Es verdad que uno puede sentir incomodidad, fastidio o incluso ira frente a decisiones o acciones que le afectan y con las que uno no está de acuerdo. Es verdad que esto puede suceder en la Iglesia, frente a las acciones de sacerdotes, obispos, o el Papa. Pero el derecho a disgustarse o a un cierto desacuerdo no es, dentro de la Iglesia, derecho a insultar ni menos derecho a dividir.
Hemos sabido de algunos que, desconcertados o disgustados por el reciente Sínodo de la Familia, o por otras acciones del Papa, han llegado al exabrupto de afirmar que es un “falso papa” o han dicho otras barbaridades semejantes. Con todas las fuerzas es necesario mostrar que esas posturas, aunque se consideren como intensamente católicas, son todo lo opuesto.
Lo nuestro es orar, con amor, intensidad, y fidelidad por el Papa, en este momento, nuestro Papa Francisco. Y si hay motivo de preocupación o desacuerdo, el camino va por el diálogo humilde y respetuoso, propio de creyentes.
“A pesar de todas las cosas buenas del informe final, es una lástima que un Sínodo que pretendía cambiar el mundo ha acabado siendo una batalla sobre cambiar la Iglesia o permanecer fiel a su doctrina constitutiva y formal…”
Reconociendo el valor y vigor de lo que Cristo ha enseñado y que hemos recibido a través de los apóstoles, permanecemos firmes cuando se pretende destruir nuestra fe y doctrina.
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Concluido el Sínodo de la Familia, y después de escuchar tan diversas voces, es preciso mirar con realismo y espíritu de fe en Cristo el tiempo que sigue. Como un aporte, propongo siete claves:
1. Hagamos que resuene la Palabra de Dios con toda su claridad y belleza. Ninguna palabra humana, ninguna escuela teológica, ningún obispo individualmente considerado, está por encima de la Palabra de Dios y la gran Tradición de la Iglesia, como fiel intérprete de esa Palabra. Libres de arrogancia pero con verdadero espíritu de servicio a los hermanos han de oírse, sin recorte ni disminución de tono, frases como estas: “Todo el que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la repudiada por su marido, comete adulterio” (Lucas 16,18). Una predicación sencilla, directa, fiel a la letra y el espíritu, hace mucho bien en toda circunstancia. Por supuesto, centrar toda la predicación sólo en los versículos de denuncia sería también error: lo correcto es presentar toda la ternura y a la vez toda la firmeza de Cristo; toda su misericordia y todo el vigor con que, por misericordia, predica sobre la realidad del pecado y la posibilidad espantosa de la muerte eterna. Continuar leyendo “Siete claves post-sinodales”
Dios escogió discípulos muy imperfectos para mostrar que también nosotros podemos ser de sus elegidos y para que tengamos esperanza cuando nos decepcionan nuestros pastores.
Hacer una lista de lo imprevisto puede ser bastante frustrante. Es darse cuenta de cuántas cosas ya han sucedido sin que las viéramos venir: toda una colección de sorpresas, a veces gratas, y a veces no tanto.
Todavía más difícil es hacer la lista de lo imprevisible. Apenas contamos con algunas instancias de fenómenos que tal vez se repetirán y amplificarán en el futuro. ¿Cómo distinguir la señal del ruido? ¿Qué acontecimientos son simplemente marginales, y cuáles son signo de tendencias que después cobrarán fuerza? Cristo nos manda que leamos los signos de los tiempos pero nuestra capacidad de lectura no suele estar al nivel requerido para tal empeño.
Y sin embargo, la tarea hay que hacerla, y aún nuestras equivocaciones pueden al final traer algo bueno. En esa línea quiero presentar una breve lista de realidades nuevas que creo que deberían atraer la atención de nuestros pastores, y en general de todos los que amamos la Iglesia.
