Fundamentos bíblicos y teológicos para mejor celebrar Pentecostés, 2 de 2

[Conferencias conclusivas del curso de Antropología Teológica ofrecido en la Universidad Santo Tomás, en el primer semestre de 2014.]

Tema 2 de 2: El Espíritu y sus dones

* ¿Qué relación hay entre el Espíritu y Jesús? El Espíritu hace posible la concepción de Jesús; le unge y así le hace “Cristo;” le resucita de entre los muertos. pero a la vez, el Espíritu es fruto de la oración de Cristo, que ruega al Padre para que nosotros seamos también “cristos”: ungidos.

* El Espíritu no nos aliena ni enajena porque el bien propio del ser humano no queda suplantado, aplazado ni oscurecido, sino que es adelantado, elevado y plenificado por la acción del Espíritu Santo.

* El espíritu no es irracional sino supra-racional. El Pneuma no se opone ni contradice al Lógos, sino que nos adentra en su misterio. Por ello mismo, según frase de San Pablo, “los espíritus de los profetas obedecen a los profetas.” El ideal de la ebriedad del Espíritu no es la histeria ni la confusión, sino la lucidez, la paz y la comunión en la verdad.

* El Espíritu no nos aísla sino que construye con paciencia, ternura y fuerza una obra que reconstruye el sentido de solidaridad y fraternidad en torno al Primogénito: Cristo Jesús.

* El Espíritu es así el Don por excelencia; es la Gracia Increada; se llama gracia “creada” en cambio a su obra en cada uno de nosotros.

Fundamentos bíblicos y teológicos para mejor celebrar Pentecostés, 1 de 2

[Conferencias conclusivas del curso de Antropología Teológica ofrecido en la Universidad Santo Tomás, en el primer semestre de 2014.]

Tema 1 de 2: La Ley y el Espíritu

* La Ley declara lo que es bueno, y cuáles son las recompensas de hacer el bien. Define también qué e slo malo y qué castigos se seguirán de obrar mal. Pero a menudo preferimos hacer el mal y dejar de obrar el bien. ¿Por qué?

* Hay cuatro razones principales: (1) La recompensa por el bien no es inmediata; la tentación en cambio anuncia una retribución, ganancia o placer muy próximo y sencillo. (2) A muchos malos les va bien; de modo que ser bueno se parece a ser un poco tonto. (3) El pecado crea hábiles redes de complicidad que parecen indispensables para alcanzar el éxito en muchos campos de la vida. (4) Hacer el bien en todo tiempo supone ser un héroe anónimo y sin testigos.

* Esto explica el fracaso de la Ley de Moisés, siendo como era santa, racional y buena. Y explica el fracaso de la antigua Alianza. Pero los golpes que sufre el pueblo, como se cuentan en el Antiguo testamento, llevan a algunos, guiados sin duda por el Señor, a tomar una actitud distinta: son escépticos ante los poderes de este mundo; humildes de si mismos; llenos de celo por la causa de Dios. Ellos son el Pequeño resto. Son el mismo tipo de personas a las que se dirige Jesucristo en el Sermón de las Bienaventuranzas.

* Es aquí donde entendemos lo principal de la que Santo Tomás de Aquino llama la “Ley Nueva.” La Ley Antigua muestra el bien pero no mueve el corazón en la dirección de ese bien. Lo propio y nuevo de la Ley Nueva es que conquista el corazón persuadiéndolo del bien, “haciendo que el bien sepa bueno.”

* Tal es la obra del Espíritu Santo, que obrando en nosotros nos revela la verdadera naturaleza de la lucha contra el mal y a la vez nos concede “arras” de degustación del bien futuro, de modo que a la inmediatez de la tentación se pueda responder no sólo con razones o argumentos sino con la percepción real del bien que ya empezamos a vivir y que luego tendremos en plenitud.

* Se ve que la Ley Nueva supera a la Ley Antigua, pero hay que entender que, aparte de los elementos temporales y de tipo pedagógico, como son: la parte lo ritual y de la organización social, la Ley de Moisés tenía elementos de perdurable valor, como el amor a Dios sobre todas las cosas.