Divina Eucaristía, 2 de 2, Meditación sobre el Discurso del Pan de Vida (Juan 6)

Del pan material al Pan del Cielo: tal es el itinerario que Cristo propone en su predicación, robusta y clara, del capítulo 6 de San Juan.

Hay que destacar el lugar que tiene la comunicación de vida porque los alimentos de esta tierra, más que dar vida, simplemente aplazan la muerte.

Y destacar que los bienes que Dios nos hace no lo convierten en un Dios “montallantas,” que se limitaría solamente a rearar nuestro automóvil para que nosotros sigamos decidiendo la ruta. Es el Dios y señor, que quiere su lugar como piloto de sabiduría y amor en nuestra historia.

Divina Eucaristía, 1 de 2, Meditación sobre el Pange Lingua

La más alta teología y la más hermosa poesía se conjugan en el conocido himno eucarístico de Santo Tomás de Aquino.

Pange, lingua, gloriosi
Córporis mystérium
Sanguinísque pretiósi,
Quem in mundi prétium
Fructus ventris generósi
Rex effúdit géntium.

Nobis datus, nobis natus
Ex intácta Vírgine,
Et in mundo conversátus,
Sparso verbi sémine,
Sui moras incolátus
Miro clausit órdine.

In supremæ nocte coenæ
Recumbens cum frátribus,
Observata lege plene
Cibis in legálibus,
Cibum turbæ duodenæ
Se dat súis mánibus.

Verbum caro, panem verum
Verbo carnem éfficit,
Fitque Sanguis Christi merum,
Et, si sensus déficit,
Ad firmandum cor sincerum
Sola fides súfficit.

Tantum ergo Sacraméntum,
Venerémur cérnui:
Et antíquum documentum
Novo cedat rítui;
Præstet fides suppleméntum
Sénsuum deféctui.

Genitori Genitóque,
Laus et iubilátio;
Salus, honor, virtus quoque,
Sit et benedíctio;
Procedénti ab utróque
Compar sit laudátio.

Amen.

Traducción de este himno latino al español, disponible aquí.

Las palabras de Santo Tomás sobre la Eucaristía y las manos consagradas

Ahora formo parte de un voluntariado por medio de la Iglesia aquí en California, el cual asiste a los pacientes terminales. Quieren que me vuelva Ministro extraordinario de la comunión para poder llevarle la Eucaristía a los pacientes que no pueden asistir a la Iglesia. Lo que sucede es que no me siento siento digna de coger la Eucaristía con mis manos. Me da miedo herir a nuestro Señor, ya que mis manos no han sido consagradas. Santo Tomas dijo que solo las manos consagradas deberían ser los que sostengan la eucaristía con las manos. En uno de los mensajes de la Virgen, no me acuerdo cual aparición, ella dice que no debemos recibir al Señor con las manos, pero la Iglesia, que es Santa, me pide algo distinto. Que hacer? – C.A.

* * *

Es bien conocido mi entusiasmo por las enseñanzas de Santo Tomás pero es claro que su argumento tiene un valor limitado en esta materia. En la fe de nuestra Iglesia hay enseñanzas de distinto valor y de distinta permanencia.

Por dar un primer ejemplo, no es lo mismo lo que dice Santo Tomás sobre la Trinidad que lo que dice sobre el Limbo. Este estudio de la Comisión Teológica Internacional, tomado de la página web del Vaticano, muestra que la Iglesia no sigue hoy lo que decía Tomás de Aquino en cuanto a los niños que mueren sin bautismo.

No se debe concluir de ahí apresuradamente, como hacen algunos teólogos de poca preparación por estos días, que “Santo Tomás ya está superado.” Lo que hay que concluir, de modo sereno y sano, es que no toda su enseñanza tiene el mismo valor ni la misma permanencia.

Sobre esto, hay otro ejemplo que está más cercano a la vida litúrgica de la Iglesia. Pensaba Santo Tomás que un diácono no debía, de modo ordinario, ser ministro de la Comunión, es decir, de dar la Sagrada Comunión a los fieles. En la Suma Teológica, Parte II, Cuestión 82, Artículo 3, en respuesta a la Objeción 1, dice: “El diácono, como más cercano al orden sacerdotal, participa algo de su oficio, y así administra la sangre, pero no el cuerpo, a no ser en caso de necesidad y mandándoselo el obispo o el presbítero. En primer lugar, porque la sangre de Cristo está contenida en el cáliz, por lo que no es preciso que la toque el ministro, como ha de tocar el cuerpo de Cristo. Segundo, porque la sangre indica la redención que de Cristo llega al pueblo, por lo que la sangre se mezcla con agua, un agua que designa al pueblo. Y puesto que los diáconos están entre el sacerdote y el pueblo, es más adecuado para ellos la distribución de la sangre que la del cuerpo.”