1. Hay que prepararse mejor para las entrevistas y sesiones de preguntas. Quiero saber: ¿Quién entrena a los obispos, los teólogos, o al Papa en esto de las entrevistas? No soy un experto pero creo que hay bastante espacio para mejorar aquí. Es preciso comprender que, de modo ordinario, los intereses del periodista y los del entrevistado están cruzados: al primero le interesa la novedad, el conflicto, incluso el escándalo; se supone que al segundo le preocupa más confirmar en la fe, ampliar un punto de vista mientras se afianza la certeza de las enseñanzas recibidas. En asuntos doctrinales lo que debe esperarse del ministro ordenado es firmeza, claridad y luego también buena pedagogía. No veo yo mucho entrenamiento real en esas exigencias. Continuar leyendo “Prepararse para lo improbable”
“El director espiritual te ayuda a crecer en la fe y en la esperanza, que provienen de Dios y conducen a Dios. El “coach” te ayuda a aumentar la fe y la esperanza en ti mismo (no en Dios, evidentemente) para lograr, no tu salvación, sino la de tu empresa…”
“”La mayoría de ustedes -continuó el Papa en Filadelfia- conocen la historia de santa Catalina Drexel, una de las grandes santas que esta Iglesia local ha dado. Cuando le habló al Papa León XIII de las necesidades de las misiones, el Papa… le preguntó intencionadamente: ”¿Y tú?, ¿qué vas a hacer?”. Esas palabras cambiaron la vida de Catalina, porque le recordaron que al final todo cristiano, hombre o mujer, en virtud del bautismo, ha recibido una misión. Cada uno de nosotros tiene que responder lo mejor que pueda al llamado del Señor para edificar su Cuerpo, la Iglesia”…”
Cuando escuches barbaridades, incluso si las dicen obispos y prelados de alto rango, no dejes de considerarlas barbaridades. Si un cardenal dice que debería aprobarse el divorcio, cosa que ya sucedió en el actual Sínodo por boca de Mons. Lacunza, y si da como gran argumento que el divorcio lo aprobó Moisés, de ese hecho debes deducir tres cosas:
1. Estamos mal en muchas cosas en la Iglesia Católica; hay que hacer oración y penitencia.
2. Se está cumpliendo lo que dijo la Biblia: “Y habrá de llegar un día en que ya no soporten la doctrina sana, antes bien se dediquen a buscar continuamente nuevos maestros amoldados a sus gustos y que halaguen sus oídos; y entonces, en lugar de complacerse en la verdad, volverán su atención hacia las fábulas.” (2 Timoteo 4,3)
3. No importa quién diga qué, es hora de aferrarnos a la Sagrada escritura y a esa guía inmejorable: el catecismo de la Iglesia Católica.
Reitero: hay que orar. Y orar. Y orar. Si pedimos insistentemente a Dios, él nos dará mejores pastores.
En la preparación y celebración del Sínodo de la Familia han sucedido muchas cosas. Unas cuantas, positivas; muchas otras preocupantes. El mejor archivo que conozco sobre por qué hay que preocuparse está en una serie de artículos escritos por Bruno Moreno a los que se puede acceder haciendo click aquí.
La razón de este breve escrito es recordar a todos nuestro deber de orar, especialmente con el Santo Rosario. La familia es el último refugio que queda antes de que los poderes de este mundo se abalancen sobre el individuo aislado y necesitado para venderle con mentiras cualquier veneno disfrazado de felicidad. Son horas de duro combate y nuestras plegarias y penitencias no deben faltar.
Es cierto que las decisiones finales no corresponden a los padres sinodales sino al Papa pero también es cierto que las fuerzas oscuras, algunas de las cuales ya han sido desenmascaradas, no perderán ocasión para presionar al máximo al Sucesor de Pedro. Algo parecido aconteció en 1968 con Pablo VI, y lo que tuvo que enfrentar aquel Papa, después de una opinión desastrosa de una amplia comisión de teólogos y obispos, fue tortura moral, desobediencia descarada, dolor interminable, hasta su muerte. No queremos algo así para el Papa Francisco y por eso hay que multiplicar las oraciones para que haya voces valientes y votaciones claras que muestren que la Iglesia Católica de nuestro tiempo no está dispuesta a arrodillarse frente a los poderes de este mundo. Si algunos de sus hijos, para vergüenza de todos, lo han hecho, esa no puede ser la postura del pueblo cristiano.
¿Qué penitencias y oraciones vas a ofrecer durante cada día del sínodo?
