Guías de autoexamen para entrar al auténtico camino del Evangelio: ¿Cómo soy cuando nadie me ve? ¿A quién estoy dispuesto a servir sin retribución o aplauso? ¿Tengo sentimientos de gratitud o más bien resentimientos que no he reconocido?
El verdadero conocimiento es conocer a Jesús, tener verdadera comunión con Él. Cristo conoce todo de nosotros y se da con un amor generoso; pidámosle darnos como Él se da y encontrar a tantos que hacen falta.
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Empezamos a salir de la ceguera y a tener luz cuando conocemos y reconocemos nuestros pecados, defectos, tentaciones, debilidades; después de esto podremos servir y ayudar a otros.
El camino para saber quién eres, para qué existes, cuál es el futuro que te aguarda, quién es Jesús y su Padre, es amando, guardando la Palabra de Cristo y acogiendo al Espíritu.
Solamente al tener experiencia de mi propia indigencia, necesidad, incoherencia, fractura, herida, pecado; puedo empezar a descubrir a Jesucristo y su origen, a mi Padre Dios.
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La ley prepara el camino para el encuentro con Cristo al iluminar la conciencia, llevándonos al conocimiento de nosotros mismos y haciéndonos reconocer nuestra propia indigencia.
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El comienzo de la sanación y de la vida espiritual está en el conocimiento de sí mismo, pasando de la verdad de la condición de pecadores a la verdad de la misericordia divina.
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Los verdaderos discípulos del Señor siempre están necesitados de conversión, y a partir de esa humildad y confianza en Él experimentan su gracia, su ternura, su amor y su poder.
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Lo que está mal en mi es para tener experiencia de Dios quien me guía, sana y abraza con inmenso amor a su cruz; y lo que está bien en mi es para transmitir esa misericordia a los demás.
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* El ser humano tiene una enorme capacidad para esconderse de otros así como para engañarse a sí mismo. Por afán de protegernos, o por miedo, o por intereses que nos avergüenza o no nos conviene reconocer, convertimos nuestras vidas en laberintos donde nosotros mismos nos perdemos.
* A través de algunas dinámicas y reflexiones sencillas es posible palpar algunas de las opciones que, a veces de modo inconsciente, vamos tomando y que responden a la pregunta: ¿dónde está tu corazón?
[Serie de catequesis para las Monjas Dominicas del Monasterio de la Madre de Dios, en Baeron, Jenchen, Corea del Sur. Cada predicación fue traducida del español al coreano frase por frase, lo cual da un ritmo diferente a esta serie.]
Tema 5 de 16: El Conocimiento de sí en el encuentro con Cristo
* La Biblia nos habla de personas concretas. En aquello que vivieron leemos el actuar de Dios.
* La lectura de la propia vida es el mejor camino del conocimiento de sí. Tomemos como ejemplo al apóstol Pedro.
* En la pesca milagrosa, Pedro se da cuenta que toda su capacidad de experto tiene un límite, y aprende que Cristo es Señor de lo conocido y de lo desconocido. Al encuentro con el Señor, más allá de sí mismo, Pedro se ve a sí mismo.
* En la multiplicación de los panes, no sólo Pedro, sino también los demás apóstoles llegan a verse en su realidad de egoísmo: si despedían a la gente, parece que no era por compasión sino por propia conveniencia, para consumir lo que tenían para sí. El milagro de Cristo revela bondad divina, pero deja también a la luz la mezquindad humana, la de aquellos apóstoles, por lo menos.
* En la transfiguración, Pedro se descubre como capaz de salir de sí mismo. por un instante, su centro no es él, ni lo que le pase a él, sino Cristo, y la sublime belleza de su gloria.
* En la hora de la Cruz, Pedro se descubre incapaz de alcanzar el nivel de sus propias palabras, por más coherentes y generosas que estas sean.
* Es así que el encuentro con Cristo siempre nos remite a una verdad profunda sobre nuestra propia indigencia, con lo cual una puerta se abre, para que el regalo de la gracia divina se haga realidad en nosotros.