Queridos hermanos,
Ha sido muy importante para mí el soporte que he encontrado en la oración y la amistad de todos ustedes. Por eso mis primeras palabras son para decir a todos: GRACIAS.
Bien se ve que el Señor nos ha concedido crear lazos de fe y de unión que son más fuertes que la distancia y que el tiempo. Pues aunque me voy sintiendo más a gusto en este país y poco a poco se van superando los obstáculos de los que les hablaba la vez pasada, tengo muy claro que mi servicio a la Iglesia y al mundo han de darse en mi amada Colombia. Ahora bien, si el Señor dispone otra cosa, bendita sea su voluntad, pero en lo que a mí atañe, bendigo a mi Dios por mi país y lo amo con sus limitaciones y sus grandes posibilidades y esperanzas.