“El magisterio ordinario de los pontífices, la jurisprudencia consolidada de la Rota Romana y la doctrina común canónica señalan que para la celebración válida del matrimonio no se requiere un determinado grado de fe por parte de los contrayentes, sino que es suficiente la intención de celebrar verdadero matrimonio, que entre bautizados, por voluntad de Cristo, es sacramento. Es decir, la intención de celebrar matrimonio como Dios lo creó al principio es la intención de hacer lo que hace la Iglesia, y ésta es la intención necesaria para la administración válida de un sacramento…”
“En un comunicado publicado ayer en la web de la Conferencia Episcopal de Polonia, los obispos de la nación que dio al mundo a San Juan Pablo II, Papa, han dado a conocer cuál es su postura ante el próximo sínodo sobre la familia que tendrá lugar en Roma en el mes de octubre. Como en anteriores ocasiones, se muestran absolutamente fieles al magisterio de la Iglesia…”
Al tener Dios el primer lugar en en la vida, todo lo demás va tomando su propio sitio. Laicos y sacerdotes son importantes en el plan de Dios para restaurar la vida del pueblo.
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* En varias ocasiones los Papas han hablado a los jóvenes, y junto con ellos a todos nosotros, sobre la necesidad de ir “contracorriente.” Es evidente que los valores y el estilo del mundo asfixian y quieren robar la semilla preciosa que Cristo ha traído a esta tierra. Pero, ¿qué es vivir contracorriente, y cómo se puede poner en práctica?
* La estrategia del mosquito es el nombre que damos a la actitud de los que consideran que basta con liberarse del fastidio presente imaginando que los problemas a la larga se resolverán por sí mismos, y las cosas volverán a una cierta “normalidad.”
* La estrategia del mosquito cree que el enemigo, como un perro rabioso, se va a calmar si le lanzo una salchicha; la verdad es que cada salchicha hace más fuerte al oponente. Todavía más grave el caso si el enemigo tiene un plan para subir cada vez más sus pretensiones y exigencias, como de hecho sucede en nuestros días.
* Nuestros tres grandes errores, compañeros de la fallida estrategia del mosquito, son la pereza, la cobardía y la ingenuidad. Dos ejemplos notables del daño que causa esa pasividad son los avances del lobby gay y las atrocidades a que lleva la legislación permisiva sobre el aborto. En el primer ejemplo, se pasa de legalizar el matrimonio gay a indoctrinar el pansexualismo en los niños. En el aborto, después de aprobado para situaciones “extremas” (como la violación) luego se considera “daño para la madre” todo lo que lastime supuestamente su sicología, como por ejemplo, tener que parir un hijo varón queriendo una niña.
* Podemos resumir diciendo que nuestra “estrategia del mosquito” resulta escandalosamente derrotada por la “estrategia del caballo de Troya,” que bien saben usar los que manejan con astucia sus agendas de aprobación legal y de manipulación de derechos en conflicto.
* Veamos primero lo que hay que evitar:
(1) No vale hundirse en la tristeza y la amargura.
(2) No sirve la nostalgia, que además encubre muchas mentiras e injusticias sobre el pasado.
(3) No surge nada del escapismo al estilo milenarista.
(4) No construye el volverse simplemente un cazador de herejías.
* ¿Qué hacer entonces?
(1) Experiencias vivas y gozosas de conversión; no puedes vencer la corriente del mundo si no te conduce una corriente más fuerte, la del Espíritu Santo. Es requisito la alegría. En la tristeza de los que solo denuncian quizás se esconde el deseo de pecar impunemente.
(2) Necesitamos estar bien alimentados. Con oración, ante todo. Con ansia de la gloria de Dios. Con claridad sobre nuestra necesidad de los sacramentos.
(3) Necesitamos baluartes: espacios para rehacer nuestras fuerzas; lugares de descanso y de renovar las fuerzas. A los cristianos del siglo I les tocó ir a las catacumbas. Esto implica también cuidar el baluarte.
(4) Formación permanente: estar actualizados sin estar obsesionados. Hablar de estos temas con amigos, relacionados y sobre todo con la propia familia. Esto incluye gozarse en la estatura y claridad de nuestra doctrina católica.
(5) Actitud de abnegación generosa para dejar lo que no construye y para tener una sana disciplina, mirando a la Cruz.