

Pensé que no podrías estar solo, e hice a una mujer, para que hubiera un cuerpo que diera vida y mandé muchos como tú, también pensé que no me entenderias, por lo que te di inteligencia.

Estaba yo feliz, pero luego ví que no sabías pensar
y sabes? Sentí decepción cuando creíste que yo no existía, que todo tenía una explicación científica, y la tiene, porque la puse para que pudieras entenderme con mayor facilidad.

Y como te amo, de vez en cuando o muy seguido te
mando un problema, que es un regalo que te doy para que aprendas a crecer, y aún asi, … dudas de mí.

Todo el tiempo pienso en tí, y todos los días mando
una señal especialmente para tí, y aunque te dí ojos te veo ciego, y en el mundo que te regalé sembraste semillas, pero no para comer, sembraste el odio, el egoísmo, la frialdad y las dejaste crecer; te pedí que las cortaras y no me hiciste caso, porque vives tu mundo material.

Y como te haces sordo a mi voz, decidí escribirte esta carta para recordarte que te amo, y si me has hecho daño te perdono; yo también siento, y sabes, te pido que me recibas en tu corazón, y que encuentres en mí… consuelo, paz y tranquilidad…

Acércate a mi, no necesito decirte quién soy……. Tú ya lo sabes.

Tiempo para el Evangelio – Más allá de toda Ley Escrita

Habiendo encontrado a su Señor, el cristiano se alegra y piensa maravillado en cuántas cosas buenas y bellas ha hecho el Altísimo. Mira con cariño la generosidad de la Bienaventurada Virgen María, la siempre fiel y siempre discí­pula, y siente que su alma está dispues­ta para lo grande, lo alto, lo santo. Levanta entonces su corazón a la altura, donde Cristo está sentado a la diestra de Dios, y escucha la suave palabra de su Redentor, que dulcísimamente le dice:

De ahora en adelante ya no te llamaré siervo, sino amigo. Ya no tendré sólo preceptos para ti, porque para ti he reservado algo mejor. Es verdad que todo hace caso a mi voz, pero más cierto es que, ante mis ojos, la docilidad del amor que me atiende vale mucho más que la simple obediencia del temor que me acata.

Deja, pues, que mi voz te invite a lo mejor; hablemos un poco de lo más per­fecto; miremos juntos hacia el infinito de las pequeñas cosas. Porque has de saber, mi buen amigo, que en el actual estado del mundo, sólo es grande el que sabe hacerse pequeño, y sólo es sabio el que aprende a ser ignorante, y sólo es sensato el que acepta la locura de la Cruz. Prepárate, pues, para escucharme, porque he de hablarte de mis preferidos. Así los llamó, porque con ellos viví de camino por el mundo. Así los llamo, porque fueron mi escuela en Belén y Nazareth, en Galilea y Jerusalén.

Comenzaré por presentarte a una pequeña amiga, la Infancia. Te invito a que seas siempre como un niño. Es sólo una invitación. Mira el mundo con ojos fascinados y despiertos, y descubre en él la mano de mi Dios. Mira a mi Padre, y expón tus necesidades ante él con la confianza de los niños. Para que tu alma se renueve, ama la inocencia, la trans­parencia y la pureza. Ríete de la mucha seriedad y disfruta de las cosas sencillas y buenas. Olvídate de prejuicios y nunca discrimines a la gente por su color, dinero, raza o religión: ¡para todos es el Evangelio! En fin, que la virtud no sea una carga para ti, sino tu manera de andar presto y liviano por el mundo. Créeme que quienes así obran son como niños cristianos. Por ello, suelen ser despreciados. El mundo no los toma en cuenta, pero yo sí sé dónde viven, cuánto hacen y cuánto valen.

