VII-C. La paradoja de la Cruz

265. Es verdad: tú eres el Dios escondido, el Dios de Israel, el Salvador. (Is 45,15)

266. El mensaje de la cruz es locura para los que se pierden; para los que se salvan es fuerza de Dios. (1 Cor 1,18)

267. Siempre que comáis de este pan y bebéis esta copa, anunciáis la muerte del Señor, hasta que vuelva. (1 Cor 11,26)

VII-B. El rastro de Dios en la Naturaleza

263. Lo que se puede conocer de Dios les está manifiesto, ya que Dios se ha manifestado. Desde la creación del mundo, su condición invisible, su poder y divinidad eternos, se hacen asequibles a la razón por la criaturas. (Rm 1,19-20)

264. Por las palabras del Señor fueron hechas sus obras, y la creación está sometida a su voluntad. (Sir 42,15)

Salir del absurdo de la Sola Scriptura

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“Uno de los principios esenciales del protestantismo, formulado por el propio Martín Lutero, es el principio de la “sola Scriptura” (sola Escritura): la Divina Revelación es transmitida de un modo auténtico únicamente a través de la Sagrada Escritura (es decir, la Biblia), sin la Sagrada Tradición. Dejo planteados los siguientes cuestionamientos en torno a dicho principio, para la reflexión de nuestros hermanos protestantes…” Click!

VII-A. Agradecer y alabar

253. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. (Sal 118,1)

254. Y decían con voz potente: Digno es el cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, el saber, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza. (Ap 5,12)

255. Ni aún los santos ángeles del Señor son capaces de contar todas sus maravillas. (Sir 42,17)

256. ¡Qué abismo de riqueza, de sabiduría y prudencia el de Dios! ¡Qué insondables sus decisiones, qué irrastreables sus caminos! ¿Quién conoce la mente de Dios?, ¿quién fue su consejero? ¿quién le dio primero para recibir en cambio? De él, por él, para él existe todo. A él la gloria por los siglos. Amén. (Rm 11,33-36)

257. ¿Quién podrá rastrear las maravillas de Dios? El poder de su majestad ¿quién lo calculará? ¿Quién pretenderá enumerar sus misericordias? Nada hay que quitar, nada que añadir, y no se puede llegar hasta el final de las maravillas del Señor. Cuando el hombre cree acabar, comienza entonces; y si se detiene, queda perplejo. (Sir 18,4-7)

258. Las obras de Dios son todas buenas, y cumplen su función a su tiempo. (Sir 39,16)

259. Comprendo que cuanto Dios hace es duradero. Nada hay que añadir ni nada que quitar. Y así hace Dios que se le tema. (Qo 3,14)

260. A una orden del Señor se hace todo lo que desea, y no hay quien pueda estorbar su salvación. Las obras de toda carne están delante de él, y nada puede ocultarse a sus ojos. Su mirada abarca pasado y futuro y nada le causa admiración. (Sir 39,18-20)

261. No hay santo como el Señor, no hay Roca como nuestro Dios. (1Sam 2,2)

262. Te compadeces de todos, Señor, porque todo lo puedes. (Sab 11,23)

VI-G. Padres e Hijos

249. Más vale morir sin hijos que tener hijos impíos. (Sir 16,3)

250. Honra a tu padre de todo corazón y no olvides los dolores de tu madre; recuerda que ellos te engendraron, ¿qué les darás por lo que te dieron? (Sir 7,27-28)

251. Dejad que los niños se acerquen a mí; no se lo impidáis porque el reino de Dios pertenece a los que son como ellos. Os lo aseguro, quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él. (Mc 10,14-16)

252. El que peca es el que morirá; el hijo no cargará con la culpa del padre, el padre no cargará con la culpa del hijo; sobre el justo recaerá su justicia, sobre el malvado recaerá su maldad. (Ez 18,20)

VI-F. Mujeres que merecen elogio

247. Es don del Señor la mujer silenciosa, no tiene precio la bien educada. Gracia de gracias la mujer pudorosa, no hay medida para pesar a la dueña de sí misma. Sol que sale por las alturas del Señor es la belleza de la mujer buena en una casa en orden. (Sir 26,14-16)

