Indispensable la mision de los laicos en la evangelizacion

Mientras los enemigos de la fe no omiten, en efecto, en nuestros días esfuerzo ninguno para procurar con habilidad múltiple e infatigable los mayores desastres en el pueblo y de una manera especial en la multitud obrera y en las filas de la juventud, los ministros de la Iglesia Católica no alcanzan a resistir y repeler a los fautores del mal, cuyo número aumenta cada día y cuyos recursos crecen sin cesar. Además: la acción de los sacerdotes no puede extenderse a todas las capas de la sociedad, porque no faltan personas que la impiden, impulsadas a ello por el propio interés, o que rechazan la sagrada autoridad del clero movidas por el propio género de vida, aunque están muy necesitadas de la solicitud de los pastores de almas. De aquí nace la necesidad de esa colaboración de los fieles que, no son inspiración divina, hemos llamado “participación” de los seglares en el apostolado jerárquico de la Iglesia.

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La Paz Social

La paz social se funda sólidamente en el mutuo y recíproco respeto de la dignidad personal del hombre. El hijo de Dios se ha hecho hombre, y su redención alcanza no sólo a la colectividad, sino también a cada hombre: Me ha amado, y se ha dado a sí mismo por mí. Así lo dijo San Pablo a los Gálatas: Ipse dilexit me et tradidit semetipsum pro me. Y si Dios ha amado al hombre hasta tal punto, esto significa que el hombre le pertenece, y que la persona humana ha de ser respetada absolutamente. Tal es la enseñanza de la Iglesia, que para la solución de las cuestiones sociales siempre ha fijado la mirada en la persona humana, y ha enseñado que las cosas y las instituciones -los bienes, la economía, el Estado- son ante todo par el hombre; y no el hombre para ellas.

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Testimonio antiguo sobre el sacramento de la confirmacion

Todos los fieles deben recibir al Espíritu Santo después del bautismo por la imposición de las manos de los obispos, de modo que puedan ser hallados plenamente cristianos, ya que cuando el Espíritu Santo es derramado sobre ellos, el corazón creyente es ensanchado para la prudencia y la firmeza. Recibimos el Espíritu Santo para poder ser hechos espirituales; porque el hombre natural no recibe las cosas del Espíritu de Dios.

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Proclamar abiertamente a Cristo como Rey del Universo

4. De la propagación y del arraigo cada día mayor del culto al Sagrado Corazón de Jesús —derivados no sólo de la consagración del género humano, hecha al declinar el pasado siglo, sino también de la institución de la fiesta de Jesucristo Rey, creada por nuestro inmediato predecesor, de feliz memoria — han brotado innumerables bienes para los fieles como un impetuoso río que alegra la ciudad de Dios (Sal 45,5) ¿Qué época ha tenido mayor necesidad de estos bienes que la nuestra? ¿Qué época más que la nuestra, a pesar de los progresos de toda clase que ha producido en el orden técnico y puramente exterior, ha sufrido un vacío interior tan crecido y una indigencia espiritual tan íntima? Se le puede aplicar con exactitud la palabra aleccionadora del Apocalipsis: Dices: Rico soy y opulento y de nada necesito, y no sabes que eres mísero, miserable, pobre, ciego y desnudo (Ap 3, 17).

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La Comunion Anglicana Tradicional, admitida en la Iglesia Catolica

La Comunión Anglicana Tradicional ya forma parte de la Iglesia Católica. En los próximos días será publicada una Constitución Apostólica en la que el Papa Benedicto XVI introduce «una estructura canónica que prevé la reunión corporativa» de estos fieles a través de una institución de Ordinariatos Personales. Click!

Necesidad de la sabiduria

Cada día se deja sentir más y más la necesidad de recordar los preceptos de cristiana sabiduría, para en todo conformar a ellos la vida, costumbres e instituciones de los pueblos. Porque, postergados estos preceptos, se ha seguido tal diluvio de males, que ningún hombre cuerdo puede, sin angustiosa preocupación, sobrellevar los actuales ni contemplar sin pavor los que están por venir.

Y a la verdad, en lo tocante a los bienes del cuerpo y exteriores al hombre, se ha progresado bastante; pero cuanto cae bajo la acción de los sentidos, la robustez de fuerzas, la abundancia grande de riquezas, si bien proporcionan comodidades, aumentando las delicias de la vida, de ningún modo satisfacen al alma, creada para cosas más altas y nobles. Tener la mirada puesta en Dios y dirigirse a Él, es la ley suprema de la vida del hombre, el cual, creado a imagen y semejanza de su Hacedor, por su propia naturaleza es poderosamente estimulado a poseerlo. Pero a Dios no se acerca el hombre por movimiento corporal, sino por la inteligencia y la voluntad, que son movimientos del alma. Porque Dios es la primera y suma verdad; es asimismo la santidad perfecta y el bien sumo, al cual la voluntad sólo puede aspirar y acercarse guiada por la virtud.

