Invitación a la Cristología: Curso dado por Fray Nelson Medina a los frailes estudiantes de teología del Studium Generale de los Dominicos de Colombia en el segundo semestre de 2009. Sesión 5 de 20: Conclusión sobre el uso de la Crítica. Introducción a la cristología bíblica.
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Temas de la Sesión 5: Sobre el buen uso de la crítica.
La carencia de crítica lleva a: espiritualismo (reemplazo del texto por sentimiento o devoción, revelaciones privadas, etc.); fideísmo (renuncia a pensar, idea implícita incompatibilidad entre pensar y creer); fundamentalismo (ignorancia voluntaria del recorrido que el texto hace en la historia).
La razón no puede probar lo que dice la fe pero sí puede refutar lo que se opone a la fe. Contraste entre la pregunta de María (Lucas 1,34): “¿Cómo será esto?” y la pregunta de Zacarías (Lucas 1,18): “¿En qué lo conoceré?” María es imagen de la crítica “sana,” la que implica la evangelización de la inteligencia, y Zacarías representa aquí la crítica destructiva, que pone en primer lugar el yo, la subjetividad.
Propósito sano de la crítica: Establecer el texto y establecer el significado. Lo primero implica llegar al texto crítico; lo segundo, con la ayuda de ciencias auxiliares, busca el sentido propio de la “letra.” Forma (literaria): manera de transmitir información, ligadas a determinadas a culturas y tiempos. Conlleva una intencionalidad típica y una perspectiva sobre la verdad.
Sobre la cristología bíblica: se trata de la pregunta “¿Quién es Jesús para…?”
Puntos previos: autor, historia de las formas, historia de la redacción, búsqueda de autenticidad. Otro riesgo, más serio, es creer que lo demostrablemente histórico (“ipsisissima verba”), es por ello mismo, más inspirado o es criterio último para todo lo demás: la credibilidad queda amarrada al esfuerzo y la especulación humanas. Hay quienes miran la autoría como sinónimo de canonicidad, cayendo así en la herejía del “canon dentro del canon.”
Además, las presunciones racionales sobre vocabulario o estilo pueden caer en un dogmatismo que desconoce que las personas humanas efectivamente cambiamos, aprendemos, olvidamos, respondemos de modo diverso a circunstancias diversas.
La disolución del autor, considerándolo como sujeto a la comunidad, trae dos peligros: (1) se pierde la apostolicidad; (2) se empieza a mirar los textos como resultados de consensos (democráticos).