248. Mujer buena es buen partido que recibe el que teme al Señor: sea rico o pobre, estará contento y tendrá cara alegre en toda sazón. (Sir 26,3-4)

VI-E. Aprender a moderarse y dominarse

244. En todo lo que hagas sé moderado, y no te vendrá enfermedad alguna. (Sir 31,22)

245. Con el vino no te hagas el valiente, porque a muchos ha perdido el vino. (Sir 31,25)

246. Al trueno se adelanta el relámpago, así al modesto le antecede la gracia. (Sir 32,10)

VI-D. Saber hablar y saber callar

233. El necio dice todo lo que piensa; el sabio piensa todo lo que dice. (Sir 21,26)

234. Conversar con un necio es conversar con un dormido. (Sir 22,10)

235. ¿Quién pondrá guardia a mi boca, y a mis labios sello de prudencia, para que no venga a caer por su culpa, y que mi lengua no me pierda? (Sir 23,2)

236. Muchos han caído a filo de espada, mas no tantos como los caídos por la lengua. (Sir 28,18)

237. A tus palabras pon balanza y peso, a tu boca pon puerta y cerrojo. (Sir 28,25)

238. No salga de vuestra boca ninguna palabra ofensiva, sino una palabra buena que edifique a quien lo necesite y agrade a quien la escucha. (Ef 4,29)

239. Al juramento no acostumbres tu boca, no te habitúes a nombrar al Santo. (Sir 23,9)

240. Habla, joven, si te es necesario; dos veces a lo sumo, si se te pregunta. Resume tu discurso, di mucho en poco, sé como quien sabe y al mismo tiempo calla. (Sir 32,7-8)

241. Con los inteligentes ten conversación, y tus charlas versen sobre la Ley del Altísimo. (Sir 9,15)

242. No repitas nunca lo que se dice, y en nada sufrirás menoscabo. Ni a amigo ni a enemigo cuentes nada; a menos que sea pecado para ti, no lo descubras. ¿Has oído algo? ¡Quede muerto en ti! Por una palabra oída ya está el necio en dolores, como por el hijo la mujer que da a luz. (Sir 19,7-9.10-12)

243. El sabio sabe callar hasta el momento oportuno; el presumido y el necio siempre hablan a destiempo. (Sir 20,7)

VI-C. Orden en la familia

228. Mujeres, someteos a los maridos, como pide el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres y no las irritéis. Hijos, obedeced a los padres en todo, como al Señor le agrada. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no se vayan a desanimar. (Col 3,18-21)

229. Os exhorto a proceder como pide vuestra vocación: con toda humildad y modestia, con paciencia, soportándoos unos a otros con amor, esforzándoos por mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. (Ef 4,1-3)

230. Sabéis que entre los paganos los que son tenidos por jefes tienen sometidos a los súbditos y los poderosos imponen su autoridad. No será así entre vosotros; antes bien, quien quiera entre vosotros ser grande, que se haga vuestro servidor; y quien quiera ser el primero que se haga vuestro esclavo. Pues este Hombre no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por todos. (Mc 10, 42-43)

231. Si en la juventud no has hecho acopio, ¿cómo vas a encontrar en tu vejez? (Sir 25,3)

232. En lo posible, de vuestra parte, tened paz con todos. (Rm 12,18)

VI-B. Ni condenar ni despreciar

224. Tú, ¿por qué juzgas a tu hermano?; tú, ¿por qué desprecias a tu hermano? Todos hemos de compadecer ante el tribunal de Dios, como esta escrito. (Rm 14,10)

225. Cuanto más grande seas, más debes humillarte, y ante el Señor hallarás gracia. (Sir 3,18)

226. No desprecies al hombre atribulado; recuerda que hay quien levanta y derriba. (Sir 7,11)

227. No desprecies lo que cuentan los viejos, que ellos también han aprendido de sus padres. (Sir 8,9)

VI-A. Saber dar

217. Hijo, con tus beneficios no mezcles el reproche, ni a tus regalos juntes palabras tristes. Vale más la palabra que el regalo. (Sir 18,15-16)