[León XIII, Carta Encíclica Sapientiae Christianae, del 10 de enero de 1890]

El sentido de la potestad del sacerdote

El sacerdote está constituidodispensador de los misterios de Dios (1 Corintios 4,1) en favor de estos miembros del Cuerpo místico de Jesucristo, siendo, como es, ministro ordinario de casi todos los Sacramentos, que son los canales por donde corre en beneficio de la humanidad la gracia del Redentor. El cristiano, casi a cada paso importante de su mortal carrera, encuentra a su lado al sacerdote en actitud de comunicarle o acrecentarle con la potestad recibida de Dios esta gracia, que es la vida sobrenatural del alma. Apenas nace a la vida temporal, el sacerdote lo regenera con el bautismo infundiéndole una vida más noble y preciosa, la vida sobrenatural, y lo hace hijo de Dios y de la Iglesia de Jesucristo; para darle fuerzas con que pelear valerosamente en las luchas espirituales, un sacerdote revestido de especial dignidad lo hace soldado de Cristo en la confirmación; apenas es capaz de discernir y apreciar el Pan de los Angeles, el sacerdote se lo da, como alimento vivo y vivificante bajado del cielo; caído, el sacerdote lo levanta en nombre de Dios y lo reconcilia por medio de la penitencia; si Dios lo llama a formar una familia y a colaborar con El en la transmisión de la vida humana en el mundo, para aumentar primero el número de los fieles sobre la tierra y después el de los elegidos en el cielo, allí está el sacerdote para bendecir sus bodas y su casto amor; y cuando el cristiano, llegado a los umbrales de la eternidad, necesita fuerza y ánimos antes de presentarse en el tribunal del divino Juez, el sacerdote se inclina sobre los miembros doloridos del enfermo, y de nuevo le perdona y le fortalece con el sagrado crisma de la Extremaunción; por fin, después de haber acompañado así al cristiano durante su peregrinación por la tierra hasta las puertas del cielo, el sacerdote acompaña su cuerpo a la sepultura con los ritos y oraciones de la esperanza inmortal, y sigue al alma hasta más allá de las puertas de la eternidad, para ayudarla con cristianos sufragios, por si necesitara aún de purificación y refrigerio. Así, desde la cuna hasta el sepulcro, más aún, hasta el cielo, el sacerdote está al lado de los fieles, como guía, aliento, ministro de salvación, distribuidor de gracias y bendiciones.

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Octubre se acerca: El Rosario y la Paz

¡Dios ha hecho a los hombres y a las naciones para salvarse! Por ello esperamos que, desechados los áridos postulados de un pensamiento y de una acción improntados de laicismo y de materialismo, busquen el oportuno remedio en aquella sana doctrina, que cada día es más confirmada por la experiencia; en ella han de encontrarlo. Ahora bien: esta doctrina proclama que Dios es el autor de la vida y de sus leyes, que es vindicador de los derechos y de la dignidad de la persona humana; por consiguiente, que Dios es “nuestra salvación y redención”.

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Cristo: Celibe y Sacerdote

Cristo, Hijo único del Padre, en virtud de su misma encarnación, ha sido constituido mediador entre el cielo y la tierra, entre el Padre y el género humano. En plena armonía con esta misión, Cristo permaneció toda la vida en el estado de virginidad, que significa su dedicación total al servicio de Dios y de los hombres. Esta profunda conexión entre la virginidad y el sacerdocio en Cristo se refleja en los que tienen la suerte de participar de la dignidad y de la misión del mediador y sacerdote eterno, y esta participación será tanto más perfecta cuanto el sagrado ministro esté más libre de vínculos de carne y de sangre.

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ASCETICA SACERDOTAL

Hablar de San Juan María Vianney es recordar la figura de un sacerdote extraordinariamente mortificado que, por amor de Dios y por la conversión de los pecadores, se privaba de alimento y de sueño, se imponía duras disciplinas y que, sobre todo, practicaba la renuncia de sí mismo en grado heroico. Si es verdad que en general no ¡se requiere a los fieles seguir esta vía excepcional, sin embargo, la Providencia divina ha dispuesto que en su Iglesia nunca falten pastores de almas que, movidos por el Espíritu Santo, no dudan en encaminarse por esta senda, pues que tales hombres especialmente son los que obran milagros de conversiones. El admirable ejemplo de renuncia del Cura de Ars, “severo consigo y dulce con los demás,” recuerda a todos, en forma elocuente e insistente, el puesto primordial de la ascesis en la vida sacerdotal.

Persuadidos de que “la grandeza del sacerdote consiste en la imitación de Jesucristo”, los sacerdotes, por lo tanto, escucharán más que nunca el llamamiento, del Divino Maestro: Sí alguno quiere seguirme, renuncie a sí mismo, tome su cruz y me siga. El Santo Cura de Ars, según se refiere, había meditado con frecuencia esta frase de nuestro Señor y procuraba ponerla en práctica. Dios le hizo la gracia de que permaneciera heroicamente fiel; y su ejemplo nos guía aún por los caminos de la ascesis, en la que brilla con gran esplendor por su pobreza, castidad y obediencia.

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En la clausura del Concilio Vaticano II

El Concilio Vaticano II, reunido en el Espíritu Santo y bajo la protección de la Bienaventurada Virgen María, que hemos declarado Madre de la Iglesia, y de San José, su ínclito esposo, y de los santos Apóstoles Pedro y Pablo, debe, sin duda, considerarse como uno de los máximos acontecimientos de la Iglesia. En efecto, fue el más grande por el número de padres del globo, incluso de aquellas donde la jerarquía ha sido constituida recientemente; el más rico por los temas que durante cuatro sesiones han sido tratados cuidadosa y profundamente; fue, en fin, el más oportuno, porque, teniendo presente las necesidades de la época actual, se enfrentó, sobre todo, con las necesidades pastorales y, alimentando la llama de la caridad, se esforzó grandemente por alcanzar no sólo a os cristianos todavía separados de la comunidad de la sede apostólica, sino también a toda la familia humana.

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