Es un texto que difiere de varios modos de lo que enseña y practica la Iglesia hoy. En el Código de Derecho Canónico actual, Canon 910 § 1. leemos: “Son ministros ordinarios de la sagrada comunión el obispo, el presbítero y el diácono.” Hay claramente un cambio con respecto a lo que enseñaba Tomás, que entendía el sacramento del Orden de modo un poco diferente en cuanto a la disciplina litúrgica. Si, según la legislación vigente en nuestra Iglesia, el diácono es “ministro ordinario” resulta evidente que no hay distinción entre la distribución del Cuerpo y la distribución de la Sangre, como pensaba Tomás de Aquino.

Es bueno recordar que ese es el mismo lugar de la Suma Teológica que se suele citar en cuanto a que la Eucaristía no debe ser tocada por manos no consagradas. Uno debe concluir que para Santo Tomás el diácono sí había sido consagrado, porque había recibido el sacramento del Orden, pero sus manos no eran consagradas. Resulta así una antropología un poco compleja o casuística que no es la que la Iglesia sigue hoy. Además, está el problema de que la boca no recibe una consagración especial, y sin embargo es la que va a recibir las Sagradas Especies Eucarísticas cuando comulgamos. Decir entonces que las manos no deben tocar porque no son consagradas obliga llegar a la difícil pregunta de por qué la boca de la misma persona sí puede tocar y de hecho consumir el Sacramento.

El Código de Derecho Canónico indica: 910 § 2. : “Es ministro extraordinario de la sagrada comunión el acólito, o también otro fiel designado según el c. 230 § 3.” El criterio que sigue la Iglesia es que la distribución de la comunión no añade nada al Sacramento, y si se realiza con respeto y espíritu de fe, tampoco le quita absolutamente nada.

Eso no significa que sea siempre práctico o aconsejable que sea ministro de la comunión una persona laica, ni tampoco significa que sea buena idea dar la Comunión en la mano. Yo entiendo que en sí mismo no es pecado ni ofensa a la Iglesia, pero mi experiencia sacerdotal es que resulta muy imprudente, en muchísimas ocasiones, dar la Comunión en la mano. Pero el mejor remedio no es prohibir, sino evangelizar, catequizar, y arrastrar con el ejemplo.

Catequesis Básica sobre la Santa Misa

[Predicación en la Parroquia de la Inmaculada Concepción, de Somerville, NJ.]

Las preguntas fundamentales: ¿Por qué celebramos la Eucaristía? ¿Qué es y qué sucede en la Misa? ¿De dónde provienen los ritos de la Eucaristía y quién les dio su significado? ¿Cuál es la dimensión social de la Misa? ¿Es en realidad lo más grande e importante que tiene la Iglesia?

La oración más perfecta

Padre, ya habíamos tenido la oportunidad de hablar y ahora tengo una duda: ¿es correcto cuando decimos que la santa misa es la mayor oración que se le puede decir a Dios?

* * *

Bueno, la Misa no se “dice” simplemente. No es un conjunto de palabras, sino que hay gestos, lugares, acciones, actitudes. Y sobre todo: no es algo que nosotros “hacemos,” simplemente sino una acción propiamente divina, en la medida en que el centro de la Eucaristía es la ofrenda que Cristo, y nosotros en unión de fe y amor con Él, hace de sí mismo al Padre.

La Misa no repite ni simplemente “representa,” el sacrifico del calvario sino que lo hace presente en medio de nosotros, haciéndonos incluso, de alguna manera, “contemporáneos” del Señor.

Según eso, bien se puede decir que la Misa es la oración más perfecta porque en ella el orante es el mismo Cristo, y todo su ser, ofrecido en el cenáculo y en el altar de la Cruz, es todo lo que tenemos para pedir, agradecer, alabar ante el Padre. ¡El mismo Cristo es nuestro intercesor, y sus llagas preciosas son nuestra intercesión, no hecha por nosotros sino por nuestro Sumo y Eterno Sacerdote!

¿Qué es la transubstanciación?