Te presento a mi amiga Pobreza. Te invito a que seas de veras pobre. Es sólo una invitación. Del pesebre a la Cruz, la pobreza fue mi vestido y mi compañía. Revestido de ella, llegué a donde no llegan los ricos, siempre tan seguros ¡y tan frágiles!detrás de sus rejas y candados. Hecho pobre, vi lo invisible y oculto para el mundo. La pobreza me hizo dueño del corazón de mis amigos, y así, no teniendo nada como mío, conquisté las riquezas de amor y generosidad que deseaba. Es verdad que fui despreciado como pobre, pero sólo por aquellos que ignoraban el precio de mi pobreza.

He aquí la Virginidad cristiana. Es bastante desconocida y muy poco apreciada. Pero yo te invito a que seas virgen de cuerpo y alma. Es sólo una invitación: a que ames exactamente a mi manera. Amar fue mi vida en esta tierra; amar es mi vida en el cielo. Con ar­diente corazón, humano y divino a la vez, amé; con fuego, con Sangre, con Sabiduría, con Espíritu. Así atraje y cautivé la creación entera. ¡Camino excelso, el amor virginal, camino digno de amoroso seguimiento! Tú, sin embargo, ten presente que este camino es ante todo un don: don del Espíritu Santo, don que mi Padre otorga a quien quiere. Y si alguien pretendiera avanzar temerariamente por este camino, sin haber sido llamado a él, se marchitaría sin pareja y sin hijos. Pero no temas. El generoso Espíritu sabe hablar a todo el que quiera oír, e indicar a cada cual su senda. A todos sin embargo, se les manifestará un día que más alto y raro es el amor virginal. Por ello, mayor es su alcance, más elevado su vuelo y mejor su mirar al cielo.

Te presento a mi amiga, la Obediencia. Así como un ojo sigue al otro cuando levantas tu mirada, así mi voluntad siguió en todo a la de mi Padre. Amor y obediencia fue mi alimento; amor y obediencia, mi consuelo. Te invito a que seas obediente en todo; aún más, te invito a que manifiestes y realices tu obediencia haciendo caso a una persona como tú. Te invito, pues, a que recibas con docilidad la instrucción y el mandato de quien te puede dirigir en la Santa Iglesia. De acuerdo con tu conciencia formada, y con la voz del Espíritu en tu interior, obra en esto de la mejor manera, sabiendo que estoy siempre con quien siempre quiere estar conmigo.

Lleno de gozo, el cristiano siente que el corazón se apresura, porque adivina que ha llegado el tiempo de darlo todo y de conquistar la vida eterna.

Tiempo para el Evangelio – El Cielo, el Altar, los Pobres

Andando siempre de prisa, el cristiano tropieza un día con el dolor de su hermano. Y entonces escucha la voz de Jesucristo, que le dice:

Si levantas tu oído al clamor de mis pobres, oirás voces sobrecogedoras. Hoy nacen niños cada hora y cada minuto. Su llanto, que es el canto del dolor y del amor a la vida, forma a lo largo y ancho de la tierra un coro sonoro y brillante, el coro de los que han podido arribar al mundo. Junto a ellos, una multitud anónima de pequeñuelos no lloran, porque no pudieron nacer, y tampoco cantan, porque no hubo oídos para ellos. Yo sí los escucho, los conozco y los amo.

Si levantas tu oído al clamor de mis pobres, oirás voces cargadas de angus­tia. Voces de aquellos que no pueden gritar, porque han sido aplastados y mutilados. Son las víctimas de las leyes injustas; los torturados por los centros de poder; los que un día se vieron sin palabras ante un arma, ante una sentencia abominable, o ante la indeseada visita de la muerte. Yo los escucho, los conozco y los amo.

Si levantas tu oído al clamor de mis pobres, oirás voces bien tristes. He aquí la voz del anciano llamando a sus amigos, que ya no viven, y a sus hijos, que un día prefirieron dejarlo en paz. He aquí también la voz de quien se halla perdido en el mundo, y pregunta a los que pasan: “¿qué debo hacer?”. Es la voz del amor defraudado y de la esperanza que se apagó por falta de alimento; la voz de la vida opaca y árida, la de los días grises, rutinarios y estériles; la voz de quien está solo en medio de la gente; la voz del deprimido. Yo los escucho, los conozco y los amo.