218. Siempre que ofrezcas algo, hazlo con semblante alegre, y paga los diezmos de buena gana. (Sir 35,8)

219. La gracia de tu dádiva llegue a todo viviente; no la rehúses ni siquiera a los muertos. (Sir 7,33)

220. No te presentes ante el Señor con las manos vacías. (Sir 35,4)

221. El agua apaga el fuego ardiente y la limosna expía el pecado. (Sir 3,30)

222. La caridad es como un paraíso de bendición, y la limosna permanece para siempre. (Sir 40,17)

223. La limosna libra de la muerte y no deja caer en las tinieblas. (Tob 4,10)

V-I. Cuidar el cuerpo

215. El Señor hace salir de la tierra los remedios, y el hombre prudente no los desprecia. Con ellos el médico sana o alivia el dolor; con ellos el boticario hace sus mixturas. Y así las obras del Señor no tienen fin, y de él procede la salud sobre la tierra. (Sir 38,4.7-8)

216. Pues bien, ya comáis o bebáis o hagáis lo que sea, hacedlo todo a gloria de Dios. (1 Cor 10,31)

V-H. La dureza de la muerte

210. ¡Oh muerte, qué amargo es tu recuerdo para el hombre que vive en paz entre sus bienes, para el varón desocupado a quien todo le va bien! (Sir 41,1)

211. No temas la sentencia de la muerte; recuerda tus comienzos y tu fin. Esta sentencia viene del Señor sobre toda carne. ¿Por qué desaprobar el agrado del Altísimo? (Sir 41,3-4)

212. Las reflexiones del hombre y el miedo de su corazón es la cuestión del futuro, el día de su muerte. (Sir 40,2)

213. Con el reposo del muerto deja que repose su memoria; consuélate de él después de su partida. (Sir 38,23)

214. Llora al muerto, pues la luz lo abandonó; llora también al necio, porque perdió la inteligencia. Llora menos por un muerto, porque ya descansa, pues la vida del necio es peor que la muerte. (Sir 22,11)

V-G. No fiarse de apariencias

202. Antes de que muera, no declares dichoso a nadie; en el desenlace se conoce al hombre. (Sir 11,28)

203. Hay quien, debido a su pobreza, no puede pecar. (Sir 20,21)

204. El corazón del hombre modela su rostro tanto hacia el bien como hacia el mal. (Sir 13,25)

205. No es sabiduría el conocimiento del mal, no está en el consejo de los pecadores la prudencia; hay un saberlo todo que es abominación. (Sir 19,22-23)

206. Tratar de asir una sombra o perseguir al viento es buscar apoyo en los sueños. Espejo y sueño son cosas semejantes: frente a un rostro, la imagen de un rostro. (Sir 34,2-3)

207. A muchos extraviaron los sueños, y por confiar en ellos fracasaron; a menos que vengan de parte del Altísimo, no hagas caso de ellos. (Sir 34,7.6)

208. No creas todo lo que se dice. A veces se resbala uno sin querer, y ¿quién no ha pecado con su lengua? Interroga a tu prójimo antes de amenazarle. (Sir 19,15-17)

209. No avientes con cualquier viento ni sigas cualquier dirección. Sé consecuente en tu pensar y coherente en tus palabras; sé pronto para escuchar y calmoso para responder. (Sir 5,9-11)

Sermon del Monte, 7 de 8

Retiro con los novicios dominicos – 2011 Tema 7: Límites de la Ley Antigua. La Ley de Moisés es sabia y santa en lo que propone, pero tiene tres limitaciones serias: (1) Es exterior (escrita “en piedra”), y por eso no sana la división que uno padece interiormente entre lo que le parece bueno y lo que en realidad hace. (2) Es enseñada por hombres, y por tanto está sujeta a la credibilidad variable de los seres humanos y a la diversidad confusa de opiniones. (3) El corazón humano no tiene el manantial para dar el amor, la obediencia y humildad que pide esta Ley.