“Con la palabra transustanciación la Iglesia quiere expresar la verdad revelada de que en las especies de pan y vino consagradas está verdaderamente presente el Cuerpo y la Sangre del Señor…”

Transubstanciación

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Sacerdotes que no dan la comunión de rodillas

Tengo una consulta, en mi parroquia el sacerdote que vino ahora se niega a darnos la comunion de rodillas, ya se le pregunto el porque, y dice que no esta permitido y que es una practica antigua y que el nunca va a dar la eucaristia de esa manera… por otro lado me dijeron que no podemos hacer nada, porque los sacerdotes pueden hacer lo que quieren durante la misa segun les parezca… que piensa usted? es cierto que es asi y que pueden hacer lo que quieren?

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No es cierto que el sacerdote sea “dueño” de la Misa. Tampoco es cierto que esa forma devota de comulgar sea tan “antigua.” Ni es cierto que por “antigua” haya que descartarla (más “antiguo es el hecho mismo de comulgar: ¿lo vamos a descartar por antiguo?). En todo esto el sacerdote está claramente equivocado.

Hay dos caminos a seguir: uno, duro; otro, más suave.

El camino “duro” es ir donde el obispo, acusar al sacerdote, reunir firmas, lograr una carta mandatoria para obligar a que el sacerdote dé la comunión a los que la soliciten de rodillas. A veces esto funciona, supongo, aunque no conozco un solo caso en que sea así. Esta estrategia aumenta la sensibilidad, endurece las partes, crea diferencias insalvables, destruye la confianza y termina llevando hacia situaciones litúrgicas y pastorales peores.

El camino “suave” es este: aun entendiendo que el sacerdote no tiene razón en lo que dice, hay que buscar la manera de construir algo que no sea una guerra de ofensas y prejuicios. Para nuestro orgullo a veces es atractiva la idea de ganar una discusión o triunfar sobre un error ajeno pero esa clase de sentimiento le da poca gloria a Dios y en cambio abre las puertas a muchos desastres.

En realidad, el camino “duro” sólo es necesario si el sacerdote está diciendo herejías o pisoteando la liturgia. Si no es el caso, y uno se siente tentado de tomar ese camino, es preferible irse a otra parroquia.

Si uno se siente capaz de asumir el camino “suave” lo mejor es conocer más la parroquia, integrarse a los grupos o comunidades que haya, primero con un perfil de sencillez y apoyo, y liego de un modo más abierto. A medida que vamos conociendo los rostros, las actitudes, las intenciones reales de las personas los prejuicios se van disolviendo.

Es de desear que ese camino “suave” lleve un día a replantear las cosas no como quien exige de un funcionario público sino como quien habla con un hermano en la fe y un verdadero guía espiritual. Por supuesto, sea cual sea la decisión y el camino, es muy importante orar pidiendo luz para nosotros y para todos.

Las varias copas en la Última Cena

Fray, ¿es cierto que hubo o debían tomarse cuatro copas, y si en la tercera se instituye la eucaristía y si en la cuarta copa no la tomo Jesús en la mesa sino hasta la Cruz cuando dijo “TENGO SED” y le dieron a beber vinagre simbolizando la cuarta copa? — M.L.

* * *

Es probable que sea, así pero no hay una certeza absoluta, entre otras cosas porque la Pascua ya no se celebrara de una manera única entre los judíos. Fíjate que Exodo 14 dice que debía ser una reunión de familia, y sin embargo ya había muchas excepciones a esa regla, y por eso, por ejemplo, Jesús celebra con sus apóstoles, con los cuales no era familia.

La conclusión es que no debemos hacer depender muchas cosas de detalles que son imposibles de comprobar. Pongamos nuestra atención y corazón en aquello que es central y más importante, y seguramente iremos mejor en nuestro servicio a Dios.

La Misa

La Misa es larga, dices, y añado yo: porque tu amor es corto.

¿No es raro que muchos cristianos, pausados y hasta solemnes para la vida de relación (no tienen prisa), para sus poco activas actuaciones profesionales, para la mesa y para el descanso (tampoco tienen prisa), se sientan urgidos y urjan al Sacerdote, en su afán de recortar, de apresurar el tiempo dedicado al Sacrificio Santísimo del Altar?

“¡Tratádmelo bien, tratádmelo bien!”, decía, entre lágrimas, un anciano Prelado a los nuevos Sacerdotes que acababa de ordenar. -¡Señor!: ¡Quién me diera voces y autoridad para clamar de este modo al oído y al corazón de muchos cristianos, de muchos!

Humildad de Jesús: en Belén, en Nazaret, en el Calvario… -Pero más humillación y más anonadamiento en la Hostia Santísima: más que en el establo, y que en Nazaret y que en la Cruz. Por eso, ¡qué obligado estoy a amar la Misa! (“Nuestra” Misa, Jesús…)

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