Si levantas tu oído al clamor de mis pobres, oirás voces oscuras: los pecados inconfesados, el rumor de la maldita superstición, el horrible invocar espíritus, los cultos satánicos, las tenebrosas propuestas de soborno, las risas torcidas de quienes trafican con la vida y la honra de otros, el tumulto de quienes hacen negocio divulgando el pecado, como si no tuvieran más oficio que alabar al demonio y provocar escándalo en mis niños. ¡Oh pobreza incalculable de quien me ha perdido! Dime: ¿hay alguna voz que escape a mis oídos? Pero estos pecadores, aunque se han cargado de cadenas por sus propias culpas y malos hábitos, todavía tienen aliento para hablar mal de mí. Yo los escucho, los conozco y los amo.

Si levantas tu oído al clamor de mis pobres, oirás mi propio clamor. Llagas y sangre: ese fue mi último sermón. Soledad y abandono: tal fue mi última predicación. En el cielo, en el altar, en mis pobres: ahí me tienes. Gloria, Eucaristía, Indigencia: eso soy para ti. Hablo por voz de los que sufren, sépanlo ellos o no. Hablo en ellos porque los amo. Y tú, ¿dirás que me amas, si no los escuchas? Mis ojos miran en los ojos de mis pobres. ¿Dirás que quieres verme, si rehuyes esos ojos? Mi cuerpo padece en ellos. ¿Dirás que estás conmigo, si odias estar con ellos? Búscame, pues, donde me hallo; ámame como te amo, y sírveme donde deseo ser servido.

Ha terminado la prisa. El cristiano se vuelve, y busca con sus ojos los ojos de Cristo en el pobre. Pero es tarde. Cristo ha pasado, porque también Cristo tiene prisa. Y en el silencio del día que termina, aquel cristiano eleva sus ojos al cielo, hace de su pecho un altar, y ora muy despacio diciendo: Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy.

Tiempo para el Evangelio – El Canto de la Redención

Solíase preguntar un buen cristiano cuál sería el canto de Cristo en la Cruz. Porque había aprendido que aquel solemne grito al momento de partir de este mundo hacia el Padre, era en Cristo toda una proclama: era el recitativo de nuestra redención. Y mientras esto cavilaba, oyó la voz del Señor, que de lo alto le decía:

Ahora eres otro. Ahora que la luz besó tus ojos; ahora que mi voz abrió tus oídos; ahora que mi palabra halló nido en tu ser; ahora que crees y vives; ahora que esperas y amas; ahora eres otro. Eres tú y más que tú. Eres tú sin lo que te estorbaba; eres tú sin lo que te enfermaba; eres tú sin lo que te ensuciaba; eres tú sin lo que te ocultaba: eres más tú, para gloria de mi Padre del Cielo.

Ahora eres otro. Ahora cantas conmi­go, cuando canto a mi Padre; ahora lloras conmigo, cuando lloro el pecado del mundo; ahora ríes conmigo, cuando vemos reír a los niños; ahora vives conmigo: ahora eres otro. Eres tú y más que tú. Eres tú con mi vida; eres tú con mi sonrisa; eres tú con mi Sangre; eres tú con mi Espíritu: eres más tú, para gloria de mi Padre del Cielo.

Ahora eres otro y yo soy el mismo. Porque mi reino no es de este mundo. Mi reino no surge del dinero, no se sostiene con las armas, no se opaca con los años. Soy el mismo: el que era, el que es, el que viene. ¡Oh! Pero tú miras mi Cuerpo Crucificado y te preguntas si he cambiado. Amado de mi alma, precio de mi Sangre, sólo respóndeme una pregunta: Me revestí de tus culpas, pero te revestí de mi gracia, ¿quién cambió? Grabaste tus llagas en mi piel, pero yo grabé mi inocencia en tu cuerpo, ¿quién cambió? Derribaste mi alma con tus pecados, pero yo derribé tu egoísmo con mi amor, ¿quién cambió? Te diré la verdad: yo no he cambiado. No cambió mi gracia cuando te la daba, ni se perdió mi inocencia cuando la grababa en ti, ni cesó mi amor cuando te amaba. Yo soy el mismo y tú eres otro. Ahora eres más tú, para gloria de mi Padre del cielo.

Ahora eres otro. Tu cabeza brilla con agua del santo bautismo; el aroma de mi Sangre perfuma tu aliento; el fuego de mi Espíritu inflama tu pecho; el calor de mi madre, de la Virgen, rodea tu alma; mi Padre es tu Padre; mi Dios es tu Dios. Ahora eres otro porque yo he vencido al mundo; porque los siglos no han logrado ni lograrán ocultar la Cruz; porque la tierra entera será juzgada en mi presencia, y sólo quedarán en pie los que me aguardan.

Por tu parte, alégrate. Levanta la cabeza. Mírame a los ojos. Yo soy como tú; tú eres como yo.

Y callaba el cristiano oyendo cantar a su Señor. Y se maravillaba pensando que el Verbo se hizo hombre, y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria.

Tiempo para el Evangelio – Ora Et Labora

Como espesa niebla, la duda se había adueñado del corazón de aquel cristiano. Sabía de Cristo y lo amaba, pero amaba también la mediocridad, de modo que, arropado por el detestable calorcillo de la tibieza, no acababa de decidirse por el Señor.

A la vuelta de una esquina se ve la torre de una iglesia; como venidos del cielo, los ecos de la voz de un anciano sacerdote pregonan las grandezas de Cristo en la Eucaristía. Entonces el cristiano recapacita, y es la voz del mismo Cristo quien le interpela:

Has amado más tus harapos que el vestido de gloria que te di el día de tu bautismo. Has amado más los caminos de la tierra que los del cielo, y te atenaza la duda. Temes y te preguntas si es posible la santidad para ti. Temes, como todos; pero no todos se preguntan. Preguntar es una gracia, créeme.

A quienes tienen poca fe y aún desconfían de mi Dios, hay que decirles que se esfuercen mucho: así no retrocederán en el camino recién iniciado. Pero cuando crezca su fe y hayan aprendido a confiar en mí, habrá que recordarles quién les dio querer y obrar: así avanzarán con firmeza hasta el término de lo comenzado.

Pues aquel que aún se pregunta y duda sobre cuál es su parte y cuál la de Dios, ya presiente que tendrá que hacer mucho; en cambio, aquel otro que va descubriendo cuánto hice y sigo haciendo, tanto más logra cuanto más confía.

Tal parece, en efecto, que Dios será siempre un Juez despiadado para quien piensa sólo en sus propios esfuerzos y logros. Sin embargo, quien ha conocido los esfuerzos y logros de Dios en Cristo no duda en reconocer su propia impiedad e injusticia. Porque de tanto mirar tus propios intereses llegarás a temer por tu condenación; en cambio, de aprender a mirarme llegarás a reconocer la terrible fuerza del amor de Dios y el incomprensible interés que tiene por salvarte.

No pretendes, pues, escoger cuál es el Dios que te sirve; tampoco hagas un dios a tu imagen. Piensa más bien que si ahora te hablo, es porque quiero formarte en mí y formarme en ti. Que ahora tengas tiempo para Dios quiere decir que ahora Dios tiene tiempo para ti.

Han cesado las campanas. Se ha apagado la voz del anciano predicador. La gente sale de la iglesia. Pero Dios nunca sale del alma; Dios nunca se aleja del mundo.